jueves, 21 de mayo de 2020

Mi gato estrella

Cuando escuché versionar este tema a Pablo Acebal, cantante del vallisoletano grupo Blow, comprendí porqué tengo tanto cariño a este artista y porqué soy su amigo.
Al igual que yo escribo abriendo las compuertas de sentimientos de la presa de mi pecho y permitiendo que el caudal liberado inunde mis textos, Pablo canta siempre desde el alma y ha compuesto temas tan hermosos como Brotehr Friend, Oceans of time o Wander girl,donde al traducir la letra descubres con cuanto sentimiento canta a esos amigos que son tus hermanos, a los océanos de tiempo que serías capaz de atravesar por un verdadero amor o a la maravillosa heroína que hay en cada mujer.
Mi gata luna es una canción triste que habla de algo tan doloroso como es perder a un amigo, a un compañero de vida, a ese trocito de tu alma que no importa si tiene dos patas o cuatro o si en vez de hablar ladra o maúlla.
No conocía este tema de Cecilia. Creo que nunca fui más allá del ramito de violetas. Sabía que esta cantante fue también una muy sensible artista a la que la vida le reservó un trágico final. Al detenerme a escuchar la letra no pude evitar emocionarme. Y es que además de que la voz de Pablo ya de por sí me acaricia siempre el alma, el recuerdo de mi querido Gatete le hizo los coros durante toda la canción.
Hace más de seis meses que Gatete me dejó después de diez años de compartir aventuras, alegrías y penas. Son ya cerca de doscientas las noches que no lo escucho ronronear junto a mi.Me falta su presencia, su cariño, su animal simpatía y su felina amistad. Se fue a buscar roedores por el universo y se instaló en una estrella plagada de toperas desde donde a veces lo escucho maullar juguetón antes de salir de caza.
Por desgracia a mis cuarenta y cinco años ya he perdido a unos cuantos seres muy queridos, ya he entendido lo terrible de nuestra mortal condición y ya he aprendido lo doloroso que es querer en diferido.
Se que muchos se tirarán de los pelos y se rasgarán las vestiduras al verme equiparar el amor hacia un padre con el que destinas a una amiga, a un amigo o a un animal. Lo siento. Dese luego no eran en absoluto iguales, pero yo es que no sé querer a medias y si quiero a alguien lo quiero de verdad y eso significa que vive en mi corazón, y que el día que su cuerpo terrenal tiene que abandonar el baile, su esencia se fusiona con la mía y permanece no solo en mi recuerdo, sino en cada latido de este magullado corazón que si sigue bombeando sangre, es gracias a la fuerza motriz que le aportan todos aquellos a los que quise y todos aquellos que me quieren.
Por eso tararear este tema junto a mi amigo Pablo no solo es un acto de amor, es un acto de supervivencia.

viernes, 15 de mayo de 2020

Besos en el tintero


                                                                     
Puede que encontremos la belleza y puede que en realidad ahora es cuando todo empieza. Tengo que aprovechar los comienzos y procurar aprender del pasado para no cometer los mismos errores y profundizar en los aciertos, en los pocos que tuve. Tengo que estar prevenido para no volver a dejarme besos en el tintero como los que se pudrieron en el pasado por timidez, y por vergüenza mal entendida  no llegaron nunca a entregarse. Y sus destinatarios murieron. Aunque me pese y trate de explicarles que esos besos les pertenecen, aún tendré que esperar a que el destino fije la fecha para poder dárselos.
Ahora estamos pasando una época terrible en la que la humanidad recoge la cosecha de tempestades al haber sembrado vientos en todos los terrenos de cultivo.
El planeta ha decidido castigarnos por tanta insensatez y ha procedido a limpiarse un poco a costa de nuestro sufrimiento y de cientos de miles de muertes. La inmensa mayoría de los fallecidos han sido daños colaterales. El virus que nos ha regalado la naturaleza no es un virus selectivo, no está diseñado para exterminar culpables de la decadencia global, aunque todos lo somos un poco, directa o indirectamente.
Amparado en la resistencia, en la idea de que rendirme nunca es una opción y en mi afán de continuar aquí y de tratar de dejar huella, me agarro a la idea de que puede que esto sea un antes y un después, de que realmente se trate de un nuevo comienzo y de que entre otras muchas cosas, se me está dando una nueva oportunidad. Está claro que el hacedor me tiene cierta simpatía y prefiere que aprenda, que interiorice su mensaje y que aproveche las ocasiones.
Y voy a hacerlo.
Cada noche, en esos minutos que dedico a hablar con Dios, con los Dioses, con Supergato o con quien sea el que maneja esto, siempre hago la misma petición. Pido que se me ayude a ayudar y que se me ayude a convertirme en la persona que quisiera llegar a ser. Puede que de esta espantosa plaga que se nos ha enviado saque al menos una lección para que cuando todo pase y volvamos a vivir sin miedo a lo invisible, pueda crecer como persona.
He aprendido que demostrar tu amor por la gente que quieres no implica transmitir debilidad al hacerlo. Que quienes no sepan aprovechar lo que les ofrezco de entre lo mejor de mi y lo corrompan y desvirtúen sin valorar el regalo, son los únicos culpables de hacerlo. Pero también, fruto de este aprendizaje, he decidido que no voy a arriesgarme a que aquellos que lo merecen todo abandonen este valle de lágrimas sin llevarse con ellos la certeza de lo mucho que los quise. 
No sé si la humanidad se ha dado cuenta de que de este mal se puede desgranar una enseñanza vital. No sé si realmente el ser humano quiere aprender de lo vivido o si cuando encuentre el parche para tapar esta fuga, volverá a las andadas o incluso peor, por lo resabiado.
En cualquier caso yo tengo muy claro que hay muchas formas más efectivas de aplaudir a quienes han demostrado generosidad, inmensa solidaridad y valor sin límites, y esas formas efectivas nada tienen que ver con los balcones. 
La vida es la cara más hermosa de una moneda cuya cruz se fija en la cabecera de los túmulos. Y nos hemos empeñado en devaluarla.
Mis manos y mis labios, mis versos y mis textos, mi incansable lucha por ser feliz y por encontrar y disfrutar el amor están desde hoy a disposición de aquellos que lo necesiten.
Y decir esto no me hace mejor persona. Me posiciona como persona.




sábado, 9 de mayo de 2020

Camina junto a mí

No puedo negar su existencia. Tampoco puedo negar que lo someto a una terrible tensión continua, que lo hago vivir al límite y que trabaja las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.
Supongo que mi ángel fue uno de los que alzó su flamígero acero contra Dios padre cuando Lucifer, picado por la envidia y con el ego henchido, se levantó contra quien le dio su ser. 
Imagino que en justo castigo por haberse unido a la rebelión y haberse alzado contra su poder, el creador lo condenó a ejercer de guardián de hombres como yo y, a lo largo de los siglos, ha ido protegiendo un insensato tras otro, un atrevido tras otro.
Muchos creen que soy un tipo afortunado, pero sinceramente creo que la fortuna poco tiene que ver con el que siga aquí. Más bien mi custodio está demostrando que ya ha redimido su culpa y está haciendo méritos para que se le perdonen sus fallos y se le reponga su dignidad a costa de dejarse el plumón de sus alas en protegerme, ayudarme y cuidar de mi cada vez que demuestro mi falta de cabeza, cada vez que olvido que soy mortal y cada vez que se me ocurre echarle otro pulso al destino . 
Estúpido de mí, no me he parado a pensar que no es mi brazo el que consigue vencer al del caprichoso hado, sino el de aquel al que se le asignó mi custodia.
Cuando nací, colocaron en la cuna una medalla del ángel custodio con mi nombre y mi fecha de nacimiento grabada en la parte de atrás.Al crecer, mi madre la engarzó en una cadenita de oro y desde los dieciséis años pende de mi cuello. Siempre la llevo conmigo. nunca me la quito y aunque muchos días comparte espacio con otros collares y otros colgantes, esta medalla es testigo de todo lo que sucede en mi día a día, de mis imprudencias de mi atrevimiento y de todos mis errores. Y él siempre está a la altura de la misión encomendada.
Es mi protector, puede que por imposición divina, pero sé que camina junto a mi y que aunque no pueda verlo, me acompaña en cada barra de bar, en cada reunión de trabajo y en cada cama que frecuento.
Puede que aprenda de mis continuas equivocaciones y llegue el momento en el que  consiga darle unos días libres. Puede que cuando el hacedor decida que ha llegado mi hora, lo retire del servicio activo y decidan entrenarme para ocupar su puesto, y sea yo el que reciba dos alitas de plumón blanco, una espada de llamas y un objetivo a proteger. No me parece un mal trabajo.
De momento solo puedo tratar de que mi ángel llegue a relajarse y estar agradecido. Por tanto. Por todo.