Por ejemplo una puesta de sol desde la ventana de tu habitación.
Un segundo de calma.
Un instante junto a ti, así sin más, sin necesidad de mirarnos a los ojos, sin necesidad de acariciarnos, ni de decirnos otras cosas.
Una lágrima en la ocasión más difícil.
Una carrera absurda por el pasillo de mi vida, donde se agolpan los trastos viejos, los muebles que nadie quiso y la bicicleta que me llevó hasta tu sonrisa.
Un abrazo distante pero sincero.
Pelos negros en el jersey blanco y algún día pelos blancos en el sudario negro.
La mejor de las conversaciones en el peor de los momentos.
Humo, pitillos compartidos, caladas frescas.
Tortilla de patatas y pescado y arroz enrollados en un alga.
Una copa de vino de la botella que te reservabas para el día en el que consiguieras ser absolutamente feliz.
Un mensaje en el móvil cuando todo está perdido y la noche es más negra que nunca y los monstruos que viven en el armario se me juegan a los chinos.
Un disgusto...o dos.
Media docena de buenos consejos, de esos que ni tu misma has escuchado nunca.
Una cuerda donde tender la ropa húmeda y mi alma empapada.
Un café, dos cafés, tres cafés.
La seña de duples y la de tres reyes.
Un paseo por la playa, un concierto, un detalle del paisaje más hermoso.
Un hombro donde apoyarme y llorar hasta quedarme exhausto y después seguir llorando un ratito más.
Un poquito de ayuda, un montón de recuerdos.
Esperanza.
Por favor, no digas que no tienes nada que ofrecerme.
miércoles, 12 de octubre de 2011
domingo, 9 de octubre de 2011
La canción más bonita
La canción más bonita la cantaba un tipo muy alto vestido de negro.
Cuando mi corazón reconoció el primer acorde decidió que era el momento de pegarse una ducha, de vomitar el vino o de hacer cualquier cosa en cualquier otro sitio.
La luz de la sala se volvió tan espesa, tan densa, que los contornos de todo dejaron de existir y solo estábamos la música, las penas, tu y yo.
La canción más bonita la he bailado contigo, que tuviste la delicadeza de derrumbarte en el acto, para que no se escuchara el ruido que produjo mi alma al reventar en pedazos.
Apoyaste la cabeza en mi pecho ¿o fue al revés? y muy despacito empujaste mis pies con los tuyos, y entonces sucedió el milagro.
La canción más bonita volvió a ser la canción más bonita, cuando todo estaba perdido, cuando los buitres se jugaban los despojos al mus, cuando desde el punto más lejano acudió un escuadrón de recuerdos, cuando el suelo se volvió etéreo bajo nosotros.
Cuatro minutos de negras y corcheas, doscientos cuarenta segundos latiendo entre los dos.
Y en ese momento comenzaste a llorar y yo, que creía tener la exclusiva del llanto me encontré consolándote, porque he sido tan estúpido de acariciar mi dolor sin pensar en el tuyo, que también es inmenso.
Lo sentí tanto, tanto. Lo sentí tan profundo que entendí tu tristeza como parte del antídoto y la dejé fluir.
Y fluyó arrastrando a su paso cada resto de lodo.
La canción más bonita la he bailado contigo, y bailando descubrí lo difícil que es apartarte el cabello del rostro y evitar que se empape.
Lloramos los dos, mientras el tipo alto vestido de negro entonaba la última estrofa.
Tu llorabas por lo que hemos perdido, yo lloraba al descubrir que has sido capaz de curarme de todo.
Entonces se terminó la canción más bonita del mundo.
Aplaudimos, nos secamos las lágrimas y sonreímos por fin.
viernes, 7 de octubre de 2011
El alquimista
¿Qué pasa?
Me da bastante rabia y me enfado.
Trato de ser yo, pero tengo un alquimista alojado detrás de los ojos, donde no llego con las pinzas, que se entretiene transformando en lágrimas todos mis intentos por ser el que era.
Lo siento dentro, con su bata blanca, sus guantes de goma, su pelo alborotado, escaso en la frente y eterno sobre los hombros.
No para de reír y de gritar cosas absurdas, como "es lo que te toca" o "inténtalo de nuevo".
Ha montado su laboratorio muy cerquita del cerebro y anda trasteando con mis recuerdos, descolocándolo todo y mezclando los hermosos con los más horribles.
Me aprieto muy fuerte las sienes, pero las lágrimas siguen ahí, no cesan.
He probado a pasar la noche debajo del chorro caliente de la esperanza, pero según se va acercando el amanecer, la esperanza se torna más y más gélida y siento tanto frío que tengo que arroparme con un edredón de súplicas.
Me está convirtiendo en un fantasma gris que se cuela en otras vidas en busca de consuelo.
Llevo tanto tiempo en esta sala de espera que me se de memoria todas las revistas y quiero salir, quiero salir.
No se quien da la vez, pero se me ha colado una señora bastante antipática con una bata horrorosa.
Vaya...por un momento ha vuelto Juan, pero era solo para decirme que se va a entretener por el camino, que vaya tirando, que me alcanza luego.
Y no quiero caminar solo.
También quiero gritar, quiero saber donde cojones se esconde el sol cuando se esconde, para que me haga un huequecito.
En un rincón de donde sea, abrazándome las rodillas y supurando pena, hasta que me limpie por completo de esta enfermedad que es sentirse despojado de todo.
Solo me quedas tu, con lo tuyo, para recordarme quien he sido toda mi vida.
Voy a dejar un rastro de besos, por si me pierdo y no se volver, así solo tengo que ir recogiendo los que he derrochado hasta que llegue otra vez al punto de partida.
Allí estarán la tortuga y la liebre, preparadas para salir corriendo, calentando motores como poligoneras
Juda Ben Hur y Messala se han ido de cañas después de la carrera. Ben Hur empuja la silla de ruedas con gesto resignado y Messala no para de manosearle el culo a las camareras.
Me voy situando poco a poco donde sabía que me iba a tocar estar, pero desde aquí no se ve nada.
Tan solo quiero encontrar un motivo que me devuelva la alegría, por supuesto al margen de ella, que sin saberlo consigue que me apetezca sonreír.
Pero ella no cuenta.
Regla número uno, ya os lo dije ayer.
Llegará un día en el que el alquimista cometa un error y abra la puerta sin haber mirado antes quien llamaba, y entonces le voy a arrancar las entrañas y me voy a hacer con ellas unos zapatos de gamuza azul, un carcaj para cien flechas y un preservativo infalible.
Estaré ahí, cabronazo, con las manos llenas de serpientes. No podrás correr, ni esconderte de lo que te deseo.
Las lágrimas comienzan a fluir al contrario, inundando su puta guarida y en el momento en el que el caudal llegué a afixiarlo, se que gritara "lo siento", pero ya será demasiado tarde, porque soy tan humano que no se perdonar, ni quiero.
miércoles, 5 de octubre de 2011
Reglas
Se sentó con los pies colgando justo, justo, donde termina la luna.
Como es muy pequeñito, no se atreve a abrir los ojos, porque le dan miedo las alturas, porqué le da miedo darse cuenta de que todo se ha estrellado contra el suelo, ahí abajo.
Entonces, decide romper con el pasado y ponerse nuevas reglas, porqué es necesario ceñirse a unas normas, porqué es necesario estar sujeto al arnés de la razón, que aprieta muy fuerte con correas de cuero y llanto.
La regla numero uno es hacer justo lo contrario de lo que ella le diga, pero como esa es una regla que estableció ella misma, por lógica no puede cumplirla.
La número dos es tratar de explicarla de la manera más natural, que por encima de la luna, de otras lunas y de otros muchachos pequeñitos, él, estará ahí siempre, pase lo que pase y sufra quien sufra.
La número tres es no desviar la atención, porqué es muy peligroso, porqué si desvía la atención, se pierde, o se puede caer.
La regla número cuatro habla de querer hacía adentro, como en una implosión, de tal forma que cuando estallé todo, solo se lleve por delante su propio corazón, en silencio, sin hacer el más mínimo ruido.
Que nadie sepa cuanto ama, que nadie entienda cuanto ha amado, que nadie pueda señalar con el dedo el rastro que dejó todo cuando consiguió emerger.
Tiembla, porque la luna acaba de estremecerse y ha estado a punto de venirse abajo.
Rápido...necesita más reglas, que se muere el principio de una vida mejor.
Regla número cuatro bis: apurar hasta el último trago cada copa de vino que amanezca en sus pechos, porque siempre será la última.
La número cinco no piensa cumplirla, pero está más que dispuesto a acatar el castigo por ello.
La número seis es bastante sencilla, siempre, dibujar en la arena cada palabra, antes de abrir la boca, para que cuando ella pregunte ¿qué has dicho?, cuando vaya a responder, ya se las haya llevado una ola.
La número siete es no dedicarla poemas, ni canciones, ni lágrimas, ni lugares especiales, ni muertos, ni suspiros, ni animales disecados, ni suspiros disecados, ni lágrimas muertas.
Es fácil.
Abre un ojo, ahora tiene menos miedo y se atreve a echar un vistazo rápido.
Ahí abajo está ardiendo un planeta.
Qué más da todo.
La regla número ocho es volver a ser el que fue, para que nada cambie, o cambiar completamente para que todo siga como está.
El fin justifica los medios, y los medios casi siempre, son los lugares más visitados.
Regla número nueve: no muerdas las manos que te oprimen la traquea, porque podrías envenenarte.
Necesita una más para que su mundo se llene de pájaros, de putas mariposas, de fiestas en la playa, de auroras boreales que se recargan por detrás, con un bote de gas azul.
Necesita una última regla para escanciar los años venideros.
La regla número diez es la que lo arreglará todo cuando todo sea tan insoportable que le apetezca masticar despacio los dolores y las penas.
Regla número diez: abre el otro ojo y mira a Dios a la cara.
De esa forma, el muchacho pequeñito se ha transformado en un gigante con las pupilas en do menor, y los cabellos de gónadas y almizcle.
Camina arrasando a su paso cada recuerdo doloroso y creando sin saberlo, un universo de ego.
Como es muy pequeñito, no se atreve a abrir los ojos, porque le dan miedo las alturas, porqué le da miedo darse cuenta de que todo se ha estrellado contra el suelo, ahí abajo.
Entonces, decide romper con el pasado y ponerse nuevas reglas, porqué es necesario ceñirse a unas normas, porqué es necesario estar sujeto al arnés de la razón, que aprieta muy fuerte con correas de cuero y llanto.
La regla numero uno es hacer justo lo contrario de lo que ella le diga, pero como esa es una regla que estableció ella misma, por lógica no puede cumplirla.
La número dos es tratar de explicarla de la manera más natural, que por encima de la luna, de otras lunas y de otros muchachos pequeñitos, él, estará ahí siempre, pase lo que pase y sufra quien sufra.
La número tres es no desviar la atención, porqué es muy peligroso, porqué si desvía la atención, se pierde, o se puede caer.
La regla número cuatro habla de querer hacía adentro, como en una implosión, de tal forma que cuando estallé todo, solo se lleve por delante su propio corazón, en silencio, sin hacer el más mínimo ruido.
Que nadie sepa cuanto ama, que nadie entienda cuanto ha amado, que nadie pueda señalar con el dedo el rastro que dejó todo cuando consiguió emerger.
Tiembla, porque la luna acaba de estremecerse y ha estado a punto de venirse abajo.
Rápido...necesita más reglas, que se muere el principio de una vida mejor.
Regla número cuatro bis: apurar hasta el último trago cada copa de vino que amanezca en sus pechos, porque siempre será la última.
La número cinco no piensa cumplirla, pero está más que dispuesto a acatar el castigo por ello.
La número seis es bastante sencilla, siempre, dibujar en la arena cada palabra, antes de abrir la boca, para que cuando ella pregunte ¿qué has dicho?, cuando vaya a responder, ya se las haya llevado una ola.
La número siete es no dedicarla poemas, ni canciones, ni lágrimas, ni lugares especiales, ni muertos, ni suspiros, ni animales disecados, ni suspiros disecados, ni lágrimas muertas.
Es fácil.
Abre un ojo, ahora tiene menos miedo y se atreve a echar un vistazo rápido.
Ahí abajo está ardiendo un planeta.
Qué más da todo.
La regla número ocho es volver a ser el que fue, para que nada cambie, o cambiar completamente para que todo siga como está.
El fin justifica los medios, y los medios casi siempre, son los lugares más visitados.
Regla número nueve: no muerdas las manos que te oprimen la traquea, porque podrías envenenarte.
Necesita una más para que su mundo se llene de pájaros, de putas mariposas, de fiestas en la playa, de auroras boreales que se recargan por detrás, con un bote de gas azul.
Necesita una última regla para escanciar los años venideros.
La regla número diez es la que lo arreglará todo cuando todo sea tan insoportable que le apetezca masticar despacio los dolores y las penas.
Regla número diez: abre el otro ojo y mira a Dios a la cara.
De esa forma, el muchacho pequeñito se ha transformado en un gigante con las pupilas en do menor, y los cabellos de gónadas y almizcle.
Camina arrasando a su paso cada recuerdo doloroso y creando sin saberlo, un universo de ego.
viernes, 30 de septiembre de 2011
Dulces sueños
El niño rubio que llora se quedó dormido debajo de un millón de plumas sintéticas.
Mientras, la mano amiga y cálida, llena de responsabilidades, de inseguridades, de bufidos y de amor, le acaricia la cabeza.
El niño rubio que llora, sueña con un mundo lleno de pieles rojas, de dulzainas, de botellas de Chivas, de muchachitas pequeñas colgadas de un trapecio, de títeres y de voces aterciopeladas que se mueven por el aire y que entran por las ventanas de las casas.
El arco iris es de importación y se sirve con mucho hielo. La luna, está llena de gaviotas con las alas extendidas y al levantar el vuelo todas a la vez, nos permiten ver la realidad...la luna siempre ha sido negra, como los niños que pasan hambre con la tripa hinchada, como los dientes de los mendigos, como la pena que se acuesta junto al niño rubio que llora.
El niño rubio que llora se siente menos solo porque a lo lejos escucha maullidos y decide comprar una recortada y atracar un estanco de whiskas.
Sueña también, con un pez delator, que le susurra al oído donde ha escondido sus huevos el esturión, quien ha vaciado el cofre del tesoro y a que hora termina de trabajar la sardina, para ir a recogerla.
El pez chivato, se pasea por el fondo del estanque con una caja de cartón en la cabeza, señalando con el dedo a los culpables de todas las cosas.
Lo mejor que puede hacer el niño rubio que llora es sacar la cabeza del agua.
La noche es perfecta ahí fuera, el cielo está estrellado de inmensos ojos verdes y al ver caer una sonrisa profident, pide un deseo.
Alguien ha puesto a girar un disco de no puedo quererte así en la gramola que hay junto a la mitad de su vida.
Le apetece bailar y se agarra a un clavo ardiendo que lleva el compás maravillosamente y le hace dar vueltas y más vueltas.
Todo es una mezcla de luz y de toxinas.
La fragancia de ella que se aloja en la almohada, los pies descalzos que abandonan el lecho sin hacer ruido y se marchan a dormir al otro lado de una pared de espuma y sal.
Le hubiera gustado tanto escucharla cantar canciones de madre, verla parir las ideas más bellas y azotarla el trasero pequeñito con un cinturón de tabús y religiones, que está a puntito de despertarse y volver al participio pasado.
Pero aunque todo pasa y todo queda, como decía aquel señor, lo nuestro es pasar de todo.
Se da la vuelta y relincha, orinando hierba fresca en lo alto de una cima que se viene abajo y se promete a si mismo que estará siempre dormido, para soñar que es un elfo cobarde escondido en el bosque, aterrado ante la sola idea de entrar en combate con el Nazgull.
Hace un pequeño agujerito en la membrana del mundo y por él, puede ver como se viste la mujer más hermosa que jamás ha dejado de soñar. Y es muy chiquitita, y se está quedando muy flaca, y no sabe que ponerse.
Al niño rubio que llora se le enfría la sopa, porque tiene la manía de apoyarse el plato en el pecho mientras ojea unas sonrisas despreocupado de todo.
Pero no volverá a pasar, basta con no tener que sorbela de la cuchara de palo.
Es tan placentero dormir, como copular despacito con una estatua de bronce.
Al niño rubio que llora le ha sonado el despertador de la realidad y todo se vuelve otra vez tan cercano, que no hay manera de que se levante y vaya a la trinchera.
La mañana en que su padre le llevó a conocer el hielo, el ya sabia perfectamente que olia a mujer.
lunes, 26 de septiembre de 2011
Sonrisas de conejo.
Comienzas a andar, con la mirada fija en un punto que sorprendentemente, se ve cada vez más lejano.
Pero no importa.
Un pitillo en los labios, una herida en el pecho, mil recuerdos en los ojos.
Caminas.
La gente pasa a tu lado,como en un videoclip de los ochenta, alienizada e indiferente.
Te cruzas con todo tipo de personas y con un montón de seres humanos que son de todo menos personas.
Te cruzas con un vampiro, con una madre, con un señor de Cuenca.
Te cruzas con alguien que en una ocasión lo fue todo, pero prefieres ignorar su falsa placidez, su alma traidora, su voz grave, su música suave y sus manos de mentiras.
Sigues caminando mientras aprietas los puños hasta que los nudillos se tornan blancos, casi inertes.
Pateas una lata.
Un perro te sigue, esperando a que lo acaricies, o a que le cuentes por que han pintado en tus ojos, la flor del lirio real.
¡¡Ay campanero!!
¿Por qué será?
Las nubes pasan rápidas en un cielo lleno de cometas en llamas.
Los ángeles, como en el anuncio del desodorante, se van desplomando sobre los coches, sobre los toldos de las terrazas, sobre las niñas con gafas de pasta.
Uno de ellos cae sobre un enorme sofá blanco lleno de luz y calor.
Te tumbas junto a él y te desmayas cada vez que te pierdes en los ojos más verdes y más llenos de amor.
Pero tienes que levantarte y seguir andando en busca de tu propio infierno, porque ese paraíso no es para ti, no es más que otra ilusión.
El ángel te despide con la mano y se levanta a poner una lavadora. Tu sonríes porque jamás hubieras imaginado que los ángeles roncaran.
Sigues caminando, hasta llegar al bordillo del mundo y te das cuenta de que ella está muy lejos, al otro lado de la calle.
Los camiones embisten constantemente y no te atreves a cruzar.
Hay un conejo muerto en la calzada.
Te sientas a esperar y te enciendes otro pitillo, mientras te preguntas que coño estás haciendo allí, porqué te toca hacerte mayor así y cuando leches va a reponer "Barrio Sésamo".
Ahora solo hay mierda en horario infantil y claro, estamos criando hermosos mojones fornidos y lustrosos.
Te llega un mensaje al móvil, lo sabes porque ha sonado una musiquita de lágrimas ascendentes, gravedad cero y gotitas en el aire.
-Hola...t mndo enrgias.
-Hola, x favr, n djes d hacrlo.
El cigarro se ha consumido en tu boca hasta quemarte los labios, naciendo una ampolla sobre las ampollas de sus besos.
Pruebas a ponerte trocitos muy pequeños de papel higiénico, como cuando te cortas al afeitarte, luego pruebas a meter la boca en agua caliente con sal,que lo cura todo menos el dolor del pecho.
Al secarte te das cuenta de que tienes el bigote de dos colores y la gente te va a preguntar si te has teñido.
¿Por qué coño te importa tanto lo que piense la gente?
A lo mejor es porque siempre has sabido que no eras como ellos...y te gustaría ser normal.
Vas a cruzar, estás decidido. Bueno, no. Bueno si, que cojones, total ¿qué más puedes perder?
Te levantas y cierras los ojos, comienzas poniendo un pie delante del otro, extiendes los brazos y empiezas a sentir que estás vivo mientras las enormes moles de acero pasan a doscientos por hora junto a ti, arañándote los tobillos y oscureciéndote el cabello con su hollín de vidas sucias.
Pasas junto al conejo, puedes oler su muerte, tan simpática. Abres los ojos y lo miras y el abre también los suyos y te sonríe, y te dice en voz muy bajita: "vamos...que ya llegas".
Y en efecto, has llegado al otro lado.
Y en el otro lado resulta que te espera un montón de gente que te quiere y que te lleva al cine y te invitan a sentarte y descansar.
Y jamás, jamás habrías imaginado lo bien que puedes llegar a sentirte siendo realmente tu.
Te das cuenta de que no eres pequeñito y miserable, sino grande y especial.
Y ya no quieres seguir caminando.
Te preguntas en que parte del camino se ha quedado el ángel y si algún día te armarás de valor, y volverás a buscarlo.
Pero no importa.
Un pitillo en los labios, una herida en el pecho, mil recuerdos en los ojos.
Caminas.
La gente pasa a tu lado,como en un videoclip de los ochenta, alienizada e indiferente.
Te cruzas con todo tipo de personas y con un montón de seres humanos que son de todo menos personas.
Te cruzas con un vampiro, con una madre, con un señor de Cuenca.
Te cruzas con alguien que en una ocasión lo fue todo, pero prefieres ignorar su falsa placidez, su alma traidora, su voz grave, su música suave y sus manos de mentiras.
Sigues caminando mientras aprietas los puños hasta que los nudillos se tornan blancos, casi inertes.
Pateas una lata.
Un perro te sigue, esperando a que lo acaricies, o a que le cuentes por que han pintado en tus ojos, la flor del lirio real.
¡¡Ay campanero!!
¿Por qué será?
Las nubes pasan rápidas en un cielo lleno de cometas en llamas.
Los ángeles, como en el anuncio del desodorante, se van desplomando sobre los coches, sobre los toldos de las terrazas, sobre las niñas con gafas de pasta.
Uno de ellos cae sobre un enorme sofá blanco lleno de luz y calor.
Te tumbas junto a él y te desmayas cada vez que te pierdes en los ojos más verdes y más llenos de amor.
Pero tienes que levantarte y seguir andando en busca de tu propio infierno, porque ese paraíso no es para ti, no es más que otra ilusión.
El ángel te despide con la mano y se levanta a poner una lavadora. Tu sonríes porque jamás hubieras imaginado que los ángeles roncaran.
Sigues caminando, hasta llegar al bordillo del mundo y te das cuenta de que ella está muy lejos, al otro lado de la calle.
Los camiones embisten constantemente y no te atreves a cruzar.
Hay un conejo muerto en la calzada.
Te sientas a esperar y te enciendes otro pitillo, mientras te preguntas que coño estás haciendo allí, porqué te toca hacerte mayor así y cuando leches va a reponer "Barrio Sésamo".
Ahora solo hay mierda en horario infantil y claro, estamos criando hermosos mojones fornidos y lustrosos.
Te llega un mensaje al móvil, lo sabes porque ha sonado una musiquita de lágrimas ascendentes, gravedad cero y gotitas en el aire.
-Hola...t mndo enrgias.
-Hola, x favr, n djes d hacrlo.
El cigarro se ha consumido en tu boca hasta quemarte los labios, naciendo una ampolla sobre las ampollas de sus besos.
Pruebas a ponerte trocitos muy pequeños de papel higiénico, como cuando te cortas al afeitarte, luego pruebas a meter la boca en agua caliente con sal,que lo cura todo menos el dolor del pecho.
Al secarte te das cuenta de que tienes el bigote de dos colores y la gente te va a preguntar si te has teñido.
¿Por qué coño te importa tanto lo que piense la gente?
A lo mejor es porque siempre has sabido que no eras como ellos...y te gustaría ser normal.
Vas a cruzar, estás decidido. Bueno, no. Bueno si, que cojones, total ¿qué más puedes perder?
Te levantas y cierras los ojos, comienzas poniendo un pie delante del otro, extiendes los brazos y empiezas a sentir que estás vivo mientras las enormes moles de acero pasan a doscientos por hora junto a ti, arañándote los tobillos y oscureciéndote el cabello con su hollín de vidas sucias.
Pasas junto al conejo, puedes oler su muerte, tan simpática. Abres los ojos y lo miras y el abre también los suyos y te sonríe, y te dice en voz muy bajita: "vamos...que ya llegas".
Y en efecto, has llegado al otro lado.
Y en el otro lado resulta que te espera un montón de gente que te quiere y que te lleva al cine y te invitan a sentarte y descansar.
Y jamás, jamás habrías imaginado lo bien que puedes llegar a sentirte siendo realmente tu.
Te das cuenta de que no eres pequeñito y miserable, sino grande y especial.
Y ya no quieres seguir caminando.
Te preguntas en que parte del camino se ha quedado el ángel y si algún día te armarás de valor, y volverás a buscarlo.
martes, 13 de septiembre de 2011
Cerrando etapas.
Pues ya está.
La falda limpia y doblada en una maleta de cartón, la guitarra en su funda, aguardando callada su próxima escapada.
Los títeres en su cofre, la nariz de clown polvorienta de los caminos relegada a un cajoncito de la caravana.
Muchos kilómetros, demasiados quizás.
Muchas horas de viaje, muchos ratos montando y desmontando, preparando el show y despidiendonos de los paisanos.
Muchos vinos, muchos gazpachos, mucho jamón.
Ratos de lectura a la sombra de un buen árbol, noches de gaitas, mañanas de resaca.
Entrevistas en la radio, la voz amiga de Eva, la formalidad de Diego.
-¿A qué tu eres Juan?-
¡¡Premio señora!!!
-Os sigo por la radio.
-Lamento defraudarla, soy más bajito en persona.
Los niños que rodean la caravana desde que aparecemos por la calle mayor del pueblo, como un feroz escuadrón de bicicletas, armados con cientos de preguntas y risas nerviosas.
"Sola", que se escapa y hay que salir corriendo, no vaya a ser que algún perrillo la haga suya, figurense, que número. Yo que me escapo y hay que salir corriendo no vaya a ser que algún perrillo me haga suyo, figurense que número.
Viejos amigos, nuevos amigos, algún que otro momento de nostalgia.
-Tranquila mamá, estamos bien.
-Me da mucho miedo la carretera
-A mi me da más miedo la vida.
Una niña en Nicaragua que se mete en internet y contempla las fotos de esos señores extraños que andan pidiendo títeres en su nombre, allá en la madre patria.
Tensión, nervios, discusiones, hoy me enfado yo, mañana te enfadas tu, pasado se enfada él.
No puedo más...si puedo más, si puedes más, tenemos que poder.
De repente sale el sol y todo es tan bonito y tan fácil que te llena de energía y te preparas para lo que pueda venir.
El patoso de turno, la maruja de turno, el que te mira como a un apestado, la señora que te regala unos chorizos, el alcalde que te abraza al despedirse, el niño que corre tras la caravana diciendo adiós.
Todos vienen con nosotros.
Las noches de tormenta, sintiendo la lluvia golpear con fuerza en la caravana y nosotros a la luz de una vela, con una copa en la mano, en medio de la nada, preguntándonos si será esto la libertad.
Ríos, pozas, lagos, neoprenos, gafas, aletas.
Suso, chuchi, Luis, Marta, amigos que vienen a compartir unos días de ruta y nos dejan un poquito más vacíos, pero mucho más llenos.
Los días que solo tienes ganas de llorar, los que te ríes por cualquier cosa.
Te haces un poquito más adulto cada día y al final vuelves a casa con más distancia en los ojos.
Muchos aplausos, muchas sonrisas.
Muchas gracias a todos por creer en nosotros.
El año que viene, puede que más y mejor.
La falda limpia y doblada en una maleta de cartón, la guitarra en su funda, aguardando callada su próxima escapada.
Los títeres en su cofre, la nariz de clown polvorienta de los caminos relegada a un cajoncito de la caravana.
Muchos kilómetros, demasiados quizás.
Muchas horas de viaje, muchos ratos montando y desmontando, preparando el show y despidiendonos de los paisanos.
Muchos vinos, muchos gazpachos, mucho jamón.
Ratos de lectura a la sombra de un buen árbol, noches de gaitas, mañanas de resaca.
Entrevistas en la radio, la voz amiga de Eva, la formalidad de Diego.
-¿A qué tu eres Juan?-
¡¡Premio señora!!!
-Os sigo por la radio.
-Lamento defraudarla, soy más bajito en persona.
Los niños que rodean la caravana desde que aparecemos por la calle mayor del pueblo, como un feroz escuadrón de bicicletas, armados con cientos de preguntas y risas nerviosas.
"Sola", que se escapa y hay que salir corriendo, no vaya a ser que algún perrillo la haga suya, figurense, que número. Yo que me escapo y hay que salir corriendo no vaya a ser que algún perrillo me haga suyo, figurense que número.
Viejos amigos, nuevos amigos, algún que otro momento de nostalgia.
-Tranquila mamá, estamos bien.
-Me da mucho miedo la carretera
-A mi me da más miedo la vida.
Una niña en Nicaragua que se mete en internet y contempla las fotos de esos señores extraños que andan pidiendo títeres en su nombre, allá en la madre patria.
Tensión, nervios, discusiones, hoy me enfado yo, mañana te enfadas tu, pasado se enfada él.
No puedo más...si puedo más, si puedes más, tenemos que poder.
De repente sale el sol y todo es tan bonito y tan fácil que te llena de energía y te preparas para lo que pueda venir.
El patoso de turno, la maruja de turno, el que te mira como a un apestado, la señora que te regala unos chorizos, el alcalde que te abraza al despedirse, el niño que corre tras la caravana diciendo adiós.
Todos vienen con nosotros.
Las noches de tormenta, sintiendo la lluvia golpear con fuerza en la caravana y nosotros a la luz de una vela, con una copa en la mano, en medio de la nada, preguntándonos si será esto la libertad.
Ríos, pozas, lagos, neoprenos, gafas, aletas.
Suso, chuchi, Luis, Marta, amigos que vienen a compartir unos días de ruta y nos dejan un poquito más vacíos, pero mucho más llenos.
Los días que solo tienes ganas de llorar, los que te ríes por cualquier cosa.
Te haces un poquito más adulto cada día y al final vuelves a casa con más distancia en los ojos.
Muchos aplausos, muchas sonrisas.
Muchas gracias a todos por creer en nosotros.
El año que viene, puede que más y mejor.
sábado, 3 de septiembre de 2011
Baraka
Diego ha embarcado con el resto de su unidad en el vuelo de las Fuerzas aéreas Españolas, que con escala en Egipto, lo trasladará hasta Afganistan.
Su misión durante los próximos seis meses, será la de asegurar una vía de comunicaciones para el libre paso de convoyes.
Vivimos una época, en la que las guerras geopolíticas y geoeconómicas son el pan nuestro de cada día.
Miles de soldados están muriendo en los lugares más recónditos del planeta, para asegurar la cuenta corriente de unos cuantos hijos de puta, que deciden en que punto exacto, una familia será bombardeada, un niño perderá las piernas o un fiel soldado plantará la bandera en la cota más alta, el punto más caliente o la frontera más convulsa.
Lo que estos hijos de mala madre prefieren ignorar, es que en cada misión, hay profesionales, valientes militares que eligieron por vocación la defensa de su país y que ahora no son más que la carne de cañón, barata y prescindible que ciertos individuos utilizan para jugar a su Monopoly particular.
Diego ha dejado en España a su mujer y a dos niños pequeños.
Es su trabajo, para eso se ha preparado, para eso ha pasado años duros de formación y para eso se levanta cada mañana...o eso creía él
Lejos del noble sentimiento de proteger a sus conciudadanos de posibles peligros, los capullos que dirigen el mundo, que son los hijos y los nietos de otros capullos que en su momento dirigieron el mundo, mueven en secreto los hilos para que hombres valientes y resignados como Diego, planten la barriga en tierra detrás de una duna y fijen el blanco en pos de unos cuantos barriles de petróleo, de un gaseoducto o de una mina de litio.
Hoy en día, los ignorantes cargan tintas contra los soldados, al igual que aquellos gilipollas que escupían a los muchachos que volvían del Vietnam, llenos de traumas, de tics nerviosos y de agente naranja.
Yo me descubro ante quienes son capaces de cumplir con su misión, como los viejos Tercios de Flandes, codo con codo, aguantando el temporal, a sabiendas de que quienes deciden su destino, desconocen que ellos, con pundonor, cierran filas con los suyos y por lo bajito, se cagan en la madre que parió al imbécil que les metió en aquel charco.
Los árabes llaman "Baraka" a la suerte o a la protección divina que salvaguarda a ciertas personas.
Yo deseo que esa Baraka, te proteja y te traiga a casa sano y salvo, que vele por tu integridad moral y que te libre de hacer nada con lo que tus principios no estén de acuerdo.
Sé qué tendrás cuidado, el valor, como a todo soldado español desde hace cientos de años, se te supone.
Su misión durante los próximos seis meses, será la de asegurar una vía de comunicaciones para el libre paso de convoyes.
Vivimos una época, en la que las guerras geopolíticas y geoeconómicas son el pan nuestro de cada día.
Miles de soldados están muriendo en los lugares más recónditos del planeta, para asegurar la cuenta corriente de unos cuantos hijos de puta, que deciden en que punto exacto, una familia será bombardeada, un niño perderá las piernas o un fiel soldado plantará la bandera en la cota más alta, el punto más caliente o la frontera más convulsa.
Lo que estos hijos de mala madre prefieren ignorar, es que en cada misión, hay profesionales, valientes militares que eligieron por vocación la defensa de su país y que ahora no son más que la carne de cañón, barata y prescindible que ciertos individuos utilizan para jugar a su Monopoly particular.
Diego ha dejado en España a su mujer y a dos niños pequeños.
Es su trabajo, para eso se ha preparado, para eso ha pasado años duros de formación y para eso se levanta cada mañana...o eso creía él
Lejos del noble sentimiento de proteger a sus conciudadanos de posibles peligros, los capullos que dirigen el mundo, que son los hijos y los nietos de otros capullos que en su momento dirigieron el mundo, mueven en secreto los hilos para que hombres valientes y resignados como Diego, planten la barriga en tierra detrás de una duna y fijen el blanco en pos de unos cuantos barriles de petróleo, de un gaseoducto o de una mina de litio.
Hoy en día, los ignorantes cargan tintas contra los soldados, al igual que aquellos gilipollas que escupían a los muchachos que volvían del Vietnam, llenos de traumas, de tics nerviosos y de agente naranja.
Yo me descubro ante quienes son capaces de cumplir con su misión, como los viejos Tercios de Flandes, codo con codo, aguantando el temporal, a sabiendas de que quienes deciden su destino, desconocen que ellos, con pundonor, cierran filas con los suyos y por lo bajito, se cagan en la madre que parió al imbécil que les metió en aquel charco.
Los árabes llaman "Baraka" a la suerte o a la protección divina que salvaguarda a ciertas personas.
Yo deseo que esa Baraka, te proteja y te traiga a casa sano y salvo, que vele por tu integridad moral y que te libre de hacer nada con lo que tus principios no estén de acuerdo.
Sé qué tendrás cuidado, el valor, como a todo soldado español desde hace cientos de años, se te supone.
martes, 30 de agosto de 2011
Lo que me diferencia de un mono
Pues no son tantas cosas...la verdad.
El hecho de vivir en sociedad, me ha llevado a aletargar ciertas conductas que no obstante, aún continúan latentes y en ocasiones tratan de aflorar.
Mal que le pese a la Santa Madre Iglesia, el hombre no es más que un primate evolucionado y en algunos casos dotado de raciocinio.Obviamente, que un hombre tenga raciocinio, que Ramoncin sea un hombre y que por tanto, Ramoncin tenga raciocinio, no es un silogismo válido (este mismo silogismo se cae igualmente si sustituimos "Ramoncin" por Bush, algunos antidisturbios, los "cumbayas", todos los estarras y en general, esa clase de alimañas que pululan por el mundo).
Si me dejo llevar por mis pulsiones más primitivas, iría por la vida robándole los helados a los niños, los cupones a los ciegos, las mujeres a los amigos y la pértiga a los gondoleros, pero gracias a Dios, aún me sostengo.
Ayer tuve la desgracia de ver "El origen del planeta de los simios" (mi nota: puta mierda). En este film, se nos viene a decir que cuanto más inteligentes, peor...más animales somos.
No nos engañemos, no es cuestión únicamente de inteligencia.
Conozco muchas personas con retraso psicológico, que diferencian perfectamente lo que está bien de lo que está mal.
La aberración llega en el momento en el que las personas inteligentes, inventan justificaciones ficticias para ocultar que, a sabiendas de que lo que hacen está mal, lo han hecho porque les ha salido de los mismísimos.
La mega aberración llega cuando con sus santos cojones tratan encima de convencernos de ello.
Un ejemplo perfecto, es la reforma de la constitución española.
Hablando ayer con mi amigo Chuchi, lo equiparaba con un golpe de estado, ya que mediante esta reforma, pretenden suprimir las medidas Keynesianas alegremente, en nuestros morros y hacer después de su capa un sayo.
Creo que en la política española hay demasiados chimpancés con corbata y traje de rayas.
Lo peor de todo, es que a base de sobresaturarnos de información innecesaria, para desinformarnos de la realmente necesaria, han conseguido que muchas personas inteligentes se sienten junto a ellos en la misma rama, a comerse la banana.
Yo no me llego...que putada.
Miren ustedes:
hay mucha, mucha gente buena y cabal, que está sufriendo lo indecible ante los atropellos a los que les está sometiendo el sistema.
Ya está bien, coño.
Porque yo me sujeto y de la misma manera que no despiojo la espalda de mi vecino, no me lanzo desde un árbol sobre determinadas personas y las mato a golpes, aunque ganas, no me faltan.
Pero se está consiguiendo poco a poco una compleja situación, que es que aunque ahora estemos más formados, más preparados y hayamos trabajado mucho más los diferentes tipos de inteligencia, hemos empezado a involucionar.
Yo, particularmente, tengo sed de sangre.
Me gustaría como aquel mono de Kubrik, coger un enorme fémur y aplastarle el cráneo a más de uno.
Levantarlo y dejarlo caer con todas mis fuerzas sobre sus destrozados cráneos hasta que la tierra rezume fluidos y sexos triturados.
A veces llevo los ojos rojos, como el conde Drácula y mataría, mataría con mis propias manos, me abalanzaría sobre aquellos que me hacen daño y les arrancaría la traquea.
Y eso...no está bien.
Aún me sigo controlando, pero ya empiezo a notar ciertos síntomas que no me gustan nada.
Si ellos pueden ordenar el apaleamiento, la humillación, el robo e incluso la muerte de quienes no consideran más que moneda de cambio, nosotros podemos tomar la Bastilla una vez más, levantar adoquines en París, lanzar tuercas en los astilleros, quemar ruedas en las carreteras y cajeros en las ciudades, entrar a cuchillo en el parlamento al grito de" se sienten coño" o al de "hagan la conga, coño", plantar cara en "Casas viejas" y limpiar el mundo de escoria.
Somos más y más cabreados ( "perdón "indignados") y si esto sigue así, vamos a tener que plantearnos si merece la pena montar tiendas de campañas y talleres de convivencia, o si por el contrario va a ser más efectivo descargarnos manuales de guerrilla urbana.
Hoy en el día un niño de trece años te hace un cocktel molotov con los ojos cerrados y al terminar, encima te prepara un daikiry.
Yo estoy dispuesto a hacerme respetar y a tratar de preparar un mundo mejor, aunque eso suponga liberar el instinto más arcaico del hombre: la ira.
No nos durmamos, porque se aprovechan de nuestra pereza.
No nos callemos, porque se alimentan de nuestro silencio.
No transijamos, porque copulan con nuestra resignación.
Joder...hay que dejar de ver pelis de monos...a partir de ahora solo documentales de pescaditos y arrecifes de coral.
El hecho de vivir en sociedad, me ha llevado a aletargar ciertas conductas que no obstante, aún continúan latentes y en ocasiones tratan de aflorar.
Mal que le pese a la Santa Madre Iglesia, el hombre no es más que un primate evolucionado y en algunos casos dotado de raciocinio.Obviamente, que un hombre tenga raciocinio, que Ramoncin sea un hombre y que por tanto, Ramoncin tenga raciocinio, no es un silogismo válido (este mismo silogismo se cae igualmente si sustituimos "Ramoncin" por Bush, algunos antidisturbios, los "cumbayas", todos los estarras y en general, esa clase de alimañas que pululan por el mundo).
Si me dejo llevar por mis pulsiones más primitivas, iría por la vida robándole los helados a los niños, los cupones a los ciegos, las mujeres a los amigos y la pértiga a los gondoleros, pero gracias a Dios, aún me sostengo.
Ayer tuve la desgracia de ver "El origen del planeta de los simios" (mi nota: puta mierda). En este film, se nos viene a decir que cuanto más inteligentes, peor...más animales somos.
No nos engañemos, no es cuestión únicamente de inteligencia.
Conozco muchas personas con retraso psicológico, que diferencian perfectamente lo que está bien de lo que está mal.
La aberración llega en el momento en el que las personas inteligentes, inventan justificaciones ficticias para ocultar que, a sabiendas de que lo que hacen está mal, lo han hecho porque les ha salido de los mismísimos.
La mega aberración llega cuando con sus santos cojones tratan encima de convencernos de ello.
Un ejemplo perfecto, es la reforma de la constitución española.
Hablando ayer con mi amigo Chuchi, lo equiparaba con un golpe de estado, ya que mediante esta reforma, pretenden suprimir las medidas Keynesianas alegremente, en nuestros morros y hacer después de su capa un sayo.
Creo que en la política española hay demasiados chimpancés con corbata y traje de rayas.
Lo peor de todo, es que a base de sobresaturarnos de información innecesaria, para desinformarnos de la realmente necesaria, han conseguido que muchas personas inteligentes se sienten junto a ellos en la misma rama, a comerse la banana.
Yo no me llego...que putada.
Miren ustedes:
hay mucha, mucha gente buena y cabal, que está sufriendo lo indecible ante los atropellos a los que les está sometiendo el sistema.
Ya está bien, coño.
Porque yo me sujeto y de la misma manera que no despiojo la espalda de mi vecino, no me lanzo desde un árbol sobre determinadas personas y las mato a golpes, aunque ganas, no me faltan.
Pero se está consiguiendo poco a poco una compleja situación, que es que aunque ahora estemos más formados, más preparados y hayamos trabajado mucho más los diferentes tipos de inteligencia, hemos empezado a involucionar.
Yo, particularmente, tengo sed de sangre.
Me gustaría como aquel mono de Kubrik, coger un enorme fémur y aplastarle el cráneo a más de uno.
Levantarlo y dejarlo caer con todas mis fuerzas sobre sus destrozados cráneos hasta que la tierra rezume fluidos y sexos triturados.
A veces llevo los ojos rojos, como el conde Drácula y mataría, mataría con mis propias manos, me abalanzaría sobre aquellos que me hacen daño y les arrancaría la traquea.
Y eso...no está bien.
Aún me sigo controlando, pero ya empiezo a notar ciertos síntomas que no me gustan nada.
Si ellos pueden ordenar el apaleamiento, la humillación, el robo e incluso la muerte de quienes no consideran más que moneda de cambio, nosotros podemos tomar la Bastilla una vez más, levantar adoquines en París, lanzar tuercas en los astilleros, quemar ruedas en las carreteras y cajeros en las ciudades, entrar a cuchillo en el parlamento al grito de" se sienten coño" o al de "hagan la conga, coño", plantar cara en "Casas viejas" y limpiar el mundo de escoria.
Somos más y más cabreados ( "perdón "indignados") y si esto sigue así, vamos a tener que plantearnos si merece la pena montar tiendas de campañas y talleres de convivencia, o si por el contrario va a ser más efectivo descargarnos manuales de guerrilla urbana.
Hoy en el día un niño de trece años te hace un cocktel molotov con los ojos cerrados y al terminar, encima te prepara un daikiry.
Yo estoy dispuesto a hacerme respetar y a tratar de preparar un mundo mejor, aunque eso suponga liberar el instinto más arcaico del hombre: la ira.
No nos durmamos, porque se aprovechan de nuestra pereza.
No nos callemos, porque se alimentan de nuestro silencio.
No transijamos, porque copulan con nuestra resignación.
Joder...hay que dejar de ver pelis de monos...a partir de ahora solo documentales de pescaditos y arrecifes de coral.
sábado, 27 de agosto de 2011
Ínfulas
Hay que ver...manda cojones.
Uno se levanta una mañana con tremenda indigestión de "pochas con verduras", a sabiendas de que cuando un tarro de legumbres en conserva lleva tres años caducado, es mejor no comérselo.
¿Pero quien dijo miedo?
Bolsas en los ojos, flojera de vientre y el deseo fervoroso de alcanzar el parnaso.
Supongo que así comenzaron Alberti, Dámaso, whitman y demás.
Mama...voy a ser poeta!!!
Te muerdes los carrillos como Galliano y como él, te lanzas a la espantajeria y a la mamarrachez (grande Joaquín Reyes) y te sientas ante el teclado convencido de que los dedos transmiten la magia que el cofre de tu creatividad ha liberado.
Y cuando terminas, te das cuenta de que eres el puto pitufo poeta.
El pitufo poeta fue el único que no se cepillo a la pitufina, que como no era tonta, después de traginarse a toda la comunidad menos a él, se largó a Formentera, a vivir en una cueva con el pitufo atleta, que será medio gilipollas pero es de los de cuatro sin sacarla y además prepara el estofado de ciervo que ni Arzak.
Mientras el pitufo poeta, que es gilipollas entero, sigue buscando la palabra que rime con pitufina, para poder pasar al segundo verso.
Y es que la poesía es una prolongación del ego, no nos engañemos. Para ser poeta de verdad, hay que tener más ego que Bianca Castaffiore.
Yo siempre he presumido de tener varios egos, con uno no me alcanza, pero se conoce que esto debe ser como lo de las vidas de los gatos, en cada ocasión que la realidad me ha puesto en mi sitio, he perdido un ego.
Así que nada, me voy a buscar al pitufo poeta, a ver si lo convenzo y me lo llevo de putas y lo emborracho, y después entre los dos, cogemos al pitufo atleta y le damos una buena mano de hostias y lo tiramos al pilón, que ya esta bien de ir por la vida sacando bola y apretando el culo.
Me vuelvo a la cama, a digerir lo que queda de las pochas.
Uno se levanta una mañana con tremenda indigestión de "pochas con verduras", a sabiendas de que cuando un tarro de legumbres en conserva lleva tres años caducado, es mejor no comérselo.
¿Pero quien dijo miedo?
Bolsas en los ojos, flojera de vientre y el deseo fervoroso de alcanzar el parnaso.
Supongo que así comenzaron Alberti, Dámaso, whitman y demás.
Mama...voy a ser poeta!!!
Te muerdes los carrillos como Galliano y como él, te lanzas a la espantajeria y a la mamarrachez (grande Joaquín Reyes) y te sientas ante el teclado convencido de que los dedos transmiten la magia que el cofre de tu creatividad ha liberado.
Y cuando terminas, te das cuenta de que eres el puto pitufo poeta.
El pitufo poeta fue el único que no se cepillo a la pitufina, que como no era tonta, después de traginarse a toda la comunidad menos a él, se largó a Formentera, a vivir en una cueva con el pitufo atleta, que será medio gilipollas pero es de los de cuatro sin sacarla y además prepara el estofado de ciervo que ni Arzak.
Mientras el pitufo poeta, que es gilipollas entero, sigue buscando la palabra que rime con pitufina, para poder pasar al segundo verso.
Y es que la poesía es una prolongación del ego, no nos engañemos. Para ser poeta de verdad, hay que tener más ego que Bianca Castaffiore.
Yo siempre he presumido de tener varios egos, con uno no me alcanza, pero se conoce que esto debe ser como lo de las vidas de los gatos, en cada ocasión que la realidad me ha puesto en mi sitio, he perdido un ego.
Así que nada, me voy a buscar al pitufo poeta, a ver si lo convenzo y me lo llevo de putas y lo emborracho, y después entre los dos, cogemos al pitufo atleta y le damos una buena mano de hostias y lo tiramos al pilón, que ya esta bien de ir por la vida sacando bola y apretando el culo.
Me vuelvo a la cama, a digerir lo que queda de las pochas.
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