miércoles, 29 de julio de 2020

Gracias a ti

La vida nos mantuvo separados más tiempo del que me hubiera gustado, pero ahora has vuelto y eso es lo único que importa.
En ese viaje que has recorrido por el interior de tu alma, enfrentándote a tus demonios y conquistando las fortalezas más duras e inexpugnables donde el destino se empeñaba en oponer una feroz resistencia, has recuperado la sonrisa, la magia de tu mirada y el calor de los abrazos.
Este ha sido un camino que debías recorrer en solitario y mi único mérito es haberte esperado. Tan solo pude reservar la sombra de un enorme pino junto a las aguas cristalinas de un río para que al llegar descansases, te refrescases y recuperases fuerzas.
Aunque siempre he sido un tipo con tendencia a confundirme y a convertir el cariño sincero en edulcoradas historias de amor, entre tus brazos aprendí a interpretar el mensaje que la rosa le dio al principito: amar es querer sin posesión y sin ataduras. Y en efecto, me enseñaste que te amo porque te quiero libre, te quiero feliz y te quiero dueña de tu destino, sin otra pretensión que poder ser tu amigo el resto de mis vidas. Y todavía me quedan seis.
Eres uno de esos seres humanos que más allá de pertenecer a una especie animal que se considera la superior por derecho, se te puede clasificar como humana en el sentido más hermoso de la palabra, el que hacer referencia a la humanidad como valor y no como especie.
Con cada paso, con cada palabra y con cada guiño de ojos te colocas en pie con el puño en alto desafiando todo lo que quieran enviarte y plantando cara a una vida dura y complicada, pero ¿quien dijo que iba a ser fácil?
Ya estás aquí. Yo sigo aquí. Y ahora que has vuelto no pienso irme a ningún lado. Mi corazón ha terminado de llenarse. Si bien aquella que supo ver lo bueno que habita en mi, que quiso aceptar mi más sincero y romántico ofrecimiento, me colma de amor y de felicidad, el poder compartir nuestro camino y nuestro futuro con amigos de tu calibre hace que el sendero se convierta en una alfombra segura y mullida donde por muchas veces que tropiece y caiga, sé que no volveré a dañarme.
Y me hace muy feliz formar parte de tu tribu y compartir pinturas de guerra y danzas alrededor de la hoguera. Juntos no habrá ni rostros pálidos ni guerreros de la pradera que puedan con nosotros.
Pero no me des las gracias por sentarme junto a ti a escuchar el son de los tambores y a compartir la sangre del tatanka. Si estoy es porque es lo que me hace feliz y porque siento que debo estar. Y porque me enseñaste que amar, no implica por fuerza rodilla en tierra y necesidad de labios. Es un verbo tan hermoso y tan amplio que abarca mucho más. 


3 comentarios:

Anónimo dijo...

...me gusta mucho, ésta y otras las vuelvo a releer. La última, Fuerza y Honor.
... mucho...
Mi corazoncito...
...es una cosita...

Z

lacantudo dijo...

El corazón es un músculo fuerte y muy inteligente. Pero debemos protegerlo porque siempre habrá quien quiera dañarlo o simplemente silenciarlo.
Yo he aprendido a dejarlo hablar y todo lo que escribo, todo, nace de ponerle voz a este dañado pero resistente corazoncito que bombea la sangre que corre por mis venas.
Fuerza y honor ha surgido del sufrimiento del corazón al ver a mi sobrina de 14 años ingresada por una rápida y grave enfermedad que a punto ha estado de matar mis esperanzas.
Pero pelea y no se rinde. Y todos estamos con ella. Una brigada de corazones henchidos de amor por sus ganas de vivir haremos piña para ayudarla a salir de esto.
Un beso, Zeroide.

Anónimo dijo...

:-******************* mando muchos besitos al aire para que se esparzan y lleguen a ella con mucha luz.
Abracitos mil. :-*
Z