He decidido ignorar el clamor popular y no voy a tener hijos.
En su lugar, he pensado comprarme un hamster con todos sus accesorios: la rueda que gira, el bebedero- nigt club, el comedero de comida rápida y, cada dos martes, una hamster esterilizada para que le de alegría a las largas noches enjaulado.
En cuanto me despisto ya tengo alguna amiga preñada (quiero decir, que sucede con asiduidad, que se embaracen, no que las preñe yo) y, en la típica cena de colegas, sale la consabida frasecita "animaros...que os va a cambiar la vida".
¡Claro, como ya se te ha jodido a ti, ahora quieres que se nos joda a nosotros!
Lo siento, tengo el mismo instinto paternal que el Dios ese del cuadro, que se comía a sus hijos (¿Saturno?) y más de diez minutos seguidos con un bebé desemboca en ataque de ansiedad (para mi y para el bebé).
Se que soy algo repetitivo con este tema, pero no entiendo porque cuando insisto en decir que no me gustan los niños, todos lo toman por una pose e insisten en que sería un padrazo.
¡Que no cojones! soy un irresponsable, egoísta, narcisista, hedonista y con un enorme complejo de Peter Pan.
Quiero todo mi tiempo libre para mi, y no quiero compartir la atención de mi mujer con un bulto blandito que se caga y se mea cada cuarto de hora (claro que ella no notaría la diferencia).
Voy por la calle y solo veo excompañeros de clase empujando carritos con críos sobrealimentados y llorones.
Que horror.
Encima han suprimido el "cheque bebé", único aliciente por el que cometería semejante barbaridad.
Gasto fortunas en métodos anticonceptivos y los uso todos a la vez.
Mi postura favorita es "por teléfono" y la sola visión de un predictor me produce nauseas, vértigos y desmayos fulminantes.
Una noche soñé que, tras cometer un terrible crimen, el juez me condenaba a mil años de trabajos para la comunidad en una guardería. Me desperté empapado...perdí el control de los esfínteres.
Agradezco mucho que queráis que amplíe mi familia, pero buscaros a otro para que os pague las pensiones.
No tengo espacio en el trastero para setecientos artilugios innecesarios y carísimos.
No quiero un miniyo deambulando por mi habitación y detesto el olor de los potitos.
Un hamster es el compañero ideal... no hace preguntas, come poco, sus cagaditas son mínimas y cuando te cansas de él lo puedes aplastar con un martillo corriente, de los que hay en cualquier hogar.
Si señor...un hamster.
Me parece genial que la gente tenga hijos y todo eso, y me alegro si se alegran, porque al fin y al cabo disfruto con la felicidad de mis amigos, pero que no me den palmaditas en el hombro ni me hagan guiños cómplices, que yo paso.