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viernes, 10 de octubre de 2008

Nunca despues de medianoche.


Lo compró mi padre en un bazar chino de artículos de importación (como dijo Bush, "la mayor parte de nuestras importaciones vienen del extranjero") y de cosejas raras.
Cuando lo trajo a casa, aquella nochebuena, lo quisimos bastante toda la familia.
Mi padre, nos transmitió las advertencias que le hizo aquel chino milenario del almacén:
"No mojal nunca con sirope de fresa sus cojones"
"Jamas metelse en cama con él"
"Bajo ningún concepto, dal paella después de medianoche"
"Tratal de enseñal a hablal sin l"
Hicimos lo que pudimos.
Hablar, habla más o menos bien y, aunque conozco a personas que se han metido en su cama, no se de nadie que le haya rociado los cojones con sirope de fresa.
Se de uno que le roció de "champín", ese champán sin alcohol para fiestas infantiles.
El problema vino el día que se atiborro de paella.
La verdad es que en casa ya estábamos hasta el moño de él.
Yo creo que no fue un descuido sino que, alguien hartito de su costumbre de caminar sobre los talones, dejó al descuido aquella paellera en su habitación.
Fue horroroso.
Ahora no se pierde una misa de doce y se ha enamorado del cabello de Aznar.
Aquel chino tenia razón "no jugal con cosas peligosas, jodel".