Se acabaron las canciones tristes de despedidas y rupturas, al menos de momento.
Hoy por hoy pinto mi futuro con una gran paleta de colores entre los que predomina el rojo intenso, como el de una barra de labios.
Igual resulta que me he pillado una parcela en los "mundos de yupi" y me estoy mudando allí, no lo se, pero en cualquier caso ya me he cansado de los grises.
Escribí una vez sobre lo que decía mi amigo Pepe : " A la gente no le gustan los grises, le gustan los colores".
Si os soy sincero, por primera vez en mi vida comienza a importarme lo justito lo que le guste o no a la gente, pero está claro que yo mismo me inclino por la luz y el color, así que si coincido con el gusto mayoritario pues mire usted que bien.
Este tema es una chulada y ya no solo por que los que lo cantan transmiten un buen rollo tremendo y lo hacen genial, s no además porque la letra describe a la perfección eso que se siente cuando algo está naciendo y aún no se ha emponzoñado con discusiones estúpidas, reproches y frustraciones.
Quiero que mi vida no se emponzoñe y puestos a pedir, quisiera también que todas las vuestras fueran igual de buenas que la que deseo para mi.
El desear la felicidad general puede que sea un síntoma de egoísmo, porque si te rodeas de gente feliz, al final repercute en uno mismo y ver tanta sonrisa no tiene precio.
Recuerdo que mis hermanas me regalaron por mi cumple entradas para el espectáculo de Ernesto Sevilla y fui al teatro con un gran amigo. Creo que todo el público salió de aquel teatro con la misma cara de felicidad y la misma sonrisa en la boca y de hecho me encontré con una de las sonrisas más bonitas del mundo y se detuvo a hablar conmigo.
Ahora pienso obcecarme en tratar de que aquellos que se crucen en mi camino, sean lo más felices posible, es que soy así de egoísta.
"Cabronacho" que diría aquel payaso encarnado magistralmente por Joaquín Reyes. SI...soy un cabronacho.
Soy tan cabrón que pienso aportar cuanto pueda para intentar erradicar la tristeza a mi alrededor y se que eso es muy jodidito, pero si hay algo que he aprendido ultimamente es que no hay nada imposible.
Mi gato y yo nos compraremos unas mallas para vestirnos de superheroes (seguro que a él le quedan mejor) y si hace falta nos echaremos a las calles para combatir la desesperanza.
Bien pensado puedo aprovechar mis mallas de Peter Pan, porque entre que ahora me da cosica volar por si las moscas y que siento que no quiero encasillarme en un personaje, al final se las van a comer las polillas o van a terminar apestando a naftalina.
En cualquier caso, vamos, hay que echarle ganas a la vida, que por mucho que digan algunos esto no es ningún valle de lágrimas.
Para empezar no es un valle, es terreno montañoso, pero lo que lo vuelve resbaladizo no son lágrimas, es el sudor del trabajo de todos los que ya han conseguido alcanzar la cima.