viernes, 18 de agosto de 2017

A las cinco en punto de la tarde

Esta entrada se la dedico con todo el cariño y con el abrazo más grande y cálido posible desde la distancia a Elena, Zeroide, Olga, Isaac y todos las personas que me leen desde Barcelona.
Fuerza y honor.

El agosto en Barcelona es mucho más soportable que en otros lugares donde Khaled ha vivido. Aquí corre una brisa mediterranea que atenúa las temperaturas estivales y que hacen que su trabajo en el puerto resulte incluso agradable.
Khaled lleva menos de un año viviendo en la ciudad condal y llegó a ella como otros tantos, huyendo de la barbarie de los que dicen actuar en nombre de un Dios y una religión que nada tienen que ver con sus atroces acciones.
Llegar no fue fácil en absoluto y Khaled perdió demasiado por el camino, incluso a su hija de tres años, que no pudo agarrarse bien a sus hermano mayor, cuando una ola sacudió con fuerza la patera en alta mar. El Mediterráno se ha convertido en una inmensa y poblada fosa común donde de vez en cuando algún apesadumbrado refugiado se acerca a arrojar flores y lágrimas en memoria de los suyos.
Cuando consiguió llegar a Barcelona, los miembros de una ONG le ayudaron a instalarse junto a su mujer y su hijo Yusuf, de siete años. También le consiguieron un trabajo temporal en el puerto de la ciudad, colaborando en las tareas de limpieza de los pantalanes donde atracan las embarcaciones de recreo. Lo que iba a ser un contrato de pocas semanas, se ha convertido en un contrato indefinido, dada la satisfacción de los jefes con su esfuerzo diario y al fin ha conseguido alquilar un pequeño piso destartalado en un barrio de la ciudad y ha instalado a su familia en él. Yusuf ha sido escolarizado por los servicios sociales de la Generalitat y este mismo septiembre comenzará el curso en un colegio público cerca del nuevo hogar.
La vida parece sonreirlos al fin, después de tanta angustia y tanta muerte.
Abandonaron Siria al ver que cada día aumentaba la locura y la sinrazón y que se comenzaba a ajusticiar a pacíficos ciudadanos acusados por los radicales de las estupideces más injustificables.
Khaled dejó allí la casa que heredó de sus padres y su profesión como profesor de formación profesional en la rama de electricidad. También dejó sus amigos, sus recuerdos y sus ilusiones de un futuro feliz junto a su amada esposa y sus hijos. Pero en Barcelona había recibido una segunda oportunidad y pensaba aprovecharla.
A as cinco en punto de la tarde, sonó la sirena que anunciaba el fin de la jornada laboral y se apresuró a salir en busca del bus urbano que lo dejaría en la rambla de Cataluña, donde habría quedado con Ruth y con Yusuf para dar un paseo y tomar un helado.
Eran las cinco y veinte cuando divisó entre la multitud de turistas a su mujer que llevaba a Yusuf cogido de la mano para evitar que se extraviase entre el gentío que pululaba por las ramblas como cada tarde de verano.
Khaled se encaminó hacía a ellos sonriendo y pensando en lo bonita que está Ruth vestida de blanco. En el instante en el que se detuvo frente a un semáforo, vio venir una furgoneta blanca a velocidad excesiva que hizo caso omiso de las señales. Entonces comenzó la pesadilla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayyy poor favoorr sil vu plé!! madre mía, me tengo que poner al día! cuántas entradas!!! Aún estoy de vacas, me queda 1 día, aún no llegué a Barcelona. Acabo de entrar y he dado en esta entrada. Mil besos!!!!! Gracias por acordarte!! Qué sentimiento más espantoso me recorrió por el cuerpo esos días. Cuando me enteré de lo sucedido, estaba en la otra punta del país y con el corazón encogido llamé por teléfono a mi gente con la esperanza que no les hubiera pasado nada. Afortunadamente todos bien.
5 semanas de vacas me han servido para desconectar bastante... pero esta semana ya me estaba haciendo a la idea de volver a la rutina y realmente lo pienso que va a ser muy costoso. Mañana vuelvo a casa con una sensación extraña por todo lo que se mueve allí (políticamente). Mi casa es Bcn pero también es mi casa el resto de España.

Durante estos días iré leyendo tranquilamente tus entradas... Muchas gracias de verdad por acordarte, ha sido un detallazo por tu parte.
Un abrazo,
Zeroide

lacantudo dijo...

Nada que agradecerme,Zeroide.
Imagino tu angustía al enterarte de lo sucedido.Yo conozco poca gente allí pero en el acto pense en ellos y traté de aeriguar qué tal estaban. Gracias a Dios, a Supergato o como prefieras llamarlo, toda mi gente de barna estaba ok. Imagino que los que vivís allí y estabáis fuera, tuvistéis que pasar unas horas terribles.
Me alegra saber que sientes el resto de España como tu casa. Yo no suelo entrar en temas políticos pero no quisiera que los catalanes, vascos, gallegos, manchegos ni andaluces abandonaran la partida dejando al resto de jugadores con ganas de enseñar las cartas y seguir jugando.
Ahora te toca volver a la rutina. Tranquila, hazlo con calma y con una sonrisa.
Un abrazo grande. Mola saber que sigues paseando por aquí.