Un dos tres.
Cuatro cinco seis, salto a la derecha y trato de no pisar la raya que divide la calzada.
Las nubes son muy negras hoy, eso es que va a llover.
Siete ocho nueve, seguro que llueve.
Entonces me mojare, y puede que resbale, y caiga al suelo.
Tengo que tener mucho cuidado porque me puedo hacer daño.
Diez once doce, la desgracia te escoge.
Sé que si no quiero pasarlo mal, tengo que apartarme de los posibles charcos que se originen.
Trece catorce quince, la niña bonita no me quiere y no contesta a mis llamadas, seguro que ya está con otro.
Ese es otro charco que no puedo pisar, porque resbalaría y volvería a caerme.
Y ya estoy muy dolorido.
Dieciséis diecisiete dieciocho, doy dos pasos hacia atrás y me siento en el suelo.
No sé porqué sigo andando.
Se ha marchado, y estoy convencido de que ya no va a volver.
Diecinueve veinte veintiuno, estará durmiendo con alguno.
Cae la primera gota, moja mi frente y resbala hacia el suelo.
Se detiene en el zapato, veintidós veintitrés veinticuatro.
Ya no quiero contar más, mejor me tumbo aquí, y espero a ver qué pasa, quien pasa, porqué pasa.
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