viernes, 20 de mayo de 2016

Redimirse de uno mismo.

Aparcó la moto junto al camino y tras atar el casco al manillar, quitó las llaves y se las guardó en el bolsillo interior de la chupa de cuero. 
En apenas dos docenas de pasos llegó hasta la orilla donde se sentó a contemplar el reflejo de la luna sobre el mar en calma y, comenzó a liar un canuto de hierba auto cultivada, hidropónica y de calidad superior. La marihuana no es es la solución, ni siquiera es el camino hacia a ella pero tras haberse planteado seriamente dejar de fumar, decidió despedirse a lo grande.
Se quitó las botas y los calcetines y permitió que sus pies acariciasen la arena mojada. La noche no era particularmente cálida pero hacía la temperatura idónea para tomar decisiones sin sudar en exceso. Antes de encender el cigarrillo "aliñado" se quitó la chupa y la  dejó en la arena junto a él, con la intención de utilizarla como almohada para tumbarse a fumar contemplando las estrellas de esa noche de verano en la cornisa cantábrica.
Las cosas han cambiado.Todo cambió en el momento en el que optó por coger el toro por los cuernos,  agarrar a la vida por la pechera y practicar boxeo con el destino. Nada está escrito. Ya se encargaría él de escribir su futuro. Lo que tenía más que claro es que no volvería a escribir con renglones torcidos. Eso se lo pensaba dejar a Dios, a Supergato o a quien coño fuese el que maneja los hilos. 
Aspiró una fuerte calada, se recostó apoyando la cabeza en la chupa y trató de identificar las constelaciones. En alguno de esos puntos brillantes del firmamento puede que hubiese otro tipo como él, pasando página a lo vivido y deseando demostrar de lo que es capaz. Puede que tuviera antenas verdes y en vez de moto una astronave, pero el deseo de redimirse de si mismo y de perdonarse los errores del pasado, sería el mismo, o parecido.
Mañana buscaría un bar donde encontrar a la primera mujer de su nueva vida; a la que le serviría de demostración de que se puede intimar sin prometerse amor eterno y de que hay que dejar de buscar medias naranjas. Las han debido utilizar todas los de Don Simón para rellenar sus cartones de zumo. Se acabó ser un romántico, se acabó suspirar por las migajas de amor con las que algunas mujeres alimentan en los parques palomas famélicas, y soñadores como él. 
Nunca fue un ligón de barra de bar pero aun no siendo particularmente atractivo, digamos que había tenido mucha suerte con las mujeres, aunque  nunca supo rentabilizarla. Llevaba demasiados años empeñándose en construir la perfecta historia de amor verdadero en lugar de vivir el momento y disfrutar de lo que pudieran ofrecerle, fuese ridículamente  escaso o se lo administrasen con cuentagotas.
Sacó su teléfono móvil y comprobó que tenía la batería suficiente para escuchar algunos de los temas que almacenaba en la carpeta "Música". Sonaron los Guns  and Roses y el bueno de Axel le dio la bienvenida a la jungla.
Estaba siendo un momento muy especial, cuando le llegó el turno a Bob Marley, pensó que si así vivían los pobres, cómo vivirían los ricos. Se dio cuenta de que era un momento de tal perfección, que no echó de menos absolutamente a nadie. En todo caso a su gato.
Bajo las estrellas, arrullado por el sonido del mar, extasiado por los efectos del THC y convencido de la plenitud del momento, decidió perdonarse y encontró la redención.

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