Comienzas a andar, con la mirada fija en un punto que sorprendentemente, se ve cada vez más lejano.
Pero no importa.
Un pitillo en los labios, una herida en el pecho, mil recuerdos en los ojos.
Caminas.
La gente pasa a tu lado,como en un videoclip de los ochenta, alienizada e indiferente.
Te cruzas con todo tipo de personas y con un montón de seres humanos que son de todo menos personas.
Te cruzas con un vampiro, con una madre, con un señor de Cuenca.
Te cruzas con alguien que en una ocasión lo fue todo, pero prefieres ignorar su falsa placidez, su alma traidora, su voz grave, su música suave y sus manos de mentiras.
Sigues caminando mientras aprietas los puños hasta que los nudillos se tornan blancos, casi inertes.
Pateas una lata.
Un perro te sigue, esperando a que lo acaricies, o a que le cuentes por que han pintado en tus ojos, la flor del lirio real.
¡¡Ay campanero!!
¿Por qué será?
Las nubes pasan rápidas en un cielo lleno de cometas en llamas.
Los ángeles, como en el anuncio del desodorante, se van desplomando sobre los coches, sobre los toldos de las terrazas, sobre las niñas con gafas de pasta.
Uno de ellos cae sobre un enorme sofá blanco lleno de luz y calor.
Te tumbas junto a él y te desmayas cada vez que te pierdes en los ojos más verdes y más llenos de amor.
Pero tienes que levantarte y seguir andando en busca de tu propio infierno, porque ese paraíso no es para ti, no es más que otra ilusión.
El ángel te despide con la mano y se levanta a poner una lavadora. Tu sonríes porque jamás hubieras imaginado que los ángeles roncaran.
Sigues caminando, hasta llegar al bordillo del mundo y te das cuenta de que ella está muy lejos, al otro lado de la calle.
Los camiones embisten constantemente y no te atreves a cruzar.
Hay un conejo muerto en la calzada.
Te sientas a esperar y te enciendes otro pitillo, mientras te preguntas que coño estás haciendo allí, porqué te toca hacerte mayor así y cuando leches va a reponer "Barrio Sésamo".
Ahora solo hay mierda en horario infantil y claro, estamos criando hermosos mojones fornidos y lustrosos.
Te llega un mensaje al móvil, lo sabes porque ha sonado una musiquita de lágrimas ascendentes, gravedad cero y gotitas en el aire.
-Hola...t mndo enrgias.
-Hola, x favr, n djes d hacrlo.
El cigarro se ha consumido en tu boca hasta quemarte los labios, naciendo una ampolla sobre las ampollas de sus besos.
Pruebas a ponerte trocitos muy pequeños de papel higiénico, como cuando te cortas al afeitarte, luego pruebas a meter la boca en agua caliente con sal,que lo cura todo menos el dolor del pecho.
Al secarte te das cuenta de que tienes el bigote de dos colores y la gente te va a preguntar si te has teñido.
¿Por qué coño te importa tanto lo que piense la gente?
A lo mejor es porque siempre has sabido que no eras como ellos...y te gustaría ser normal.
Vas a cruzar, estás decidido. Bueno, no. Bueno si, que cojones, total ¿qué más puedes perder?
Te levantas y cierras los ojos, comienzas poniendo un pie delante del otro, extiendes los brazos y empiezas a sentir que estás vivo mientras las enormes moles de acero pasan a doscientos por hora junto a ti, arañándote los tobillos y oscureciéndote el cabello con su hollín de vidas sucias.
Pasas junto al conejo, puedes oler su muerte, tan simpática. Abres los ojos y lo miras y el abre también los suyos y te sonríe, y te dice en voz muy bajita: "vamos...que ya llegas".
Y en efecto, has llegado al otro lado.
Y en el otro lado resulta que te espera un montón de gente que te quiere y que te lleva al cine y te invitan a sentarte y descansar.
Y jamás, jamás habrías imaginado lo bien que puedes llegar a sentirte siendo realmente tu.
Te das cuenta de que no eres pequeñito y miserable, sino grande y especial.
Y ya no quieres seguir caminando.
Te preguntas en que parte del camino se ha quedado el ángel y si algún día te armarás de valor, y volverás a buscarlo.