Haz el favor, encuentrame tu. Porque yo estoy extenuado de buscarte. Porque creí haberte encontrado en docenas de ocasiones y tan solo eran malas copias de lo que he recibido y disfrutado de ti. Porque te llevo buscando desde hace muchas, muchas vidas y me temo que el destino no volverá a reencontrarnos hasta dentro de unas cuantas reencarnaciones más. No sé si la próxima vez te amaré como hombre, como mujer, como gato o como voraz tintorera pero lo que si que sé, es que bajo la forma que sea, te seguiré amando como todos estos siglos, con el alma y el corazón, con la mente y la piel. Con todo mi ser. A veces me pregunto porqué coño el destino se entretiene jugando con nosotros. Porqué nos ha permitido unirnos durante anteriores existencias y ahora nos lo está poniendo tan difícil. Una vez me besaste bajo el cielo estrellado de Roma, antes de partir con tu cohorte hacia Britania y una vez, te rescaté de la guillotina donde iban a cortar tu hermosa cabecita, más o menos a la altura del cuello donde lucias ese ostentoso collar de diamantes, con los que hubieras podido alimentar durante semanas a todo el pueblo de París, que se moría de hambre. Compartimos camarote en el Titanic y apuramos botellas clandestinas durante la ley seca. Llevamos encontrándonos milenios pero ya son demasiadas las vidas en las que no se nos ha permitido coincidir. Y no es justo. Estoy cansado, agotado, desesperado. Por favor, búscame tu. Encuentrame. Enloquezco cada vez que creo reconocerte en los labios de una mujer y me derrito entre sus brazos, soñando que son los tuyos pero no lo son. En esta vida nunca eres tu, al igual que en mi anterior vida, en la que pretendí haberte encontrado justo antes de matarme sobre aquella moto. Y al volver a nacer comprendí que tampoco eras tu. Y desee no haber nacido y no volver a nacer de nuevo. Ya no sé cómo hacerlo, no sé donde mirar y no sé como llegar a ti. Por eso hoy te pido que me busques tu, que trates de dar conmigo. Puede que también estés dando palos de ciego en algún lugar del planeta, en el rincón más recóndito de cualquier otro continente o a la vuelta de la esquina. Cada vez que me cruzo con alguien que despierta en mi lo que tu has despertado siempre, intento llegar hasta el fondo de su alma y comprobar si esta vez eres rubia o morena, alta o baja, blanca o negra. No me importa como te hayan diseñado en esta ocasión, lo que amo de ti es esa luz con la que llevas iluminando mi camino desde la primera de mis odiseas. Pero al haberme deslumbrado tantas veces, me cuesta acostumbrar mis ojos a ti. Y no consigo verte. No consigo distinguirte y eso me hace desear la muerte para volver a nacer en otro cuerpo y en otro lugar, a ver si tengo más suerte. Sé que se están agotando los días y sino me encuentras tu, habremos perdido otra oportunidad para volver a estar juntos. Solo le pido a los dioses que se apiaden de nosotros y nos permitan ser felices. Que ya toca.
El viento se llevó muchas cosas, pero no todo. Sopló fuerte sobre mis recuerdos, alborotándolos primero, desordenándolos y mezclándolos después, para terminar empujándolos por las almenas de la muralla en que se ha convertido mi pecho. Intenté inútilmente salvar algunos de los más preciados pero tan solo puede agarrar por los pies a media docena de los que no me hubiera importado ver estrellarse contra el puente que cubre el foso. Se han ido todos los felices, todos los que me certificaban que una vez me quisieron, que una vez las palabras fueron sinceras y también los abrazos. Y los besos. Todos esos recuerdos ya no están En su lugar permanecen los de algunas noches de fingida pasión, de cariño embustero y traidor y de cuerpos desnudos inmersos en rituales demoniacos. Una vez confundí al demonio con un ángel y arrodillado frente a él, le ofrecí el anillo con el que sellé la venta del alma. Pero un profeta apocalíptico se apiadó de mi y decidió interceder por mi salvación eterna, consiguiendo por lo menos una tregua. Me liberaron de mi eterno castigo pero salí de aquello terriblemente confuso y errático y una vez tras otra, volví a equivocarme y a entregar el alma a quien no debía. Y siempre creí estar haciendo lo debido y lo festejé cada ocasión, pensando que era la definitiva. Y un día conocí a un verdadero ángel que me tomó de la mano y me miró a los ojos sonriendo. Y me cantó con una voz preciosa y llena de esperanza. Ese día el cielo parecía estar en la habitación donde su voz se adueñó de todo. Y con las notas de una canción, me acarició el alma curando todas sus heridas y borrando las cicatrices de un pasado desolador. El viento huracanado no pudo arrebatarme la partitura de ese momento, porque la llevo tatuada en el corazón y sé que llegará un día en el que afinaré la guitarra para acompañar a mi ángel mientras entona un tema de Gardot, solo para mi. Soñar está al alcance e todos y como dicen, es gratis. Ojalá cada noche del resto de mis vidas pueda soñar que en efecto, el cielo está en una habitación.
Le ayudó a despojarse de las recias botas de montaña y después de darle un beso en el cuello con la mayor de las dulzuras, le dijo- dame veinte minutos en lo que lo preparo, descansa un poco, desnúdate y ven. Él había elegido aquella casa de turismo rural por lo confortable, además de por lo bien situado. Tenía chimenea en la habitación pero por encima de lo que ahora, inmersos en una vertiginosa vida urbanita, se considera un lujo anacrónico, el cuarto de baño contaba con una inmensa bañera y al verla en las fotos de la web de reservas, no lo dudó. Dejó que el agua caliente fuese llenando la tina y con sumo cuidado de no derramar cera en el interior de la misma, fue colocando a lo largo de todo la estancia, las velas que había traído ocultas en su mochila. Habían pasado el día caminando por la montaña leonesa. Ella, agobiada por su frenético día a día, necesitaba respirar y ambos sabían que esa comunión con la naturaleza y el disfrutar del aire libre y del maravilloso entorno,sería el mejor balón de oxígeno para sus estresados pulmones y su angustiado corazón. El día había sido muy bonito y el sol de invierno, que más que calentar, iluminó su ruta, les había regalado los colores intensos y vivos de la vegetación y las rocas, el cielo leones y las nubes que anunciaban cambios para la próxima jornada. Tanto la quería, tanto necesitaba verla feliz, que había diseñado el fin de semana perfecto para ella. Extrajo de uno de los enormes bolsillos de sus pantalones de trecking el teléfono móvil y el pequeño altavoz bluetooth y, seleccionó un tema de Frank Sinatra de la lista de canciones. Fly me to the moon era una bonita canción, no tanto como My way, para él la canción más bonita del mundo, pero el tema seleccionado es el que interpretó ella el primer día que cantó para él. -¡Cuando quieras tesoro!- invitó a la menuda y atractiva mujer y a los pocos segundos sintió como se abría la puerta del baño y ella pasaba, dejando escapar un suspiro de placer acompañado por una expresión de sorpresa.-Pero, pero esto es maravilloso-dijo ella antes de rodearlo con sus brazos y besarlo cariñosamente, -Te mereces lo mejor, vida. Es por esto por lo que insistí en venir aquí. Ahora métete en la bañera y déjame que te enjabone el pelo y te lave a cabeza. Tu solo relájate y disfruta. Olvídate del trabajo y de los jaleos en la ciudad. Y escucha- Con un excelente manejo de los tiempos y tras unos segundos de pausa dramática para darle más efectismo al momento, puso la canción seleccionada y cuando esta comenzó a sonar, le acarició los hombros y haciendo una pequeña presión sobre ellos, le invitó a sumergir la cabeza un instante. Cuando sacó la cabeza del agua, aplicó sobre sus cabellos un shampoo de muy aromática y agradable esencia y comenzó a masajearle las sienes y el cráneo, con extremada dulzura. Ella no pudo evitar que se le escapase un gemido de placer. Ese gemido y la contemplación de su perfecto cuerpo desnudo cubierto parcialmente por la espuma del jabón y las sales con las que le había preparado el baño, hizo que se excitara pero trató de controlar su erección porque se había prometido a si mismo que por mucho que la desease, este sería tan solo un momento de relax, el rato de cuidados y mimos que ella necesitaba y que él se había empeñado en darle. Pero no hizo falta que mantuviese aquel ejercicio de fuerza de voluntad, porque ella se giro y arrodillándose en la tina frente a él, le pidió que se despojase de la ropa, lo tomó de las manos y lo atrajo al interior de la bañera, juguetona. Se besaron como si cada uno de los besos fuese el último y se amaron con suavidad y cuidado, como si no quisieran estropear el regalo que ambos se estaban haciendo. Porque esta era su primera vez. Es cierto que aquello era la crónica de una muerte anunciada pero las circunstancias habían impedido hasta la fecha que esto sucediese y, los astros no se habían alineado hasta aquel día, que en un principio iba a ser tan solo una excursión, un día de necesaria paz en la naturaleza. Una jornada de cuidado interior, de terapia espiritual. Un día zen. Una vez abandonaron la bañera de mutuo acuerdo, se abalanzaron el uno sobre el otro en un segundo asalto que se libró en la cama, esta vez sin melindres. La pasión y el deseo pudo con todo lo demás y al finalizar, tan extenuados como complacidos, se encendieron el uno al otro un reponedor cigarrillo. y fumaron mirándose a los ojos y acariciándose. -Te quiero- dijo él en voz muy queda, avergonzado y temiendo que ella se asustase de tal atrevimiento.-Pero por favor, no te asustes y salgas corriendo de mi vida. -Y ¿a donde iba a ir?-preguntó ella sonriendo con una de esas sonrisas que lo habían vuelto loco desde el principio. -No lo sé, cielo, lejos de mi, a cualquier lugar donde no tengas cobertura para recibir mis besos ni batería para regalarme nuevas caricias. Al fin del mundo, que se encuentra en todo lugar donde no estemos juntos.- Ella posó el índice sobre sus labios y acercando su boca a la de él, le dijo-Sabes que esto es muy difícil. Pero me encantan los desafíos. Los troncos de la chimena crepitaron entre el fuego y las pavesas volaron sobre las llamas, danzando como bailarines de un tango arrabalero y sensual. Al día siguiente, en el coche camino de vuelta a la ciudad donde todo volvería a ser estresante y vertiginoso, él no pudo dejar de mirarla atenta a la carretera y concentrada en la conducción. Estaba tan bonita que solo pudo como Alberto Cortéz, agradecer haber nacido.
Como cada mañana, lió un cigarrillo mientras se hacia el café y esperó a que la vieja y eficaz moka comenzase a rugir para poner la primera canción de la mañana y escucharla mientras saboreaba la infusión y el cigarrillo. Siempre amanece con una canción, es la parte más importante de su desayuno. Hoy se había despertado alegre, con el corazón contento y muy optimista. Por todo eso, escogió un tema de los años cincuenta compuesto por George Shearing e interpretado en esta ocasión por la voz de una elegante y atractiva leonesa que sabía darle al tema la elegancia y la alegría precisa. Mientras disfrutaba de tan agradable momento, alguien llamó de forma insistente al timbre de la entrada principal y apurando el café, algo molesto por la interrupción, se dirigió a abrir la puerta. Al echar un previsor vistazo a través de la mirilla, descubrió a su vecina; una bella mujer de mediana edad que ocupaba el chalé de la parcela contigua, junto a su marido, un tipo que nunca le había caído particularmente bien y al que saludaba únicamente por educación cuando se cruzaban por la calle. En más de una ocasión había escuchado los gritos con los que regañaba a su mujer por cosas nimias e incluso absurdas pero él no era quien para juzgar la relación de nadie por lo que siempre había optado por no pronunciarse al respecto. Antes de abrir la puerta, se colocó un poco el cabello con la mano y se atusó el rubio bigote donde habían quedado un par de gotas del primer café de la mañana, apurado con prisas y cierta mala leche -Buenos días, señora Garden, ¿Puedo hacer algo por usted?-dijo antes de darle una fuerte calada al cigarrillo. -Buenos días, Iván, no quisiera molestarle pero no sabía a donde ir. Carl ha perdido los nervios y estoy realmente asustada. Cuando le he visto coger la escopeta de caza de encima de la chimenea e ir a buscar cartuchos, no me lo he pensado y he salido corriendo a la calle-contestó su vecina.de forma nerviosa y conteniendo el llanto. Iván se hizo a un lado para que pasara y cuando lo hubo hecho, se aseguró de cerrar la puerta con la cadena de seguridad. -No tiene usted nada que temer, señora Garden, intente tranquilizarse en lo que llamo a la policía. Estarán aquí en cuestión de minutos. -Pero yo no quiero denunciarle.Grito asustada y visiblemente incómoda la mujer.- Ha debido de ser un arrebato de rabia y seguramente se le haya pasado ya. Carl nunca me ha puesto una mano encima ni me ha amenazado. Es verdad que a veces pierde un poco los nervios conmigo y me grita, pero de ahí a que vaya a hacer una locura hay un buen trecho. -Señora Garden-dijo Iván.-En estos casos tan solo basta con la primera vez. No suele haber opción para repetir. Si ha venido aquí buscando refugio, está más que claro, que usted misma ha pensado que es capaz de mutarla así que no le de la oportunidad. Esto hay que denunciarlo y si no lo hace usted lo haré yo. Cada día veo sucesos de este tipo en las noticias y estoy convencido de que muchas veces se podrían haber evitado tan solo marcando un número de teléfono y pidiendo ayuda. Así que si no le importa-insistió con firmeza pero dulcemente- siéntese y trate de calmarse. Yo haré la llamada. Pocos minutos después, el coche patrulla que se acercó hasta la urbanización al recibir la alerta de la central, fue recibido a tiros por Carl, quien había visto a su mujer llamar a la puerta del vecino, un petulante divorciado que por lo que tenía entendido, solía cortar flores de otro jardín y, ya había destrozado más de un matrimonio. Pero él no se lo permitiría, antes de que le engañase con aquel pretencioso músico de la sinfónica de la ciudad, la mataría o los mataría a ambos. Justo en el momento en el que estaba llamando al timbre del vecino, se presentó la policía y de forma instintiva, reaccionó disparando contra el coche patrulla. Uno de los agentes respondió el fuego a través de la ventanilla alcanzando al celoso y homicida vecino de Iván en el cuello y en el tórax. Al abrir la puerta, tras la petición para ello que se escuchó por la megafonía del vehículo policial la señora Garden se arrojó sobre el cuerpo de su esposo llorando y gritando de dolor. El compañero del agente que había disparado, trataba de reanimar a Carl mediante un masaje cardiaco pero no se pudo hacer nada por él. Las dos certeras balas de nueve milimetros habían cumplido con su cometido. El médico del SAMUR que llego rápidamente depues de que se avisará a la ambulancia desde el radio patrulla, tan solo pudo certificar la defunción. Ivan contempló todo aquello horrorizado y curiosamente pensó para si, "Que putada, me estaba encantando esta versión. Cuando pase el jaleo, volveré a ponerla desde el principio y me tomare otro café".
Erase una vez un gato extremadamente sensible y enamoradizo que arrastraba su melancolía por los tejados y los callejones de la ciudad. Erase una vez un triste gato negro que habiendo muerto de amor en seis ocasiones, conoció a una preciosa gatita de mirada tierna y dulce y de irresistible y amplia sonrisa, que le acarició el alma con su femenino y adorable maullido y, sabiendo lo que le esperaba si sucumbía de nuevo a ese sentimiento tan hermoso como destructivo, saltó sobre la azotea donde ella habitaba y pensando bien las consecuencias del primer beso, se dijo a si mismo: de algo hay que morir.
Este cuentecito inspirado por algo tan romántico y tan poético, como es morir de amor y, por algo tan bello y tan común, como es un gato, es un regalo para mi amiga Carolina Cubero Millán, la humana que convive con el gato de la foto que encabeza la entrada. Y también la poseedora de una sonrisa tan hermosa y especial como la de la gatita que sin haberlo previsto, arrastra a la muerte al gato del cuento. A mi aún me quedan seis vidas.
El purgatorio 23 de noviembre de 2017 Hola a todos: disculpad la tardanza en escribiros pero desde que he llegado aquí, he estado muy liado. Todavía me angustia un poco tener que pagar la renta de esta habitación, pero tengo muy claro que no puedo permitirme otra cosa y no quiero volver a escuchar eso de que vivo por encima de mis posibilidades. Para empezar porque ya no vivo y por eso mismo, me jodería que también me reprochasen el morir por encima de mis posibilidades. Imagino que cuando señalen la fecha del juicio final y mi defensa intercesora alegue los eximentes que han acompañado a todos mis pecados, obtendré la absolución y con ella el visado al paraíso. Esta habitación es estupenda pero me voy a dejar en el pago todas mis buenas obras y tampoco es que tenga demasiadas en la caja de ahorros de la conciencia. Pasaré una temporadita muy apurado pero por lo que tengo entendido, esto del calentamiento global, lo de los incendios,la multitud de desastres naturales que asolan el planeta e incluso las declaraciones unilaterales de independencia, son claros avisos de que a la corte celestial ya le vencen los plazos del recurso que interpuso Jesucristo en su día. Ese recurso con el que pretendía redimirnos está a punto de prescribir y, en breve se abrirán los cielos y los coros de ángeles, serafines y querubines anunciarán las citaciones por orden alfabético. Yo me he anticipado y me he venido por delante a ver a los mios que llegaron antes que yo y han sido ellos los que me han buscado esta habitación con vistas. ¡Cómo sabe mi padre que me encanta salir a fumar al balcón! Está muy bien esto de que en el purgatorio se pueda fumar. Que bastante jodido es ya de por si que no te dejen aparecerte de vez en cuando por el mundo de los vivos para tomarte un gintonic. Lo tienen muy controlado y si te pillan haciendo una escapadita sin pasaporte, te envían directamente a esperar en el averno.Y, por lo que me ha contado Dante, aquello es insoportable. Además, como muestra del castigo infernal y para avisar de lo que te espera si te condenan allí unos milenios, el bueno de Lucifer ha instalado un hilo musical en las salas de espera del infierno, donde se repite en bucle la canción del verano. Hay que ver que mala baba tiene el ángel caído.Por algo Dios padre lo echó de los cielos. Mientras me fumo un pitillo(bajo en nicotina aunque ya de igual)en el balcón,me entretengo con las fenomenales vistas al paraíso. Anda que no sería una triunfada que la corte celestial me concediera además de la libre absolución el derecho a elegir residencia en el paraíso. Desde aquí se ven unas urbanizaciones estupendas a la derecha del padre. Una de ellas por lo que veo tiene campo de golf y todo. Claro,como aquí no hay que preocuparse de las sequías, está el campo verde, verde. Viéndolo , me apetece horrores tumbarme desnudo en el Green a beberme una cervecita. Se conoce que los promotores inmobiliarios de esta zona han hecho unos buenos estudios de mercado para ver con qué puede recompensar Dios padre a los que se han ganado el perdón y la vida eterna a su derecha.Pues ¿no estoy viendo unas playas enormes de blanca arena y llenas de chiringuitos donde todo es gratuito, hasta las paellas? Y que camareras ¡Válgame la virgen! Vaya, creo que mejor miro para otra parte porque si no voy a pecar de pensamiento y obra, que me conozco. Estoy deseando asomarme esta noche, que seguro que aquí se ve una luna estupenda y un cielo estrellado de caerse de espaldas. El casero es San Pancracio, patrón de la salud y del trabajo. Sé que tengo que abonar en las fechas indicadas en el contrato, que si no, van a empezar los recargos y las sanciones y se me va a encarecer en exceso la renta. Y mira que me porté bien en vida.Bueno, algo mentirosillo y un pelín vanidoso, pero nada del otro mundo. Nunca cometí pecados mortales. Lo mio era lo venial y lo capital. Puede que a veces me dejase llevar por la ira y en más de una ocasión me pudo la gula y en más de dos, la lujuria; pero lo compensé comportándome lo mejor posible con la gente de mi entorno e incluso hice buenas acciones ayudando a desconocidos. No fui precisamente la Madre Teresa, pero hubo muchas lágrimas en mi funeral, que lo recuerdo perfectamente. La gente me quería y eso será por algo. Bueno, voy a pegarme una duchita. La faena es que no tenga baño propio y me toque utilizar el compartido que hay en el pasillo pero claro,con balcón y baño propio se me escapaba de presupuesto. Eso es para beatos y jerarcas de la Iglesia.Me han dicho que nada de salir con una toalla a la cintura, que puedo llevar a pecar a compañeras y compañeros de la pensión y les haría una buena putada.Yo no tengo la culpa de que Dios me hiciera bajito pero hermoso.Vaya, otra vez pecando de vanidad. No estoy yo para seguir acumulando infracciones de cara a la vista. Os dejo. ya os contaré cuando nos veamos por aquí, que mucho me temo que va a ser antes de lo que os pensáis. Sed buenos y no metáis la pata que aquí no se andan con bobadas y si te mandan al infierno, además de escuchar una música de mierda para toda la eternidad, te puede tocar compartir caldera con alguien que te caiga fatal. Y eso sí que no. Hasta ahí podíamos llegar. Os quiere y os echa de menos. El autor.
No tiene sentido que me lo vuelva a preguntar. No necesito saber donde estabas entonces. Lo importante es que ya estás aquí. Y te necesito más que nunca. Poco satisfecho del principio de su misiva, se levantó dejando la estilográfica sobre la mesa y se sirvió un whisky escocés con mucho hielo. Aunque tenía su dirección de correo electrónico y su número de teléfono, se inclinó por escribirle una carta de las de toda la vida; de las que permiten al destinatario apreciar la verdadera importancia y la pasión del mensaje por la fuerza del trazo, por lo esmerado de la caligrafía y por lo deliciosamente obsoleto del canal escogido. Alguien escribió que una lágrima no podría borrar nunca la tinta de un email. Lo que no llegaron a escribir, es como convertir las lágrimas en la tinta necesaria para dar con la palabra adecuada, para construir la historia adecuada, para conseguir la novela perfecta. Puede que nadie lo hubiese escrito porque la perfección jamás nacerá de una lágrima. Durante muchos años ha engañado su inspiración con amor de contrabando, adulterado con cariño arrabalero. Un amor como el de los tangos que se cantan en las más oscuras tabernas al abrigo de licores prohibidos, a la sombra de mujeres tan prohibidas como los licores pero aún más deliciosas y tentadoras. Esas mujeres que bailan apretando sus cuerpos contra la desesperación de hombres que dudan entre sacar la navaja o sacarlas a ellas, a bailar una pieza más.Aunque el bandoneón interprete melancólico la fatal despedida. Por eso sus textos nunca llegaron a emocionar del todo, a conquistar del todo, a perpetuarse del todo. Sus textos perdían el compás y arrastraban cada paso a contratiempo, pisando a la pareja de baile. Pero un día apareció ella, aceptando con una hermosa sonrisa y exquisita gracia, su ofrecimiento a salir a la pista cuando sonaron los primeros acordes de un famoso tango de Gardel y, con la armonía de sus movimientos, desplegó ante él un muestrario de sentimientos y de necesarias verdades que se convirtieron en las páginas de una novela que le iluminó el camino de vuelta a esa corrección que solo encontró en la perdida Ítaca. Bailando, junto a él, aquella enigmática y preciosa mujer de cabello oscuro y ensortijado, caderas hipnóticas y risa fresca, irradió sobre él la luz que hacia tiempo se había apagado, dejando su alma y su creatividad en tinieblas. Después de aquel primer baile con ella, supo que nunca volvería a acompasar sus latidos con los de nadie,de la misma manera que lo hizo aquella noche. Y que ya no querría bailar nunca con ninguna otra mujer. Con nadie que no bailase como Berenice. Con nadie que no hablase directamente a su alma, como Berenice. Que no oliese a futuro, con el agradable aroma de Berenice y que no plantase en el interior de su pecho las semillas del texto definitivo, como hizo Berenice. Supo en el acto, que Berenice era la musa por la que llevaba suspirando desde que aprendió a sostener un bolígrafo y desde que empezó a emborronar los primeros folios con poemas infantiles y con cuentos amables y de finales imposibles. Supo que Berenice era el sentido de su búsqueda, su faro en Ítaca y su ansiado y merecido descanso, al alcanzar lo prometido junto a ella. Apuró el escocés destilado de malta de un único trago y tomando de nuevo la estilográfica, comenzó una nueva epístola. Esta vez la encabezó con el acierto con el que necesitaba escribirle que supiese que había comprendido que sin ella, solo sería el que fue pero no el que podría ser, bajo ningún concepto sería el que quería ser y jamás llegaría a ser el que necesitaba ser. Sin ella, tan solo seria una borrosa sombra de él mismo. Gracias, Berenice. Gracias por ser quien eres y como eres. Gracias por compartir tu tiempo conmigo. Puede que no te hayas dado cuenta aún, pero todo ha cobrado sentido al conocerte. Todo ha dejado de doler al conocerte y todo ha renacido en mi yermo y vejado corazón al conocerte. No te vayas nunca de mi, no permitas que vuelva la oscuridad, no me condenes a una vida sin ti. Déjame amarte. Permíteme regalarte cada segundo de mi vida, de mis vidas, de todas ellas, de cada una de ellas. Comprende que me rinda a tu esplendor y que no pida tregua, porque sé que no la merezco, ya que tan solo puedo quererte más que a nada y a nadie porque ya no hay nada ni nadie mas para mi.Solo tu. Solo eres tu, solo vives tu, solo aspiro a ti. Gracias, Berenice. Al cerrar el sobre y escribir destinatario y remitente, supo que en el interior del mismo, junto a los folios bien doblados, viajaría una gran parte de su alma. porque el alma, también había elegido a Berenice. También quería ser con ella y para ella. Dejó la carta en la bandeja de las llaves, sobre la mesita del hall y volvió a su lugar de trabajo, a su trinchera literaria, al puesto que le correspondía por derecho. Encendió un cigarrillo y saboreando la primera calada, abrió un nuevo documento de word y lo tituló Encontrarte.
Resulta que te escondías ahí, en Matrix. Y yo buscándote por las calles de mi ciudad. Resulta que ni tan siquiera te escondías, solamente se trataba de mi incapacidad para verte con los ojos apropiados y distinguirte entre ceros y unos,unos y ceros. Al igual que Neo o Morfeo, tienes un nombre virtual, al que respondes cuando se te pregunta si no eres más que una ilusión o si realmente existes. Y si que existes, de lo que me alegro una barbaridad. Aunque aún pertenezcas a esa matríz global que es la red donde todos nos conectamos. En uno de tus primeros mensajes te dirigiste a mi, irónicamente como "hombre sin nombre" y lo tengo, claro que lo tengo. Tengo muchos y adoptaré sin problema aquel que te resulte más cómodo de pronunciar. A ser posible, aquel que vaya ligado a lo que siempre he sido aunque haya tratado de reiventarme una y otra vez y hacer de mi lo que todos querían que fuese, dejándome el alma por el camino. Pero desde hace muy poco, una brillante y cálida luz me guia y me hace ver que soy el que soy y seré siempre el que soy, aunque me cueste acostumbrarme a dejar de ser el que otros quieren que sea. Esa luz me ha mostrado que existe un equilibrio entre el alma y el cerebro y que el corazón es el músculo que nivela esa diferencia de alturas para que el perfecto engranaje produzca segundos, minutos y horas de simbiosis entre la vida y lo que espero de ella. Mi corazón es mio y jamás volveré a entregárselo a nadie para que lo pisotee o lo reviente contra la pared de la mentira. Si me desprendo de mi corazón, ya no sentiré, no amaré y no seré capaz siquiera de añorar el pasado que se fue y anhelar el futuro que vendrá. Pero lo que si que estoy dispuesto, es a compartirlo con la persona adecuada y a dejar que lo disfrute a voluntad. Porque compartir es amar. y partir, morir un poco. Y no volveré a partir. No volveré a alejarme de mi mismo porque ya sé a lo que lleva ese camino. Y no volveré a recorrerlo. Ahora me espera un especial y metafísco camino, el buen camino, el camino que debo recorrer solo, aunque estoy deseando que me acompañes durante algunas de las etapas Ha sido un verdadero lujo encontrarte y no ha sido casual, ha sido causual. Todo en este universo tiene una causa y su posterior efecto Todo. Bienvenida a mi mundo. Pasa y ponte cómoda.
Desde que volví de aquel viaje en el que se me permitió adquirir billete de ida y vuelta, supe que ese billete de vuelta estaba condicionado a algo, a hacer algo a participar en algo, a ayudar en algo. Pero llevo más de tres años y medio dándole vueltas en la estación y aún no sé que es eso por lo que se me permitió regresar. Y despertar. Y poder escribir. Ayer se me aclararon un poco las ideas. Mi buena amiga, Elena Parrilla, es una mujer muy comprometida con la realidad en la que habita y con su género. Yo la llamo cariñosamente "ojos de musgo", pues tiene unos ojos verdes y cálidos que miran desde una aterciopeladas distancia. Elena pertenece a la organización Amnistía Internacional, donde participa muy activamente como coordinadora para el área de derechos de las mujeres, menores y diversidad afectivo sexual, de esta organización en Castilla y León. Este fin de semana Elena ha organizado unas jornadas de encuentro sobre la campaña global de A.I. de 2017 y 2018 que lleva por nombre, "Valiente" y que nos presenta a personas defensoras de los derechos humanos y que no temen arriesgar su integridad física y su trabajo, comodidad y seguridad en pos de ejercer esa defensa. Elena me invitó a participar de estas jornadas y a conocer de primera mano una realidad que diariamente me encuentro al abrir un periódico o al encender la televisión pero que siempre me ha parecido que aunque existía, estaba lejos de mi. Y no lo está. Está mucho más cerca de lo que creía. Hace poco más de tres años y medio, la vida me enseñó que las cosas pasan y no solo les pasan a los demás, te pueden pasar a ti. Y ayer asistí a un encuentro en el que mujeres de diferentes partes del planeta me contaron su lucha, sus circunstancias y cómo les ha cambiado la vida al tener que abandonar su zona de confort. Eso las que tuvieron la suerte de haberla disfrutado en alguna ocasión porque hay millones y millones de personas por todo el mundo que ni saben lo que es eso, confot. Ayer me di cuenta durante las diferentes charlas y ponencias, de que he sido un privilegiado y de que pese a lo dura que pueda pensar que ha sido la vida conmigo, en realidad he sido siempre un tipo muy afortunado y no puedo quejarme en absoluto. Hubo un tiempo en el que participaba semanalmente en espacios de radio y televisión y publicaba a diario artículos y crónicas en diferentes soportes. Y lo consideraba duro e incluso a veces se me hacía antipático y pesado. Pero ayer conocí a una periodista amenazada de muerte por realizar su trabajo, que me habló de otras muchas mujeres que han llegado a morir tiroteadas, ahogadas o torturadas por tratar de denunciar públicamente las realidades que tipos como yo, desde la comodidad y el calorcito de su zona de confort, se niegan a ver. Ayer puede hablar con Alba Teresa, una refugiada colombiana que tuvo que abandonar su país, su familia y su vida en Colombia para no perderla y pasar a formar parte de la larga lista de mujeres y hombres que han perecido en un conflicto que ha durado demasiados años. Ayer escuché de ella una frase que apunté rápidamente en mi libreta y que me dejó muy claro la clase de persona ante la que me encontraba: "es mejor ser con miedo, que dejar de ser por el miedo". Hubo muchos y muy interesantes testimonios de personas comprometidas con las injusticias y las miserias que asolan a este planeta y que se dan en cuerpo y alma para tratar que TODOS podamos superar lo adverso, lo que TODOS estamos generando sin apenas darnos cuenta. Por la tarde, en una brillante y muy acertada exposición, la activista y trabajadora de Greenpeace, Mónica Parrilla (hermana gemela de mi amiga Elena y a quien ya puedo llamar también con orgullo y cariño, amiga)nos habló de cómo hace alrededor de 40 años un grupo de enamorados del planeta se embarcó en un velero y puso rumbo hacia una isla donde EEUU iba a realizar unas maniobras nucleares, con el firme propósito de detenerlas. Todos o casi todos los que amamos la naturaleza, conocemos la historia de Greenpeace. pero lo que no conocemos, es que la idea de aquella aventura fue de una mujer, que otra mujer peleó para conseguir los fondos y la infraestructura necesaria para aquel viaje, que otra mujer diseñó el logo de la bandera de Greenpeace y que otra activista en la sombra, convirtió su hogar en una emisora de radio para informar al mundo de las peripecias de aquel viaje. La mayoría de los amantes de la naturaleza no sabemos que aquellas mujeres no formaron parte de la tripulación de aquel barco porque los aguerridos y solidarios activistas que embarcaron con tan loable misión, no les permitieron subir a bordo porque las mujeres traían mala suerte en los barcos y además "aquello era cosa de hombres". Ayer vi a mujeres campesinas defender su derecho a trabajar la tierra y a dejarse la piel cada día entre los surcos, igual que un hombre. En ningún momento nadie dijo ayer que se hiciera mejor que un hombre. Todas, todas estas valientes reivindicaban su derecho a luchar y sufrir, a arriesgar y posiblemente a perder, pero en iguales condiciones que los hombres. Mi padre me educó en el respeto a la mujer y mi familia es un matriarcado donde mis tres hermanas se han convertido en tres pilares básicos para que esto no se venga abajo. Pero yo he crecido en un entorno sociológico que me ha condicionado como al resto de mi generación y sin darme apenas cuenta, he contribuido con mis actos y con mi forma de expresarme a relegar a la mujer a un eterno segundo puesto. Siempre he escrito que soy un tipo tremendamente enamoradizo y es cierto. Desde los quince años he pasado de una relación a otra, de un fracaso a otro, de un amor empírico a otro pero creo que todo eso ha servido para abandonar la idea peregrina de que solo una mujer podrá hacerme feliz y aprender de una vez que soy yo, yo mismo, el que debo luchar por mi felicidad y no depositarla en manos de nadie, de hombres ni mujeres. Si después de conseguir encontrar mi propia luz, quiero compartirla con alguien, será estupendo pero no puedo pretender que mi luz brille más, apagando la de otra. Y he encontrado una luz que brilla una barbaridad pero brilla precisamente por eso, porque no pretende otra cosa que ayudarme a ver la potencia de mi propio faro, de mi brillo de mi luz. Todos conocemos a alguien valiente que ha decidido luchar por el conjunto de la sociedad. Y hay muchas formas de hacerlo. Yo creo haber encontrado mi lugar en la batalla y mi trinchera sera la cultural, esforzándome porque todas las personas, sin importar género, raza, credo o condición, accedan a las enseñanzas que nos han legado nuestros antecesores y a lo que muchas personas inspiradas por verdades universales quieren compartir con los demás. Y los que ahora siguen peleando calando la afilada bayoneta de la música, arrojando granadas de versos y textos y disparando pintura y escultura, son los mejores soldados en esta batalla por los derechos. Y aquí os dejo a una valiente rapera musulmana que con su música y su lucha diaria, expone su vida a aquellos que matan en el nombre de la sinrazón y a aquellos que creen firmemente que las vidas de sus niñas los pertenecen. Espero que os guste. YO ME QUITO EL SOMBRERO. Puede que hablar de esto, sea lo que tenga que hacer. puede que ayudar a tomar conciencia de esta realidad universal, sea el importe de mi billete de vuelta. Puede.
Es cierto, los pájaros son libres y él, movido por la absoluta certeza de que había encontrado a la compañera que llevaba buscando todas sus vidas, ignoró algo tan básico como eso. Hay personas que como los pájaros, no han nacido para vivir enjauladas, por muy bonita o agradable que sea la jaula. Él aprendió a no esperar nada de ella, al menos nada que ella no quisiera darle. Aprendió que si ella decidía compartir algo con él, tendría mucho más valor que si lo hiciese cualquier otra persona porque si se lo daba, sería porque quería hacerlo libremente y de todo corazón. Por eso no habría dobleces, mentiras, engaños ni intenciones ocultas. Lo que le diese sería algo completamente puro. Un generoso regalo nacido del alma y limpio de cualquier otra cosa que no fuese cariño. También aprendió que ella no necesitaba que se amoldase a su estilo, a sus gustos o a sus necesidades. Ella apreciaría mucho más que fuese él mismo y no tratase de convertirse en lo que ella pudiese esperar de un hombre. Que mirase por él y se esforzarse en construirse la personalidad para él mismo y no para nadie más, porque si se construyese para una mujer particular, le estaría entregando un arma de manipulación salvaje que se convertiría en un bucle sin fin en el que perdería la dignidad, el orgullo y la propia esencia personal. Precisamente esa generosidad espiritual y esa corrección emocional, era lo que más le atraía de ella. Sabía que había encontrado a una persona con la que se llevaba cruzando durante muchas vidas a lo largo de docenas de siglos y en esta ocasión, la había reconocido de la forma más inocente y sin haberlo buscado, por eso no quería que volase lejos de él pero tampoco quería cortarle las alas y bajo ningún concepto pretendía encadenarla a él. La vida da muchas vueltas, demasiadas y hay que agarrarse bien en cada curva. El destino es tan juguetón como caprichoso y todos, absolutamente todos, participamos de esta eterna espiral de identidades, cuerpos y crisálidas existenciales. Hoy él es un hombre de cabello claro y mirada huidiza pero hace ya demasiado fue una mujer de talle estrecho y sonrisa reluciente: mientras ella fue un legionario romano con el que se topó en Mérida Augusta y hoy es una mujer preciosa de cabello oscuro y caderas perfectas. La muerte tan solo es un cambio de registro y nunca nos vamos del todo, solo es un hasta luego. Enseguida volvemos, en otro lugar y en otra apariencia pero volvemos. Y él sabía que ambos estaban destinados a encontrarse durante muchas vidas y a llegar a quererse en alguna de ellas. Pero sin ataduras ni compromisos. Solo amor. Sin ponerle nombre ni fecha de caducidad.