martes, 18 de febrero de 2025

Balazos en el alma


Es curioso esto de vivir. 

Supongo que no soy el único que siente que le han acribillado a balazos con munición de embustes, y que le han atravesado de parte a parte con la bayoneta de la traición que calaron sobre la bocacha del fusil de un amor de saldo.

Sé que no soy el único al que han sabido desarmar con falsos te quiero, y por eso mismo he escrito una y mil veces que no tengo el monopolio del dolor ni la exclusiva de la angustia. Tan solo enfermo al chupar el veneno de las viejas heridas y tratar de escupirlo lejos, siguiendo el precepto de que la vida sigue, pero siempre quedan restos de recuerdos infectados en los labios y es entonces cuando me juro no volver a echar la vista atrás, y no volver a creer a quien me diga que me quiere sin mantenerme la mirada, y tras sellar con lágrimas el juramento, aprovecho para desahogarme en negro sobre blanco y me siento a escribir mojando una vez más la pluma en el tintero del alma y permitiendo que todo fluya. Y agradeciéndole a Dios que me concediera la capacidad de juntar letras y gritar en esdrújulas, sufrir en tercetos y morir en cada punto y a parte, para volver a nacer una y otra vez con cada nuevo párrafo.

Quizás por eso digo siempre que para mi escribir es una necesidad vital. Porque si no pudiera escribir preferiría estar muerto.

Puede que en futuras vidas la inteligencia artificial sea capaz de sentir y de comprender por mi, e incluso me ayudará a recuperar la fe en el amor, y la esperanza en un paraíso junto a Ella. Pero aún soy de aquellos que prefieren cometer errores evidentes, resbalar sobre las baldosas mojadas de una sonrisa de medio lado  y besar los labios equivocados. Aún soy de aquellos que insisten en enamorarse aún a sabiendas de que es un deporte de riesgo.


Es curioso esto de vivir, pero aún es más curioso esto de seguir vivo, pese a todo, pase lo que pase y le pese a quien le pese.
 

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