Y es un fuego capaz de incinerar cada día sin Ella, y de congelar todos los besos que un día se fueron y no han de volver.
El tiempo pasa, pero nunca amanecerá para mi si Ella no duerme a mi lado, si su sonrisa no ilumina mi mañana y si con los ojos no cuestiona cada una de mis palabras de amor, clavando fijamente sus pupilas en mis poemas y negando la evidencia. Y es que llevo siglos tratando de explicar que cada vida que me regalan los hados es para amarla a Ella, para morir por Ella y para escribirle las palabras más hermosas.
Es un hada, es una sombra en la roca desnuda, una voz en el viento, un horizonte feliz, una pradera de suspiros y un ramillete de caricias.
Ella es todos y cada uno de mis sueños, todos y cada uno de mis deseos, todas y cada una de mis derrotas y también la mayor de mis victorias.
Ella me enseñó lo que significa hacer el amor, y no aspiro a aprender una lección más sublime , deliciosa e intensa a lo largo de mis vidas.
Arde la tierra, arde la luna en el cielo y arde este amor que bebe de su humedad, respira su esencia y baila el ritmo de sus caderas.
Y con cada llamarada me siento más humano. Y más desprovisto de todo.
Para mí es un verdadero orgullo presentaros la novela, Ni contigo, de mi amiga y editora Eva Melgar.
Hace aproximadamente seis años que por avatares de la vida y en uno de los más literarios espacios de Valladolid, la Casa/Museo de José Zorrilla, conocí a esta gran persona, acertada escritora y mejor amiga.
Fue durante un encuentro de relatistas organizado por su prima, la también editora y amiga, Paz Altés, directora de la casa/museo del poeta. Durante aquel encuentro se leyeron los relatos seleccionados para comentar y corregir públicamente, entre los que se encontraba el que yo había presentado, pero fue el que se leyó de esta hasta entonces desconocida para mí el que me cautivó el alma y me robó el corazón, pues era de una inquietante belleza nacida de las más duras circunstancias relatadas con tal acierto, sensibilidad y destreza, que de inmediato quise conocer a la autora. Y al término del encuentro Paz me la presentó.
Eva acababa de llegar de Euskadi, abandonando su vida allí, para instalarse con su padre, el genial periodista y ampliamente galardonado con premios nacionales e internacionales de televisión, Luis Tomás Melgar, quien fue un vallisoletano de pro que quiso regalar sus últimos años de vida a la ciudad en la que se hizo un hombre, y comenzó su camino, convirtiéndose con el tiempo en un intelectual que por encima de todo y de todos amó la literatura, a la que aportó casi una veintena de publicaciones de diversa índole y a la que en breve obsequiará con una una obra póstuma, que verá la luz de la mano de Suseya ediciones, el sello vallisoletano que ha publicado mi trilogía de novela negra, #crimenesdetemporada.
Para mí fue un verdadero placer servir de Cicerone a esta madrileña de nacimiento y vasca de corazón, a quien guié por las calles de Valladolid compartiendo con ella vinos de nuestras cinco distintas D.O y apasionantes conversaciones sobre autores y obras de todos los géneros y estilos literarios. Y sobre una vida que a veces se nos presenta demasiado cruel y complicada.
Al igual que su padre, su prima Paz, su hermano Luis, su tío Fernando Altés y otros miembros de esta singular y muy culta familia, la literatura es parte del alimento vital que permite vivir a Eva melgar, bien como la ecléctica e insaciable lectora que siempre ha sido, como una exigente, muy profesional y excelente editora, o bien como la brillante escritora que ha demostrado ser.
Curiosamente Eva está desprovista del ego de autor que viste a todos cuantos nos enfrentamos a un folio en blanco, y jamás quiso aceptar que más que talento, tiene un don, y aunque se negaba a participar en concursos, a publicar sus manuscritos o a compartir sus textos, estos últimos años junto a su padre en el pueblo vallisoletano de Mojados le han servido para superar sus reticencias, e influenciada por el consejo, el orgullo y el cariño de su padre, por fin aceptó presentarse a un certamen internacional de novela negra, cosechando el primer premio con esta realmente interesante Ni contigo, que hoy os presento en el blog que ella prefiere no leer, pues como amiga y como editora, me pide que trate de contener ese caudal de emociones que me llevan a sincerarme en la red, y a desnudar mi alma frente a quienes igual utilizan mis confesiones únicamente como armas con las que lacerar mi cuerpo. Pero lo siento mucho, Eva, hoy no te voy a hacer caso (bueno, mejor dicho hoy tampoco te lo hare, sorry).
En cuestión de semanas se presentará públicamente esta novela, aunque sé que ya se pueden comprar ejemplares en la web de la editorial Cosecha negra, y en las librerías de toda España en las que este sello distribuye las obras de sus autores.
Debo mucho a Eva como escritor, pero también como persona, pues con su amistad carente de cualquier otra cosa que no sea un sincero cariño, una confianza plena y una idéntica pasión literaria, me está ayudando a crecer como ser humano, y como autor.
Dicen que los amigos son la familia que uno elige, y me siento muy afortunado al poder considerarme miembro de la familia de Eva y contar con Eva entre los miembros de la mía, aunque no compartamos apellidos, sangre ni el menor parecido físico. Eva al igual que su queridísima Ona, es una galga delgada y harto espigada, tranquilona, friolera y cariñosa con quienes no pretenden intimidarla ni invadir su espacio.
Hace poco más de un año lloré junto a Eva la muerte de su padre, a quien también pude considerar mi amigo y mi familia, y junto a Eva disfruto de las visitas de sus hijos y de sus nietas, con quienes siempre es buen momento para celebrar con un brindis que el destino haya querido cruzarnos en la dura estepa castellana.
Si estimáis en algo mi criterio literario, hacedme caso, leed esta novela, porque sé que me agradeceréis la recomendación.
Malena
García, arqueóloga y antropóloga doctorada en arqueología prehistórica por la
Universidad Complutense de Madrid, lee con gesto de contrariedad el informe que
sus compañeros, los doctores Analdi y Santamaría, han redactado para entregar
por duplicado al Ministerio y a la Fundación que sostiene económicamente sus
investigaciones.
Los dos
eruditos y refutados arqueólogos afirman en el informe, que las pinturas
rupestres descubiertas por la joven doctora García, pertenecen a un clan
procedente de Anatolia asentado en Burgos durante el periodo antiguo del Neolítico
en la Península Ibérica.
Analdi hace
hincapié en la representación de una escena de caza, en la que
indiscutiblemente las figuras antropomórficas que en círculo se ciernen sobre
un enorme animal, protegen a una figura que representa a la mujer que aguarda
junto a otra pieza cobrada la carne que los hombres llevarán a las cuevas.
Sin duda alguna, los cazadores, los guerreros más valientes del clan, aplicaron
las estrategias cinegéticas adquiridas al interactuar con el entorno y luchar porla subsistencia. También añade en su informe que el que
las representaciones femeninas en las escenas de caza se coloquen en un lugar
seguro tras el círculo de guerreros, evidencia la separación de tareas y no
deja lugar a dudas de que desde las primeras comunidades la mujer tenía la
importante misión de ocuparse de gestionar y preparar la carne de la caza y
gestar, alimentar y criar a los niños que sostendrían y ampliarían los
asentamientos.
Malena
enciende un pitillo y se prepara un café solo sin azúcar al que añade un largo
chorrito de orujo blanco. Hace frio en Burgos y en la tienda de campaña que le
sirve de oficina durante las excavaciones, el calor del infiernillo sobre el
que prepara una cafetera tras otra y, el orujo blanco regalo de uno de sus
mejores amigos en la zona, le ayudan a soportar las condiciones climatológicas.
Y las lecturas como la que acaba de dejar sobre la mesa.
Le hierve la
sangre al ratificar que en su campo todas las publicaciones de peso y la
inmensa mayoría de las teorías que luego se estudian en las facultades donde se
preparan los futuros arqueólogos y las futuras arqueólogas, están redactadas
por personas que han sido incapaces de evolucionar con los tiempos y, que de
alguna manera aún viven en la prehistoria, pues rechazan de facto la idea de
que ya en el pasado la mujer hubiera desarrollado iguales habilidades que el
hombre.
Desfiladero
de Pancorbo año 5476 A.C
Ha sido una
cacería demasiado peligrosa y, eso ya lo había avisado al ver que las huellas
del oso que salimos a buscar no eran idénticas a las que vi en la nieve unos
cientos de metros más allá del rio. Si uno se fijaba bien, podía darse cuenta
de que eran un poco más grandes que las del oso que le arrancó la vida a Nagal.
Estaba claro que había dos enormes machos en el mismo territorio, pero la
mayoría de los cazadores se rieron de mis advertencias durante la asamblea del
fuego, y no quisieron escuchar mi consejo. Si lo hubieran hecho, Nagal habría
vuelto a la cueva con sus hijos y seguramente Ninalu no estaría envuelto en
pieles, sudando las fiebres que le produjeron las enormes heridas que le
causaron las zarpas del más viejo de los dos machos, y no habría regresado a
hombros de quienes lo pudimos sacar de allí tras arrancarle al borde de la
muerte de las mandíbulas del gran oso.
No podemos
permitirnos el lujo de perder dos cazadores en cada partida. Las cinco
cazadoras que fueron entrenadas por la gran sacerdotisa del rayo y yo misma,
cobramos tantas piezas como nos es posible y alimentamos al clan durante las
nieves, pero hasta que los hombres no admitan que estamos más que preparadas, y
no entiendan que da igual lo que tengamos entre las piernas para cerrar el
círculo de lanzas ante los osos, los lobos, y los más fieros animales del
bosque, corremos el peligro de debilitarnos como grupo, y si otros clanes nos
atacan para robarnos el fuego o los víveres no podremos defendernos.
Vima, el
marido de Nula, nuestra líder, ha comenzado a pintar en las paredes de la cueva
la historia de cómo los guerreros murieron por no haberme escuchado y le dan la
espalda a mis consejos. Esto servirá para que nuestros hijos y nuestras hijas
no olviden que ante las garras de las fieras todos somos iguales, y para que escuchen
siempre los consejos de quien esté más capacitado para dirigir la cacería, sea
hombre o mujer.
La guerra en Ucrania aún sigue destrozando vidas y sueños, pero ya no es noticia.
Este es mi particular homenaje a esos sueños que nunca se cumplirán y a esas vidas cercenadas por la guadaña de la sin razón.
La última nota
Anhelina tiene once años, aunque estos últimos años quisiera borrarlos de su existencia.
Sus padres no llegaron a verla al piano en el teatro Lsya Ukrainka. El misil que destrozó la casa terminó con sus vidas e ilusiones.
Se ha escapado del refugio y se ha colado en el Lesya por una grieta para dedicarles a sus padres un concierto a la luz de la luna en el aniversario de su muerte.
Interpreta un nocturno de Chopin cuando una bomba cae sobre el teatro, estallando en do menor. Ahnelina muere y es entonces, solo entonces, cuando escucha los aplausos de sus emocionados padres.
Este relato nació anoche como post en RRSS al haberme revuelto e inspirado la imagen del cartel de un concierto en un bar, en el que se apreciaba una gatita punki con chupa de cuero y tachuelas. Y de aquellos barros estos lodos.
Prejuicios.
"Esa gatita te romperá el corazón" fue la frase que se acostumbró a escuchar en bucle desde el primer día en que se los vio juntos por las calles de Valladolid. —Y el alma, no te quepa duda—se atrevió a contestar con verdadero enojo cuando se hartó de recibir avisos de quienes no podrían siquiera soñar con disfrutar de un gramo de las toneladas de amor que ella le regaló con su primer beso. Pero por desgracia dos y dos siempre serán cuatro, y en efecto, le rompió el corazón y le destrozó el alma, pero no como todos hablan esperado, sino al haberle enseñado lo que quería decir eso de "hacer el amor"; y al haberle mostrado hasta donde puede llegar un corazón al que se le ha inyectado tanto cariño y tanta pasión, que no pudo más que reventar en mil pedazos el día que las circunstancias la separaron de él y al saber que la perdería para siempre, tan solo deseó la muerte. Mientras exhaló su postrer aliento la siguió amando y tuvo la inmensa fortuna de que su sonrisa fuera la última imagen que el cerebro le permitiera disfrutar antes de desparramarse por la pared junto a la sangre y a los trocitos de hueso que la bala con la que decidió suplir su ausencia incorporaron al cóctel del suicidio del atormentado y roto poeta. —Era la crónica de una muerte anunciada—se atrevió a decir en una velada poética uno de quienes más envidiaron la suerte del difunto, y que rezó por un día llegar a verlo sufrir por Ella desde que lo encontró una tarde entrando en el teatro de la mano de aquella felina y deseada preciosidad . Lo que no añadió fue que el mismo habría dado todas sus vidas por haber podido dormir junto a Ella tan solo una noche. Pero claro...los artistas queman en hogueras privadas las páginas en las que escriben sus miserias.
Cuan fácil es ver la paja en el ojo ajeno. Cuantas vigas necesitaban los amantes para construir puentes entre sus corazones. Que difícil se lo pusieron los hados.
Ayer asistí gratamente sorprendido a la interpretación de Mario Casas en la nueva cinta del director Rodrigo Cortés, quien me ganó para sus adeptos con El amor en su lugar.
Que el nuevo trabajo de Cortés me gustase no me sorprendió en absoluto, con los precedentes que había sentado, y mucho menos al leer el reparto de nombres del cine y el teatro español que lo acompañaban en este proyecto. En Escape disfruté una vez más del grandísimo José Sacristán, de la inconmensurable Blanca Portillo, del incombustible Guillermo Toledo y del soberbio Juanjo Puigcorbé.
José Maria Pou y Ana Castillo volvieron a demostrar su capacidad para ocupar por completo las escenas en las que intervienen, aunque cómo devoto y fiel admirador del impresionante talento del que para mi ha sido y sigue siendo el mejor actor que ha parido este país, Don José Sacristán, no me hubiera atrevido siquiera a insinuar que un actor como Mario Casas pudiese tan solo llegar a esta a su sombra. Y tras haberlo visto en otras películas como Grupo siete, en las que comenzó a demostrarme que era un buen actor, ayer el jodio estuvo más que a la altura. Me quito el sombrero ante su interpretación en esta cinta.
Y me quito el sombrero ante el trabajo de Rodrigo Cortés, que desde lo filosófico, los surrealista y lo metafórico ahondó en el que quizás es el trauma con el que aún peleo cada noche y que aún me lastra y me impide terminar de levantarme, el sentimiento de culpa.
El protagonista de esta película, no consigue librarse de la culpa que se nutre de su dolor ni del dolor que se nutre de su culpa y eso le lleva a la obsesiva necesidad de evitar cualquier responsabilidad y a negarse a tomar decisiones por pequeñas que sean, llegando incluso a exigir que se le diga cuando debe respirar. Se juzga con dureza, pero entiendo la dureza de su juicio y comprendo que dicte contra si la más dura sentencia que es la de renunciar a la razón y al ego. Empatizo con el castigo y de alguna manera envidio su fortaleza para erigirse en el verdugo que ejecuta la sentencia.
La película me fascinó, pero me revolvió por dentro hasta el infinito y más allá, pues me devolvió la idea de que los errores que cometí en el pasado, me llevaron a perder en el asfalto al Juan que era y desencadenaron el último combate entre mi padre y la pálida señora, con el triste resultado que cada mañana al despertar se me presenta una pesadilla más.
Pero el divino tribunal que juzgo mis actos impuso la condena que creyó conveniente y creo que o ya la he terminado de cumplir, o estoy a punto de ello, pues siento haber recuperado una condicional libertad de la que no quiero escapar.
La vida sigue, a pesar de todo, y aunque nunca dejará de dolerme, creo que he encontrado el camino del perdón, y el Juan que comienzo a ser no tiene nada que envidiar al que fui.
Acabo de leer la última hora de la Generalitat valenciana sobre el número de fallecidos por la DANA y el recuento oficial lo eleva a la escalofriante cifra de 202, y esto aún no ha terminado porque sigue habiendo muchos desaparecidos y ya sabemos lo que eso quiere decir. Ojalá todos aquellos a los que aún no se ha encontrado aparezcan o den señales de vida. Yo, particularmente y debido a mis circunstancias personales soy un tipo de naturaleza optimista, aunque de un tiempo a esta parte la vida me está enseñando también a afrontar la realidad y a plantarle cara a lo que ha de venir, aunque me asuste o me rompa el alma, por lo que esperaré acontecimientos y rezaré por quienes aún no han dado señales.
Esta mañana he conseguido hablar con mi amiga Judit, una preciosidad vallisoletana con un corazón enorme, un coraje impresionante y un alma sensible y hermosa, que hace ya años estableció su hogar en Valencia junto a mi tocayo Juan, un tipo tan afortunado como encantador con el que me tranquiliza saber que mi amiga construye su futuro.
Dada la condición energética, deportiva y amante de la naturaleza de esta pareja de amigos, crearon una empresa de ocio y tiempo libre con actividades de diversa índole y al ver las primeras imágenes de esta catástrofe el corazón me dio un vuelco pues los imaginé como siempre al aire libre. A mi boda acudieron en una furgona acondicionada y mi miedo era el que una riada los hubiera alcanzado dentro del vehículo y los hubiera llevado de un lado a otro ahogándolos o estrellándolos contra un muro.
Esta mañana Judit me ha escrito y tras el subidón inicial de ver su mensaje, lo he leído con calma y he ratificado lo que siempre pensé de ella, que es una chica tan inteligente como bonita. Al tener aviso de las alertas y de las previsiones no lo dudaron, suspendieron los compromisos empresariales, avisaron a sus empleados y abandonaron la zona de mayor riesgo.
Supongo que los padres de Judit, su hermano y todos sus familiares y amigos no dudaron en ningún momento que ella sabría afrontar las circunstancias, pero cuando la naturaleza se revuelve para sacudirse del lomo a los molestos humanos, muchos de nuestros congéneres más válidos caen también. Por desgracia aquí nadie se libra por que sí.
Ahora toca mantener alta la esperanza recurrir a la fe y no abandonarse a la amargura y a la desesperación. Hay que reconstruir lo destruido y levantar lo caído. Hay que restablecer la vida en los lugares que parecen exentos de ella y hay que conjurarse como nación para ayudar a cuantos han perdido todo.
No es momento para que los políticos se arrojen mierda, tal y como acostumbran a hacer con cualquier excusa. Si necesitan enfangarse, que cojan una pala, se pongan unas botas y vayan allí a despejar los caminos de lodo, y a quitar el barro de los hogares de quienes confiaron en ellos al entregarles sus votos.
Además de la espantosa tragedia humana, material y económica, no podemos olvidarnos de los miles de animales que han sufrido el más atroz de los miedos y que no cuentan con mucha ayuda, pues la inmensa mayoría de las protectoras de animales y de los refugios han desaparecido bajo las aguas y muchos de los cuidadores no se encuentran en condiciones para seguir con su encomiable labor.
Por eso desde este blog pido a los lectores que aportéis cuanto podáis para colaborar con asociaciones, oenegés, voluntarios de todo tipo y cuantas maneras tengamos de ayudar a nuestros asustados y desafortunados compatriotas, de dos o de cuatro pata.
Es desolador. Cada día encuentro un nuevo motivo para soñar con abandonar el planeta y poder retirarme a B612 o otro asteroide de igual tamaño, similar geografía e idéntica población, en el que amar a una rosa y confiar en el zorro que me demostrará la importancia de una amistad acertada.
Los valores de los que alardean quienes dirigen el destino de mi país son de cartón piedra y asusta la facilidad con la que todos, hasta el presidente del gobierno, acostumbran a decir Diego donde se hartaron de decir digo.
Vivo en el país de la mentira, donde el embuste es el combustible que alimenta a esa maquinaria política e institucional que sirve al único dios venerado por toda la humanidad, el dinero.
Resido en un estado en el que hasta aquellos que abrieron el flamante concesionario para vender al electorado las motos que necesitaba, y se dejaron el alma en renegar de la casta, del patriarcado y de lo que asociaban con el mal que aflige al mundo, han resultado ser unos avariciosos, unos farsantes y unos maltratadores ávidos de poder, de riqueza y de todo aquello contra lo que clamaban al levantar las primeras tiendas de campaña entre los esperanzados y confiados jóvenes que necesitaban creer en ellos. No tardaron en sustituir aquellos efímeros refugio de lona por chalets de lujo y las premisas feministas e igualitarias por abuso, acoso y maltrato, y todo ello amparado por otros que con similares medios, ya habían conquistado los puestos de responsabilidad que tanto codiciaban y que consiguieron encarnando los personajes construidos para representar la tragicomedia de la identidad nacional.
Cada uno es muy libre de creer en quien quiera o necesite hacerlo, cada quien es muy dueño de prestar su apoyo a quien considere, y todos tenemos perfecto derecho para creer o a negar las palabras con las que se nos manipula constantemente, y para aceptar o rechazar la mierda con la que pretenden alimentarnos los chefs que diseñan los menús en los programas de cada partido político.
Que se pare el mundo, que me bajo. Que me arreglen el avión, que abandonaré el desierto y volaré muy alto hasta llegar al pequeño asteroide que habita aquel en el que verdaderamente creo.
Así no. Esta vez y con toda la fuerza de nuestras gargantas deberíamos unirnos para escupir en la cara de quienes no dejan de mentirnos un enorme basta ya.
Supongo que ahora tendré que leer en respuesta a esta sincera declaración de intenciones fundamentada en una innegable realidad, los consabidos "y tu más" que se han convertido en el único argumentario de muchos. Y sinceramente paso, la verdad. Así que por favor, todos aquellos que os estéis afilando las uñas y los colmillos al leer esta entrada, ahorraros comentarios insultantes e intentos de predicar vuestra salvación, pues conmigo predicaréis en el desierto. Y recordad en que consiste eso de la libertad de expresión, pues mucho me temo que es uno de los derechos que lleváis por bandera y que utilizáis para abofetear el rostro de quien osa llevaros la contraria o afearos ciertos comentarios.
Se acerca al
micrófono y tras comprobar su correcto funcionamiento, comienza a leer el
discurso que había tomado la precaución de traer por escrito:
«Entre todos
salvamos el planeta. O quizás debería decir que conseguimos salvar el planeta
entre todos y todas, y ya puestos, añadir también lo de todes, para no dejarme
fuera a nadie y ser completa y absolutamente inclusivo, aunque a mi se me
enseñara desde pequeño que, en castellano, el plural se construye en masculino.
He sido
elegido por la Organización de las Naciones Unidas para ponerle voz al conjunto
de la humanidad, que supo reaccionar ante lo esgrimido por quienes encontraron la respuesta a la gran pregunta que se
formulaban incansablemente los habitantes de los cinco continentes: ¿Hasta
cuándo? Y es que el planeta Tierra no dejaba de dar señales de que su paciencia
había llegado al límite y no tardaría demasiado en sacudirse del lomo a la
especie humana, que como un feroz y peligroso parásito no dejó de esquilmar los
recursos naturales y de enfermar y destruir los ecosistemas, agotando de paso
las reservas de la biosfera al no tener un depredador que pudiera controlar su
población y sus perniciosos hábitos.
El aumento
de los terremotos, los tsunamis, las erupciones volcánicas el calentamiento
global, el peligroso deshielo de los polos, el peligrosísimo cambio climático,
la desaparición de algunas especies animales y vegetales, y la aparición de
nuevos virus y bacterias, fueron tan solo algunos indicadores de que habíamos
traspasado todos los límites y habíamos cruzado cuantas líneas rojas se
trazaron al principio de los tiempos.
Durante muchos
años la humanidad decidió hacer oídos sordos, mirar hacia otro lado y enterrar
la cabeza en un mullido y confortable agujero en el suelo para no ver que el
tan perseguido progreso había conseguido ser al mismo tiempo principio y fin de
una nueva era.
Somos
animales inteligentes, y hace ya mucho que nos atribuimos el arrogante título
de “especie superior”, pero cómo pude leer en el libro Vosotros, ¿especie
superior?, somos la única especie animal que destruye su propio ecosistema.
Y que además es capaz de matarse mucho y
desde muy lejos por avaricia, envidia, odio y rencor, e incluso en el nombre de
un ser superior al que se le atribuye la voluntad de predominar sobre cualquier
otra fuerza, o simplemente para la diversión de algunos enfermos especímenes
que consiguen infectar las voluntades de sus congéneres y embarcarlos en
abominables exterminios.
La Tierra no
lo soportó más y después de concedernos una oportunidad tras otra y de sufrir
una continua y desoladora decepción, hizo de tripas corazón y muy a pesar suyo,
recurrió a la única forma posible para librarse de nosotros, los seres humanos,
su vital y más encarnizado enemigo, y para ello permitió que enviásemos al
espacio la muestra de nuestra insensatez. Como especie ya habíamos demostrado
nuestra impresionante resiliencia, nuestra capacidad de supervivencia y nuestra
habilidad para afrontar cualquier desafío y para resistir todo tipo de pruebas
y de castigos. Es más, durante años perseguimos y estigmatizamos a aquellos
visionarios que comprendieron que la Tierra era tan solo una vivienda en multipropiedad,
que no nos pertenecía, y que debíamos compartir con el resto de las especies
animales y vegetales que disfrutaban del usufructo. Lejos de ser amables y
considerados inquilinos, dimos un golpe de estado y nos erigimos en
todopoderosos presidentes de la comunidad, instaurando milenios de un gobierno
de terror para todos los vecinos del inmueble, y haciendo callar a las voces
contrarias a los continuos desmanes, esas voces que trataron de avisarnos de
que un día llegaría una derrama de tamaña proporción que no había bolsillo
capaz de soportarla. Y sería la quiebra.
Algunos de
los inquilinos con más recursos y mayor poder en la escalera, comenzaron a
interesarse en futuras mudanzas y a investigar la oferta de edificaciones en
nuestro sistema solar. Pero el universo es sabio y de momento ha conseguido
mantener a salvo las urbanizaciones y los resorts en los que habitan seres con
más conciencia.
De no haber
sido por este muy necesario y universalmente beneficioso cambio de actitud en
el raciocinio humano, el 25 de octubre del año 2024, el terrible asteroide
Leviatán, de más de quinientos metros de diámetro y millones de toneladas de
peso habría impactado contra el planeta Tierra, al haber confundido los
científicos las mediciones y las casuales elipses de su órbita en el error
fatal que en un principio estipuló en mas de dos unidades astronómicas de
distancia de la Tierra.
Pero el
universo, el hado supremo, Dios o Supergato, lo que ustedes consideren que
decidió el fin de nuestra vida, reajustó las variables atendiendo a las
interferencia de distintos e inesperados campos gravitacionales y la suerte
estaba echada.
Tras meses
de angustia, de desesperación, y como no, de nuevas guerras fratricidas y, como
siempre absurdas y evitables, surgidas como respuesta a la certeza del
inevitable fin de los tiempos, algunos seres humanos decidimos asumir la culpa
y demostrar a quien sea que mueve los hilos nuestro verdadero propósito de
enmienda. Nos encomendamos al origen de la razón, a la microscópica e
infinitesimal molécula de bondad que forma parte de toda cadena de ADN de los
seres vivos, y trabajando mutaciones en el gen de la esperanza, encontramos la
manera. No fue fácil, en absoluto, y de hecho las primeras estimaciones sobre
la capacidad social y grupal para afrontar la necesaria acción común capaz de
detener el exterminio, indicaban variables casi imperceptibles entre lo
imposible y lo excesivamente poco probable. Pero lo conseguimos.
Si bien los
mejores y más capacitados científicos y biólogos españoles tuvimos que
desarrollar una vacuna contra la estupidez y el egoísmo, y se ordenó la
obligatoria vacunación universal de una única dosis a todos los seres humanos
del planeta, sin importar su origen, raza, credo o condición social, el momento
de la salvación llegó el 23 de noviembre, cuando según lo estipulado y
acordado, absolutamente todos , todas y todes los seres humanos, saltaron al
mismo tiempo y en el mismo ángulo , generando un minúsculo pero suficiente cambio
orbitacional en el planeta y librándonos de la extinción. Del mismo modo y
sujeto a las más exigentes garantías, todos los países del planeta firmaron su
adhesión a un contrato de respeto y cuidado por el medio ambiente con inmediata
aplicación de todas y cada uno de sus cientos de cláusulas que harán de este un
mundo mejor para todos, todas y todes los seres vivos».
Apenas tiene
tiempo para escuchar unos segundos de aplausos y ovaciones en el abarrotado
salón de plenos de la sede de las Naciones Unidas, cuando Juan abre los ojos y
comprende que todo ha sido un sueño.
Mientras
prepara el café con el que afrontar la jornada, asocia lo producido en la
fábrica del inconsciente con los visto en un documental antes de acostarse la
noche anterior.
El ser
humano en efecto está terminando con el planeta, pero también en efecto, es un animal
gregario, y cuando se lo propone es capaz de lo más hermoso atendiendo a esa
conciencia social, rozando la eusocialidad.
Juan apura
el café de un trago y camino de la ducha decide que, desde aquella misma
mañana, va a aportar cuanto esté en su mano para salvar al planeta, y para
concienciar a todos en su entorno de hacer lo mismo.