Hola, amiga,
volar es algo tan maravilloso como aterrador, pues al haberte acostumbrado a caminar afianzando los pies al suelo, solo de pensar en levantar el vuelo el miedo atenaza tus sentidos, agarrota tus músculos, hace que tu estómago se encoja y borra tu sonrisa. Pero créeme, a veces la caída más dura no es la que se produce desde lo más alto, sino esa caída absurda e inesperada al dar un traspiés durante la carrera. Tienes una sonrisa muy bonita, no la pierdas, por favor.
El vértigo es una sensación muy desagradable, pero todos tenemos vértigo en algún momento de nuestra vida y si no lo enfrentamos y tratamos de superarlo, jamás volaremos.
No estás sola. Me consta que somos muchos los que te tenderemos la mano para que te agarres con fuerza y te sientas más segura al despegar. Las previsiones meteorológicas no son nunca excesivamente fiables y aunque los mapas de isobaras apunten cielos nublados con altas presiones, el tiempo es tan cambiante como la voluntad humana. Si te sirve de consuelo, yo comencé a tomar altura en un cielo despejado y aparentemente tranquilo y, unas traicioneras, tristes y fuertes corrientes que aparecieron de la nada estuvieron a punto de derribarme en el momento más peligroso de mi vuelo. Entré en barrena, y me encomendé a mis sueños y mis deseos más profundos para que me sostuvieran en el aire. Mentiría si te dijera que no pasé miedo. Mucho. Pero apreté los dientes, tragué saliva, respiré hondo y conseguí evitar la caída. No esta siendo fácil, pero aquí estoy. Tengo vértigo, pero no me resisto a intentar surcar los cielos.
Sé que ahora lo único que te apetece es gritar, llorar y mandarlo todo a tomar por el culo. Eso es normal. Es muy humano y pese a todo y por voluntad propia has decidido ser muy humana. Renunciaste a tu condición angelical para habitar entre nosotros y hoy te preguntas en qué momento el ser humano creyó estar hecho a imagen y semejanza de Dios sí él, a diferencia de su creación, no teme, no sufre y no se arrepiente de ninguno de sus actos.
Conozco bien esa sensación tan angustiosa de creer que la vida no tiene el menor sentido. Estás en ese punto en el que todos tus sueños parecen haberse convertido en las más espantosas pesadillas y todo aquello por lo que merecía la pena levantarse cada mañana ha perdido la magia. Pero la magia está en ti, en tu ilusión, en tu sonrisa, en tus ganas de regalarte al mundo y en tu valor. Volverás a brillar porque recuerda, nunca has dejado de hacerlo ni aún con el alma rota. Y eso es lo que te hará sanar y tomar altura de nuevo. Y nos encontraremos ahí arriba, puede que mucho más alto y más lejos de lo que piensas. Puede que nos veamos en una estrella y desde ella contemplemos este universo que creíamos terrible, pero que habremos sido capaces de conquistar.
Y no lo escribo, lo hago. Si no te gusta tu vida sé que podré escribirte aquella con la que soñaste cuando eras niña y estoy seguro de que sabrás vivirla. Agárrate a mi mano, permíteme que me sujete entre tus brazos. Convirtámonos en los acróbatas del aire y ayudémonos a planear y a aprovechar el viento a nuestro favor.
Parece difícil, tenemos miedo, tenemos vértigo, pero estamos juntos en esto. No te dejaré sola.
Abrígate bien. Allí arriba hace mucho frio y aunque lleguemos a rozar el sol, el calor que verdaderamente necesitamos y evitará que nos congelemos durante el vuelo no vendrá del poderoso astro que ilumina a los soñadores, sino de dentro de nuestros pechos ahora llenos de angustia y de temor, pero en el que hemos podido salvar un rinconcito para que florezca la esperanza.
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