Esta canción de la banda sonora de la película Yentl, magistralmente interpretada por la cantante y actriz Barbra Straisand, siempre me emocionó. Y hora más que nunca.
Debe de ser algo normal entre los seres humanos. Cuando nos asustamos, cuando estamos confusos, cuando tenemos miedo, recurrimos a nuestros padres. Igual que cuando nos aflige una pena muy grande o nos atormenta un dolor insoportable, entre suspiros y sollozos e intentando contener las lágrimas llamamos a nuestras madres. Todos hemos visto imágenes de soldados abatidos en diferentes conflictos a lo largo del planeta que, empapados en sangre, llamaban a sus madres desde el suelo.
Hace más de cuarenta días que permanezco en casa junto a mi madre y dos de mis hermanos. Hace más de cuarenta días que trato de estar a la altura de lo que mi padre nos enseñó y hace más de cuarenta días que trató de cuidar a los míos como mi padre cuidó de mi hasta el mismo día de su muerte, Pero no voy a osar compararme. Él fue siempre un hombre inteligente, fuerte, resolutivo, justo y seguro de si mismo y yo, a veces me pregunto si a pesar de mis cuarenta y cinco primaveras, mi larga colección de historias de amor y mi afición por exponerme al dolor más intenso que es el de la traición de las personas que amas, soy ya un hombre.
Intento aportar tranquilidad, seguridad, armonía, cariño y buen humor durante este confinamiento. Intento mantener la llama de la antorcha que recogí de las manos de mi padre cuando el destino decidió que ya era hora de hacer el relevo y rezo pidiendo que se me ayude a ayudar,que se me de el acierto, la inteligencia y la fortaleza para hacerlo. Pero a veces tengo miedo.A veces dudo y creo que jamás seré la sombra de lo que mi padre fue y a veces,de pie junto al árbol del jardín de casa donde se enterraron parte de sus cenizas, le pido que me asesore y me aconseje, como hizo en el pasado aunque en muchas ocasiones fui un hijo torpe y egoísta, que antepuse mi bienestar y mis caprichos al espíritu de sacrificio y al esfuerzo por el bien común y por el bien familiar que mi padre trató de inculcarme.
Y a veces puedo escucharle hablarme sin palabras. A veces siento que en la distancia me reconforta y vuelve a abrazarme y a perdonar mis muchos errores.
Intentaré que llegues a sentirte orgulloso de mi.
Volveremos a vernos, papá. pero aún no. Aún no.
Fuerza y honor.
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