siempre haciedo eses, de un lado para otro tratando de matar el hastio de tantos años llenos de preguntas sin respuesta, Peter fue a posarse sobre el tejado de una cabaña de madera junto al pantano de Bárcena.
Al recuperar el resuello se agchó para atarse los cordones de la bota izquierda y reparó en que la cabaña estaba integrada dentro de un conjunto de pequeñas cabañitas exactas unas a otras.
La luz de la luna iluminaba una especie de poblado similar a los puestos fronterizos del lejano oeste.
Que tiempos aquellos, cuando podia hacer el amor con todas las coristas del "Saloon" y saltarle los dientes a puñetazos al pianista del local.
Que de recuerdos.
De repente escuchó voces de niños.
-Otro campamento de niños perdidos- Pensó Peter, y se disponia a emprender de nuevo el vuelo hacia "Nunca jamás", antes de que los pequeños lo descubriesen, cuando algo le llamó la atención: la mayoria de aquellos chavales, se desplazaban empujando las ruedas de unas sillas de metal.
Aprovechando el paso de una nube que oscureció la noche al ocultar la luna, Peter voló hasta la copa de uno de los árboles situados en el centro del poblado desde donde pudo dar rienda suelta a su curiosidad.
En efecto, aquello era un poblado para niños que no podian andar.
Algunos jóvenes empujaban de las sillas de aquellos niños que ni tan siquiera podian mover los brazos y poco a poco, todos fueron ocupando sus respectivas cabañas para pasar la noche.
Entonces, justo debajo del castaño donde se encontraba escuchó una voz que casí lo mató del susto-¿Tu eres Peter Pan?-
Peter trato de ocultarse de un salto en una rama más alta, pero aunque no envejezca fisícamente, los años no perdonan y el exceso de Grog tampoco.
Calculó mal el impulso y tras golpearse con la rama en la cabeza fue a caer dolorido y avergonzado a los pies de aquella personita que le habia descubierto.
-si, ya no hay duda...eres Peter Pan-
Peter observó a la pequeña que le hablaba.
No tendría más de siete u ocho años y por el aspecto de sus fuertes brazos, debia de llevar muchos de ellos sentada en esa silla de enormes ruedas plateadas.
El cabello rubio y largo, le recordo a la Wendy de los mejores tiempos, aunque el brillo de sus ojos verdes de imediato revelaron que aquella niña hubiese sido una perfecta Campanilla.
-¿no deberias estar durmiendo?- pregunto Peter.
-No tengo sueño, no me gusta mucho dormir, tampoco me gustan los canelones ni las lentejas, lo que más me gusta es dibujar gatos saltando y nadar en la piscina, en el agua no se nota casi que no puedo andar.
Aquella verborrea repentina, o quizás la absoluta naturalidad con que la niña se habia dirigido a él le hicieron sonreir.
-Tu eres Peter Pan, mamá dice que papá también es un poco Peter Pan porqué se niega a afrontar los hechos y todabia sigue convencido de que volveré a andar, pero los médicos le miran como a un chiflado, que yo lo he visto-
Peter soltó una carcajada de esas tan suyas, con los brazos en jarras e inclinando la cabeza hacia atrás.
-¿Y que más dice tu papá? Preguntó Peter.
-Papá también dice que la ilusión es lo último que tenemos que perder, que si lo deseo con fuerza volveré a caminar y con el tiempo me olvidaré del accidente, aunque yo era muy pequeña y ya casi ni me acuerdo. Tengo ocho años y llevo desde los cuatro en la silla. Papá dió un volantazo para esquivar al gato que saltó delante del coche y nos dimos un porrazo tremendo-
La niña comenzó a reirse mientras relataba aquello y a Peter sintió como un relámpago le recorria la espalda de repente.
-Papá tambien dice que si que existes y que los mayores se olvidan de soñar, pero él no se ha olvidado y está convencido de que cuando yo sea mayor, podré hacer lo que quiera-
-Tu papá me cae bien, no es como la mayoria de los mayores-
-a mi también me cae bien, pero mamá dice que es un inmaduro. Mamá siempre está muy triste aunque intenta disimularlo cuando yo estoy delante, pero soy una chica ¿sabes? (dijo la niña con una sonrisilla cómplice) y las chicas nos damos cuenta de esas cosas-.
Algo extraño estaba sucediendo dentro de Peter, una mezcla de inmensa ternura por aquella rubita y su desparpajo y una sensación de pequeñez ante la forma con la que la niña se enfrentaba a su situación, le hicieron desear en el acto hacer algo hermoso por ella.
Rebuscó en el interior de sus bolsillos hasta dar con lo que buscaba y extendiendo la palma de la mano abierta y llena de polvo de hadas hacia el rostro de la pequeña, le dijo en voz muy bajita -piensa en algo encantador-
La niña comenzó a flotar y agarrandosé al jubón de Peter exclamó -¡¡Estoy volando, puedo volar!!
-Sígueme- Gritó Peter Pan y comenzó un vuelo en picado ascendente en dirección a las nubes más cercanas.
Sobrevolaron el pantano, el pueblo, las ciudades llenas de luces, los bosques.
La pequeña no paraba de señalar cosas dando grititos de emoción y riendo y Peter llegó a plantearse incluso convencerla de acompañarlo a "Nunca jamás", donde siempre seria una niña y siempre podría volar, pero decidió que aquella rubita pizpireta, estaba más que capacitada para ganarle la partida a la vida, y ya habia demasiados niños perdidos en "Nunca Jamás".
El sol entró por la ventana de la cabaña y en el actó se escucho potente la voz de la monitora, llamandola para que se levantara y tras asearse, fuera al comedor a desayunar.
La pequeña se frotó los ojos y trató de recordar el extraño sueño que habia tenido esta noche.
-No ha sido un sueño- pensó mientras se aferraba a las barras para pasarse a la ducha.
Al agacharse para recoger las zapatillas, algo cayó de la silla.
La niña marcó en el movil el número de su padre llena de excitación y espero impaciente los tonos previos al "Hola mi amor" típico al otro lado de la linea.
-¿sabes Papá? Esta noche he volado con Peter Pan, (dijo la niña mientras colocaba entre sus rodillas la pluma verde que habia caido de la silla al agacharse) y es un chico bien simpático, dijo que le caes estupendamente-.
A casi mil kilómetros de distancia, su padre se mordio los nudillos para no llorar y aguantando las lágrimas respondió- Claro que si mi niña, el a mi también me cae muy bien-.
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