lunes, 31 de enero de 2022
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jueves, 27 de enero de 2022
Eterna
Cuando su centuria se instaló en el campamento de Astúrica, el veterano legionario Lucio Galvano no supo que la más dura batalla habría de librarla contra su corazón.
Durante semanas la legión enviada por Cesar Augusto se mantuvo en alerta preparada para avanzar hacía el norte apoyando a la legión que combatía en las guerras contra los cántabros.
Durante las incursiones de reconocimiento y pacificación por las montañas que separaban Astúrica de los verdes valles del norte, Lucio encontró a una mujer muy especial que se desplazaba con parte de su pueblo escapando de las incursiones de los guerreros celtas que venían de más allá del mar. Ella y su pequeña hija, fruto de la unión con un guerrero muerto al despeñarse por un acantilado en la defensa del paso del norte, viajaban buscando un lugar seguro donde instalarse y poder vivir sin necesitar de un hombre que cuidara de ellas.
Lucio se apiadó del cansancio que reflejaba el rostro de la mujer que con una mano tiraba de la cuerda atada al cuello de la mula sobre la que transportaba sus pertenencias, y con la otra sujetaba con fuerza la mano de su hija. La mula no ocultó sus nervios al cruzarse con la partida de reconocimiento a caballo y encabritándose se puso de manos y algunos de los bultos que transportaba cayeron al suelo haciendo detener la marcha a la mujer y a la niña.
Lucio desmontó y se acercó hasta ella para ayudarla a recoger las pieles y los utensilios caídos y ella lo miró durante unos segundos, hizo un gesto de agradecimiento y le dijo algo en su idioma que aunque el romano no pudo comprender pues no hablaba la jerga de esa tribu, si supo interpretar que le estaba dando las gracias y contestó con una sonrisa. Los ojos de aquella hermosa hispana llamaron poderosamente su atención, pues brillaban con una luz muy especial. Era como si esos ojos encerrasen todo el sol de Hispania.
Volvió a verla días después durante una excursión en uno de los permisos del servicio de guardia. La encontró junto a media docena de hispanos instalados en un asentamiento de pescadores cerca del rio que bañaba las tierras de Astúrica. En esta ocasión fue ella quien se acercó a él tras haberlo reconocido y le ofreció agua y una escudilla con algo parecido a un guiso de pescado con vegetales. Lucio aceptó de buen grado y compartió la comida que ella le ofreció con la pequeña que correteaba en torno a su madre. En los ojos del color de sol de la hispana encontró algo de lo que jamás podría olvidarse. Decidió llamarla eterna y gracias a la ayuda de uno de los pescadores del asentamiento que hablaba la lengua del imperio y los sirvió de intérprete, pudo mantener con ella algo parecido a una conversación.
Cupido lo atravesó el corazón de parte a parte con una certera saeta y desde aquel día todos sus permisos los pasaba junto a ella y su hija.
Meses después de su primer encuentro la legión recibió órdenes de emprender la marcha hacia el norte y sabedor de que tardaría en regresar o quizás nunca lo haría, Lucio intentó entregarle las monedas que había guardado de sus estipendios para que Eterna negociase que algunos de los hombres le construyeran una cabaña más grande y segura donde resguardarse, pero ella rechazó su ofrecimiento. Era una mujer tan digna y orgullosa como bonita y especial.
Habían construido un rudimentario lenguaje entre los dos y a base de signos y de algunas palabras en su arcaica lengua y otras en el idioma de los césares, podían comunicarse sin la ayuda de terceras personas.
Ella le hizo saber que podía marchar tranquilo, que sabría cuidar de la niña y de ella misma sin que nadie tuviera que preocuparse por su supervivencia, y que quizás también se marcharan de allí en busca de un lugar mejor donde instalarse. Aquella confesión rompió el alma a Lucio que durante unos segundos consideró muy seriamente la opción de desertar y marcharse con ellas. Había comprendido que su hogar estaría siempre donde estuviera Eterna y poco le importaba que lo encontrasen y le aplicasen el castigo que se imponía a los desertores durante las campañas, la crucifixión.
Eterna leyó en su mirada. Era una mujer terriblemente intuitiva e inteligente, no tardó en interpretar su silencio y su melancólica mirada. Entonces le puso un dedo en los labios, lo acarició el rostro con ternura y lo besó durante unos segundos. Después de separar sus bocas Lucio sabía que la querría el resto de sus vidas y que aunque ahora tuvieran que separarse volverían a encontrarse una y otra vez y volverían a amarse con otros nombres, en diferentes siglos y en distintas tierras.
Y así fue. El destino los permitió cruzarse a lo largo de milenios y en unas ocasiones fueron felices juntos, en otras apenas se regalaron unas noches de pasión, en muy contadas oportunidades pudieron envejecer viendo crecer su amor y en las más dichosas supieron interpretar las señales que les prometían que su amor sería inmortal.
Los dioses bendijeron el amor entre aquellos miembros de distintas creencias, pero de corazones idénticos. Aún hoy en día siguen encontrándose y a veces, al hacer el amor, se descubren entre besos.
sábado, 22 de enero de 2022
A golpe de gladio
La flecha picta se incrustó en el escudo que logró levantar hasta los ojos pese al dolor de su brazo herido por el corte proferido por la espada del tatuado guerrero que yacía muerto a sus pies.
Lucio Galvano consiguió evitar una muerte segura de nuevo, pero la batalla aún no había terminado y aunque vio como la caballería al mando del experto decurión que había previsto el ataque se lanzaba al galope sobre la posición desde la que llovían las flechas, su cohorte todavía no había acabado con los pocos guerreros britanos que seguían en pie tras el avance de la décima centuria.
El cielo se rasgó con un nuevo y poderoso trueno y el agua comenzó a caer a raudales limpiando la sangre de su coraza y de la hoja de su gladio. Un último esfuerzo, una nueva carga en formación y las legiones del cesar podrán escribir otra gloriosa página en la historia de Roma.
Lucio no recuerda donde perdió la jabalina. Seguramente la dejase hundida en el pecho de alguno de los primeros pictos que impactaron sobre la formación en tortuga con la que el centurión los ordenó avanzar hasta la cima de la verde colina donde los esperaba el enemigo profiriendo gritos y desafiando lo inevitable. Debían llevar horas peleando y aquellos salvajes todavía se negaban a entender que nadie puede detener el vuelo de las águilas del Cesar.
Clavó su gladio hasta la empuñadura en el vientre del guerrero que se lanzó contra él dejando el cuerpo al descubierto al levantar el hacha con ambos brazos, y al extraer la hoja esta salió acompañada de los intestinos del enorme salvaje que trató de cortarle en dos.
Los galos habían sido bravos enemigos, no tanto como los hispanos y ni con mucho tanto como estos britanos belicosos y crueles que no dudaron en decapitar a los emisarios del tribuno que solicitó su rendición. Pero las legiones estaban sometiendo las islas una a una, y los salvajes que habían osado desafiar al destino, esta noche servirían de alimento a los animales del campo.
En Judea conoció a un curioso rabino que afirmaba que solo Dios podía disponer de la vida de los hombres y que cuando alguien te golpease el rostro, no deberías cortar la mano del agresor. sino ofrecer tu otra mejilla. Estaba claro que aquel extraño judío no sabía que su Dios también se sirve del brazo de los legionarios para ordenar el mundo.
Ya no caían flechas del cielo, tan solo gruesas gotas de gélida lluvia britana. El suelo olía a sangre y a humedad. La caballería regresaba victoriosa tras aplastar a los arqueros y ahora la infantería debería terminar de limpiar la zona y asegurar el triunfo.
Su padre lo enseñó a reservar las fuerzas hasta el último segundo de batalla y a no dar a ningún enemigo por derrotado hasta comprobar que su cuerpo inmóvil tendido en el suelo no podría volver a levantar su brazo contra el Cesar. Uno a uno sus compañeros y él fueron rematando a su paso a los salvajes heridos que yacían en la tierra que defendían y que se habían negado a entregar a Roma para mayor gloria del imperio.
Los gritos y los lamentos de los heridos se unieron al ruido de los tambores y de las sandalias al marcar el paso.
Roma vincit.
viernes, 7 de enero de 2022
Rugidos
Hay una frase que resume a la perfección aquello que lo condujo a las mayores pérdidas, los más grandes disgustos y al dolor y la tristeza que adornan muchos de sus recuerdos recientes, "ten cuidado con lo que toleras, estás enseñando como tratarte". Siempre fue un tipo confiado, sensible, de carácter afable, de naturaleza pacífica y de buen conformar. Su afán por agradar y por evitar discusiones y problemas, sumado a su natural simpatía y a su falta de asertividad, confundieron a algunas personas de su entorno que creyeron que era débil y que podrían aprovecharse de él, pero lo que nadie podía sospechar es que incluso en personas como él, todo tiene un límite y es mejor no despertar a la bestia dormida.
domingo, 2 de enero de 2022
Ilusiones
Ayer amanecí muy creativo a nivel literario, con ideas nuevas y enriquecedoras para una de las novelas en la que estoy trabajando, y en la que me había estancado un poco al no conseguir encontrar el camino para conseguir que sea esa novela que sorprenderá al lector y le hará bucear en sus páginas buscando el tesoro sumergido. Creo que ayer amanecí con el cerebro activo y creativo y me levanté de la cama en "modo escritor", lo que está genial, pero a un tiempo es delicado, porque cuanto expreso pasa por ese filtro literario y todo, desde un wasap al post en una red social, va cargado de literatura y puede confundir a quien lo lee al no distinguir la realidad del mensaje de lo literario del mismo. A veces no soy capaz de contenerme y permito que ese "modo escritor" adultere cuanto expreso.
Pasé unas cuantas horas del primer día del año sentado ante el ordenador escribiendo en la novela y desarrollando esa idea con la que amanecí y que al ver plasmada en el archivo sobre el que trabajo y corrijo constantemente, me hizo sentir bien y me animó a cerrar el documento con una sonrisa y con la certeza de que había encontrado el camino. Ya se verá.
Puede que una de mis mayores ilusiones sea el llegar a ser el escritor que me gustaría llegar a ser, ilusión esta que tiene mucho en común con otra de mis ilusiones más grandes que es llegar a ser la persona que me gustaría ser. Ambas ilusiones van de la mano y se complementan y en ambas estoy trabajando desde hace tiempo, cuando descubrí que para hacerlas realidad debería esforzarme, que no llegaran por casualidad y no caerán del cielo. Así que desde luego, por mi que no quede.
Espero despertarme muchas mañanas con la sensación con la que me desperté ayer y poder trabajar duro para sentirme más cerca de esas ilusiones que en ocasiones se acercan un poco a la realidad. Si a eso le sumo el ver sonreír a las personas que quiero, la felicidad de la que hablaba al principio de este texto se presenta un instante para guiñarme un ojo.
Venga. Hagamos de este año un buen año. Nadie me va a regalar nada.