lunes, 16 de marzo de 2009

Porqué no nos vemos?

Trasladamos la quedada al primer fin de semana de Abril, debido a motivos ajenos a la voluntad de este Blog (es decir, todo Dios se va de puente menos yo)!!

Si os apetece, podemos organizar un encuentro este viernes día 20 en el Café de la pasión, en la c/Ruíz Hernandez de Valladolid.
Una ocasión para juntarnos todos los lectores y tomarnos unos vinitos y escuchar musiquita y comer gusanitos y entrar en el baño de dos en dos.
Sobre las 21 horas (hora zulú) estaría bien., que algunos vamos cumpliendo años y se nos cierra el ojo prontito.
Abstenganse pro favor, asesinos múltiples y gente con deseos incontrolables de matar al autor de este blog.
Si a pesar de mi advertencia venís, oh, asesinos desobedientes, que sepáis que LACANTUDO es un tipo moreno de metro noventa, esmirriado y con las orejas como el capitán Spok.
Besos y besas, miembros y miembras de este vuestro Blog.
Os deseo espinillas para todos.

domingo, 15 de marzo de 2009

Pesadilla

He tenido un sueño horrible.
Estaba en el salón de una casa que no era la mía, con un chico muy moreno, con la boca grande y los ojos negros.
El me hablaba pero un continuo estruendo de explosiones me impedía escuchar bien su voz, solo de vez en cuando podía entender "despiértate".
Me acerqué a una ventana y miré por ella, y lo que vi me sobrecogió el corazón.
Estaba en una ciudad desconocida, fantasmagórica, llena de edificios vacíos y destartalados.
No se veía un alma por la calle, tampoco se podía percibir que o quien provocaba aquellas explosiones que solo se oían, ya que no pude ver ni una llama, ni un cráter, nada.
Solo aquella suerte de bajo continuo y las calles frías y vacías.
Entonces aquel muchacho me puso la mano en el hombro y al girarme resulto ser mi padre, que mirándome a los ojos dijo "despiertate", dio media vuelta y se marchó.
Yo me quede solo en aquella habitación extraña, y quería despertarme consciente de que aquello solo podía ser una pesadilla, pero era incapaz de salir de allí.
Volví a mirar por la ventana y todo había cambiado.
Las calles eran las mismas, los edificios eran los mismos, pero esta vez, un sin fin de cadáveres yacían caídos en las aceras, en medio de la calzada, sobre los capos de los coches, asomando por las ventanas.
Rojas llamas asomaban por los balcones de los edificios contiguos.
El cielo se oscureció de repente y entonces sonó mi móvil.
Una voz al otro lado me dijo " despiértate" y luego calló.
Hice un gran esfuerzo por despertarme, cerré los ojos y apreté tanto los puños que las uñas se me clavaron el las palmas de las manos, haciendo brotar pequeñas gotas de sangre espesa.
Al abrir los ojos, me encontré tumbado en el suelo, en medio de la calle, junto a otros cadáveres.
Uno de estos cadáveres, con un agujero tremendo en el pecho, por el que podía entrever su corazón, clavó sus ojos inertes en los míos y susurró "despiértate", esta no es tu guerra.
Me desperté.
El sol entraba con fuerza por mi ventana, sentí a mi lado el calor del cuerpo de mi pareja y antes de que pudiera darme cuenta, me eché a llorar, dándole gracias a Dios, por pertenecer al primer mundo, por llevar una vida anodina sin preocupaciones mayores que conseguir el dinero suficiente para obtener más comodidades, más caprichos, y poder pagar los que ya adquirí.
Di gracias a Dios por no tener que recoger del suelo el cadáver de mi madre, o de mi hermano.
Por tener la ropa limpia ordenada por colores en el armario de mi cuarto.
Por seguir respirando.
Por no odiar a nadie lo necesario como para tener que matar, por no ser odiado.
Por pertenecer a ese sector de la población mundial, que puede dar gracias a Dios.

martes, 10 de marzo de 2009

Habia una vez...

Un niño rubito que cada noche, le pedía a su madre que le leyera un cuento , porque le gustaba quedarse dormidito con el sonido de su voz.
Había una vez una vida llena de tigretones y clics de playmobil, de paseos por el campo y excursiones a Segovia, y a Toledo y viajes sin aire acondicionado y cintas de Serrat.
Había una vez un colegio donde si te portabas mal, los curas repartían ostias sin consagrar, pero que te transportaban al éxtasis más feroz de igual manera.
Un montón de cuentos donde los buenos eran buenos hasta el final y los malos en ocasiones se arrepentían , eso si, segundos antes de morir.
Cuentos amables a veces y temibles otras, pero siempre comprensibles, sin vericuetos ni reversos.
El niño iba aprendiendo a vivir a través de esos cuentos, descubriendo los valores más hermosos y las felonías más terribles, imaginando los lugares más recónditos y apetecibles, las playas más blancas, las montañas más altas, los bosques más verdes.
¿Qué fue de todo aquello?
Aquel niño rubito se hizo mayor y aunque siempre trato de ser de los buenos, y hasta acabó encontrando a su princesa, se percató de una forma bastante dolorosa de que los cuentos no son más que eso, cuentos.
En la vida real no sabes quien coño es el bueno, y en muchas ocasiones, comprendes los motivos que tuvo el malo para hacer lo que hizo, e incluso te apiadas de el, y en ocasiones, te cambiarías por el.
El bueno en algunos momentos, no es más que un pusilánime sin fuerza ni carisma.
La chica por norma se suele ir con el que tiene la moto más grande, el coche más caro o el culo más duro.
Los dragones no echan fuego por sus fauces, simplemente te suspenden con un 4,95, te mandan fregar los baños al final de un turno de once horas o firman cartas de despido sin pestañear lo más mínimo.
La bruja está siempre cotilleando a través de la mirilla y cierra de prisa la puerta del ascensor cuando te ve llegar al portal, con las llaves en la mano.
El mago, es generalmente tu padre, que cuando crees que ya no te quedan indirectas que puedas enviarle, desliza en tu bolsillo un billete o dos de cincuenta y consigues terminar el mes.
Los caballeros de la tabla redonda siguen llamándote los sábados para tomar cervezas y aliñar pitillos, aunque algunos ya tienen que contar con el permiso de sus damas o con el de las canguros , que se quedaran con las criaturitas hasta no mas de las dos de la mañana.
Los animales no hablan ni por supuesto te aconsejan en nada, y cuando se van (porque no viven felices para siempre) te dejan un vacío que es muy difícil de llenar.
La armadura es muy pesada y poco puede hace contra los mandobles del malvado "hipotecon" o el terrible "pagaplazuel".
Una vez un hada de piel muy blanca y ojos tan tristes como verdes, me ofreció una felación por veinte euros y un completo por cincuenta.
El ogro de la discoteca de moda no me deja entrar con zapatillas y los trasgos se pasan el día desviándome de un operador a otro, imposibilitando mi puta baja de telefónica.
El rey no es más que un gilipollas con corona y se deja torear por cualquier consejero o bufón o presidente.
El héroe no ha conseguido la paz para el reino.
Los bosques van desapareciendo poco a poco, y en los zorros mueren en las cunetas.
En definitiva, que los hermanos Green se pueden ir a tomar por el culo, cogiditos de la mano de Crhistian Andersen.
Que yo si algún día no freno a tiempo, le leeré a mis hijos las memorias del Dioni, el único cuento que se hizo realidad.




lunes, 9 de marzo de 2009

Doña Gatunela

Cuando por fin llegaron a aquel pueblecito castellano, Maria y Dani estaban agotados y muertos de sed.
Venían conduciendo desde Puertollano y el sol de Agosto se había cebado en su desvencijado R4, por supuesto, sin aire acondicionado.
El coche venia cargado hasta los topes, lleno de maletas y proyectos de una nueva vida.
Dani acababa de heredar un gran caserón en Villavalporquin, un pueblo de menos de doscientos habitantes enclavado en medio de la nada, o en la estepa castellana, que hoy por hoy viene siendo lo mismo.
Se lo había dejado una tiabuela suya llamada Encarnita Piznarro Molangui aunque, en el pueblo, y debido a su desmesurado amor por los mininos, todos la conocían como Doña Gatunela.
Doña Gatunela fue la hija solterona de un indiano que regreso a castilla con algo de fortuna, dos hijas y una recién estrenada viudedad.
Como buen Piznarro, tras casar a la mayor con un rico pretendiente y cerciorarse de que la pequeña estaría siempre a su lado para atenderlo y cuidarlo en los años de senectud, el viudo indiano paso el resto de sus días tomando claretes en el Círculo de recreo agrícola, corriendo a caballo los encierros y capeas de los pueblos vecinos y consolando a varias señoras, que como el, necesitaban algo de amor ocasional y sin complicaciones.
Al morir aquel señorito, dejo a su hija Encarna la gran casa, algunas tierras y unas pequeñas rentas, lo suficiente para que no tuviera que preocuparse el resto de sus días.
Doña Gatunela, solterona y sin hijos, había sentido siempre una especial devoción por los gatos y por su sobrino Dani, y a nadie le extrañó, que al fallecer aquella mujer buena y solitaria, dictara herencia a favor del muchacho.
Por otra parte fue una suerte para Dani recibir aquella herencia, que llegó justo cuando había fracasado su enésimo negocio "alternativo".
Al parecer, la humanidad podía pasar perfectamente sin libros comestibles, y el concepto de reutilización aun no estaba tan instalado en la Mancha como en el norte de Europa.
Aparcaron justo en la puerta y cuando bajaron del coche, María no pudo evitar el dejar escapar un gritito de admiración.
La casona se veía bien, quizás habría que darle una mano de cal a la fachada, limpiar a fondo las ventanas y retejar, pero aun conservaba toda la arrogancia de la construcción original.
Al abrir la puerta, un fuerte olor almizclado les sacudió las pituitarias, como si de una descarga eléctrica se tratara.
Aquel olor, que casi los tumbo de espaldas, no era ni más ni menos que olor a gato, exactamente a pis de gato.
Entraron en la vivienda, y tras buscar entre tinieblas durante unos minutos consiguieron conectar la electricidad.
Al subir los chivatos, se iluminaron súbitamente media docena de grandes lamparas de araña.
La luz dejo al descubierto lo que ambos se temían desde que abrieron las puertas de la casa, docenas de gatos dormían la siesta repantingados por todos los rincones de la casa, en los poyetes de las ventanas, sobre los respaldos de los sillones, en los sofás, acostados sobre la gran mesa de caoba del comedor, incluso dentro de los armarios, abiertos de par en par.
Y dominando toda la escena, desde su atalaya de la pared del hall, un gran retrato de Doña Gatunela contemplaba a sus queridos gatitos.
Dos orfidales fueron suficientes para que Maria recuperara los nervios, bueno, dos orfidales y la firme promesa de que antes de que hubiera terminado de colocar el equipaje en el dormitorio principal, no quedaría ni un solo gato en toda la casa.
Dani abrió una a una todas las ventanas de la casa.
A cada paso que daba, sentía como cientos de ojos lo observaban con curiosidad incluso en algun momento sintió algo de hostilidad, al apartar con el pie a una gata gorda 8supuso que preñada) que espatarrada en medio del pasillo, le impedía el paso a la biblioteca.
Tras haber dejado abiertas todas esas vías de escape, procedió a batir palmas y a cacarear con gran estruendo, dando fuertes pisotones sobre el piso de madera y montando tal algarabía, que efectivamente, María aun no había colocado la última tanguita rosa en la cómoda, cuando ya no quedo ni un solo animalito dentro del hogar.
Durante muchos días aun persistió aquel desagradable olor, pero la joven pareja poco a poco se fue haciendo a la casa, y al pueblo.
Dani trataba de cultivar el huerto con gran voluntad, pero muy poca maña y María pasaba las horas muertas pintando en la guardilla.
Todo era muy bucólico y habría rayado la perfección, de no haber sido por el retorno de los gatos.
Sucedió una mañana a los dos meses exactos de haberse instalado, coincidiendo casualmente con el primer aniversario de la muerte de Doña Gatunela.
Ninguno de los dos reconoció después haber dejado ninguna puerta ni ventana abierta, pero el caso es que , cuando ambos se dirigían hacia la cocina con los restos de la cena en la bandeja para depositarlos en el fregadero, se toparon de repente con aquello.
La bandeja cayó al suelo, y Maria se agarro al brazo de Dani, tiritando despavorida.
Bajo el cuadro de Doña Gatunela, se habían reunido tantos gatos que apenas se podía ver el suelo a través de ellos.
Estaban callados, inmóviles y contemplaban aquel retrato con explícita admiración.
No saben lo que realmente sucedió, María, aplicando sus conocimientos de pintura, afirma que fue un rayo de sol que al cambiar de dirección proyecto una sombra fugaz sobre el cuadro, pero Dani no duda en jurar que lo que vieron sus ojos, fue tan real como la crisis financiera que atravesamos ahora:
Doña Gatunela sonrió, bueno, en realidad fue su retrato, el que repentinamente, y ante aquella manada de gatos que se postraba ante ella, cambio el rictus severo del oleo original en una amable sonrisa.
Tres orfidales y la firme promesa de que ningún gato seria expulsado de aquella casa ni maltratado jamas dentro de aquellas paredes, fueron suficientes para que María volviera a recuperar los nervios.
Desde aquel mismo día, en Villavalporquin a Dani y María se los conoce como "Los Gatunelos", el huerto empezó a dar sus primeros frutos, y Dani recibió la gran inspiración para un nuevo negocio,que hasta ahora les ha permitido vivir dignamente: el repelente universal a base de pis de gatos, que evita picaduras de mosquitos, avispas y otros insectos indeseables.
María cambio el cuadro de sitio, y ahora se sienta a pintar, bajo la atenta y complacida mirada de Doña Gatunela.
Y vivieron felices y comieron Sardinas.

viernes, 6 de marzo de 2009

Galletas de fibra.

Al final tuvo que tomar aquel avión.
El gendarme francés, se quedo solo paseando por la pista del aeropuerto de Soria, pensando en que seguramente, en otro país, en otra época, habría sido el principio de una hermosa amistad.
Pero Jaime no se fue con la chica, la chica se ha quedado en una regata con Fifi y Fan fan, hablando de caballos y besos en los bailes, y libreas y capitanes de artilleria.
Jaime vuela hacia Miami, condenado al ostracismo del buen gusto, embutido en unos pantalones que no se pondría ni Galiano (que es todo espantajeria y mamarrachez) y ojeando un Telva comprado a toda prisa en el kioskillo del aeródromo.
Según la revista, esta primavera se volverán a llevar las pamelas en los brunch del hipódromo, los homosexuales controlan la industria hortofloricultora, y podrás saber si tu hija adolescente es anoréxica, estudiando sus hábitos alimenticios.
Manda cojones.
Aunque desde que le dio el último gran arrechucho, había abandonado el tabaco (entre otros grandes vicios) Jaime se enciende un pitillo arrugado extraído de uno de los mil bolsillos de su chaleco mil bolsillos.
La azafata no se atreve a decirle nada, porque tan solo lleva diez días con la compañía y las veteranas ya le han hablado de las licencias que se les conceden a los señoritos de primera clase.
Este señor le suena de algo, será un actor famoso, o un político, o alguien del corazón.
Que más da, el caso es que sin saber porque, le inspira compasión, incluso le remueve un poco el instinto maternal, parece tan desvalido...
Don Jaime de Marichalar, es efectivamente un hombre triste.
A más de cuatrocientos kilómetros por hora, se aleja de su mujer, de sus hijos, y de la movida madrileña.
Los va a echar mucho de menos, a todos.
En Miami lo esperan sus primos los Fizt-Jones; no los ha vuelto a ver desde que se fueron de Soria, con una mano delante y otra detrás y aquél pomposo apellido, comprado hace muchos años por algún antepasado pretencioso y original.
Los Fitz-Jones controlan la industria del porno en la costa este de los EEUU.
Sinceramente, espera curarse la nostalgia a golpe de badajo.
No es una mala terapia.
La vida cambia constantemente, y con la edad, aprendes a superar el vértigo de esta gran montaña rusa.
Miami no es un mal destino, está llena de exiliados como él, asi que en unos pocos días habrá hecho cuchipandi y podrá lucir sus trapitos en la cubierta de algún yate, o en el restaurante más "in", o al volante de un precioso descapotable rojo ( no es un coche, es un estilo de vida).
Apaga el pitillo y con un gesto de la mano, encarga otro "gintonic" servido casi en el acto por una azafata que le sonríe tiernamente.
-Esta bastante buena- piensa para si mientras devuelve caballerosamente la sonrisa.
Por megafonía el capitán suelta una retahíla de palabros en ingles, y luego repite el aviso en una especie de spaninglis de bailes de salón.
Termina la copa y se abrocha el cinturón.
La vida sigue, Don Jaime de Marichalar se rasca la entrepierna y suspira entristecido.
La princesa se ha separado de su marido, España ha ganado la copa de Europa y el mundo avanza veloz hacia su autodestrucción económica.
Yo sigo sentado escribiendo, mientras como unas galletas de fibra, que me sentaran en el retrete en cuestión de minutos.
Ese fue precisamente el regalo que nos hizo don Jaime, nos enseño a ver la vida en mil colores, con pañuelo y pajarita, disimulando la vulgaridad de nuestros actos cotidianos.
Suerte Don Jaime, me cae usted mucho mejor que su hermano, el sanote.

lunes, 2 de marzo de 2009

Todo va tomando sentido.

No hace mucho que ha escampado.
Una cigüeña me sobrevuela crotorando sin cesar.
Hace algo de frió, pero me gusta sentir el aire fresco en el rostro.
Las tierras de labranza que rodean Villavaquerin y se extienden por todo el valle del Jaramiel, se han vestido de tonos verdosos, indicando de este modo que ha llegado el momento de recoger la remolacha.
Las grandes cosechadoras espantan a las negras bandadas de estorninos que buscan su sustento en el terruño labrado.
Un cernícalo, haciendo honor a su nombre, se cierne vigilante en las alturas, oteando en busca de alguna presa despistada.
El cuenta kilómetros no pasa de sesenta, llevo mas de diez minutos conduciendo sin cruzarme con nadie.
Solo estamos Laura y yo, y el mundo.
Hacemos una pequeña parada para contemplar el paisaje y hacer alguna foto.
Practicamente a nuestros pies levanta el vuelo una pareja de patos salvajes, con gran alboroto, rompiendo el absoluto silencio que reinaba en el momento.
De alguna manera, ese cubo de Rubik que es la vida, va ajustando los colores, y cada cara va tomando su forma definitiva.
Quien me lo iba a decir hace unos años!!
Durante un instante noto una sensación muy especial dentro de mi, una especie de calor interno que súbitamente se extiende por todo mi ser.
Un sabor dulzón me inunda el paladar y cuando Laura me coge la mano, me pregunto si esto no sera la felicidad.
Quisiera detener el tiempo, pero este se opone inexorable, obcecándose en avanzar segundo a segundo, robándome a cada paso una porción de vida, haciéndome cada instante un poco más sabio, un poco más anciano, un poco más ingenuo.
Apartándome más y más de aquel muchacho que fui, y que ya no volveré a ser.
Yo tambien empezaré a agostarme, tras la primavera de mi vida y sin darme cuenta apenas, voy trazando el rumbo del viaje definitivo.
Entonces miro a Laura, y se que no voy a viajar solo, su aliento me acompañará el resto de los días que me queden, llenándome los pulmones de aire fresco, de caricias y acuarelas, de pasión, de fingido enojo, de animalitos huérfanos y peces tropicales.
Minuto a minuto, vamos llenando nuestro equipaje común de buenos momentos, de recuerdos tan cercanos, de olvidos pactados, de besos.
Un zorrillo nos observa curioso a unos cuantos pasos tan solo del lugar donde nos hemos detenido. No parece tener miedo, al contrario, en su rostro asoma algo parecido a una sonrisa, o quizás, nos enseña un colmillo amenazante, quien sabe, el caso es que dan ganas de acariciarlo desde la cabeza hasta la punta de la cola, enorme, elegante.
Donde están ahora las hipotecas y las facturas... donde guardamos en ese trance tan especial, los problemas, los miedos, lo negativo lo cotidiano, lo feo...
Es como si por un ratito, pudieras quitarte la mochila, apoyar en el suelo el peso que trata de arrastrarte al fondo, y sentirte liviano y despreocupado.
Respiro por la nariz, abriendo bien los pulmones y llenándome de otoño, me siento bien.
El motor de la vespita comienza a traquetear y sobre el asiento de piel envejecida, nos alejamos de aquel remanso de paz, en busca de otro lugar donde mirarnos a los ojos.
Es sábado, son las once de la mañana, no tengo sueño, no tengo resaca, no tengo prisa alguna.
Hoy solo quiero vivir, y estoy haciéndolo bien.
Siento como Laura se abraza a mi pecho y sin poder evitarlo, suelto un enorme suspiro.
Hoy solo quiero vivir.

viernes, 27 de febrero de 2009

Nunca fuí un tipo duro.



"Sera mejor que quites tus sucias manos de mi bocata, amigo"
Ya está.
Esa fue la primera y última vez que traté de emular a los duros de las pelis.
Tenia doce años, y aun me duelen las collejas que me dio Pedrolon, el tipo más chungo del patio de EGB, en el colegio San José Valladolid.
El hijo puta fue capaz de comerse el bocadillo al mismo tiempo que me daba de hostias, y ese día mi madre me había puesto doble de jamón ibérico con tomate.
Aun recuerdo su olor ( y el del bocata).
Aquella mañana de Junio del 86 pensé que a Chuc Norris, nadie le habría podido quitar el bocata, y cuando llegué a mi casa, arranque todos sus posters de mi habitación, y con los ojos llenos de lágrimas, decidí pasarme al enemigo y volverme uno de los malos.
Sustituí a Chuc por Jose luís Moreno, Dark Vadher y el Barón Ming y me fui a la cama pensando las miles de vilezas que cometería a lo largo de la vida.
A la mañana siguiente, durante la hora del recreo, me acerque a un niño de tercero, que se disponía a devorar unas suculentas galletas "príncipe".
"Sera mejor que sueltes esas galle..."
El primer cabezazo me alcanzó en la nariz e hizo que los ojos se me llenaran de lágrimas dificultando así mi visión.
Aquel canijo era un profesional.
El segundo cabezazo, entre los ojos, me produjo tal mareo que a punto estuve de perder el conocimiento, y caí al suelo de rodillas.
Craso error.
Como si aquello fuera una señal habitual, al verme caer de rodillas, cuatro o cinco amiguitos de aquel salvaje se abalanzaron sobre mi y comenzaron a sacudirme patadas y puñetazos.
Al mismo tiempo, otro grupo de pequeñajos prendieron fuego a una papelera en el otro extremo del patio, atrayendo la atención de los "profe-vigilantes" y anulando así mi única opción de ser rescatado.
Y tuve mucha suerte.
Justo sonó la sirena y ordenaron formar filas para entrar, en el momento en el que, sujeto de pies y manos por aquellos diablos, iba a ser sodomizado por "Piton" un depravado de 4ºE, que había repetido ese curso, con lo que a los diez años, tenia uno de los pitos más enormes de los baños de primaria.
Cuando llegué a mi casa, arranqué todos los posters de mi habitación, y juré que a partir de aquel día, llevaría gafas y me haría pasar por una niña, para evitar futuras palizas como aquella(supuse que si a las chicas no se les pega, y a los tipos con gafas no se les pega...)
Craso error.
"Pitón" me estuvo enviando rosas durante dos meses, acompañadas eso si, de unas notas muy bonitas a las que terminé por sucumbir.
Ahora hemos adoptado a nuestro segundo bebé asiático (se llevan más) y tenemos un piso monísimo con vistas al patio del colegio.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Pais vasco: ven y conócelo

Que rabia da.
Creo que Euzkadi es una de las comunidades mas hermosas de España, rica en recursos naturales, un paraíso de vegetación y playas de arena fina y mar arrogante.
Posee además una gastronomía variada y contundente, una cocina que se ha convertido en internacional, gracias a la calidad de sus materias primas, y a la pericia e innovación de sus afamados cocineros, que están paseando por todo el planeta el nombre del país vasco, y de España.
Tengo la gran suerte de contar con muchos amigos y amigas vasc@s.
Gente maja y alegre, muchos de ellos, lectores asiduos de este blog, y a quienes envio un cariñoso saludo.
Ayer volví a acordarme de ellos.
Estoy seguro, que ninguno de mis amigos y amigas, apoya la actuación de los denominados "radicales".
Puede que algunos,(o muchos tal vez) estén de acuerdo con las ideas independentistas y nacionalistas, y me parece muy bien, porque cada uno somos libres de tener nuestras ideas, y de expresarlas democráticamente.
No creo, que ninguno de mis amigos, esté de acuerdo con que para poder expresar una idea, tengamos que arruinarle la vida ( si no quitársela) a alguien.
Y si está de acuerdo con ese sistema, no lo quiero a mi lado.
Mucha gente ha muerto para conseguir el sufragio universal, y algunos sinvergüenzas tienen la cara dura de etiquetar de " fascistas" a los que no piensan como ellos.
Que fácil es ver la paja en el ojo ajeno....
Ayer todo el país asistió impresionado a la demostración de desesperación y rabia de un joven vasco, al que estos "radicales " le han destrozado la casa.
Todos sabemos lo que cuesta pagar una casa, y mantenerla.
Todos nos apretamos para pagar hipotecas, facturas, impuestos ....
¿Con qué derecho se le puede hacer esto a una persona?
Da mucha rabia reconocerlo, pero si hubiera estado a su lado, habría tomado otra maza.
Y es que ya está bien, hijos de puta.
Vais a conseguir que vuestros propios vecinos terminen perdiendo los nervios, y los que antes asistían mudos (ya por miedo, o por indiferencia) a vuestros actos vandálicos y a las canalladas a las que habéis acostumbrado a toda una nación, comenzarán a coger las mazas.
Entonces ya no seréis tan hombres, y correréis a solicitar la ayuda de la policía (a la que en cuanto podéis, asesinais vilmente) y a clamar por esa justicia que ignoráis a diario.
Os mostrareis como lo que sois, una panda de matones que han perdido todo viso de ideales, en pos de impuestos revolucionarios y retiros dorados en la República Dominicana.
Acordaros de Ermua.
Ven y conócelo.
Ya lo conozco, y me gusta, pero me gustará aun más cuando desaparezca toda esa escoria asesina.
Desde aquí, quiero enviarle toda mi solidaridad a Emilio.
Si he ofendido a alguien con este comentario, no lo siento, porque a nosotros llevan muchos años ofendiéndonos.
Recordad el dicho "el valiente solo es valiente, hasta que el cobarde deja de serlo".

lunes, 23 de febrero de 2009

Mi nota : Puta Mierda!!

Vuelta la burra al trigo.
Esta claro que hay personas a las que no se les puede dar dinero, porque se lo gastan en pijadas.
Eso es precisamente lo que les ha pasado con esta serie de tv.
Tras haberse dejado un dineral en una acertada campaña de publicidad (creo que es lo único que se salva de todo esto), han tenido los cojonazos de estrenar esta bazofia, que encima les está saliendo por un pico, que pagamos todos claro, y con la que está cayendo.
Que desilusión más grande madre mía.
Yo me las prometía muy felices, pensando (tonto de mi) que al fin iban a estrenar una serie que mereciera la pena, que ya estoy muy harto de "niños tontos que bailan", "matrimonios que se insultan", "policías de riseras", "stripers- pijas-instituputrices" y "ex-marineros pederastas que tocan el acordeón" (sin mencionar a Walker Texas Ranger, que se merece por si sola, una entradita del blog).
Ya pasé por un infierno parecido con la versión cinematográfica de ALATRISTE.
Con lo que he disfrutado leyendo todas las aventuras de la genial creación de Perez Reverte, y la cagada que se montaron con la peli.
Mira que tenia todas las de ganar, un gran reparto, una ambientación espectacular, una fotografía cojonuda, y van y le imprimen un ritmo absurdo, resumiendo toda la saga en un metrage convencional, saltando de un lado para otro y machacando el fenomenal pulso que mantienen las novelas.
Pues en Águila roja..
Para empezar no se a quien le han encargado la documentación histórica, pero vamos...que solo faltaba que el niño con gafitas (ingeniosísimo, se llama Murillo y pinta, no se lo pierdan) le mande mensajitos cachondos a los compañeros de clase (tremenda la escena del dictado, con su pizarra y todo) con el móvil última generación.
Como buena producción española, no podía faltar la salsa de toda creación nacional: LA MAMELLA INSINUANTE.
Que hariamos los espectadores españoles sin una tetilla como Dios manda.
Que risión, válgame el cielo.
En cuanto a las escenas de acción, un descojono.
Ver al cuñadisimo de los Serrano, dando botes por encima de las mesas (ojo, que me encanta como actor, aunque no se quien le ha liado para esto) con un doble para las acrobacias que no se le parece en nada, ni tampoco se esfuerzan por disimularlo,es desternillante.
Yo estudié magisterio, como el prota, y creo que pasé demasiadas horas en la cafeteria de la facultad, porque no recuerdo nada del nin jitsu, igual era una optativa.
Que decir de "los malos".
Esas capitas rojas de lo más cantoso, ideal, para pasar desapercibidos en una época en la que el pueblo vestía con remiendos llenos de grasa y mierda.
Es para soltarles un Mihura en un callejón sin salida.
Hay tantos detalles jocosos que podría tirarme aquí toda la mañana, y tengo un país que levantar.
Como dirían en "Muchachada Nui" (la única serie decente de la televisión) "MI NOTA: PUTA MIERDA"

jueves, 19 de febrero de 2009

Una escalera hacia el cielo

Emilio era un hombrecillo ya muy mayor, aunque aun conservaba el porte y la distinción que le caracterizaron toda su vida.
No veía casi (cataratas en los dos ojos) y en ocasiones se desorientaba por las calles de Valladolid.
Siempre con bastón y sombrero, quizás uno de los últimos caballeros que quedaban en esta ciudad miserable, de hidalgos de postín y miles gloriosus.
Andaba muy despacito, no se si por la artrosis, o por el peso de la vida.
La suya fue una vida plena, una vida larga y llena de momentos buenos y de malos momentos.
Siendo muy joven combatió en una guerra fratricida, el pensaba que defendia su fe, a su Dios y a sus vírgenes, y tuvo que matar para no ser matado, aunque le hirieron muy hondo el alma.
Se casó con una buena mujer, que le hizo muy feliz y le dio cuatro hijos (hoy en día impensable) dos chicos y dos chicas.
Quiso su Dios pagarle las noches de trincheras y rosarios, llevándose a la mayor de las niñas con él cuando no eras más que una jovencita.
Los caminos del señor son inescrutables, y en ocasiones tortuosos, llenos de carreteras comarcales, largas agonías y dolorosas enfermedades.
La fe de Emilio no decayó, como la de Job, y es más, creo que aun se fortaleció con esa dura prueba.
Fueron años difíciles.
El cancer se comió los ahorros familiares, y emilio tuvo que ingeniárselas para seguir haciendo como si nada.
Algunos envites le salieron bien, otros la vida los vio y contesto con un órdago, mal querido en ocasiones.
Pagó sus culpas y los pocos pecados que tuvo, con Dios y con la sociedad, que estigmatiza por rutina a los hombre buenos.
El pasar de los años le llenó de nietos el salón de su casa el día de reyes, fecha en que todos los miembros de la familia despertaban temprano y volaban cargados de sueños y esperanzas hacia casa de emilio.
Las vacaciones en el chalé del mayor, al aire frío de la sierra, bueno para el y para elena, su mujer.
Todos los días un clarete en casa de la pequeña, un poco de conversación y un retirarse prudente, antes de poner la mesa, ya que nunca quiso ser una carga, aquel buen hombre.
Siempre una sonrisa, siempre el andar cansado y un ducados en la boca.
Jamás se tragó el humo.
Jamás renegó, ni quiso mal a nadie, al contrario, aun hoy en día me siguen preguntando por el con cariño los comerciantes, taxistas, funcionarios, policías...
Enviudó y se quedó muy solo con un canario que ya no quiso cantar más y un gato que se marchó indicándole el camino a seguir y pidiéndole que no tardara demasiado.
La vida dejo de interesarle poco a poco.
Los trayectos eran cada vez mas lentos y suspiraba por reunirse con su mujer y con la niña que se marcho tan temprano.
No había hecho aun el año de su viudedad, cuando una mañana al dirigirse al baño, reparó en una escalera junto a la puerta de su despacho.
Aquella escalera nunca había estado allí.
Era una escalera de madera, sencilla y firme, y al final, se oían risas y voces familiares.
Apoyó la toalla y la navaja de afeitar en una silla del pasillo, y despacito se agarró a la varandilla y comenzo a subir.
Al entierro de Emilio acudió una gran multitud.
Mi madre lloraba cogida del brazo de mi padre, y mis hermanos y yo, nos despedimos de él sin querer ver como descendía la caja hasta colocarla paralela, al lado de su amada Elena.
Yo he crecido no mucho más que él.
En ocasiones viene a visitarme en mis sueños, siempre es una figura tranquilizadora.
A veces me angustio, porque tanto él como mis padres me han dejado el listón demasiado alto, y no se si estaré a la altura.
Puede que el día que me toque subir la escalera, me esté esperando allá arriba, con una sonrisa y un gesto de aprobación.
Hago lo que puedo, abuelo.