¿Quien me lo iba a decir? Al final llegó ese arco iris infinito a través de tu mirada.
Nunca supe distinguir entre besos y raíces, lo complicado de los simple, ni la mera atracción física del amor. Ya soy más viejo y sincero y puede que precisamente por eso ya no incluya promesas a olvidar en ninguna lista. Ahora procuro cumplirlas todas. Sobre todo las que te hago a ti.
Las miserias arden como la yesca y no hay mejor combustible que los sueños sin cumplir. El fuego que tu has provocado lo purifica todo y las cenizas a sus paso serán abono de vida, tierra fértil de futuro y cómodo lecho para el descanso. Porque ya estoy muy cansado de darme cabezazos contra las paredes de corazones de piedra y me ha dolido tanto el amor que opté por la vacuna de abundantes dosis de placer en vena que adormecían mis ansias y anestesiaban mi instinto natural.
No hará falta que te asalte rodilla en tierra amenazándote con un anillo. No hará falta que te prometa la luna, las estrellas ni nada brillante. Únicamente te entregaré todo lo que soy, todo lo que he sido y todo lo que me gustaría llegar a ser. Tan solo trataré de alimentar las llamas con el oxígeno de mis besos, con la pasión de mis caricias y con el ritmo de mis caderas,
Hay esperanza en la danza de las pavesas. Y aunque no acostumbro a hacerlo, me gustaría sacarte a bailar en esta pista llena de humo en la que tú y yo solo necesitamos mascarillas mediante las que respiramos verdades de la bombona de sinceridad que permitirá que continuemos bailando sin desplomarnos asfixiados.
Quiero mojar mi pluma en la tinta de tu lava y escribir con ella las páginas más hermosas de toda mi trayectoria literaria.
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