Esta ilustración de Estela Labajo define a la perfección el estado actual de Peter, que necesita volver a levantar el vuelo y aún le da miedo ser otra vez aquél que fue hasta no hace mucho.
Campanilla lo está rociando con su polvo de hadas y lo anima a volar, pero realmente lo que quiere es que vuele bien lejos de ella y ambos lo saben.
Son una pareja encantadora, pero mal que le pese, Peter se siente cada día más niño perdido que otra cosa.
Ya no cacarea, ya no busca bronca con Garfio y el día que Campanilla le dijo que quería alejarse de él, no pudo evitar llorar.
Contactaron con un hada abogado, que además de abogada, era mediadora en conflictos matrimoniales y aunque Campanilla y Peter nunca se dieron un "si quiero" formal ambos sabían que necesitaban la ayuda de un profesional en el tema.
Lo de Wendy fue una gilipollez, nunca llegó a pasar nada y Peter tenía la conciencia muy tranquila, aunque Campanilla se había cansado de todo aquello, no de que no creciera, si no de que Peter no quisiera crecer.
Tuvieron varías reuniones con esa hadita rubia y guapa que se animó a echarles un cable.
En esas reuniones Peter se encontraba muy incómodo, porque no era capaz de negar las evidencias. Lo suyo con Campanilla siempre había sido algo complicado, se querían muchísimo, pero no habían nacido para ser el uno para el otro.
No bastaba con quererla con todo el corazón, no bastaba con renunciar a las aventuras que se le cruzaban en el camino.
Ella también tenía que vivir sus propias aventuras y Peter sabía que Campanilla siempre se había sentido responsable de él y eso la condicionaba la vida.
Campanilla vomitó todas sus frustraciones en aquellas reuniones y Peter no la llevó la contraria en ningún momento, simplemente asentía y escondía la cabeza entre las rodillas.
El hadita rubia le trató con mucho cariño y Peter descubrió que seguramente aquella si que podría ser la persona adecuada.
Intentó con todas sus fuerzas que no sucediera, pero no pudo evitarlo y siendo como era, terminó enamorado hasta las cejas.
Sabía que aquello podía reventarle en la cara, sabía que volvería a perder su sombra, que para volar debería pensar en algo encantador y hasta la fecha se había agarrado al recuerdo de los preciosos ojos de Campanilla, pero aquello estaba cobrando una dimensión demasiado extraña.
Hacía relativamente poco tiempo, Peter no pudo evitar un pensamiento triste y su vuelo se interrumpió de repente yendo a caer desde mucha altura y dándose el consiguiente golpe que casi le deja en el sitio.
¿Cómo iba a volar ahora si perdía al amor de su vida? Seguro que no podría ni levantarse unos pocos metros sobre las copas de los árboles.
Aquella hadita rubia e inteligente hizo que de repente se le pasaran todos los miedos y que las inseguridades se convirtieran en ilusión. Era preciosa, pero lo que más le gustaba de ella, es que cuando estaba en su presencia sentía la necesidad de ser algo más que un niño grande.
No renunciaría nunca al niño que llevaba dentro, pero tampoco al hombre que estaba empezando a ser.
"Vuela" le decía Campanilla con todo su cariño y Peter decidió volar. Siempre la echaría de menos, pero renunciando a aquella paradoja en que se había convertido su relación, ambos se concederían el don de una vida nueva.
Claro que volaría, quizá el aire en el rostro le secara rápidamente las lágrimas y quizá podría llegar a volar de la mano de "Lia" que era aquella hadita que le había sanado por dentro devolviéndole sus ganas de recuperar su ser.
Tenía ante él una vida nueva y repleta de incertidumbre, pero también de sueños y de amor, de mucho, muchísimo amor.
Peter al terminar la última reunión, se levantó del suelo, se ajustó con decisión el gorrito en la cabeza y pensando en aquello que podría llegar, comenzó a elevarse. En unos pocos segundos acarició la primera nube y mirando hacia abajo descubrió la silueta del barco de Garfio anclado en la bahía.
Igual bajaba a ver como llevaba Garfio sus lecciones de esgrima y si había mejorado algo.
Igual se apuntaba a tomar unos rones añejos con la tripulación.
Peter recuperó su poder y su alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario