viernes, 19 de junio de 2015

Mejor no despertar a la bestia.

Considero más prudente llevarle a la cama un baso de leche caliente, una tila o incluso llegado el caso un orfidal o un lexatín.
De un tiempo a esta parte se me ha generado un "bruxismo" nocturno consistente en apretar las mandíbulas y rechinar los dientes, producto de la tensión acumulada y los nervios.
Puede que sea algo inherente al sistema de vida actual, a las lacras sociales de la ansiedad y el estrés o puede que sea tan solo una variación del conocido como "mal de la trinchera".
Tras muchos años dudando, al final decidí que prefería empuñar la pluma en vez de la espada.
Por mis venas corre sangre de conquistadores, de resistentes al invasor y de esforzados luchadores en diversas causas, unas seguramente más justas que otras pero vengo de una estirpe de soldados con inclinaciones artísticas y eso a la larga se nota.
He sido siempre un tipo muy calmado, he preferido rechazar la violencia aunque no vamos a mentir, tuve una juventud típica de mi ciudad y mi generación. Algo ajetreada, donde hubo algunos enfrentamientos y algunas actitudes equivocadas.
 Mi padre me enseño a leer a todo tipo de autores y a buscar lo indispensable y lo hermoso de la vida en los libros y gracias a él no torcí mi camino y enderecé a aquel muchacho perdido, confuso y de delicada fuerza de voluntad.
Aunque serví como voluntario en la Policía Militar y aprendí el manejo de distintas armas, aquello no me trastocó si no que me enseñó que es muy sencillo matar a alguien si tienes la herramienta adecuada y eso me lo corroboran desde distintos lugares del mundo cada día que enciendo el televisor y pongo el telediario.
Todos llevamos una bestia dentro y yo siempre me esfuerzo en acariciarle el lomo a la mía para relajarla y que duerma, que esté tranquila y no se meta en lios.
El problema llega con las provocaciones.
Si alguien se dedica a soplarle un "matasuegras" a mi bestia en el oído y a tirarle petardos a las patas, bombas fétidas al hocico y le unta la lengua con wasabi, al final terminará enseñando los colmillos y lanzando zarpazos.
Eso no quiere decir que quiera que suceda algo así pero como dice mi madre; "Lo poco agrada y lo mucho enfada" .
Son tiempos duros para la lírica y creo que lo mejor será ignorar los pensamientos negativos y los miedos aunque noto que estoy recuperando el valor y poco a poco voy a dejar de ser ese tipo asustadizo que traga con todo y consiente que le meen los zapatos y encima le quieran convencer de que está lloviendo.
De momento prefiero rumiar la mala leche y dejar salir a mis demonios en el blog, la vida a veces se presenta difícil pero perder los estribos no es la solución y además hay acontecimientos que vienen como vienen y son incorpóreos, no les puedes romper el tabique ni clavarles un cuchillo en el costado.
Si todos mis problemas adoptaran la forma de un "Golem" fijo que ahora me atrevería a romperle una botella en la cabeza y tratar de convertirlo en polvo y devolverlo al infierno de donde proviene pero trataré de ser realista y acometeré a cada uno de ellos en su terreno y con las armas adecuadas: paciencia, esfuerzo, constancia, ilusión y sobre todo esperanza.
Me he pasado tantos años mirando para otro lado que ahora me han subido las dioptrías al negarme a desviar la mirada de lo complicado de la vida.






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