Conociéndome, si acostumbráis a leerme, habréis deducido que elegí la última de las que aquí se pueden ver, la de la mujer atrapada en la gota de agua.
Y este es el relato que salió de esta elección.
Es muy Juan, lo aviso.
Cartas
Dixit. Nº 31 La mujer de cada lágrima
Llevaba
tiempo sospechándolo pero al aplicar energía nuclear a la lente de aumentos de
su potente microscopio, lo confirmó. En el interior de cada una de sus lágrimas
analizadas, vivía la misma mujer.
Al realizar
su descubrimiento, el melancólico científico, torturado por el pasado, estuvo a
punto de desvanecerse por la impresión. Pero la pérdida del conocimiento le
llegó al reconocer su rostro. En cada lágrima que vertía al recordar su
traición, ella había conseguido crear su propio ecosistema habitable e
instalarse en él.
¿Qué hacer?
¿Cómo erradicar la presencia de aquel doloroso recuerdo en sus lágrimas? Tras
meditarlo durante muchas horas, dio con la solución. Había barajado dejar de
llorar para que la sequía terminase con todo, pero no quiso arriesgarse a que
cualquier otra razón que le conmoviese hiciera nacer nuevas lágrimas. Optó
entonces por una solución tan radical como efectiva. Esa misma noche se inyectó la dosis de morfina
necesaria y rescató del fondo del armario, el juego de bisturís que ella le
regaló. Por un momento su mano vaciló y estuvo cercano al abandono. Abandonar.
Casualmente fue ese verbo lo que le llevo a llorar cada uno de sus recuerdos, a
concederle la vida eterna en sus lágrimas. Eligió el bisturí más adecuado con el mismo
mimo que en su día empleó al elegir el mancillado anillo de pedida y entonces
procedió a la extirpación de lacrimales. Lo demás, fue todo sangre, rencor y precisión
cirujana.
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