Tal y como Ulises le había explicado, Pinacho recibió la llamada de Salomé, citándolo en un lugar ajeno a SVAE para evitar posibles encuentros indeseados con clientes que pudieran interesarse por el desconocido y echar por tierra futuras tapaderas.
A las 20,30, puntual como un soldado prusiano, Iván se personó en el concurrido bar de la cercana población de Tudela de Duero, donde lo aguardaba ya Salomé disfrutando de una cerveza de importación acompañada de una original tapa cortesía de la casa, consistente en un rollito de cecina relleno de confitura de tomate, aliñado con aceite de oliva y orégano.
—Está bastante rico—afirma la agente secreta mientras lo besa en ambas mejillas aparentando ante el gentío recibir a un amigo de toda la vida—.La casa lo ofrece hoy con la consumición, en este sitio son así de generosos.
—Da gusto que haya lugares en los que aún se cuide al cliente—responde Pinacho haciendo un gesto a la camarera que al verle levantando la mano se acerca solicita y sonriente—me tomaré un Jesús Yllera acompañado de una de estas delicatessen—indica a la empleada de la barra, quien asiente con la cabeza y se retira en busca de una copa y de la botella del tinto elegido.
—Veo que tienes buen paladar para los vinos—dice Salomé mientras apura el contenido de su jarra y hace un gesto a la camarera señalando que tomará otra—pero yo soy más de buena cerveza. Es algo que siempre agradeceré a los belgas, sus buenas cervezas. Eso—añade—y los comics de Tintín.
—Imagino que él fue quien te inspiró para introducirte en este mundo de misiones secretas, aventuras y cosas que parecen otra cosa y en realidad esconden mucho más de lo que permiten ver, ¿No?
—Bueno—responde la discreta y eficaz agente de inteligencia—no creo que necesites que te explique la de vueltas que puedan dar las cosas, ni lo complicada que llegan a ponerse las circunstancias más absurdas, en cualquier caso perdóname, Pinacho—se disculpa con seriedad—,pero no estamos aquí para hablar de mi vida. En la mochila guardo la documentación necesaria para sostener vuestras identidades de cara a la reunión con los narcotraficantes que se ocultan tras la eficiente empresa de telefonía e internet que les sirve de pantalla para su novedoso e inteligente sistema de distribución. Nogueira y tu podréis ocupar mi lugar y el de Charly, aunque claro—remata con gravedad—esto solo nos servirá una vez, a partir de ahí seremos Charly y yo los que deberemos tomar las riendas si os descubren. Ya hemos pensado la historia que les contaremos a nuestros "clientes" si todo se va al carajo y encontramos vuestros cadáveres con un agujero de bala en la nuca tirados en una cuneta.
—No te preocupes, Salomé—dice Iván sonriendo de medio lado como una tintorera antes de morder a su presa—los cadáveres que se encontrarán en la cuneta no serán los nuestros, te lo aseguro. Mi querida compañera tiene casi tanto carácter como tú, y no te quepa duda de que venderá cara su piel.
—Pues venga—dice Salomé concluyendo la reunión—coge tu la mochila como si fueras un caballero ayudando a una dama a llevar peso y salgamos de aquí.
—Sabes que eso hoy en día casi se podría considerar machismo ¿verdad?—ironiza el inspector de homicidios obedeciendo la sugerencia.
Los dos servidores públicos de azarosas vidas y complicadas circunstancias, pero idénticos objetivos abandonan el local y se despiden en la calle con dos besos, uno por mejilla.
—Una vez hayáis leído los protocolos creados para atender esta misión, confirmadme que todo está correcto, que los habéis interiorizado y que los seguiréis sin apartaros un ápice de lo escrito en ellos —. Solicita la agente mientras se da la vuelta y emprende camino hacia su coche.
Iván asiente con la cabeza aunque Salomé ya no puede ver el gesto de conformidad y, sonríe pensando que cuándo se siente con Clara a preparar la misión y lean los protocolos, ratificarán que esta eficaz agente de El faro del norte nunca da puntada sin hilo ni deja un cabo suelto.
 
 
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