jueves, 7 de julio de 2016

Con él, o sobre él.

Esas son las palabras que utiliza la espartana Diana, al entregar el escudo a Juno,su hombre, cuando este se despide para ir a las Termópilas siguiendo a Leónidas, su rey, junto a los otros doscientos noventa y nueve amigotes del gimnasio.
El joven guerrero espartano, recibe el escudo de manos de Diana y comprende en el acto que debe regresar a casa, cadáver sobre el escudo o victorioso portándolo junto a su lanza, pero volver,en cualquier caso. Su Diana es un encanto y una fiera en la cama, pero se gasta una mala virgen que ríete tú de las vestales romanas. Juno acepta el escudo, el consejo y el largo beso en el que la lengua de Diana le hace un rápido repaso del estado de los molares y premolares. Antes de unirse al aguerrido regimiento, se vuelve y le entrega a Diana la tarjeta de "El Corte Tracio", los más famosos grandes almacenes de la antigÜedad y mirándole fijamente a los ojos primero y a los turgentes senos después, le dice sonriendo: con ella, o sobre ella. Con su salario de esforzado hoplita, es francamente difícil llegar a fin de mes y cuando el mensajero atraviesa corriendo el dintel de la puerta de casa, para entregarle el recibo mensual de "El Corte Tracio", acostumbra a darle un vuelco el estómago y tiene que vomitar para poder seguir comiendo, como los romanos, esos italianos presuntuosos, con sus túnicas de diseño y sus canciones melosas.
Diana lo ve marchar y durante casi quince segundos siente preocupación, incluso algo de pena, pero entonces aparece su amiga Coral, una joven espartana a la que conoció un día en las redes(arreglando en la playa esos tan fastidiosos útiles de pesca, que los hombres siempre traen rotos cada vez que salen a pescar y los dejan en las barcas, para que ellas los arreglen).
-Pues ala, ya tiene escusa para largarse unos días- dice Coral con voz de poderoso cabreo.
-Bueno nena, déjalos que se desfoguen, que si no matan unos cuantos enemigos cada poco, luego no hay dioses que los aguante. Todo el día pensando en cabalgar. Si al menos montasen a caballo...-
-De ahí que le haya puesto extra de guindillas en el bocata de jureles. Que se beba unos cuantos odres de clarete de Rodas, y a ver si le entra la modorra y se deja de batallitas.-
-Eso eso,  Sodoma y modorra los mandaba yo a todos. -
-A Sodoma y Gomorra, aunque conociendo su capacidad coproductora, más que a Gomorra yo los mandaba a Gomita-
-Hay Coral, contigo me parto y me mondo, cual naranja de la Magna Grecia-
-Anda, Diana, aprovechemos estos días de asueto para ponernos en forma, que tanto banquete en honor de Dionisio nos va a terminar pasando factura. Podemos echar una carrera hasta e templo de Afrodita. La que pierda invita a comer en Ikea, que los hombres del norte hacen unas empanadillas cojonudas y además tengo que ir a buscar unas ánforas nuevas. En el último "anforón" en el parque, se me rompieron tres-
-Si es que ya no tenemos edad para estar por ahí de "anforón" como si fuésemos hedonitas inocentes.-
Las dos amigas se cambian las sandalias de vestir por otras de running y salen como si les persiguiese el enviado de Hades. Diana consigue llegar en primer lugar al templo de Afrodita, aunque toca sus muros apenas un segundo antes que Coral, quien tiene muy mal perder.
-No me has sacado ni un cuerpo, como mucho un seno. y vas que procreas.- dice Coral de muy mala leche de cabra.
-Hija, que mal te sienta que te gane en todas las pruebas. Si quieres te juego un doble o nada a lanzamiento de disco-
-¡¡¡Una egagrópila!!! - contesta Coral aún sin resuello.- con esto del canon cultural, están los discos como para tirarlos.-
En ese momento Coral cree ver a un guerrero invasor entrando por una de las ventanas del templo, espada en mano y con cara de pocos amigos, o más bien de los amigos justos.
-Clítoris, Diana. Ha entrado un Persa en el templo de Afrodita.-
-Mierda, me dan alergia y me pongo a morir, que lo dejan todo lleno de esos pelitos blancos.-
-Un gato persa no, mujer. Creo que era uno de esos inmortales de Jerjes.-
-Jerjes. ¿Ese que va en una carroza de las del día del orgullo?-
-El mismo. Hay que ser más respetuoso, que en el desfile del día del orgullo, los griegos son mayoría.-
-Cierto. Hasta se ha puesto de moda denominar "Griego" al sexo anal.-
-Si es que, lo que no inventemos nosotros.-
-Oye...¿has traído una daga o algo? Vamos a enganchar al persa ese y le cortamos su partes nobles.
-¿Y para que le vamos a cortar los pulgares? Mira que eres dañina Diana, con lo jodido que es luego tocar la lira sin pulgares.-
-Bueno, pues le dejamos los pulgares y le cortamos el escroto o algo de eso, que tampoco va a echar demasiado de menos.-
-Venga va, pero a ver si no me pongo la túnica perdida de sangre, que es de la nueva temporada de El corte Tracio. Lo luce Ariadna en los intermedios del teatro, entre coro y coro. Me ha costado tres cosechas y, cuando vuelva el pelele de mi hombre, si lo ve sucio primero me lo arranca y me cubre, y luego me monta un pollo por haberlo estropeado.-
-Vale, tu lo sujetas y yo lo castro. Pero me debes un favor, que conociendo a estos persas, seguro que me va a suplicar clemencia y todas esas chorradas. Ya no hay hombres como los de antes.-
-Tienes razón, Diana. Las espartanas y las vallisoletanas, somos las únicas que alumbramos hombres de verdad y con esto de masacrar los pueblos conquistados, cada vez son menos.-
Antes de que el pobre inmortal pudiera  darse cuenta, Coral le hizo una presa de las aprendidas en ese arte marcial de moda,que está causado furor en su gimnasio: la lucha greco romana. Diana con gran habilidad le extrajo el escroto de entre los correas de la tan antiestética coraza de cuerpo entero, que han puesto de moda los romanos y de un certero tajo le seccionó sus miserias.
-Ala...ahora corre a quejarte, abajo hay una estancia para llorar. Así se te quitarán las ganas de venir a incordiar a la gente decente. Tienes suerte de que no te han pillado nuestros niños. Te habrían sacado las tripas para usarlas de cuerda con sus cometas.
-Pues me acabas de dar una idea, Diana, que al mio mayor se le ha estropeado la suya y lleva un par de días dándome el latazo para que le compre una nueva-
-Pues espera. Sujeta más fuerte. Procura que no se mueva mucho que le vamos a  apañar la cometa a tu pequeño espartano-
Y ahí se quedaron las dos espartanas, con sus manualidades y sus cosas. Mientras, Leónidas y sus trescientos estaban ganando a Jerjes por cincuenta mil a diez, pero la traición de un tío espartano muy jorobado, cambiaría la torna de los acontecimientos 
Pero eso, es otra historia.





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