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viernes, 16 de agosto de 2024

Quizás tarde en llegar, pero la esperaré siempre


 Mi gran amiga y mejor editora, Eva Melgar, me dijo no hace mucho que la felicidad se compone de pequeños momentos, y creo que esta afirmación ya la he escrito aquí en más de una ocasión, porque realmente es una gran verdad y cuando comprendes que ser feliz es algo pasajero, al igual que ser desgraciado, aprendes a disfrutar con intensidad de los momentos hermosos de la vida y a llorar con esperanza los difíciles, pues sabes que todo termina pasando. Y todo terminará llegando.

Esta canción de Blow es realmente curiosa, porque habla de esa felicidad fugitiva a la que nos empeñamos en dar alcance sin entender que cuanto más queramos atraparla, más se escapará y que si la dejamos a sus aire, será ella quien venga a buscarnos, aunque el mudo se acabe, aunque se extinga la raza humana. 

Pero el ser humano es caprichoso, y mira tú por donde, todos nos encaprichamos con eso de ser felices.

Hace poco, hablando con una amiga a quien Pablo Acebal, cantante de Blow, dedicó esta canción en la intimidad de una comida entre amigos, la escuché decir algo muy bonito, y es que a ella, mujer pizpireta y alegre donde las haya,  lo que le hace realmente feliz es ver felices a los suyos. Y eso es algo que también comparto, pues no solo sufro por ver sufrir a la gente que quiero, sino que realmente me siento feliz cuando veo a alguno de los miembros de mi tribu de familiares y amigos sonreír de oreja a oreja y suspirar evidenciando que está disfrutando de ese regalo que es vivir. Hay que ver. Cuanto me gustan las sonrisas y cómo me ha costado recuperar la mia.

Agarrémonos a esos momentos mágicos en los que una conversación, un abrazo, un beso, una caricia, una copa de buen vino con la persona adecuada o ese manjar que alguien se ha molestado en preparar para verte disfrutar al saborearlo, nos hacen sentir felices. Se acabarán los besos, los abrazos, la botella de vino o el plato de esa delicatesen, pero no por ello se marchará la felicidad. Tan solo nos pedirá un respiro para volver de nuevo con más fuerza.

Quiero mucho a la gente que quiero, y aunque solo sea por egoísmo, pues seré feliz al verlos felices, rezo para que desborden felicidad, alegría e ilusión.

Y  no deseo ningún mal a nadie, pues también sé que incluso aquellos que me han causado el mayor dolor conscientemente, tendrán que sufrir el castigo con el que la vida decida sentenciarlos, y yo no soy quien para ejercer de verdugo. Además el rencor envenena, y perdono por salud mental, no por bondad, porque el no perdonar y el guardar rencor al único que perjudica y envenena, será a mi.

Hacedme un favor, queridos lectores: sed muy felices.