Vamos, esta es la excusa perfecta para darme toda la caña del mundo, os lo he puesto demasiado fácil quizás pero no pienso borrar ni una palabra.
Digamos que mi puto subconsciente me la tenia guardada y en cuanto ha tenido ocasión me lo ha soltado todo en forma de sueño.
Cómo eres un sueño, ni puedo enfadarme ni puedo sentirme ofendido, al fin y al cabo no has sido tú, he sido yo mismo el que ha dicho todo lo que tenía que decirme. Creo que en efecto, soy carne de psiquiatra y puede que al final sea productivo para alguien.
¿Qué más da que piense que el beso que te reservo sea cien millones de veces más sabroso y ardiente en la realidad que en esa pantalla jigante de cinemascope de mi imaginación?
Vale, soy un ñoño o como prefieran definirme algunos lectores pero que se le va a hacer, el que nace lechón muere cochino y renace más lechón que nunca.
Toda mi vida he jugado a ser Indiana Jones tratando de encontrar el amor verdadero pero además de trampas de todo tipo, criptogramas indescifrables y pasadizos que no llevaban a ningún sitio, poco más he encontrado.
Me han atravesado el corazón con demasiadas flechas envenenadas y en más de una ocasión he estado a puntito de caer en las manos de sacerdotisas que tan solo querían sacrificarme en rituales tan atávicos como maléficos.
Parezco una seta cuando me pongo sombrero, me han sacudido con mi propio látigo,claramente no valgo para héroe e incluso la barbita de tres días comienza a ser algo ridícula, ya que lleva lleva mi particular seña de identidad pues es bicolor y me hace de todo menos duro.
En mi sueño invocabas a la deidad de turno mientras me mirabas fijamente a los ojos y jugueteabas con un cuchillo tan grande como mi lujuria, que diseña el vestuario que luces en todas tus apariciones estelares y se conoce que en mi subconsciente ya ha debido de llegar el verano porque estabas poco abrigada (vamos a decirlo así) preciosa pero poco abrigada.
Cuando traté de besarte intentando callar tus invocaciones, me hundiste el cuchillo en el estómago y en ese momento supe que debía tratarse de amor porque dolía de cojones pero no quería estar en ningún otro lugar del mundo, ni real ni imaginario.
No sé porqué pero he reconocido lo que sentí cuando me clavaste la hoja hasta la empuñadura.
Creo que no es la primera vez que me atraviesas de lado a lado, ni será la última.
El acero de tu distancia,el que tomó forma de cuchillo en mi sueño es frío, tan frío como la indiferencia de la persona a la que se ama.
No es el primer sueño en el que me descubro mendigando una mirada o una palabra amable como si fuera un cachorrito de cocker pero si es el primero en el que me quedo con ganas de besarte y paso a la fase REM de vacío, tan carente de tus labios como en la vida real.
Manda cojones, que siendo mi sueño ya podía permitirme algún homenaje pero creo que te respeto incluso en lo onírico.
Me parece a mi que si quiero que lo nuestro funcione, tendré que escribirlo, de momento ya tengo el final y estás más que hermosa vestida de blanco.
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