viernes, 26 de julio de 2024

Piacere tra noi

 


Relato no apto para menores de 18 años. El que avisa no es traidor.


El primer día de clase, Iván no pudo evitar fijarse en aquella menudita asturiana de ideales proporciones, preciosos ojos verdes, sonrisa pizpireta y excelente actitud para afrontar el curso intensivo de italiano que el ayuntamiento de aquel turístico municipio asturiano ofrecía a los vecinos que quisieran hacerse entender con los miles de naturales del país transalpino que cada año visitaban su tierra, y se dejaban mucho dinero durante la estancia en ella.

Había algo especial en aquella aplicada y solícita alumna y el voluntarioso profesor que había renunciado a la seguridad y estabilidad de una plaza de profesor asociado en la universidad de Oviedo, para poder instalarse en aquella impresionantemente bella población costera durante los meses que la corporación municipal tuviera a bien invertir en formación para sus vecinos, era incapaz de desviar su mirada de la de la terriblemente magnética Diana.

Una tarde, al término de la sesión en el aula  del local municipal que el Ayuntamiento había puesto a su disposición, el ujier que acudía a abrir y cerrar las puertas los encontró enfrascados en la traducción de un ejercicio sobre la fantasía y la magia. El resto de alumnos ya se había ido marchando y Diana le pidió que por favor, se lo corrigiera, pues regentaba una librería en el pueblo y había pensado dedicar una sección de literatura fantástica para las lecturas veraniegas y había hecho un pedido de libros en italiano que tenía que rentabilizar.

Debían abandonar el local, eran ordenes municipales y el profesor del curso de italiano no quiso desafiar la normativa por lo que aceptó la invitación de terminar la corrección en el hogar de Diana, quien habitaba una pequeña casa en los acantilados vecinos con las mejores vistas de la zona.

Apenas habían traducido y corregido media docena de líneas, cuando Iván no pudo contenerse al increíble magnetismo de Diana y se atrevió a besarla con timidez pero con arrojo.

Diana devolvió sus besos con más arrojo si cabe, tomándolo del cabello y atrayendo la boca del hipnotizado profesor hacia el amplio escote del veraniego vestido que cubría su cuerpo. Cuando comprobó que Iván comenzaba a saborear su piel, liberó la tela del cordón que la sujetaba y permitió que cayera al suelo dejando al descubierto sus pechos desnudos y una minúscula prenda de lencería de la que tardó apenas unos segundos en despojarse también.

Iván creía morir de excitación y al deslizarse por el cuerpo desnudo de su alumna buscando la fuente en la que beber el agua que había de apagar su sed, apenas logró controlar los latidos de su corazón que parecía que iba a estallar, como su miembro, listo para presentar batalla y para satisfacer a la más exigente amante. 

La risueña asturiana le pidió que entrara en ella despacio, que quería prolongar aquel estasis cuanto tiempo permitiera su deseo, y él, solícito y obediente abandonó aquel sabroso néctar para abrirse hueco con delicadeza en su interior.

Entonces, al abrazarse a su cuerpo desnudo gimiendo de placer,  descubrió que aquella risueña asturiana de piel blanca como la arena de las costas bañadas por  el Cantábrico y ojos verdes como los prados de su tierra, no era una mujer normal.

De pronto, la habitación desapareció literalmente y en su lugar los amantes se encontraron retozando,  gimiendo y regalándose cuanto placer podían darse en el interior de una cueva del acantilado que presidía las alturas de la zona. Era una cueva muy especial con un pequeño lago formado entre estalactitas y estalagmitas por las corrientes subterráneas e iluminado por las verdes líquenes fluorescentes que adheridos a la roca, dotaban al lugar de una fantástica belleza.

—¿Qué ha sucedido?—preguntó el profesor de italiano al cerciorarse de que no estaba soñando—Diana, ¿Qué está pasando? ¿Quién eres?

Diana se apartó de Iván desplegó sus pequeñas alas y comenzó a revolotear sobre él, sonriendo desnuda y terriblemente hermosa.

—Soy un hada de los acantilados, Iván, y te he elegido a ti, para recargarme de humanidad y poder así seguir habitando entre vosotros sin llamar la atención. Tú intuiste mi verdadera naturaleza. Me di cuenta de ello el primer día de clase —dijo Diana descendiendo y arrodillándose frente a él— Tu sabes bien que lo esencial es invisible a los ojos, y por eso pudiste verme con el corazón. Y ahora —dijo comenzando a besar y a deleitarse con la  tremenda erección del asombrado y excitado profesor—te voy a enseñar de donde viene eso de los polvos de hadas. Luego —concluyó  con seriedad—volveremos a tu realidad en la playa junto a los locales municipales, terminaremos la botella de sidra que comenzamos al fin de la clase y no recordarás nada.

Iván cerró los ojos al borde del desmayo más por el inmenso placer que los labios y la lengua de Diana le estaban regalando que por lo asombroso de la situación, y se dejó hacer.

Año tras año Iván regresa a Asturias donde sus alumnos y en especial la librera del municipio, lo esperan con ganas de aprender, de disfrutar y de saber. 

sábado, 20 de julio de 2024

Maldita llama eterna


 Yo no la buscaba y no creo que ella me buscase, simplemente llegó hasta mi, nació, cobró sentido y se instaló en mi novela como si llevará allí desde el principio.

Y esto no es una novedad, no es la primera vez que me sucede, pero no por habitual deja de sorprenderme.

Parece como si algunos personajes de mis historias cobrasen vida de repente, y se acercaran susurrándome al oído que ya están aquí, que ya han llegado, que debo escribir sobre ellos y que no me preocupe, porque me inspirarán las palabras adecuadas, las circunstancias oportunas, los sucesos necesarios y yo solo deberé seguir su dictado obediente y sumiso.

Hace apenas dos días, durante la última de las sesiones del taller de dramaturgia que imparto en Simancas, uno de estos personajes se presentó de repente y sin previo aviso. Si bien es cierto que al avanzar en la trama de Inocentes me estaba dando cuenta de que necesitaba algo o a alguien que dotara de frescura y de emoción a la historia del decurión Lucio Galvano, aún no tenía claro qué o quien debía comenzar a ocupar su lugar en las páginas en blanco. Y entonces de pronto llegó ella, Diana, la viuda de otro de aquellos soldados que conquistaron Judea para mayor gloria de Roma, ampliando el imperio y llevando a una nueva tierra lo que ellos consideraban la civilización, la razón y el orden. 

Diana es una pizpireta y atractiva troyana que siguió hasta Judea a su marido y al caer este, decidió permanecer en la nueva provincia del imperio y labrarse allí el futuro que cree merecer.

Ha entrado con fuerza, con mucha energía y con pasión, cualidades estas que la definen y que están ayudando a mi protagonista a confundirse y a replantearse si aquello que teme y de lo que había decidido alejarse no le iba a permitir poner distancia bajo ningún concepto.

Lucio jamás había dedicado atención, tiempo, esfuerzo ni ganas a las mujeres, pues en su condición de guerrero, nacido e instruido para una vida de milicia, creyó no necesitar lastre alguno, ni cargar con más peso que el de su coraza, su escudo y su gladio. Pero su barco naufragó y al conseguir llegar a tierra, los dioses además de una nueva vida, le regalaron su primer amor al descubrir luz y futuro en la sonrisa de la hebrea Jiyuj. Su corazón le enseñó que hay vida en el terreno fértil que habitan los sueños, y supo que si había logrado salvarse de una muerte segura en el mar, fue para morir o matar por la mujer más hermosa y valiente que había conocido nunca. Pero los dioses son caprichosos y cuando estaba dispuesto a renunciar a su vida, sus aspiraciones, sus proyectos y sus sueños, por el sentimiento que le inundaba el pecho, el destino le cruzó con Diana, y algo se rompió en el dique que contenía la pasión almacenada durante años liberando torrentes de deseo que confundieron sus emociones y lo llevaron a replantearse todo, a maldecir su suerte y a ocupar la primera fila en cada carga contra el enemigo buscando en la espada de un zelota el más sencillo remedio  sus males.

 Los dioses no se lo van a poner fácil y Diana ha venido a contarme qué es lo que ha visto en este aguerrido y profundo romano que sirvió con su difunto esposo, porqué lo ha elegido a él de entre tantos hombres que beben los vientos por ella y cómo conseguirá hacerle entender que un mismo corazón puede alojar a distintas personas,.

Esa llama eterna que cuando prende no se apaga jamás, ha comenzado a arder dentro del pecho de Lucio, y Jiyuj y Diana avivan el fuego con su sola presencia, calcinándolo todo.

Hace mucho calor en mi novela. 

Intentaré escribir a la sombra y refrescarme en los labios de Diana hidratándome con su humedad, sumergirme en los recuerdos de lo vivido y compartido con la irremplazable Jiyuj, y no desesperarme al permitir que Lucio Galvano trate de comprender lo incomprensible.

lunes, 8 de julio de 2024

Mecedora emocional


 Lo acuesto con delicadeza en la inestable mecedora emocional que es mi alma, lo arrullo, le pongo esta nana al volumen adecuado, lo mezo y velo su sueño, porque está agotado y aún no ha terminado de recuperarse de sus heridas.

El pobre no termina de comprender que no es necesario que participe de todo lo que acontece en mi vida, pero no puede evitarlo, y se lanza de cabeza a cuanto sucede, a cuanto acometo, a cuanto intento y a cuanto entrego y me entregan. Y así le va.


La culpa ha sido mía y únicamente mía. No he sabido cuidarlo, no he sabido protegerlo, no he sabido escuchar  sus avisos, sus ruegos, sus quejas y sus aullidos de dolor. No he estado a la altura, porque me he dejado llevar siempre por lo hermoso de sentir como crecía y latía frenético al encontrar a la que creía la persona adecuada, sin detenerme a sopesar los peligros y a estudiar las opciones en cada paso que daba, pensando que iba a conseguir que lo cuidaran como merece, ignorando que la persona adecuada para cuidar de él soy solamente yo. Nadie más.

Mi problema es que siempre he preferido escuchar a otros que escucharme a mi, que siempre he intentado solucionar los problemas ajenos en lugar de solucionar los míos o evitarlos, que siempre he querido a otros mucho más de lo que me quería a mi e incluso que me sigue costando escucharme, perdonarme, aceptarme y quererme, y claro, mi pobre corazón no termina de encontrar oxígeno, reposo y paz. Y sufre.

No puedo cargarlo con los sufrimientos y las cuitas de todos aquellos a los que quiero, no puedo cargarlo con más nostalgia, más desamor ni más traiciones. No debo retorcerlo hasta la extenuación, porque ya es insoportable y creo que se le han hinchado las aurículas y me va a terminar mandando a Parla.

La faena es que no sé hacerlo mejor, no sé dejar de querer cuando he querido y no sé ni quiero dejar de querer así a la gente que quiero.

Quiera con moderación. Es su responsabilidad.

Tsssssss...parece que ha debido quedarse dormidito. Lo sé porque ahora mismo no me duele. 

Espero que descanse y duerma un buen rato. Tiene un espantoso despertar y hasta el segundo café está intratable.


miércoles, 3 de julio de 2024

Despedirme

Con Temporada de caza me despido del inspector del Grupo de homicidios de la Policía Nacional, Iván Pinacho.

Pinacho me ha acompañado a lo largo de los tres volúmenes que conforman la trilogía Crímenes de temporada. Sus aventuras comenzaron con Temporada de setas en un pequeño pueblo de Soria muy especial, al que acudió para recoger boletus junto a sus amigos sorianos, y terminó encontrando muerte y violencia, pero también el amor en unos preciosos ojos verdes  (el inspector Pinacho es un personaje de naturaleza enamoradiza, aunque le pese en el alma y le pase factura continuamente).

Tras las setas llegaron los sustos y lo que comenzó como un crimen en el Archivo de Simancas, terminó dando forma a Temporada de sustos, novela en la que se ve envuelto en un conflicto internacional en el que independentistas catalanes, extremistas españoles y soldados de las fuerzas especiales rusas llevaron la investigación por diferentes lugares de las provincias de León y Valladolid. 

Con la ayuda de su inseparable compañera, la subinspectora Clara Nogueira, y de una secreta organización que vela por los intereses de España desde la sombra y rozando la ilegalidad, consiguió salir airoso y resolver el caso, aun a consta de esta cerca de traicionar sus propios principios. Y una vez más el amor marcó su sendero, su vida y sus actos.



Tras un pequeño periodo de normalidad en el que su trabajo se centró en su Valladolid natal, sin grandes emociones más allá de las que llevan asociadas su placa y su pistola  y su intensa personalidad PAS, Pinacho sufrió un nuevo desamor, pero gracias a lo rocambolesco del caso de narcotráfico internacional que lo lleva a la Costa del sol, vuelve a enamorarse, a aprender sobre la vida, las mujeres y la amistad, y a demostrar y demostrarse que rendirse nunca es una opción.
Esta vez serán los clanes internacionales de la droga los que pretenderán hacer de España su cortijo particular y, de nuevo tendrá que realizar un complejo funambulismo por esa delgada linea roja que separa la moral en la entrega absoluta en el servicio público de la  ilegalidad, al  unirse otra vez  a El faro del norte, organización de largos tentáculos que no está dispuesta a entregar al patria a intereses ajenos.
Este jueves a las ocho de la tarde, presentaré a mi estilo la novela que cierra el círculo y en la que concedo a Pinacho el necesario descanso tras mi incursión en el género negro.
Quienes me conocen bien, saben que he construido a mi protagonista sobre mi personalidad, mis valores, mi diagnosticada alta sensibilidad, mi peligrosa tendencia a enamorarme de quien me seduce con las poderosas armas que esgrimen las mujeres de ojos vivos, hermosa sonrisa o deliciosas caderas, y sobre mi necesidad de que todo termine llegando, incluso lo bueno.
Estaré arropado por mucho cariño, tanto en la mesa de presentación como en el escenario (algunos de los artistas que conforman la BSO de esta trilogía subirán a cantar la música que escucha Pinacho) y entre el público, ya que espero un buen número de miembros de mi tribu de familiares, amigos y mujeres que inspiraron e inspiran mis textos.
Cambio de tercio. Me he dejado llevar por la certeza de que esta vida que comencé hace poco más de diez años, no es más que la continuación de otras muchas que se me regalaron en el pasado, y en las que siempre estuve enamorado de Ella y a su lado reí, lloré sufrí, disfruté, viví y amé. Y por ello he terminado Incluso lo bueno, ambientada en la guerra secesión americana, y estoy avanzando mucho en Inocentes, novela en la que la trama se desarrolla durante la ocupación romana de Judea.
En cualquier caso sé que jamás dejaré de escribir, lo haga mejor o peor, y que jamás dejaré de amar, lo haga mejor o peor. 
El evento de presentación editorial de Temporada de caza, que comenzará con puntualidad prusiana a las 20 horas de este día 4 de julio en los jardines románticos de la Casa /Museo de José Zorrilla, es abierto al público y de entrada libra hasta completar aforo.
Prometo un acto ameno, diferente, original y muy a mis estilo, pase lo que pase y le pese a quien le pese.



Las ilustraciones de esta novela son obras del genial y polifacético Pedro Luis Centeno, ilustrador, compositor, teclista, cantante, productor musical, diseñador gráfico, fotógrafo y sobre todo buen amigo.

Mañana abriremos las puertas de acceso al evento a las 19,45, las de mi corazón, mi ilusión y mi alma las tenéis abiertas siempre.