sábado, 15 de octubre de 2016

Tan distintas, tan iguales.



No lo dudes ni un momento. eres el juez, la condena y la cura de todas mis penas.Eres todas las mujeres que he tenido y he amado.
Hoy te he visto en un cuadro y te he reconocido en el acto. Eres lo que siempre he perseguido y he tratado de identificar en cada beso y en cada caricia. Eres la MUJER que tomó vida para vivir junto al hombre en este reto, desde el principio de los tiempos. Eres compañera en igualdad de condiciones, nunca sierva, capricho o descanso del guerrero.
Al contemplar tu cuerpo semi desnudo, pudorosamente oculto entre pañuelos y velos, comprendí que por mucho que te busque, jamás te encontraré. Porque te escondes en todas y sales a la luz en cada una. Tu cabello suelto y rojizo no es más que una estratagema. Me has amado con fuego en la cabeza pero también con azabache, con oro, e incluso con plata. En ocasiones lucias una larga melena como  Lady Godiba cabalgando sobre mi. En otras ocasiones tu cabello era más corto que el mio.
Quise amarte con los ojos verdes como esmeraldas y lo conseguí por un tiempo, pero entre el catálogo de piedras preciosas y minerales,, también hubo zafiros, aguamarinas, carbón e incluso rubíes inyectados en sangre.
Tú, MUJER, no reservas tus encantos en exclusiva para los hombres, desde el principio supiste que como mujer, sabrías respetarte, valorarte y complacerte a la altura de tus necesidades, esas necesidades que los hombres tendemos a supeditar a las nuestras, dentro del erróneo y equívoco significado que le damos al amor. Por eso es lógico que te entregues al amor ocupando al tiempo el cuerpo de dos mujeres.
Entre los pliegues de uno de los pañuelos asoman tus pechos, de sugerentes pezones, que en el acto captan mi interés como solo los pezones de una madre saben hacerlo antes de amamantar a su bebé.
Puede que siempre tenga hambre de ti y por ello trato de alimentarme de cada mujer con la que comparto lecho, buscando el néctar de la vida por todo su cuerpo, entre todos sus labios.
Tus muslos desnudos me invitan a imaginar esa húmeda guarida donde acudo cada vez que quiero ocultarme del mundo y de mi mismo. Eres refugio, consuelo, escondite y atávico cementerio de ilusiones, pues en ti se han enterrado muchos, demasiados de mis sueños.
Eres el más fiero guerrero, el implacable verdugo y el patíbulo de donde aun cuelga el cadáver de mi esperanza pero también eres el anhelo eterno, mis ganas de vivir y la recompensa que persigo y que sé que me hará feliz.
MUJER, eres todas y eres única. Te quiero, te sueño, te deseo y te temo y te maldigo, pero no puedo ni quiero vivir sin ti.

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