miércoles, 11 de octubre de 2017

Para Rove

Mi padre me enseñó la importancia de la palabra empeñada y ayer te prometí que te escribiría esto. 
Los dos únicos tesoros que tenemos los pobres, son la madre y la palabra y tanto mi madre como mi palabra, son sagradas para mi. 
Espero que te guste. Amo la poesía pero para mi desgracia, no se me bendijo con ese don. Naci para la prosa, para perseguir sueños inalcanzables y para plasmarlos en un relato o en una novela.


Viniste hasta mi con amor luminoso,
encontré mi camino a los pies de tu faro,
rompí con aquello viví temeroso,
oquedad en mi pecho que por fin has sanado.
Navegaré como Ulises sorteando peligros,
instantes de vida que son remolinos,
compartire nuevas sendas que marcan los siglos,
aliviado bendigo lo que ya comprendimos.
A tu lado el camino parece seguro,
consciente de la suerte que tuve al conocerte,
impides que me rinda, que choque contra el muro,
no hay muro que me impida escapar de la muerte.
Olas, mareas, corrientes y vientos,
restos de algas que ensucian mi nave,
el camino es difícil pero en estos momentos,
viviré  agradeciendo que tu fuerza me ampare.

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