viernes, 17 de enero de 2025

Yo no pedí esto


 Y no creo que nadie en su sano juicio pidiese algo así. 

A veces siento tan intenso, tan fuerte, tan potente, tan dolorosamente, que me quema dentro del pecho, sufro hasta lo insoportable y parece que se me va a resquebrajar el alma, y que el corazón va a implosionar estallando en millones de pedacitos. Menos mal que he aprendido a reconocer y a controlar las crisis de ansiedad y a no dejarme llevar por el pánico, porque en muchas ocasiones sentía que me  iba a morir, que me iba a dar un infarto o algo similar, que sentir como siento podría matarme, pues si llegaba a somatizar como parecía que iba a hacerlo, tras  las taquicardias, los sudores fríos y los mareos, vendría la muerte. Y después la nada.

Por eso me empeño en reír cuando puedo y en llorar cuando lo necesito. Y no estoy loco ni soy diferente, tan solo tengo un exceso de sensibilidad y las cosas me afectan como pueden afectar a otros muchos, pero multiplicadas por cien. He aprendido a llorar, y ya no me importa el desprecio del idiota de turno si no puedo contener la emoción y lo termino haciendo en público. Ya no me importa, de verdad. El que se atreva a juzgarme por sentir como siento que lo haga públicamente, pues yo mismo ostentare mi defensa y os aseguro que tengo argumentos y precedentes a los que agarrarme para salir airoso y evitar la condena social.

Y en cuanto al placer, me sucede tres cuartos de lo mismo. He aprendido a decir que quiero a la gente que quiero y cuando digo que quiero a alguien, no lo hago buscando nada a cambio, es un amor verdadero, el más inmenso de los cariño y la más tierna de las emociones. Y no digamos ya cuando amo en la más romántica de las acepciones. Creo que, las pocas mujeres a las que he sentido amar con semejante intensidad, realmente no llegaron a entenderlo ni a creerlo, no llegaron a comprender que eso de "mataría o moriría por ti" era mucho más que una frase hecha. Creo que aprendí a escribir con la única intención de poder explicarle a Ella cómo la he amado, como la amo y como la amaré en todas y cada una de mis vidas.

Y ahora el que quiera, que me llame ñoño, marica, nenaza o cualquiera de esos alardes de ingenio. Por mi parte les deseo que sean muy felices, pero muy lejos de mi.

Ahora solo quiero que alguien me haga sentir bien, que algo me haga sonreír, que me lleve al orgasmo y que me cubra de caricias el alma. Y lo demás no importa.

Yo no pedí ser como soy, pero estás son las cartas que se han repartido y seguiré jugando con ellas una reencarnación tras otra. Así hasta que un día salte al banca del destino y consiga ser feliz.

A por esta mano.

domingo, 12 de enero de 2025

Porciones de cada uno


 El pasado 2024 y junto a mi buena amiga y compañera en Pequeño asteroide, la actriz, directora teatral y fotógrafa artística, Luisa Valares, presenté al Ayuntamiento de Simancas una propuesta cultural algo atrevida, en la que ofrecíamos la posibilidad de mediante sesiones de trabajo  semanales en un espacio municipal, ofrecer a los vecinos del pueblo que así lo desearan la posibilidad de escribir con mi ayuda, y de interpretar con la ayuda de Luisa, su propia obra de teatro.

En Simancas hay una verdadero interés por la cultura y sus vecinos son gente muy participativa y muy inquieta, por lo que rápidamente y con el beneplácito y el apoyo de la corporación municipal, se formó un grupo de lo más heterogéneo y absolutamente adorable.

Durante las primeras sesiones semanales les animé a trabajar la escritura creativa, descubriendo para mi sorpresa un verdadero caudal de creatividad y de energía, y disfrutando de todas y cada una de esas sesiones de escritura en las que en más de una ocasión, al compartir con el grupo sus creaciones leyéndolas en voz alta, la emoción se adueñó del aula y compartimos también lágrimas, suspiros, carcajadas y guiños. Luisa los hizo trabajar distintas dinámicas para potenciar los recursos actorales y ayudarlos a aprender la forma de saltar a las tablas de un escenario sin miedo y compartiendo su talento y su afán de disfrutar de la vida exprimiendo cuanta ocasión se les presenta para ello. Poco a poco nos fuimos introduciendo en la escritura de dramaturgia, y entre todos y aportando multitud de ideas originales y realmente acertadas, conseguimos construir una obra de teatro para un numeroso elenco de actrices y actores de un amplio abanico de edades y de personalidades muy diversas. La cosa fue tomando forma de la mejor de las maneras y nació Porciones de cada uno, comedia de enredo y de intriga, que al llegar a manos de Luisa se terminó de perfilar y se convirtió en el mayor de los éxitos el pasado 8 de enero, día de sus estreno.

El teatro de La Vaguada se llenó de vecinos, familiares y amigos del elenco, así como de miembros de la corporación municipal con su alcalde a la cabeza, que asistieron asombrados y entusiasmados a la representación del grupo que bajo el nombre de Simanquince nos dio a  todos una lección de pundonor y de saber estar, demostrando que cuando se tiene ilusión por algo, y uno pone alma, corazón y esfuerzo en ello, no hay nada imposible.  Alberto, alcalde de la villa, y Nina, concejala de Cultura aceptaron nuestra invitación a subir al escenario para posar y compartir los aplausos y los parabienes, pues realmente los merecen, ya que desde el primero momento apostaron por ofrecer a sus vecinos al posibilidad de participar en un proyecto de este calado y de transcender el en el tiempo, pues no me cabe duda de que dentro de unos años, en algún lugar del planeta se pondrá en escena Porciones de cada uno, o se visualizará en el canal de YouTube de Félix, (virtuoso de la cámara y amante esposo de una de las actrices del elenco), que recogió la obra completa desde su presentación a los aplausos y que os dejo en el siguiente enlace, por si os ha picado la curiosidad.

https://youtu.be/ODEwS5TdcNY?si=VSt8FuQxlwUPkJza

Tened en cuenta que los integrantes del elenco son absolutamente amateurs, que han tenido que vencer el desafío de salir a escena por primera vez en un teatro de envergadura y abarrotado de gente, y que además y por desgracia, varios de ellos han sufrido las pérdidas de seres tan queridos como madres, hermanas, abuelas o suegras durante los ensayos, y aún así y todo han querido brindarle al cielo sus interpretaciones y los aplausos recibidos. 

Tanto luisa como yo nos sumamos al público puesto en pie y  agradecemos su trabajo y su cariño con nuestros aplausos y una gran ovación.

Y es que todo termina llegando, incluso lo bueno.



viernes, 3 de enero de 2025

Aprender a ganar


 Es tan importante como saber perder. O incluso más.

Puede que celebrar una victoria sea un acto moralmente tolerable siempre y cuando no te vanaglories de  tu triunfo ante el enemigo vencido. Lo que sí que podemos calificar como el mayor de los errores es celebrar el éxito antes de conseguirlo, fundamentando la celebración tan solo en las expectativas creadas, en las promesas de quien puede cambiar de parecer, o en indicadores sujetos al azar o la fortuna.

Al aceptar una derrota aceptas también las consecuencias de los actos erróneos que te llevaron a ella, y al celebrar un triunfo celebras el haber sabido tomar las decisiones acertadas que te llevaron a él.

Mi propósito de año nuevo es vivir con los pies en el suelo. Esto no quiere decir que vaya renunciar a ilusiones y sueños (si lo hiciera, no sería yo), pero si que evitaré dar un triunfo por conseguido antes de haberlo alcanzado, celebrar una victoria antes de comprobar la derrota o la rendición del adversario y proclamarme vencedor basándome en lo que debería suceder y no en lo que sucede.

Puede que esto sea un nuevo síntoma de madurez que sumar a los que para mi sorpresa voy incorporando a mi condición, o simplemente una nueva pieza de la armadura que he decidido vestir para proteger mi corazón y mi alma, que ya no soportarían más heridas y que no tienen espacio para añadir más cicatrices.

He aprendido que el tiempo hizo de mi el continuo derrotado en las lides amorosas y que en más de una ocasión estúpidamente llegué a creer que había salido victorioso del encuentro con unas perfectas caderas, con unos ojos del color del sol o con la más hermosa de las sonrisas, pero el destino se ocupó de abrirme los ojos , de mostrarme la más cruda realidad y de confirmarme que si hay un terreno en el que por mucho que lo intente nunca conseguiré celebrar una victoria, ese es el amor. Y es que tras muchas noches en vela, tras muchas horas de lectura, tras muchos versos y muchos párrafos escritos y tras docenas de angustiosas tardes de lluvia entregado a la introspección, al fin aprendí que en el amor no hay vencedores ni vencidos, que nadie gana, que todos pierden y que  todos consiguen alzarse con un trofeo. 

Y tampoco hay tablas. Siempre que te entregas a ese  emocional combate que es el amor, llegará el momento en el que sentirás  que tus lágrimas saben como Ella, que tus silencios más tristes se conjugan con su nombre y que con uno solo de sus besos cuando menos lo esperas, es capaz de levantarte del suelo y llevarte a lo más alto del podio. Y pedirás clemencia, bendecirás su piel y descorcharás una botella para saborearla a su lado. Y suplicarás a los hados que el tiempo se detenga y que nunca, nunca, se termine ese momento.

O no. O yo que sé.