miércoles, 9 de octubre de 2013

Las dos



pero muy pronto serán las tres y luego vendrán las cuatro.
Y en definitiva, otra noche de conversaciones con mi gato y de pitillos sentado delante del teclado.
La vida se me escapa en noches en vela, en días en vela y en velas a la virgen.
Aquí estamos los tres, el gato, el teclado y yo.
A estas horas no se escucha más ruido que el molesto y tedioso "cri-cri" de la ausencia.
Suena como la cadena de una bici mal engrasada, molesta y reiterativa, con la cadencia de una sinfonía mal ensamblada.
El gato prepara unos gintonics maravillosos, que me recuerdan a ella (maravillosa también y con un punto de amargor), con esencia de canela y un toquecito de enebro.
Mucho hielo, extra de soledad y de nostalgia.
La habitación se va llenando de humo y hago unos anillos estupendos, tan perfectos que para si los quisiera el gilipollas misógino de Gandalf. Gilipollas, pero mago.
Los conejos de mi chistera terminaron haciendo la maleta y dejándolo todo lleno de cagaditas diminutas, con lo que mi único truco hoy por hoy, es el de poner la mejor de las sonrisas en el peor de los momentos.
Si no fuera por ellas no tendría nada que contaros.
Hablaría quizás, de política y de economía, pero lo cierto es que la única política que me interesa, es la que practica una mujer cuando decide invadir tu territorio, destruir tus defensas y negociar tu rendición.
En cuanto a economía...siempre he sido un puto desastre. Si tengo un duro me gasto dos, pido prestados tres y termino debiendo siete. Algún día aprenderé a gestionar mi dinero. Y mis sentimientos.
Así que para andar hablando de lo que no entiendo apenas, prefiero hablar de lo que desconozco por completo: las mujeres.
Por lo menos el tema es mucho más atractivo.
Y es que soy un enamoradizo compulsivo, que no sabe retirarse a tiempo y que purgará por los siglos de los siglos, el pecado de haber querido ser siempre la persona adecuada, obviamente, sin haberla sido.
Pero de todo se aprende y ahora mismo estoy plenamente decidido a no volver a sentir nada por ninguna.
Y lo digo convencido, que carajo, porque será la única manera de mantenerme inmune a los recuerdos.
Durante un tiempo creía conocer los resortes para todas las cámaras secretas, pero no señor, no sería capaz de forzar ni una taquilla del Mercadona.
Los hombres nos volvemos arrogantes cuando nos sentimos amados, pensando que está todo el pescado vendido y que hagamos lo que hagamos, seremos por siempre jamás los reyes de la selva.
A mi selva le sobra flora y le falta fauna.
Le sobran metáforas y le faltan pronombres personales.
A mi selva, la han convertido en un jardín de rotonda de polígono industrial, eso si, con una flor increíblemente hermosa en todo el medio.
Una flor inaccesible.
No puedo regarla, no puedo olerla ni mucho menos cortarla.
No es para mi.
Por lo que será mejor que le vaya diciendo al gato que prepare otro, un poquito menos cargado esta vez, que la noche es larga, la cama fría y la distancia entre este momento y mañana, eterna.
Va por ellas.
Por todas las flores.







viernes, 27 de septiembre de 2013

Estampas.

Te he visto ahí, tan delgadito.
Tan mínimo, tan pequeño en ti, cuando para mi tenias que ser grande.
Tan refugiado en ti mismo consumiéndote.
Te he visto tan reducido que me has dado miedo.
Y ahora me pregunto como has podido llegar a ese extremo.
También me pregunto como la vida nos hizo tan diferentes, siendo los dos harina de un mismo costal y condimento de un mismo guiso.
Tú te llevaste las dudas, yo la indiferencia frente a cada pregunta.
A mi me dio siempre igual saber quien o que está detrás de cada punto suspensivo, tú te cuestionas una exhalación tras otra.
Tú leías y reflexionabas, yo engullía textos y autores.
A ti te sobra y a mi me falta y a mi me sobra y a ti te falta.
Tu camino salia a partir de un recodo de lo más extraño y yo no pude ver como te distanciabas hasta que me giré y al mirar hacia atrás, de repente ya no estabas.
No se que necesitas de mi, aparte de otro cigarrillo.
No se que puedo ofrecerte, aparte de otro cigarrillo.
No se como llegar hasta ti sin que me repudies y me desprecies.
Necesito un serpa que conozca bien la ruta, porque me pierdo cada vez que intento acercarme a lo que llevas dentro.
Al final todo se termina diluyendo, como los grumos del Colacao en la leche caliente.
Sin quererlo paso del enfado a la tristeza y de la tristeza a la esperanza y de la esperanza a la indiferencia y de la indiferencia a la tristeza y de la tristeza al cariño y del cariño al enfado.
Y así...sucesivamente.
El caso es que vivo con tu imagen y con el recuerdo de tantas y tantas imágenes, unas más felices que otras, como estampas de un álbum que no quieres completar nunca.
Y te he visto ahí, tan delgadito.
Y pase lo que pase y le pese a quien le pese o me pese y aunque me pese, te voy a querer siempre.
Y eso duele, aunque tu no te des cuenta.
O precisamente por eso.
Son las dos de la mañana y te tengo tan presente.








martes, 17 de septiembre de 2013

Maletas.

Sucede que en ocasiones no me sirve lo que acostumbro a repetir para tranquilizarme.
Y todo se torna de repente misterioso.
Y los cristales se empañan desde fuera y las luces cambian de color y me encuentro ahí...sin saber que coño me ha pasado y porqué tengo tantas dudas.
Sucede que los acontecimientos dejan de vivirse y simplemente, suceden..
Sucede que me siento raro y me pongo serio y me convierto en lo que no me termina de gustar, por mucho que lo intente.
Paso así un par de días o tres, en los que prefiero estar a solas con mi gato mirándole fijamente a los ojos, para ver si ahí dentro encuentro alguna de las respuestas que hasta hace no demasiado encontraba en cualquier parte.
La casa parece más grande y el suelo se comba al pisar.
La ropa huele a otras personas.
Mi cama es como la cinta transportadora de maletas de un aeropuerto de mala muerte, lleno de moscas y papeleras que desbordan envases de hamburguesa y botellines de agua arrugados.
Yo no dejo de desaparecer y aparecer una y otra vez y nadie viene a recogerme.
Dando vueltas en la realidad que se me antoja tan distinta a lo esperado.
Me tumbo boca abajo pasando el brazo derecho por debajo de la almohada y tengo la sensación de que todo lo que no cubre la almohada, no existe.
Creo que a veces, me cuesta saber si estoy vivo.
Y luego de repente, como vino, se fue.
Y todo vuelve a la normalidad y las rutinas se sientan a cotillear junto a la fuente del pueblo, con las faldas remangadas y los pies descalzos sacando cantares a los imprevistos y criticándolo todo.
No se si esto es normal, o soy un tipo raro.
No se si os pasa a vosotros, pero hay días en los que no me reconozco.
A lo mejor es que le doy demasiadas vueltas a las cosas, como si fueran maletas en una cinta transportadora.
O yo que se...



jueves, 22 de agosto de 2013

Diosa de ébano

Este relato, es la primera aproximación a un texto en el que estoy trabajando para la actriz de "Phentesilea Teatro", Mayte Ríos.
Al profundizar en la relación entre la prostituta africana y el joven primerizo, nace el texto para llevar a escena.
El elemento central es el erotismo, y mi mayor problema, escribir un relato erótico al uso.
De alguna manera siempre tengo que enmarcarlo en algún contexto más abrupto, en este caso, es más un texto de denuncia social que erótico.
A ver si os gusta.
Desde luego, os recomiendo que no os perdáis su espectáculo, os informaré de fechas y salas.


Diosa de ébano.



-Tienes que poner tus manos aquí-
Con delicadeza y con cierta ternura, la joven meretriz tomó las manos del tembloroso muchacho y las colocó en torno a sus pechos de diosa africana.
El joven exhaló u largo e incontenible suspiro de excitación al notar aquellas preciosidades entre sus dedos.
Instintivamente acarició con las yemas los voluminosos pezones color crema, que le recordaron extrañamente a unas gominolas que se vendían  únicamente en los recreativos de la plaza, junto al colegio de su barrio.
Sin saber muy bien porque, pero sin dudarlo, inclinó la cabeza sobre los pechos y comenzó a lamer los aquellos pezones.
- Vaya, tu tío me dijo que eras un crío inexperto, pero…
No pudo terminar la frase, las ávidas caricias que la lengua del muchacho distribuía  generosa por su piel, hicieron que experimentara un placer que había olvidado hacia años.
La succión de los labios del muchacho, entregado por completo al deleite de sus pechos, le recordaron a los terneros mamando de las ubres de las vacas, allá en su aldea de Etiopía.
Han pasado cinco largos años ya, desde que al cumplir los 18, su familia consiguiera reunir el dinero necesario para enviarla a Marruecos, desde donde cruzaría el Estrecho y llegaría a España para trabajar de modelo, como les aseguró aquel hombre del reloj de oro y las gafas de espejo.
-Su hija saldrá en todas las revistas , y en las películas de Almodovar, haré de ella una estrella, ya lo verán-
Al subir en el cayuco, un marroquí de tez cetrina le arrebató a golpes cuanto llevaba, incluido el pasaporte y el dinero.
Al llegar a España fue mucho peor. A ella y a las otras muchachas que viajaban con ella, las metieron en un camión y sin darlas siquiera un poco de agua, las condujeron como ganado, hacinadas de mala manera, asfixiadas de calor, hasta un mugriento burdel de carretera.
Allí el hombre del reloj de oro y las gafas de espejo la violó, la violó por todos los orificios de su cuerpo, sin piedad.
Después y a lo largo del resto del día fue violando al resto de sus compañeras de viaje.
Algunas eran vírgenes aún, ella no.
A ella la esperaba Neguelle en la aldea , para casarse. Estaba juntando las cabezas de ganado necesarias para hablar con su padre y formalizar la boda.
De alguna manera, sabía que ya no habría de volver junto a el.
Cada día, media docena de hombres sucios y bebidos abusaban de ella.
Algunos, prendados de su belleza, se avergonzaban un poco y eran más delicados, pero la mayoría se vaciaban sin contemplaciones.
Una vez, un hombre grande y sudoroso comenzó a golpearle el rostro mientras la cubría.
Al oir los gritos de dolor, el hombre del reloj de oro y las gafas de espejo entró en la habitación y le puso al violento amante una pistola en la cabeza.
-Si me estropeas el género, ya no valdrá nada. No la pegues en la cara o te mato-
El gorila asustado, obedeció y tras terminar la faena, la obsequió con un puñetazo en el estómago.
-sin estropear el género- Farfulló entre babas.
Estos cinco años pasados en el burdel, parecían una vida entera, la peor de las vidas.
Sin embargo hoy la habían traído un muchacho para que lo desvirgara, cortesía del tio de la criatura.
Al parecer, el joven había quedado huérfano meses atrás y su tío se había propuesto quitarle las penas de tan sutil manera.
No sabia porque , pero aquel crío tembloroso y excitado le despertó una gran ternura y por ende, la devolvió la humanidad que le habían arrebatado en el burdel poquito a poco, a lo largo de estos cinco años.
Comenzó a excitarse también ella, se humedeció como cuando Naguelle la acariciaba el cuello o las orejas, o rozaba con su gran miembro su vientre.
El joven la desnudó no sin cierta dificultad y se tumbó sobre ella, arqueándose nervioso sin saber bien que hacer, pero entregándose por completo a las directrices que le marcaban los instintos más atávicos.
Ella tomó su rosado y erecto aparato suavemente con una mano y lo ayudó a entrar., mientras que con la otra, apoyada en la espalda del chaval, comenzó a marcar un ritmo constante, acompasando cada embestida de cadera con un beso.
Estaba siendo penetrada y esta vez y por primera vez en años, lejos de asquearla, le gustó.
Allí estaban los dos, como dos animalitos perdidos y asustados, entregados a una comunión casi mística a través del sexo.
Se abrazaron mientras alcanzaban el orgasmo al unísono y es ese mismo instante, ambos, lloraron.




lunes, 5 de agosto de 2013

Isleños de secano..

Tan sencillo como que estando a gusto, los dolores desaparecen, la cubierta se estabiliza, el dolor pasa, el picor pasa, el sopor pasa y el ardor se mantiene.
La ansiedad es una broma y tu sonrisa un refugio.
Los buitres que nos sobrevuelan se convierten en animales muy interesantes a los que observar con unos prismáticos y hacer fotos.
El tiburón que acecha es un milagro de la naturaleza, un ser increíblemente bien diseñado, un predador perfecto...y nada más, porque no habita el Tera, así que puedes nadar agarrada a la popa de la embarcación, sin peligro alguno.
La ola de calor es una caricia constante con la  que envolver cada uno de los besos que se nos escapan.
La vida se mira desde otro punto de vista en según que lugares y con según que compañía.
Y yo quiero estar contigo.
Y quiero estar contigo allí, donde los problemas se asan sobre una brasa enorme en mitad de la era y se mastican acompañados de queso, tomate, pan y buena música.
Y dormir en una tabla.
Y caminar sonriendo y saludando con la cabeza a cuanto ser humano se cruce en mi camino.
No debe ser mucho pedir el que de una vez por todas nos lleguen los famosos "tiempos mejores".
Creo que nos los merecemos los dos, tu y yo, así que tranquila, que en Soria tenemos una isla hecha de Espejo, donde no solo se vive sino que ademas se VIVE.
Una isla que es "Casa" y "carta, cartulina", donde toda la mierda que nos persigue rebota, rebota y termina explotando en el culo de alguno de los hijos de la gran puta que se van quedando atrás, porque por mucho que corran, no podrán alcanzarnos nunca, les pesan demasiado sus miserias.
Una isla habitada por una tribu de indígenas de lo más variopinto, que conducen ambulancias y crían niños sin miedo, perros sin prisa, espinacas y tomates de la huerta, abrazos que saben a lo que tienen que saber y huelen a lo que tienen que oler los abrazos. a sinceridad y cariño.
Tengo un mapa dobladito en ocho partes y escondido en un recoveco del corazón, para que no se me pierda nunca, ni me lo roben, que ya me han robado mucho.
No me sueltes la mano, no te desvíes del sendero, no te pierdas entre miedos, dudas y desconfianza.
Sígueme.




miércoles, 17 de julio de 2013

Exfoliando.

Desgrano de mis recuerdos cada una de las noches que pasé contigo, para que no se vuelvan a mezclar con el trigo.
Me exfolio el alma de tus besos y froto con fuerza para que no quede ni un resto de aquel amor...o lo que fuera.
Acostumbro mi mirada a otra luna y a otro sol, a las nuevas estrellas que brillan hacia adentro con una luz que no contamina de nostalgia.
Reniego de todas y cada una de las veces en las que me sentí especial al respirar el olor de tu cabello, desplegado sobre la almohada como un muestrario de margaritas deshojadas en las que unas veces no me querías y otras tampoco.
Me siento sucio de ti.
Me siento sucio de nosotros, de vosotros de lo que nos llevó al holocausto.
De mi debilidad por los trazos y las notas y lo que no es de este mundo.
Y me sigues doliendo, cada vez menos, pero aún dueles.
Supongo que porque siempre he sido un estúpido al que le duelen los desastres naturales, los arroces que se pasan y las salsas que no saben a nada.
Floto abrazado a un cubito de hielo en este whisky nocturno en el que me zambullo para coger el sueño, esparciendo millones de botellitas con frases sin excesiva lógica, por si consiguen llegar hasta la playa cristalina de esta copa de balón inmensa que es Internet y alguien acierta a  descifrar la llamada de auxilio desesperada.
Mi gato es un tiburón que nada a mi alrededor en círculos cada vez más pequeños, lamiéndome con su lengua de lija las pantorrillas, insistiendo en acompañarme a la cama.
Pero prefiero seguir aquí un ratito más, inmerso en mis besos de espinilla.
Hay días y hay noches. Hay noches largas como el más largo de los días y duras como el más duro de los días.
La de hoy se me presenta complicada.
Menos mal que desgrano de mis recuerdos cada una de las que pasé contigo y disfruto imaginando todas las que me quedan por pasar con ella.






viernes, 21 de junio de 2013

Dolor

No sabia que algo pudiese doler tantísimo.
Tanto que al alojarse el dolor en el interior, crecía, se multiplicaba y se extendía hasta colonizar todos y cada uno de los rincones de mi ser.
Recuerdo estar corriendo sobre la cinta transportadora, con los cascos incrustados casi hasta el cerebro y el volumen de la música destrozándome los tímpanos, con la única intención de que el estruendo en el interior de la cabeza me impidiera pensar.
Recuerdo zambullirme en la piscina y nadar.
Nadar.
 Nadar hasta que se me dormían los brazos, porque el esfuerzo  de coordinar la respiración con las brazadas me permitía tan solo mantenerme vivo y expulsar la idea de dejarme hundir, abrir la boca e inundar los pulmones con ese líquido que dicen que es agua y en realidad es una mezcla de cloro en proporciones industriales y orines infantiles.
Recuerdo llorar hacia adentro, vivir hacia adentro y morirme por dentro.
Recuerdo haberme culpado, haberme juzgado y haberme condenado a coexistir con lo que me estaba matando.
También recuerdo haber añorado los momentos en que todo parecía que iba a salir bien, y aún no dolía.
Recuerdo haberme querido morir.
Recuerdo con más cariño los días en los que todo estaba dibujado con acuarelas y los perros movían el rabo al verme pasar.
Y disfrutaba en mis ensoñaciones.
Pero entonces bajaba la guardia y el dolor volvía a estrangularme el corazón y los colores se desvanecían y  los perros me enseñaban los colmillos con los ojos inyectados en sangre.
Que manera aquella de doler.
Ya no duele.
Bueno...duele a veces, cuando lo recuerdo.
Recuerdo.
Que dolía como nunca había dolido nada.
No sabía que algo pudiese doler tantísimo...

martes, 28 de mayo de 2013

Demonio babilónico.


Seguramente el error fue cederte demasiado terreno dentro de mi.
De esa manera, al convertirte en un latifundista en mi corazón, te creíste con derecho para esquilmar todos los recursos.
Todos...hasta aquellos que por sentido común al menos, te estaban vedados.
Pero no pudiste evitarlo.
Ahí estabas tú...con ese inmenso todoterreno circulando por las cañadas de mis entrañas, dejando enormes roderas y salpicando de barro el músculo maltrecho en que convertiste lo más bonito que tuve nunca y que ahora, gracias a Dios, vuelve a florecer en primavera.
Pero de vez en cuando regresas hasta el cercado y arrojas al interior piedras y enormes bolsas llenas de bostas descompuestas que hieden a pasado.
O te veo por la calle, con la mirada oscura e inoportuna que me lo recuerda todo.
Te me presentas en sueños para recordarme que alguna vez fuimos algo más que amigos y terminaste por clavar tus colmillos sedientos de más.
Y me despierto con lágrimas confusas, porque no se si lloro de pena o de rabia.
Qué fantástica manera de arramblar con vidas ajenas y pasarlas por la picadora.
Una vez que me decidí a dar el paso de sumar dos y dos y ver que irremediablemente siempre terminan siendo cuatro, pude certificar que tu historia fue la historia de un demonio babilónico.
Bajo una forma terrena te presentaste ante el mundo para sembrar la discordia y gozar de los placeres que te negaron en tu dimensión.
Encontré el libro y acerté con las palabras.
Y desde ahora y hasta el final de los días te conjuro a mantenerte lejos de mi.
Que ciego estuve durante tantos años.
Que funesto el momento en el que te hice partícipe de mi vida.
Que gran favor me hiciste al exponerte a la luz y dejarme ver la verdadera esencia de tu alma.
Pude haberte desollado con mi cuchillo de luz y divina justicia, pero prefiero condenarte al dolor de una vida de consciencia plena.
Donde te retuerzas al recordar que te quise y que ahora te maldigo.
Defecaste sobre uno de los regalos más hermosos que pude hacerte: mi amistad.
Ahora bucea en tu mierda.

viernes, 17 de mayo de 2013

Diván.

Dallas, Soda-pop y Ponny-boy decidieron hacerme un huequecito en el columpio del parque y pasarme la botella envuelta en papel marrón, sucio de dedos grasientos.
Yo la verdad es que me hubiera sentido mas cómodo en el Mustang de los Dandies, pero a las chicas les hacían más gracia esos macarras aniñados con ojillos tiernos, así que me deje una pasta en fijador y me decidí a comprar una navaja automática a juego con mis versos.
Y esa viene siendo a grandes rasgos la historia de mi vida: no termino nunca de situarme en el personaje adecuado y acostumbro a actuar guiado por el primitivo instinto reproductor, maquillándolo siempre de romanticismo.
No se cual es mi problema con las mujeres, pero está claro que debe ser enorme, porque nunca he conseguido que se afianzara ninguna historia.
Todas son muy bonitas, eso si. Las historias y las mujeres.
El tiempo va pasando, los años se me van acumulando en las arrugas de los ojos y en las muescas del corazón y guardo debajo de la cama una colección de decepciones que abarrota el dormitorio de fracasos exquisitos.
Me he disfrazado de casi todo.
Me he empeñado en amoldarme a mis pretensiones sin darme cuenta de que generalmente confundo lo que amo y lo que deseo.
Paseo como decía Machado, manteniendo un soliloquio conmigo mismo, porque quien habla solo le hablará a Dios algún día y tengo un montón de preguntas que hacerle.
En mañanas como la de hoy, me doy cuenta de que no se quien coño soy y ahí puede que resida el germen de todos mis fracasos.
Ya va siendo hora de que me aclare las ideas, pero mucho me temo que eso es como la famosa limpieza en profundidad de mi casa, todos los días me dispongo a hacerla y al final termino pasando malamente una escoba por el parqué del salón.
En fin...
Supongo que tendré que hacerme el camino de Santiago andando hacia atrás, a ver si así me doy cuenta de porque cojones no consigo encarrilar nada de lo que me propongo.
Mientras tanto seguiré aquí, utilizando este diván de siquiatra que es el blog, deshojando margaritas y acariciando a mi gato como los malos de las películas de James Bond.




martes, 14 de mayo de 2013

A ninguna parte

Este es el relato que escribí para le concurso de "Literatura exprés", organizado por la Feria del libro de Valladolid y celebrado en el LAVA (laboratorio de las artes de Valladolid).
Se extrajo un tema al azar de entre unos cuantos y se nos dio un tiempo limitado para escribir un texto sobre él.
Este año el tema fue "viaje a ninguna parte".
Conseguí hacerme con un estupendo tercer premio, del que me siento muy orgulloso.
Espero que os guste.


Por eso no quedan billetes.
Ni hay nadie en la estación, ni maletas apiladas, ni mujeres llorosas agitando sus pañuelos al viento.
No hay ni vías, ni andenes, ni distancia.
Tan solo estoy yo.
Yo, que ya estoy más que cansado de tratar de llegar hasta ti y no llegar a ninguna parte.
Yo, que conjugo todos los tiempos del verbo partir, con la esperanza de que semejante estupidez me ayude a alcanzar mi destino.
Me siento en el suelo y recapacito.
Hace frío aquí.
Supongo que será porque tengo el corazón helado.
Un pie delante del otro me han traído hasta esta estación y el paseo ha sido de todo menos agradable.
Lo sabia al salir de casa. Sabia que de alguna manera hoy comenzaría el viaje que llevo esperando tanto tiempo.
Me he despedido de las plantas muertas que adornan mis macetas.
Del perro disecado que descansa tumbado junto a mis viejas zapatillas al pie del sofá.
He dicho adiós a los peces que flotan boca arriba en la enorme pecera turbia y a los tomates mohosos del frigorífico.
Una mochila vacía es mi único equipaje
Bueno...también llevo en el bolsillo una foto de los dos.
En ella reconozco inevitablemente el paso del tiempo.
Ha sido doloroso perderte, pero es más doloroso aún saber que cuando llegue a mi destino, no estarás esperándome allí.
No pasa nada.
A lo lejos se oye un tren.
Tengo que estar preparado porque no va a parar aquí, así que he de tomarlo en marcha.
Repaso una vez más la lista de fracasos y reconozco en cada uno de ellos la figura de tu ausencia.
Qué se le va a hacer.
El pitido y el consabido "chaca-cha" suenan cada vez más cercanos. 
Ya llega.
Aprieto los nudillos hasta que suenan con ese chasquido tan particular y tan denteroso.
Estoy listo.
Huele a carbón. Es una vieja locomotora la que arrastra una larga hilera de vagones llenos de sueños rotos.
Empiezo a correr y al saltar, acierto a enganchar casi por los pelos el pomo de la puerta de un vagón de madera.
Entro y tomo asiento.

Epílogo:  Tras certificar la defunción, el forense permite que el juez ordene el levantamiento del cadáver.
Varón, caucásico. Un metro setenta, sesenta y ocho kilos.
Aproximadamente cuarenta años.
Cabello oscuro y ojos azules.
Causa de la muerte. intoxicación por ingesta masiva de barbitúricos.
No hay ninguna nota, tan solo encuentran junto al cuerpo una fotografía y algo parecido a un billete de tren.
No se puede leer el destino...parece estar en blanco.