¿Qué está pasando con los más jóvenes?
Estoy bastante asustado,la evolución de las relaciones sociales entre los chavales de hoy en día vaticina un futuro bastante negro para la sociedad.
Los niños, como dicen en muchas películas americanas, son nuestro recurso natural más preciado, aunque visto lo visto, yo empezaría a cambiarlos por petróleo, o por gas.
Recuerdo que cuando yo tenía catorce o quince años también había peleas en el colegio, o en la calle.
Con las hormonas inmersas en plena fiesta bullente, era normal que los chicos trataran de demostrar a los demás, o de demostrarse a si mismos lo machotes que eran.
Un par de bofetones, algún puñetazo entre los más salvajes e incluso en ocasiones una patada o un rodillazo, y pare usted de contar.
Eran cosas de críos. Esta afirmación me lleva a preguntarme cuales son las cosas de críos ahora mismo.
Desde luego, durante mi infancia y adolescencia, no tenia acceso a tanta violencia como uno puede encontrarse hoy en día en cualquier medio o soporte.
En mis tiempos, si una peli era muy violenta (desde luego nada que ver con las de ahora)salían dos rombos amarillos sobre la pantalla, y tus padre te mandaban a la cama, sin contemplaciones. Y obedecía, lógicamente (en mis tiempos no se pegaba a los padres, ni a los educadores).
No tenia un internet abierto a cualquier mente en proceso de formación que quisiera empaparse de vísceras y sangre, nadie colgaba sus "proezas" en la red, porque entre otras cosas, el teléfono de casa no tenia cámara de vídeo, por un lado estaba el teléfono y por otro la videocámara.
Ojo, que no estoy cargando tintas contra los adelantos tecnológicos, es apasionante todo lo que uno puede descubrir en la red, y las ventajas y facilidades que te da trabajar con una herramienta como esta. Mi teléfono tiene cámara de fotos y de vídeo, y me permite inmortalizar los mejores momentos de un concierto, de unas vacaciones o de una juerga, o el primer llanto del bebé de un amigo.
El problema está, cuando un niño de doce años, abandonado en casa a su suerte, frente al ordenador, comienza a investigar sobre todo aquello que despierta en él curiosidad, sin limitaciones de ningún tipo, ni técnicas ni morales.
Gestionar y filtrar todo lo que un cerebrito puede encontrar en según que páginas, es tarea harto difícil y en muchas ocasiones, imposible.
A eso le sumamos los modelos grupales importados, las pandillas o "maras", del estilo de los Latin o los Ñetas, que están causando furor entre nuestros adolescentes y que no son para nada recomendables.
Por supuesto, el acceso cómodo a alcohol y drogas, los macrobotellones, donde los chavales se desfogan apedreando policías, las quedadas por internet...
Tenemos un crió, empapado de violencia y de conductas aberrantes, que pretende emular a los pandilleros porque son su referente de conducta y ya está formado el lío.
Por otro lado, vivimos en una sociedad que de tanto huir de la "represión", se ha vuelto blanda y ridícula.
Los asesinos campan a sus anchas por las calles, el sistema judicial es una mierda, las condenas ridículas, el crimen "sale a cuenta".
Todo son talleres para sensibilizar al delincuente (mal, muy mal hombre...no lo vuelvas a hacer), risoterapia, gilipoterapia y demas tonterias ¿y a donde nos lleva eso?...
Los políticos, con tal de conseguir votos para seguir mangoneando alegremente, se bajan constantemente los pantalones y se dan baños de tibieza diarios, ninguno agarra el toro por los cuernos, ni dice "cojones, no, esto no se puede consentir".
Madres condenadas a penas de cárcel por dar un bofeton a su hijo, porque han perdido el control, debido a que el sistema vela para que el niño esté entre algodones continuamente y al final, el hijoputa del crió saca un encendedor y le pega fuego a los algodones, al sistema y a la madre que lo parió.
A mi no me sorprende que una niña de catorce años mate a otra a golpes.Lo que me sorprende es que no mueran docenas de niños a diario.
Se va todo a la mierda y antes de que sea demasiado peligroso bajar con tu hijo a jugar al parque, alguien debería cortar esto de raíz.
Pero para esto, como para todo lo demás en esta España nuestra, faltan cojones.