domingo, 20 de diciembre de 2015

Sigue enseñándome a vivir, please.

No voy a mentirte querida amiga. Según me has contado lo sucedido, he disfrutado imaginando el momento en el que clavaba mi cuchillo botero en su cráneo de un golpe seco y rápido, para hundir toda la hoja en su cerebro librando a la humanidad de otra alimaña.
No lo entiendo, no entiendo que siendo tú una persona tan dulce y tan especial, que desprende amor en cada gesto, en cada movimiento, hayas encontrado semejante castigo.
Sé que vas a volver a vivir tu vida, que te levantarás de este mazazo y cual ave fénix  resurgirás de tus cenizas para convertirte de nuevo en esa potente yegua que un día me ayudó a volver a galopar y a saltar los obstáculos más peligrosos.
Si hay tantas personas que como yo, solo te podemos querer en la distancia, no me entra en la cabeza que los privilegiados que te pueden amar de tú a tú, se permitan el lujo de hacerte daño y traicionar tu confianza.
Una vez cayera al suelo, extraería el cuchillo de su cráneo y me entretendría arrancándole el corazón muy despacito, fijando mi mirada en la suya hasta que se le apagase el brillo de la vida y sonriéndole irónicamente.
Me importaría un carajo ponerlo todo perdido de sangre y tener que pasar horas de rodillas fregando el parquet a conciencia, te juro que disfrutaría quitándole la vida.
Me conoces y sabes que nunca he sido así, pero de un tiempo a esta parte algo esta cambiando en mi y me arde el pecho cuando veo a mis seres querido sufriendo injustamente.
No soy un ángel vengador,  ni siquiera soy un ángel. No tengo una espada de fuego, no es mi misión impartir justicia y no sabes cuanto lo siento. 
Me informaré bien y si por lo que sea doy con la convocatoria de oposiciones para ángel vengador, me las prepararé a conciencia y sacaré la plaza por muchos candidatos que haya.
Que venga el encargado que quiero el libro de reclamaciones, quiero presentar una queja.
No concibo que se te haga sufrir así por las buenas y sin que la justicia divina, poética, o llámala como prefieras, intervenga para castigar al infractor de las reglas morales más elementales.
Cuando tuviese su corazón en la mano, lo aplastaría entre mis dedos sin dudar (como él intentó aplastar el tuyo) y arrojaría los despojos sobre su cadáver.
Estoy convencido de que por muchas veces que te haya mirado a los ojos, no habrá sido capaz de apreciar esa luz y la profundidad de tu mirada. 
No hay peor ciego que el que no quiere ver, bueno sí, el que pretende destruir aquello que le deslumbra.
Mientras afilo la hoja de mi cuchillo con una piedra especial, silbo un tema de Nacho Vegas que me trae muchos recuerdos, demasiados por desgracia.
Por ti iría a la cárcel, que es una forma sencilla de decirte que por ti iría al fin del mundo.
Si me necesitas llámame, yo lo hice y viniste a rescatarme, así que no te de ningún reparo, te debo una, te lo debo todo.
Puede que estos pensamientos tenebrosos nazcan en la fosa abisal que surgió en mi alma tras la fragmentación de mi mundo interior. Puede que haya descubierto el infierno y ese infierno lo habiten los monstruos que se conjuran para  hacernos daño.
Soy el dueño del universo que he creado al escribir recordando aquellos días en los que fuiste mi sanadora y en ese universo ni él, ni nadie como él, tiene cabida. En ese universo tu luz y tu energía marcan las estaciones y controlan las mareas. En ese universo vengaré cada sonrisa que te hizo perder y cada lágrima que derramaste.
No hace falta que te diga lo muchísimo que te quiero y lo dispuesto que estoy a cambiar la pluma por la espada, aún sabiendo que nunca será tan poderosa.
Sonríe, vive, galopa de nuevo junto a nosotros.





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