miércoles, 7 de enero de 2015

Cacareando que es gerundio

Peter volvió a su casa árbol más que contento. Había pasado un rato muy ameno con Lia y de alguna manera sabía que habría muchos más, si ella quería, claro, aunque no dudaba de que se estaba creando una conexión más que especial entre ambos y eso era algo fantástico. Igual hasta le pedía que le acompañara en alguna aventura, pero cuando el hadita rubia se hubiera recuperado del todo, que aún estaba algo delicadita.
Cuando aterrizó en la rama de acceso a la vivienda, Peter se dio cuenta en el acto de que había pasado algo y no precisamente muy divertido
Uno de los niños perdidos que había escapado de los piratas de Garfio le contó en el acto lo acontecido y Peter montó en cólera de inmediato.
¡¡¡Canallas!!! se lo haría pagar caro.
Dejó a los pequeños recogiendo el estropicio de aquel ataque y salió escopetado en busca de los tres chiquitines secuestrados.
Localizó el barco a pocas millas de la costa y al acercarse sigilosamente escuchó como aquellos sinvergüenzas celebraban su gran hazaña.
Aprovechando que estaba oculto en la cofia del vigía en el palo mayor, hizo un rápido recuento de los piratas que había a bordo, ya que la inmensa mayoría estaban en cubierta bebiendo ron y cantando cancioncillas de abordajes y saqueos.
Por lo que pudo entender los niños perdidos se hallaban en las bodegas a buen recaudo, así que perfecto, puesto que no sufrirían peligro alguno durante la acción de rescate.
Dieciocho piratas  formaban parte de la tripulación de Garfio, y diecisiete se encontraban allí, dedujo que el que faltaba debía de estar sirviendo la cena en el camarote del capitán, luego no habría mejor momento para preparar una distracción adecuada y rescatar a los pequeños.
Voló rápido y sin ser visto hasta la Santa Bárbara y con destreza y cuidado empalmó varias mechas a la pólvora que allí se guardaba para ser usada en los cañones.
Con la llama de uno de los faroles cercanos,encendió el extremo de la mecha y calculó que tendría unos cuarenta segundos para salir de allí y prepararse para cuando empezara todo.
Con sumo cuidado reptó hasta la entrada de la bodega y silbó a los rehenes con su silbido secreto.
Los pequeños le dijeron que podían moverse y caminar, pero que estaban atados entre ellos por las muñecas.
Peter les pasó su daga por entre las rejas y cortaron rápidamente las ligaduras.
Justo en el momento en el que recuperaba su daga y forzaba con ella el candado de la puerta, una violenta explosión puso fin a la fiesta de aquellos delincuentes y Peter no disimuló su sonrisa.
Los piratas hicieron una cadena para pasarse cubos de agua para tratar de apagar aquel fuego en la Santa Bárbara y entre maldiciones, juramentos y blasfemias. no dejaban de preguntarse quien habría sido el idiota que había tirado una colilla encendida por esa zona.
Al abrir la puerta enrejada, espolvoreó a los niños con polvo de hadas para que pudieran seguirle y cuando iba  a levantar el vuelo con ellos para regresar a salvo, sintió un contacto frío y metálico en su cuello.
Garfio le había descubierto y desafiante y muy enojado le colocó la punta de su sable de abordaje junto a la yugular.
En un rápido movimiento de defensa con la daga Peter se libró de aquella hoja en su cuello y tras fintar y saltar se colocó frente a aquel cobarde y sucio marino. que hacía ya mucho tiempo debió confundir el rumbo.
Los gritos de Garfio atrajeron hacia aquél lugar a sus hombres, pero Peter pudo ver aliviado por el rabillo del ojo como los tres niños perdidos escapaban volando.
El cacareo de Peter sonó alto y claro por encima del bullicio que reinaba en el navío y ambos contendientes se lanzaron mandobles y estocadas sin cesar hasta llegar a la barandilla de cubierta más cercana.
Garfio trató de atravesarle el pecho lanzándole una estocada de frente y al apartarse ágilmente Peter, Garfio perdió el equilibrio yendo a caer por la borda.
Peter levantó el vuelo para escapar de la tripulación que se abalanzó sobre él con sables, dagas y hachas y apenas se había elevado unos metros cuando escuchó el horroroso grito de Garfio.
Peter vio como en la mala fortuna del capitán, al caer a aquellas aguas se encontró con un viejo conocido: el enorme cocodrilo marino que le había amputado la mano en el pasado, por lo que el pirata tuvo que colocarse en el muñón que le produjo aquella amputación el temible artilugio que le dio su nombre.
En ese momento Garfio trataba de escapara del cocodrilo que habría sus fauces con la sana intención de cenar marino pedante.
Algo dentro de Peter hizo que no pudiera consentir aquello y aunque resulte extraño, voló en picado hacia el asustado capitán y llegó a agarrarle de su única mano en el momento en el que el cocodrilo iba a disfrutar del primer bocado.
Para sorpresa de Garfio, Peter le depositó con suavidad en cubierta, bien lejos de aquellos furibundos piratas , pero antes de irse de allí, cerró el puño de su mano izquierda y  atizó un terrible zurdazo directo a la mandíbula a aquel veterano bucanero, con la advertencia de que si volvía a atacar a los niños perdidos, la próxima vez el cocodrilo debería ver Master Chef en la televisión, para elaborar la receta adecuada para que aquel cuerpo viejo y lleno de cicatrices le supiera lo más rico posible.
De vuelta a casa, extenuado por el esfuerzo pero feliz con los resultados, Peter volvió a  cacarear y pensó en lo perfecto que sería besar y abrazar  a Lia para celebrar todo aquello.
Pronto sus deseos se harían realidad, pero eso es otra historia.

lunes, 5 de enero de 2015

De danzas tribales y piratas sin escrúpulos.

La danza tribal llegó a su fin en medio de cánticos y brincos y los guerreros indios dieron por invocado al espíritu del bisonte que cazarían a la mañana siguiente.
Era mejor para ellos ir poniéndose en paz con el animal que alimentaría a la tribu durante unos cuantos días y además cedería su piel para realizar chalecos y mocasines.
Salvajes los llaman algunos, pero que equivocados están, realmente son un pueblo muy civilizado y en comunión con la naturaleza.
Peter pensó que en el mundo real, se han perdido ciertas costumbres que dignifican al ser humano como la de agradecer los bienes naturales necesarios para la supervivencia y respetarlos.
La hoguera se fue apagando y Lia comenzó a tiritar, habiendo estado malita días antes no era bueno que volviera a enfriare por lo que Peter la propuso acompañarla de vuelta a su casa, cosa a la que el hada accedió de inmediato.
El muchacho se levantó y tras ser espolvoreado con esos mágicos polvos que las hadas le regalan para que pueda volar, despegó tomando a Lia de la mano caballerosamente, de tal manera que ella pudiera reservar fuerzas y no se agotará en el vuelo a casa.
Puede que fuera la luz de la luna, pero Peter se fijó en los ojos azules de Lia y aunque la tonalidad no era la misma,por el tamaño y la expresión gentil y amorosa le recordaron mucho a los de su querida Campanilla.
No pudo evitar recordar durante un buen rato todo lo vivido con aquella hada de la que se había despedido pocas jornadas antes y si algo tenía muy claro, era que siempre la había querido y siempre la querría, pasara lo que pasara.
Campanilla personificaba todas sus aspiraciones y deseos, la pena es que su historia no hubiera funcionado como ambos habrían querido, simplemente se dieron cuenta de que aunque se adoraban, no estaban hechos el uno para el otro y eso es algo que condiciona la vida, tanto en la Tierra como en Nunca jamás.
El niño que es Peter echa de menos la calidez y la seguridad que siempre encontró en Campanilla y el hombre que comienza a aflorar en el muchachito de vida aventurera, añora el contacto de sus labios y de su piel.
No hubo discusión alguna entre ellos dos, simplemente decidieron que se estaban privando el uno al otro de una de las partes más hermosas de la vida y se concedieron la libertad para vivir en el concepto más amplio de la palabra.
Puede que fuera una pavesa que se le metió en un ojo al sobrevolar el poblado o puede que su alma necesitara expresarse, pero una lágrima le resbaló por la mejilla y trató de disimular.
Lia es un hada muy inteligente y habiendo mediado en la separación de ambos y siendo buena amiga de Campanilla, al percatarse de las lágrimas de Peter enseguida comprendió y en un acto lleno de cariño y comprensión, optó por mirar hacia otro lado y le apretó con fuerza la mano, transmitiendo apoyo y dulzura.
Peter se sintió muy afortunado porque sabía que si era posible volver a disfrutar de un amor pleno y generoso, lo haría junto a aquella hada de carácter afable y expresión cordial.
Mientras tanto una desagradable sorpresa esperaba a Peter en su casa del árbol, ya que mientras él estaba gozando de la compañía de Lia, Garfio y sus secuaces atacaron el refugio de los niños perdidos y raptaron a tres de ellos, que por desgracia no eran tan rápidos como el resto de sus amiguitos y no pudieron ponerse a salvo.
Los piratas los cargaron de cadenas y los arrastraron hasta el navío anclado en la costa más cercana y tras encerraros en la bodega, comenzaron a discutir con su capitán las condiciones del rescate que debería pagar Peter Pan como persona al cargo de este grupo de niños perdidos.
Tras un buen rato de trifulcas y discusiones llegaron al acuerdo de que pedirían por cada uno de ellos tres barrriles de ron y cuantas piedras preciosas pudiera almacenar Peter en el interior de su gorro.
Lo que estos malencarados marinos desconocían era que con el señor Pan no se podía jugar de forma tan vil y al día siguiente los acontecimientos darían un giro inesperado.
No todo va a ser amor en el corazón de Peter y tengamos en cuenta que de su cinturón pende una daga tan afilada como los dientes de un cocodrilo, pero eso es otra historia.

sábado, 3 de enero de 2015

Cuentos

La vida sigue en Nunca jamás.
Peter no deja que pase un día sin sentarse con las rodillas cruzadas a escribir en su agenda las experiencias del día en forma de cuentecito o de relato, se ha acostumbrado a hacerlo y disfruta cambiando los finales a la realidad de su vida.
La fantasía se extiende por toda aquella tierra mágica y lógicamente se refleja en los textos de Peter.
Lia le ha invitado a dar un paseo porque ya se encuentra mejor y se levantó de la cama esta mañana.
Cuando Findi, el hada que le transmitió el mensaje de Lia le comunicó aquello, Peter no cabía en si de gozo.De hecho habían quedado en que Peter la recogeria en su casa al caer el sol, pero aún n había oscurecido aún y Peter llamó a la puerta de la joven hadita rubia.
Para sorpresa de Peter, Lia se encontraba atareada en un cuento, puesto que como le explico en el acto, ella escribía desde hacía muchos años y de hecho era el motivo de su existencia, ya que debía escribir cada semana un cuento para que los niños no dejaran de soñar con un mundo más hermoso y donde todo fuera posible.
Peter ocultó que él escribía desde hacía relativamente poco y además todo lo que escribía estaba fundamentado en sus propias experiencias, por lo que no creía que los niños allá abajo pudieran tener el más mínimo interés por sus textos.
Lia le permitió leer el cuento al terminarlo y Peter se quedó impresionado por la belleza de aquel texto y por la imaginación que Lia había empleado en escribir la historia de un niño que tras perder a sus padres, encuentra la felicidad y el amor en una manada de lobos del bosque cercano a su casa.
Aquella muchachita no dejaba de sorprenderle y Peter se sintió aún más pequeñito frente a ella.
Ese hada era perfecta, un compendio de los deseos de muchos niños y niñas que soñaban esas cualidades y habilidades, ser tan hermosa y tan lista, poder volar y escribir así de bien, era lo que había heredado Lia de los sueños de muchos pequeñines allá en el mundo real.
Una bella melodía comenzó a sonar en el momento en el que terminó su lectura y aunque buscó el equipo de música, se percató de que sentada al piano que había en el salón contiguo, otro hada tocaba con mucho sentimiento.
Aquella era el hada Amel, el hada de la música, un hada que siempre amenizaba las fiestas de cumpleaños de los niños perdidos, incluso de los cumpleaños de los piratas de la tripulación del barco de Garfio.
Entonces Lia le tomó de la mano y juntos abandonaron la casa y comenzaron a volar.
No tenían un destino fijo, pero Peter sabía que iría al fin del mundo con ella, incluso la acompañaría a una vida normal.
Por suerte para él no hizo falta llegar a tanto, Lia se detuvo junto al poblado indio y se sentó a contemplar la danza de la tribu en torno a la hoguera central del campamento.
Es genial vivir en Nunca Jamás, pensó Peter y sintió como le sonreía el corazón.

viernes, 2 de enero de 2015

Cuidar de Lia

Puede que fuera ese vuelo por entre las grutas de los acantilados, la humedad, el frío o la emoción del momento, pero al regresar a su casa Lia ya se encontraba algo pachucha y tras beberse un vaso de leche calentita se acostó en la cama con algo de fiebre.
Seguro que suena a poco problemático, pero las hadas son muy vulnerables durante los estados febriles ya que su energía disminuye mucho y son incapaces casi hasta de volar, mover las alas a la velocidad necesaria para despegar requiere de mucho esfuerzo.
Durante días Peter no supo de ella y preocupado, se acercó al refugio de Lia a interesarse por ella, pues en el trayecto de vuelta desde aquella cueva ya la encontró algo desmejorada.
Lia agradeció su visita y tras charlar un rato con ella, Peter la dejó descansar y se retiró para que el hadita pudiese dormir y recuperar fuerzas.
Esa tarde Peter se quedó muy preocupado, más que por la fiebre de Lia, por la sensación de que por mucho que quisiera hacerlo, no podría cuidar de ella como realmente quería.
Prepararla una infusión de hierbas curativas, acomodarla en el lecho, leer en voz alta junto a su lecho, lo que fuera para hacer que su convalecencia fuese más cómoda y agradable.
No tiene sentido, si se acaban de conocer como quien dice y ambos saben de las carencias de Peter.
Un tipo tan terriblemente inmaduro que apenas puede cuidar de si mismo, cuidando de aquella hada.
No obstante era eso lo que le preocupaba, no sabía como demostrar a Lia que algo en su corazón le pedía que estuviera pendiente de la joven hadita, pero Lia no era un hada cualquiera y mucho menos un hada débil o indefensa.
Aquel hermoso fragmento de magia y fantasía estaba más que curtido en la vida adulta y responsable y bien lo sabía Peter, quien entabló gran amistad con ella precisamente a raíz de haberla solicitado ayuda y consejo.
Peter no se sentía a la altura de sus pretensiones y una cosa es pelear contra piratas o guerreros indios y otra muy distinta conquistar el corazón de una mujer.
Campanilla misma se había quejado en más de una ocasión de que no se involucrara lo suficientemente en la vida de pareja y aunque lo quería muchísimo, terminó por buscar el amor en otro lado.
Peter había decidido también comenzar a pescar en otras aguas, pero aquello había surgido de repente, sin buscarlo, sin preparar siquiera la caña con el cebo adecuado.
Aquello nada tenía que ver con las artes de pesca, simplemente se presentó así por las buenas, sin avisar y agarró a Peter desprevenido.
Quizá había llegado ya la hora de comenzar a crecer, quizá era el momento de cambiar, pero Peter sabía que siempre sería un niño para muchas cosas y aunque se planteó beber unos tragos de poción de madurez, hecha con reducción de "muelas del juicio" y materia gris, abandonó la tentación ante la idea de convertirse en aquel del que llevaba muchos años escapando.
Si Lia lo amaba, sería porque podría amar todo de él, sin reservas y sin pedirle que se transformara en otro.
El amor es un sentimiento muy poderoso, más aún que los hechizos de los más antiguos nigromantes y Peter decidió relajarse, salir a volar un ratito y tratar de aprender a ser paciente.
La paciencia es algo que siempre guardaba debajo de la alfombra, como la calma, pero había llegado el momento de sacar algunas cositas de sus escondrijos y hacer uso de ellas.
Levantó el vuelo y escuchó a través de sus auriculares esta canción de Radiohead.

jueves, 1 de enero de 2015

De ojos verdes y copitas de Jerez.



 No he podido evitar trabajar sobre este relato que publiqué hará poco más de dos años bajo el título de "Cantando por diversos palos"
Creo que no ha perdido fuerza con el tiempo, al contrario, casi me gusta más ahora que antaño, pero necesitaba algunos retoques.
Ahí os lo dejo, a ver si os gusta tanto como a mi o me he excedido con la "remasterización".


Sentado en la mesa más apartada, en el rincón más oscuro de la taberna más ajada de la ciudad, no pudo evitar recordar sus preciosos ojos verdes al apurar la copa.
Es consciente de que esta es la única manera de rescatarla del pasado, de compartir con su recuerdo un último beso, un brandy, media docena de palabras de amor y otra copa de Jerez.
Y es que el tiempo pasa tan deprisa como el resto de las cosas buenas de la vida, cercenando las ilusiones con su guadaña mellada de días perdidos, de noches que malgastó con otras mujeres, de dolor y de tardes de oro y grana.
Cincuenta años atrás, ella se casó con otro, destrozando por completo el corazón de aquel joven torero .
Desde aquél día decidió arrimarse más que nunca a las astas de los morlacos suplicando una  pronta muerte en el albero, pero ni Dios ni el toro le concedieron el alivio de la sangre.
Hoy, la guitarra sigue sonando flamenca, por peteneras de alcohol y llanto.
Su voz, quebrada por el exceso de vino y la amargura, hace de él, el espontáneo más triste y nostálgico del cante jondo.
Hoy vuelve a brindar por ella como cada noche, y entre las cicatrices que adornan el cuerpo del torero, sangra aún y más que nunca, la que aquella mujer le dejó al partir.
Esta cicatriz dibuja perfectamente la trayectoria de la herida, que ocupa todo su pecho, de lado a lado..

martes, 30 de diciembre de 2014

Bajo el prisma de tu mirada

Ya no te podré dar un paseo en Vespa, con lo guay que era ver las cosas desde la moto y con el encanto que cobraba todo desde una Vespa.
De todas formas eso me importa poco, lo que dota a todo de verdadero encanto es tu presencia y la vida a tu lado debe de ser absolutamente hermosa, casi tanto como tu.
No obstante me he vuelto un tipo muy conformista y ya te he dicho que conozco mis limitaciones,así que aunque no pierda la ilusión, viviré con lo que tengo a mi alcance, que es mucho, aunque tu aún estés fuera de mis posibilidades.
¿Sabes? creo con sinceridad que  al someterlo al prisma de tu mirada, todo cobra un color especial y una dimensión muy distinta de la real, más bonita y elegante.
Supongo que ya sin conocerte te hubiera imaginado como la protagonista de muchas de mis historias pero ahora que te conozco, tengo que hacer un esfuerzo para no situarte en todo lo que escribo.
Tu espíritu impregna de paz y delicadeza aquello que toca y eso es genial, pero quizá le resta naturalidad y fuerza a mis textos, ya que al tenerte continuamente en mente, soy incapaz de escribir cosas que se alejen de los sentimientos, pequeñita.
Por otro lado me viene bien por que eres también un filtro que limpia todo aquello que sale sucio de mi alma, bien por unas circunstancias u otras, pero en cualquier caso se somete a la limpieza del contacto espiritual contigo y mejora.
Haces que escriba más y con más ganas y al sentarme al teclado del ordenador siento como si me sentara a tu lado y pudiese ver la pantalla a través de esos dos ojos tan bellos.
El cielo siempre estará estrellado para mi si imagino tu rostro en él al caer la noche y por las mañanas quisiera que fueras la única nube que se interpusiera entre el astro sol y mi piel.
Igual sería una protección factor "lo que haga falta" y de esa forma no me quemaría al exponerme demasiado a sus rayos.
En cualquier caso que fantástico es sentirte como parte de mi vida aunque no sea de continuo, pero ya hace un tiempo que apareciste y espero que sigas aquí hasta el fin de mis días.
Puede que nos besemos o puede que no, en cualquier caso tranquila porque no me concederé esa licencia poética y no escribiré una historia en que mi boca se adueñe de la tuya durante un rato, sería practicamente como invadir a traición una propiedad privada y soy un tipo respetuoso del código legal...y moral.
Ya sabes que mi corazón siempre será tuyo, aunque lo intente no puedo disimularlo.
Como dice la oración que aprendimos de pequeños "tuyo es, mio no, tómalo"
Tómalo cuando quieras hacerlo, no tiene por que ser ahora, te aseguro que estaré más que dispuesto a desprenderme de él para que te lo coloques en torno al cuello con una cadenita y seré yo quien te aparte el cabello  para que lo luzcas a tu antojo.
También tu cabello es precioso, pero bueno, es que me gusta todo de ti. Todo.
Hay tantas cosas que querría someter al prisma de tu mirada que de momento las iré bajando al trastero porque el día que pasen por ti, recuperarán el esplendor que pudieran haber perdido en ese cuartito lóbrego y apartado de todo.
Se que aún no tengo la habilidad suficiente, pero espero que llegue el día en el que pueda escribir un texto que esté a tu altura.
De momento seguiré practicando.
Tuyo para siempre:
     Juan.

 







lunes, 29 de diciembre de 2014

Mis días por el mundo



Claro, no encontraba mejor presentación para esta entrada que este tema de Vetusta Morla, uno de mis grupos favoritos ya que me gustan tanto sus melodías como sus letras, que son muy muy directas y sinceras.
No se la de veces que he hablado de la gran labor terapéutica que ejerce en mi la literatura, pero escribir obviamente no es lo único que me cura o que me ayuda a pasar cada día de la mejor forma posible.
Puede que habiendo cumplido ya los cuarenta debería de comenzar a plantearme el porque de esa necesidad mía de transcribir todos mis miedos y mis deseos.
He encontrado un chollo en plasmar aquello que me conmueve en mi alter ego, además es cierto que al escribirle viviendo mi día a día, puedo cambiar el final de cada aventura y adecuarlo al como me gustaría que hubieran salido las cosas.
Alimento a ese alter ego con todo el cariño que recibo de mi familia y de mis amigos, este combustible de cariño y confianza es muy importante y el único que no estropea el motor.
Combustiona limpiamente y no contamina,  en vez de expulsar humos nocivos y sucios, crea textos y se puede seguir el rastro de mis vivencias a partir de ese humo blanco.
Por descontado el mejor catalizador que complementa a ese combustible lo he encontrado en besar a la persona adecuada y ojo, no vale cualquier beso de cualquier persona, solamente llegaré al equilibrio perfecto cuando acaricie la nuca de la chica en cuyos ojos quisiera perderme para siempre mientras descubro en su boca la materialización en vida del paraíso celestial.
Comprendo perfectamente que debo acostumbrarme a que en ocasiones me quedaré sin combustible y deberé estacionar en el arcén y caminar hasta una estación de servicio cercana donde adquirir todo lo necesario para volver a poner en marcha este vehículo tan susceptible a las averías que soy yo.
Estoy tratando de asegurarme a todo riesgo, pero me sale por un ojo de la cara y no hay seguro que cubra ciertos daños.
Es más factible que te cambien las lunas gratis a que te consigan el recuerdo perdido de aquella luna de verano bajo la que hiciste el amor por primera vez con ella, extasiado de emoción.
No se cuantos años o kilómetros tengo de garantía de la casa, pero ni quiero saberlo, ya he pasado en un par de ocasiones por talleres y todo lo que sea chapa y pintura me preocupa lo justito, o sea nada.
Me da más miedo tener algún problema de ingeniería y terminar en un desguace sin haber podido realizarme por completo, por eso lucho a diario y vivo tan intensamente.
Puede que estos últimos meses circule mucho más despacio, ahora he descubierto el verdadero placer de conducir. 
Hacer kilómetros disfrutando del paisaje está fenomenal. La vida está llena de colores y a veces he circulado tan rápido que de alguna forma veía todo en blanco y negro y me perdía los parajes más impresionantes donde detenerse a fumar un cigarrillo y disfrutar de la vistas.
También se que me he dejado a alguna autoestopista que de haber subido al coche, me habría cambiado la vida. Si no las recogí fue más por miedo que por cualquier otra cosa.
Llegará el día en que me adapte a las exijencias del mercado y me convierta en un coche familiar con varias sillitas para niño y pantallas de dvd en el respaldo de los asientos, donde proyectar la película de dibujos de Peter Pan, espero que les guste a mis hijos.
De momento como dicen los Vetusta, "pago la jaula al domador". 
Lo bueno es que ni soy una fiera ni un deportivo con volante de competición.
Creo que soy un clásico y aunque en ocasiones pienso que soy un tipo de coche que ya no se lleva, me gusta cerciorarme de que hay modelos que nunca pasarán de moda.
Buf...no se ni como me ha dado hoy por escribir con metáforas de automoción, yo, que ni tengo carné de conducir, tenía la licencia para poder llevar la vespita, pero ahora ya solo tiro de bono bus.
En cualquier caso puedo escribir a doscientos por hora, que en este tramo no hay límite de velocidad ni radares.
Echaré de menos a mi profesor de autoescuela y seguridad vital, digo vial.





En un tintero

Una vez más la genial ilustradora Estela Labajo captó a la perfección el estado en que se encontraba Peter y lo plasmó en este dibujo.
Peter está encerrado en un tintero, dada su desmesurada afición por la literatura,y su falta de contención, terminó sintiéndose encerrado en un tintero y ahora os contaré como sucedió.
Tras despedirse de Campanilla, Peter se obcecó en encontrar la manera de acercarse más a Lia, el hada que conoció unos meses antes y que le cautivó completamente.
No consiguió averiguar cuales eran los sueños de esta hadita tan especial y al preguntarla por ellos, Lia le dijo que era una chica normal, con unos gustos y sueños normales.
Lejos de leer entre lineas y darse cuenta de que al ser un chico tan diferente a la normalidad, no entraba en los gustos de Lia, Peter se esforzó aún más en descubrir como podría alegrarla el corazón.
Volando junto a ella, se percató de que Lia siempre llevaba consigo algún libro y pasaba gran parte del tiempo leyendo con avidez un tomo tras otro.
Entonces se le iluminó una bombillita en la cabeza y una tarde primaveral de esas tan especiales y agradables en Nunca Jamás, Peter la tomó de la mano y la pidió que le acompañara volando a un lugar que seguro habría de gustarla.
Lia accedió, no sin reparos, porque aunque aquel muchacho le caía bien, tampoco quería implicarse en exceso con un ser tan lleno de inseguridades y tan aferrado a sus necesidades de cariño, a su entender, aquello no era más que miedo a crecer, cosa que le hacia a un tiempo muy especial y muy preocupante.
Volaron durante horas, dieron la vuelta casi completa a Nunca Jamás y tras sobrevolar muchos lugares inexplorados por Lia, llegaron a unas grutas en los acantilados junto a la playa de las sirenas donde ella no se había aventurado nunca.
Peter la guió por dentro de una de las grutas y cuando llegaron al final, Lia no pudo creer lo que vio allí.
Ordenados por orden alfabético y protegidos de cualquier tipo de inclemencia, Peter le mostró todos los ejemplares de la famosa biblioteca de Alejandría.
Hacia cientos y cientos de años, una sirena evitó que se perdieran durante el incendio que asoló la ciudad y con mucho esfuerzo consiguió ponerlos a salvo en aquella gruta de Nunca Jamás.
Aquello era el paraíso, Lia se emocionó tanto que sin darse cuenta siquiera, comenzó a elevarse muy deprisa y a punto estuvo de golpearse contra el techo.
Peter evitó aquel golpe interponiéndose entre la rubia cabecita del hada y el techo y cuando Lia iba a golpearse, él, la puso a salvo y aprovechando la confusión del momento, depositó en sus labios un delicado beso.
Lia se enojó y tras darle las gracias por haberla revelado aquel lugar, se marchó de vuelta a su casa.
Entonces Peter se dio cuenta de que en su romántico arrebato, había roto aquel momento tan bello y maldijo su suerte y aquel formidable tesoro.
Las maldiciones son caprichosas y siempre peligrosas y de repente, el maleficio cobró forma de tintero atrapando a Peter en su interior.
A partir de ese momento Peter sintió que siempre tendría la necesidad vital de escribir su historia y desde aquel día, no podía pasar ni una jornada sin sentarse en solitario a poner sus aventuras por escrito.
A fecha de hoy las cosas no han cambiado y aunque Peter sigue disfrutando de su vida, cada atardecer medita un rato sobre lo que va a escribir y como va a hacerlo.
Con suerte quizá un día escriba una historia tan hermosa que conquiste el corazón de Lia.
Peter no ha perdido la esperanza, es un niño que nunca creció y eso le hace ser tremendamente optimista y valiente ante la adversidad.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Peter Pan conoce a "Lia".

Esta ilustración de Estela Labajo define a la perfección el estado actual de Peter, que necesita volver a levantar el vuelo y aún le da miedo ser otra vez aquél que fue hasta no hace mucho.
Campanilla lo está rociando con su polvo de hadas y lo anima a volar, pero realmente lo que quiere es que vuele bien lejos de ella y ambos lo saben.
Son una pareja encantadora, pero mal que le pese, Peter se siente cada día más niño perdido que otra cosa.
Ya no cacarea, ya no busca bronca con Garfio y el día que Campanilla le dijo que quería alejarse de él, no pudo evitar llorar.
Contactaron con un hada abogado, que además de abogada, era mediadora en conflictos matrimoniales y aunque Campanilla y Peter nunca se dieron un "si quiero" formal ambos sabían que necesitaban la ayuda de un profesional en el tema.
Lo de Wendy fue una gilipollez, nunca llegó a pasar nada y Peter tenía la conciencia muy tranquila, aunque Campanilla se había cansado de todo aquello, no de que no creciera, si no de que Peter no quisiera crecer.
Tuvieron varías reuniones con esa hadita rubia y guapa que se animó a echarles un cable.
En esas reuniones Peter se encontraba muy incómodo, porque no era capaz de negar las evidencias. Lo suyo con Campanilla siempre había sido algo complicado, se querían muchísimo, pero no habían nacido para ser el uno para el otro.
No bastaba con quererla con todo el corazón, no bastaba con renunciar a las aventuras que se le cruzaban en el camino.
Ella también tenía que vivir sus propias aventuras y Peter sabía que Campanilla siempre se había sentido responsable de él y eso la condicionaba la vida.
Campanilla vomitó todas sus frustraciones en aquellas reuniones y Peter no la llevó la contraria en ningún momento, simplemente asentía y escondía la cabeza entre las rodillas.
El hadita rubia le trató con mucho cariño y Peter descubrió que seguramente aquella si que podría ser la persona adecuada.
Intentó con todas sus fuerzas que no sucediera, pero no pudo evitarlo y siendo como era, terminó enamorado hasta las cejas.
Sabía que aquello podía reventarle en la cara, sabía que volvería a perder su sombra, que para volar debería pensar en algo encantador y hasta la fecha se había agarrado al recuerdo de los preciosos ojos de Campanilla, pero aquello estaba cobrando una dimensión demasiado extraña.
Hacía relativamente poco tiempo, Peter no pudo evitar un pensamiento triste y su vuelo se interrumpió de repente yendo a caer desde mucha altura y dándose el consiguiente golpe que casi le deja en el sitio.
¿Cómo iba a volar ahora si perdía al amor de su vida? Seguro que no podría ni levantarse unos pocos metros sobre las copas de los árboles.
Aquella hadita rubia e inteligente hizo que de repente se le pasaran todos los miedos y que las inseguridades se convirtieran en ilusión. Era preciosa, pero lo que más le gustaba de ella, es que cuando estaba en su presencia sentía la necesidad de ser algo más que un niño grande.
No renunciaría nunca al niño que llevaba dentro, pero tampoco al hombre que estaba empezando a ser.
"Vuela" le decía Campanilla con todo su cariño y Peter decidió volar. Siempre la echaría de menos, pero renunciando a aquella paradoja en que se había convertido su relación, ambos se concederían el don de una vida nueva.
Claro que volaría, quizá el aire en el rostro le secara rápidamente las lágrimas y quizá podría llegar a volar de la mano de "Lia" que era aquella hadita que le había sanado por dentro devolviéndole sus ganas de recuperar su ser.
Tenía ante él una vida nueva y  repleta de incertidumbre, pero también de sueños y de amor, de mucho, muchísimo amor.
Peter al terminar la última reunión, se levantó del suelo, se ajustó con decisión el gorrito en la cabeza y pensando en aquello que podría llegar, comenzó a elevarse. En unos pocos segundos acarició la primera nube y mirando hacia abajo descubrió la silueta del barco de Garfio anclado en la bahía.
Igual bajaba a ver como llevaba Garfio sus lecciones de esgrima y si había mejorado algo.
Igual se apuntaba a tomar unos rones añejos con la tripulación.
Peter recuperó su poder y su alegría.



 

martes, 23 de diciembre de 2014

Navidad en la prisión.

Las navidades aquí son muy diferentes a como son fuera.
No voy a mentiros, me he ganado yo solito cada día de condena y la verdad es que debería haber escuchado a mi padre cuando me decía que la violencia solo genera violencia y no lleva a nada bueno.Si hubiese hecho caso de sus consejos, aquel hombre no habría muerto, yo no estaría aquí hasta dentro de tanto tiempo, mi vida no se habría arruinado por un mal golpe y seguramente estaría buscando muérdago para besar bajo él a la chica a la que siempre he querido y que ahora estará en brazos de otro y tratando se ser feliz.
Si hubiera seguido  los consejos de mi padre, seguramente ahora disfrutaría de una vida normal, con una familia normal y un futuro tan normal como el que aguarda a todos ahí fuera, incierto, pero normal.
Los funcionarios de prisiones hoy se han puesto gorritos de Papá Noel y están pasando por las celdas a preguntar a los internos si han escrito sus cartas a los Reyes Magos.
Deberían haberse dado cuenta de que hay un conflicto de competencias, por que que yo sepa, Papá Noel y los Reyes Magos tienen intereses encontrados y son instituciones opuestas.
En cualquier caso, su espíritu navideño es más que bienvenido aquí y ha sido un detallazo lo de forrar las porras con espumillón, seguro que así hasta da gustito que te sacudan un par de ostias.
Otra de las cosas que extraño de mi padre, además de sus excelentes consejos, es su pasión por los libros.
En mi celda solo puedo tener uno y cada quince días pasa el carrito de la biblioteca para los cambios. Ya me he leído las obras completas de Shakespeare y creo que me voy a animar con "En busca del tiempo perdido" de Marcel Prous. Me gustaría saber donde estará todo el tiempo que he perdido ya y a donde se llevarán el que voy a perder.
En días como este, uno no puede evitar cerrar los ojos y tratar de imaginar como hubiera sido todo, si en vez de golpear la cabeza de aquel hijo de puta con una botella, hubiera salido del bar evitando la confrontación.
Imagino que aquellos coches de policía nunca se habrían presentado en la puerta de mi trabajo, los agentes no me hubieran esposado y no habría visto la cara de decepción y tristeza de mi padre en el juzgado.
Sueño con una vida en la que eso nunca sucedió, dediqué mi tiempo libre a leer y comencé a escribir, como lo hacia mi padre, dotando de vida y sueños a todos los personajes que se le ocurrían y que casualmente eran iguales que mis hermanos y que yo.
Seguramente de haber tenido tiempo para insistir lo suficiente, ella se habría casado conmigo y ahora estaríamos como todo hijo de vecino, pagando una hipoteca y tratando de perpetuar nuestros genes.
Lío un cigarrillo y lo enciendo con ansia y un sabor extraño en la boca. Descubro que son lágrimas que me están empapando el rostro y mojando los labios, ya puedo detener todo esto, porque si alguno de los internos me viera llorando hoy sería carne de cañón.
Mi aspecto aniñado y la llantina no es que hagan de mi el tipo más duro de mi galería precisamente.
En ese momento llegó el funcionario a preguntarme si había escrito mi carta a los Reyes Magos.
Traté de explicarle que no soy demasiado monárquico, pero lejos de entender la broma, el funcionario se lo tomó como si me cachondeara de él y me pregunto lacónicamente -¿Vas a pedir un regalo o no?
Apagué el cigarrillo y sonriendo aproveché para pedir  lo único que realmente me haría feliz en ese momento y lo único se que nunca conseguiré, ya que al poco más de un año de estar encerrado, me llamaron para comunicarme el fallecimiento repentino de mi padre.
-quiero que me traigáis a mi padre- dije yo y el funcionario que me conocía de pasar a cambiarme los libros y a veces me preguntaba por mi estancia allí y era sabedor de mis circunstancias, escupió en el suelo y mirándome con una expresión a caballo entre la rabia y la pena, me dijo con absoluto desprecio- Deberías evitar las drogas, capullo, no te vienen nada bien y no es cierto que hagan la condena más llevadera, al revés, luego necesitaras más y más y entrarás en una espiral destructiva de cien pares de cojones.
Tras decir esto se marchó empujando su carrito y yo me quedé allí, recordando las navidades de mi infancia y maldiciendo mi desgraciada fortuna y  a mi mismo por no haber escuchado mejor a mi padre.