martes, 1 de noviembre de 2016

Una buena mano

Soy un tahur emocional, que cabalga de pueblo en pueblo buscando la partida perfecta en el "saloon" adecuado, en ese en el que los pianistas nunca reciben balazos en la espalda.
Acostumbraba a sentarme a jugar mis naipes intentando ganar el corazón de las jugadoras con las que compartía tapete, pero generalmente era yo quien salia sin un centavo en la bolsa de mi alma.
Siempre sabían cuando estaba faroleando o cuando llevaba jugada. En mi rostro, en la expresión de mis ojos y en el temblor de mi barbilla,se podían leer las cartas. 
Nunca se me dio bien hacer trampas. Jamás supe esconder ases en la manga ni marcar barajas. Quizás, porque siempre he pensado que los besos no se roban y que no hay nada más triste que el que te sorprendan en un movimiento de seducción ilegal.
Era un tipo asustadizo al que solían echar para atrás,  con las apuestas fuertes de amor sin reservas. 
Un guiño de ojos, una sonrisa bonita, un "all in", arrojando sobre la mesa todas las caricias restantes. Eso era más que suficiente para que no me atreviese a cubrir lo apostado y abandonase el local sin un mísero dolar de orgullo.  Salia por la puerta sin mirar atrás, olvidando mi sombrero y mi revolver con las prisas en el guardarropa  y picando espuelas para alejarme al galope de aquella jugadora que  había sabido llevarme al límite, haciéndome llorar como un chiquillo.
Nunca tuve la mano perfecta, nunca descubrí la jugada capáz de hacerme feliz, pero estoy obligando a la suerte a que comience a trabajar para mi.
No voy a volver a poner todas las fichas blancas de la ilusión sobre el tablero de la posibilidad. No voy a pedir que me amen con la última carta. Ahora empiezo a quererme desde el "flop", creo en mis habilidades en el "turn" y empiezo a arrasar con mis capacidades en el "river".
Me he convertido en un buen jugador y se está empezando a hablar de mi con respeto entre todas las que han hecho de este juego su medio de vida.
Voy a encontrar a la jugadora perfecta, a la que enseñar todos mis trucos y con quien compartir las ganancias. Voy a amanecer con ella en una playa, donde la brisa del mar no podrá derribar ese castillo de naipes en que se covirtió mi esperanza y voy a renacer en sus brazos, desarmados del peligroso "Derringer" de falso amor que dispara  munición de mentiras.
Quiero jugarme con ella todo el amor que me queda y sé que aunque mis últimos sentimientos pasen de la bolsa de mi alma, al monedero  que guarda en su escote, no será perder, sino todo lo contrario.
Quiero que nos desplumemos el uno al otro entre abrazos, esa será realmente, una buena mano.

domingo, 30 de octubre de 2016

Como el buen Jazz





Este concierto que es mi vida ha estado lleno de acordes disonantes, de lineas melódicas confusas y de cadencias desafortunadas.
Generalmente suele interpretarse en modo menor, aunque a veces llegan impresionantes pasajes en modo mayor que consiguen darle un aire triunfal a la sinfonía existencial.
Norman Mayler escribió que los tipos duros no bailan y yo siempre lo he seguido a rajatabla, permitiéndome tan solo salir a la pista en algunos momentos de locura, generalmente con la pareja de baile equivocada. Pero entonces distinguí tu leit motiv por encima de todo el ruido que bombardeaba mis oídos y sin duda ha sido lo más hermoso que he escuchado nunca y seguramente no vuelva a escuchar una música tan llena de vida, de dulzura y de contagiosa ilusión.
De un tiempo a esta parte, lo que más disfrutaba de cada partitura eran los silencios. Cuando me sorprendiste con tu virtuosa presencia, decidí que nunca más querría escuchar otra interpretación que no fuese tuya, ni otra composición que no llevase tu fuerza y tu magia en cada compás.
¿Y qué es música? me preguntas solfeando las palabras con tu voz clara y azul. ¿Qué es música,preguntas? Música eres tu.
Voy a sacarme un abono para todos tus conciertos, voy  a romperme los dedos, llevando el ritmo que marques en cada compás y me voy a tatuar por todo el cuerpo el pentagrama donde se describe tu belleza.
Quiero taratearte hasta la saciedad, no quiero silbar otra cosa que no seas tu.
Prometo afinar para no mancillarte. Te juro que siempre que maulle y ronronee al oler tu perfume, lo haré a golpe de diapasón.
Me ocuparé de que cuando se reunan los lobos y los perros para aullar a la luna en comunión , lo hagan a tres voces, dignificando tu bendita armonía.
Corcheas, blancas, negras, fusas y semifusas, da igual como te escribas pero siempre te me presentas en clave de sol. 
Eres sol, eres luz, eres las notas más hermosas y me quiero inundar de tu esencia.
No sé que compositor celestial ha sido capaz de escribir algo tan divino como tu, pero en el momento en el que lo descubra, me uniré a la orquesta que es su iglesia.
Trabajaré duro, ensayaré y practicaré con tesón un día tras otro, hasta que mi ejecución sea por lo menos aceptable y me pidas que interpreté algo para ti.
Esta es mi forma de decirte con mi torpe y difuso jazz, que soy feliz queriéndote.
También te lo puedo cantar por rumbas alegrías y bulerías o convertirlo en una muñeira y tocártelo con mi gaita.
 

 



sábado, 29 de octubre de 2016

Herencia cervantina



Como vallisoletano que soy, reconozco parte del legado de don Miguel de Cervantes en la corrección con la que se habla el castellano en mi ciudad, ciudad en la que también residió el “manco de Lepanto”. Los vallisoletanos nos preciamos de hablar el mejor castellano del mundo y sinceramente creo que el haber leído desde niños a Cervantes, ha influido notoriamente en ello.
Don Quijote se me presenta un personaje atemporal. Siempre habrá sitio en la humanidad para los caballeros andantes que influidos por la lectura de pasados actos heroicos, apuesten por enfrentarse a las injusticias que campan a sus anchas por el planeta, aún a riesgo de ser tomados por locos.
La vida me ha llevado a ser armado caballero por mis lectores y a ellos me debo y por ellos pico espuelas con la lanza en ristre, mientras cargo contra una infinidad de gigantes disfrazados de molinos, listas del paro, corrupción, violencia de género y  terrorismo. La brujería los ha permitido adoptar muy diversas formas. Prometo no desfallecer en mi empeño y conseguir rescatar de todo mal a mi Dulcinea del Toboso, que oculta su inmortal belleza y encanto, tras otro nombre más mundano y actual.
Mis textos se sumarán a los de otros muchos caballeros que no temen entrar en combate para desfacer entuertos armados solamente con una pluma o un teclado.
La palabra es el arma más poderosa y no habrá sortilegio ni encantamiento capaz de doblegarme en singular combate, mientras la esgrima limpia, afilada y correcta.
Puede que vuelva a ser derribado de mi montura y puede que mi cuerpo maltrecho y dolorido, no resista demasiados lances ya. Pero con fuerza y honor, alcanzaré el triunfo de la razón y  un día recibiré el beso de aquella que me ha hecho desear ser la mejor persona posible y que me ha inspirado, me inspira y me inspirará, los textos y los versos más hermosos.


miércoles, 26 de octubre de 2016

Vis a vis

No ha sido nada fácil, pero al final lo hemos conseguido.
Ella tiene derecho a un vis a vis íntimo al mes  pero claro, solicitándolo mediante una estancia y adjuntando demasiado papeleo.
No ha resultado nada fácil homologar el Documento nacional de identidad de Nunca Jamás. Al ser extra comunitario me ha tocado hacer mil papeles y tirar de contactos en las altas esferas. Demostrar que convivo con ella, tampoco ha sido sencillo. La casa-árbol donde vivimos, se edificó en terreno rústico y no consta en el registro de la propiedad inmobiliaria, por lo que me ha tocado chantajear a un notario que de vez en cuando le pasa información confidencial sobre ciertos clientes a Garfio, a cambio de Grog gran reserva para sus fiestas privadas.
Ha llegado el día.
El funcionario ha revisado que los alimentos los he comprado en el economato de la cárcel y, no ha puesto objeción a las sábanas de raso que he traído de casa, las sábanas que nos regaló su madre hace ya unos cuantos siglos.
Campanilla está cumpliendo condena por mi culpa y lo que el funcionario no sabe , es que en el salero, ocultos bajo una gruesa capa de sal Maldon, he metido de contrabando unos pocos polvos de hadas,los suficientes para que pueda volver a volar y salga de aquí.
Yo creo en las hadas, si creo, yo creo. 
Como era lógico me han requisado el cuchillo y un funcionario me ha metido en un cuartito donde me ha despojado del gorro, el jubón y las calzas para proceder a un registro completo. No sé que esperaba que tratase de pasar oculto en cierto orificio, pero al menos ha tenido la delicadeza de susurrarme palabras bonitas mientras procedía a su inspección.
Me han dicho que llegará en un par de minutos y que tenemos hora y media antes de que los funcionarios vuelvan a buscarla. Tengo el tiempo suficiente para amarla una vez más y para cubrir sus alitas con los polvos que le devolverán la libertad. Si me sobra algún minuto, antes de salir volando, aprovecharé para decirle lo enamorado que estoy de ella, lo extremádamente hermosa que me parece y lo increíblemente perfecta que es. Debe quedarle claro que creo en las hadas pero por encima de todo y de todos, creo en ella.
La celda preparada para este tipo de visitas es de todo menos romántica. Siento no haber traido unas flores y unas velas. Al menos está limpia. El colchón parece bastante aséptico.
Lo único que me va a joder un poco es tener que abandonar aquí mi cuchillo, es un regalo del jefe indio pero bueno, más se perdió en Cuba y vinieron cantando.
Ahí llega ya, por lo que veo ha conseguido que la respeten, sigue estando preciosa y su sonrisa y sus ojos al mirarme, siguen transmitiéndome lo que me transmitieron el día de verano en que que la conocí, en aquel jardín encantado.
Parece que fue ayer, pero han pasado muchos años, muchos niños perdidos y muchos combates con Garfio. Es cierto que hubo alguna sirena que casi me confunde y que cierta piel roja estuvo a punto de dar al traste con todo, pero si soy completamente sincero, he de decir que nunca he conocido a nadie como ella y que sé que nunca conoceré a nadie así; es absolutamente perfecta. Guapa, cariñosa, buena, inteligente, culta, amante de los animales y de los niños,incluso de los que nunca se han perdido. Yo me perdí una vez, pero ella me ayudó a encontrar el camino de vuelta a todo.

martes, 25 de octubre de 2016

Que veinte años no es nada...

-Intenta no moverte y presiona fuerte la herida. Sobre todo no cierres los ojos, no te duermas.-grita ella mientras recarga la recortada, por si el policía del megáfono ha mentido con lo del médico a cambio del primer rehén.
 -Un balazo en el estómago es más efectivo que un gramo de MDMA regado con Red Bull - contesta él, con algo parecido a una sonrisa en la boca.
Nadie sabe como han llegado tan pronto los periodistas, pero la televisión local ya está emitiendo en directo el atraco a la gasolinera de  Repsol, de la Avda de Salamanca; en el que los dos atracadores, sorpendidos in fraganti por la policía nacional, se han atrincherado en el interior con media docena de rehenes. Un negociador de la policía ha prometido asistencia médica para uno de los atracadores, a cambio de la liberación de rehenes. Hasta el momento, el balance del fallido atraco, es de un empleado de la gasolinera herido de gravedad,un policía muerto en acto de servicio y uno de los atracadores abatido por disparos de la policía.Para una ciudad como Valladolid, donde nunca ocurren estas cosas, los sucesos acaecidos en la gasolinera, son más propios de una película que de la realidad cotidiana de la urbe.
-Cariño, tenemos que hablar- El malherido atracador sabe que la suerte está echada y no quiere dejarse nada en el tintero, por lo que reune las pocas fuerzas que le quedan para decirle a su chica lo que necesita decirle.
Tiene que esforzarse en gritar, porque  las sirenas y los ruidos que llegan del exterior, amortiguan el hilo de voz que le sale al abrir la boca.
-Seguramente te va a sonar ñoño o pastelosísimo, pero no es que crea que te quiero, es que sé que te quiero. Esta frase no es mía, se la he leído a un bloguero, pero describe perfectamente lo que deseo decirte. En mala hora decidimos atracar la gasolinera, si no tenemos ni puta idea de hacer estas cosas. Yo no soy más que un actor aficionado que pensó que imitando a James Cagney o a Marlon Brando y enseñando la recortada que nos prestó mi primo,el gasolinero se cagaría de miedo y me llenaría la mochila con la recaudación de la semana. Tu eres auxiliar de clínica y puericultora. Ninguno somos delincuentes pero como dicen los verdaderos delincuentes, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y esta es la única  y absurda solución, que se me ocurrió para sanear las cuentas. Pero para esto, como para todo hay que valer. Nunca quise hacerle daño a nadie pero las cosas estan saliendo jodidamente mal. Se me han ido de las manos, como el sueño de una vida feliz a tu lado. Perdóname, mi amor, lo que más lamento es no haber llegado a tener hijos contigo, sé que hubieses sido la mejor de las madres.-
Con la última palabra, apenas inteligible, el disparo recibido alcanza su cometido y, el atracador siente como las fuerzas le abandonan para siempre.
Ella le toma entre sus brazos depositando la escopeta en el suelo, momento que los rehenes aprovechan para salir corriendo por la puerta principal y justo cuando comienza a besar por última vez la boca que siempre le dijo las palabras más hermosas, la policía entra por ventanas y puertas, encañonándola y pidiendo a gritos que se tumbe en el suelo con las manos sobre la cabeza.
Tras un mediático proceso, la única detenida en el atraco a la gasolinera vallisoletana, al haber fallecido su compañero, es condenada a veinte años de prisión, sin posibilidad de recurso ni reducción de condena.
Ella sonríe, pensando en que en la cárcel encontrará facilmente la forma de reunirse con él, mucho antes de cumplir esos veinte años. A él siempre le gustó Gardel y era Gardel quien cantaba que veinte años no es nada.
A veces la vida no es más que un estorbo para el amor.




domingo, 23 de octubre de 2016

Siempre juntos. V¿ES?

Te fuiste en medio de la noche, sin dar un ruido. Fuiste siempre tan discretito y tan comedido, que hasta en tus últimos momentos, no quisiste montar jaleo y preferiste no llamar la atención.
Que diferentes éramos en eso.
Cuando llegué a este hogar, ya estabas allí. Era tu territorio y tu manada y con gran hospitalidad, me permitiste instalarme junto a vosotros. Los gatos somos muy territoriales. Si yo hubiese tenido tu tamaño y tu fuerza y alguien de mi tamaño hubiese tratado de meterse en mi territorio, se habría ido con un par de recuerdos en el lomo y un poco de cirujía ocular.
Eras un perro y yo soy un gato, pero me abriste tu corazón y por encima de las diferencias entre especies, fuiste el mejor de mis amigos, mi protector y mi guia.
Me enseñaste a respetar a los miembros de la manada, a obedecer las decisiones del líder, a proteger y ayudar a la hembra madre y a cuidar de los cachorros.
Me enseñaste también, cual era mi lugar en el grupo y favoreciste siempre mi presencia en él, disculpando mis errores y camuflando mis carencias sociales.
Los humanos se empeñan en que los perros y los gatos tenemos que ser enemigos pero la verdad es que no tienen ni puta idea.  Muchas veces en la variedad está la diversión y las diferencias lejos de ser un problema, nos enriquecen.
Aprendí mucho de ti, Sinva. Compartiste conmigo el amor de tu manada y me hiciste sentir el gato más feliz del universo.
Ahora ya no estás y el líder trajo esta jarrita con tu olor, donde introdujo tu collar y parte de las cenizas que son tú y que huelen a ti. El resto las dispersó en tu árbol del jardín, donde te tumbabas siempre a relajarte después de la dura jornada.
Me gusta dormir al lado de tu recuerdo, respirar tu olor y sentirte junto a mi. Al líder, a la hembra madre, a los cachorros y al resto de los humanos les asombra que haya trepado hasta el lugar donde descansas y les resulta curioso lo tranquilo y lo a gusto que duermo junto a ti. Lo que ellos no saben, es que tú y yo, nos prometimos estar siempre juntos.
Tu manada no te olvidará nunca. Siempre te recordaremos y te querremos.
Volveremos a vernos, pero aún no. Aún no.

jueves, 20 de octubre de 2016

Arrecifes de coral



Mandarina es un pez de colores, uno de esos pececitos que venden en las tiendas de animales y que se pueden encontrar en grandes acuarios en los centros comerciales.
Su vida transcurría de forma anodina y placentera, junto a otros muchos compañeros en un enorme estanque habilitado para criar cuantos más ejemplares de su especie mejor y, venderlos luego a los adultos y niños que querían decorar sus casas. Una pecera colocada sobre la mesa del salón o en una estantería, servía de claustrofóbica vivienda a tres o cuatro pececitos de colores a los que poner nombre y visitar varias veces al día, alimentándolos con comida de un bote gigante.
Una mañana de otoño, Mandarina y tres de sus amigos fueron recogidos con algo parecido a un cazamariposas y depositados en una bolsita con agua para que no muriesen durante el viaje hasta su nuevo hogar.
Al llegar a su destino, la niña que los había comprado los depositó con mucho cuidado en el húmedo habitáculo donde tendrían que vivir el resto de sus días. O eso creía Mandarina.
Durante unas cuantas semanas, recibieron muchas visitas y la atención desmedida de los niños que les observaban a todas horas. La curiosidad de los pequeños no era muy diferente de la de sus compañeros, que nadaban haciendo piruetas para llamar la atención del enfervorecido público.
Mandarina empatizaba mucho más con la joven humana que cuidaba y adiestraba a los cachorros. En alguna ocasión, al nadar solo para ella, Mandarina se daba la vuelta con la intención de que la humana amiga, le rascase la tripita, pero no sabía cómo hacérselo entender.
Sus compañeros no supieron dosificar las energías y uno a uno fueron cayendo, agotados por el esfuerzo tratando inútilmente de encontrar la salida de aquella urna de cristal. Mandarina resistió y consiguió despertar el interés de aquella simpática y cariñosa humana, que empleaba con ella el mismo tono comprensivo y dulce que empleaba con los cachorros a su cargo. Un día, incluso le rascó la tripita, con maternal delicadeza.
Llegó el día en el que la humana comprendió que Mandarina debía de vivir su propia aventura y conocer los arrecifes de coral y trazó un plan para ayudarle en la fuga, sin que los pequeños sospechasen su complicidad en la evasión.
Acostumbró al pececito a que se diese la vuelta a fuerza de rascarle la tripita a diario y, cuando los pequeños observaron que Mandarina pasaba demasiado tiempo panza arriba, la creyeron enferma y próxima al final.
La joven a cargo de los cachorros decidió una mañana que ya había llegado el momento de ponerla en libertad y llevó a Mandarina hasta un enorme túnel de porcelana blanco, donde fue depositada con mucho cuidado y donde la fuerza de un repentino remolino, le arrastró entre corrientes de agua fría y caliente, hasta la desembocadura de aquellas galerías de pvc en un río cercano.
Mandarina nadó en el río siguiendo su curso y conociendo a nuevos amigos que le acompañaron en su viaje, hasta que un día llegó al mar.
El pequeño pececito de colores que nació en el estanque de un comercio y vivió en un aula escolar, aceptó con coraje y esperanza la oportunidad que la humana le ofreció y tras muchos días de camino, esquivando redes y anzuelos, llegó a los arrecifes de coral.
Mandarina supo entonces que lo mejor que le había pasado en su vida, no era haber conseguido alcanzar aquella maravilla de la naturaleza, sino el haber conocido a su joven salvadora.
El pececito de colores, decidió entonces que emprendería el camino de vuelta y regresaría al aula, para llevarle un poco de coral a su nueva amiga y para tratar de hacerle entender que pasase lo que pasase, Mandarina quería ser su amiga el resto de su vida, o de sus vidas.

martes, 18 de octubre de 2016

El silbato

Sigue lloviendo y el campo de batalla se ha convertido en un lodazal repleto de cadáveres y de cráteres que al llenarse de agua, invitan al chapuzón eterno.
Hoy hace frío. Trato de calentarme con un trago de la petaca y golpeando violentamente el suelo con los pies, pero al igual que el miedo, el frío ya se ha instalado dentro de mi.
Cuando suene el silbato, deberé salir al exterior y correr a conquistar la posición enemiga con la bayoneta calada, gritando y rezando para que no me alcancen sus balas.
Enciendo un cigarrillo. Fumo con el pitillo sujeto entre los dientes y trato de encontrar la razón que me llevó a unirme a esta locura, mientras compruebo haber insertado correctamente el cargador en el fusil.
"Tu patria te necesita" decían constantemente por radio. "Tu familia te necesita". Mi familia cayó durante uno de los  bombardeos sobre la ciudad. Maldigo el momento en el que decidí acercarme tan temprano a cambiar los cupones de racionamiento, para intentar celebrar de la mejor manera el cumpleaños de la pequeña, porque cuando volví a casa con la harina y el azúcar para hacer un bizcocho, ya no había casa, ni pequeña. ¿Y todo porqué? Por absurdas diferencias políticas que tan solo ocultan un deseo feroz de rapiña. Nuestros recursos naturales, entre los que destaca el petróleo y el gas, corren el peligro de dejar de ser nuestros. 
Siempre supe que no habría una razón real que legitimase la invasión de mi país, pero me negaba a empuñar las armas. No creo en la violencia como solución a los problemas, pero mi firme creencia en la diplomacia, no va a devolverme a mi mujer y a mis dos hijos. Vencerán, pero no convencerán y al menos cada uno de mis argumentos llevará una elegante chaqueta metálica de nueve milímetros. Esta vez puede que me escuchen.
Nuestra artillería se esfuerza en despejarnos el camino y facilitarnos las cosas y ya lleva un buen rato vomitando fuego y metralla sobre sus posiciones. El sonido del silbato ordenándonos salir al asalto, cerrará entre negras y silencios, el movimiento final de esta sinfonía demencial.
Mis compañeros también tienen miedo, algunos no pueden ocultar el temblor y las lágrimas. Saben lo que nos espera. Muchos de ellos son demasiado jóvenes para alfombrar con su sangre la distancia entre trincheras.
Han cesado las explosiones. En cuestión de segundos el silbato solista entonará con maestría y fúnebre  virtuosismo, su solo para silbato, en modo menor.
Dios, si existes, permite mi venganza.