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sábado, 1 de junio de 2024

Resquebrajado


 Pero no roto.

Muchas veces he sentido el más intenso de los dolores en el interior del pecho al asumir que aquel te quiero que escuché de su boca, no era más que una frase oportuna para distraer mi atención de la verdad, conseguir un fin, ocultar una infamia, justificar un medio o pagar una deuda.

Quizás es por eso que nunca digo "te quiero" a no ser que sea incapaz de contenerlo en el interior de mi pecho, que no pueda ponerle freno, o que si no permito que brote, se corrompa, se pudra y termine enquistándose en mi alma envenenándolo todo.

Me han hecho mucho daño, sí, pero no me han roto el corazón. Sigue latiendo, sigue funcionando, sigue sintiendo y condicionando mi vida. Si bien es cierto que lo han maltratado y lo han atravesado varias veces con la daga de la traición y la mentira, no lo han conseguido romper. Aún rige mi destino, aún define mi condición y aún alimenta mis textos. Resquebrajado sí, pero no roto.

Es por ello por lo que de un tiempo a esta parte, desde que descubrí lo que realmente significaba hacer el amor, tan solo pido que no lo maltraten, que me quieran bien que no me destrocen el alma. No hace falta que me quieran mucho ni más que a nadie, pero eso sí, por favor, que me quieran bien. 

Y sé que en realidad esto es mucho pedir, pues yo mismo tengo que aprender a querer sin perjuicio, sin fisuras, sin dobleces, sin egoísmo y sin pérdidas. En ocasiones quiero tanto que me asusta querer, y querer nunca debería dar miedo. Quiero mucho, sí, pero a veces, la intensidad y la extrema sensibilidad que condicionan mi naturaleza y mis emociones, me llevan a no querer de la forma adecuada, exigiendo y exigiéndome que el amor que comparta con la mujer que se adueñe del sentido de mi existencia, sea el más increíble y más pleno,  y que como un caballo salvaje y libre, galope sin bocado, sin estribos y sin necesaria contención.

Hay días en los que al detenerme a pensar y a cuestionarme los te quiero que disfruté de los labios ansiados, me doy cuenta de que tengo el corazón lleno de heridas, pero que gracias a los hados, Ella supo suturarlas cerrando cada corte con un resistente hilo rojo que me permite avanzar sin desangrarme, aunque en ocasiones deba frenar un poco y coger aire, saborear el calmante en sus caricias, aguantar el dolor, aceptar el miedo y seguir el rastro de las ilusiones perdidas. 

Puede que como quiero creer, todo termine llegando, incluso lo bueno. Puede que Incluso lo bueno sea mucho más que el nombre de esa novela en la que pude ser feliz a su lado antes de escribir FIN.

Puede que en próximas novelas, mi corazón ya se haya recuperado por completo.

Puede.