No suelo tener días tan difíciles cuando me siento al teclado. Cada día, uno tras otro, dedico el tiempo que puedo a garabatear en la pantalla de mi ordenador con todo lo que me bulle en la cabeza, a veces coherente, a veces menos pero siempre las ideas acuden a mi silbidito, como si fuesen un ejército de "pepitos grillo".
Puede que dada la temática habitual de mis textos, necesite estar algo triste para ser productivo o excesivamente feliz para resultar divertido, lo que está claro es que los términos medios en esto de la literatura son menos concurridos que los extremos.
Un vez escribí que los términos medios son los lugares más visitados pero si es cierto que siempre se encontrarán las puertas abiertas, poco puedes llevarte de allí.
Resulta más sencillo escribir en medio de una angustia profunda, un enamoramiento febril o durante el mayor de los cabreos y aunque podría agarrarme a algunos recuerdos y abusar del pasado en cualquiera de esos estados que he mencionado para atraer la inspiración, de un tiempo a esta parte he decidido ser absolutamente sincero con mis textos y más comedido con la exteriorización de mis sentimientos.
Estoy en un buen momento, con motivos suficientes tanto para sentirme feliz y afortunado por lo que tengo y lo que me rodea y escribir sobre ello, como para poder darme el gusto ocasional de sacar los demonios fuera y convertirlos en metáforas y exorcizarlos.
Quizás es porque me he propuesto no remover el dedo en las heridas del ayer que ya se van cerrando y claro, si sangran es más sencillo encontrar las palabras adecuadas pero no quiero depender del dolor para escribir.
Como nunca he jugado a ser un escritor maldito, otra de las cosas que me niego en redondo a hacer, es el buscar la inspiración en el fondo de una botella, en sustancias que alteren mi razón o en el hada verde que vive en la absenta.
Lo siento pero eso lo considero hacer trampas y frente al teclado y en el juego se conoce al caballero.
Hay momentos en los que uno se siente vivo en el sentido más amplio de la palabra y me hayo inmerso en una vida plena a todos los niveles; tengo mis miedos y mis problemas como todo perropicha pero eso también forma parte de sentirse vivo.
Supongo que la parte de escribir que se considera trabajo, radica en buscar y buscar hasta dar con ellas si por el motivo que sea han decidido permanecer ocultas en el fondo del cerebro, o del alma, ya que yo me surto de ideas que brotan en ambos lugares.
Ahí están, desperezándose legañosas y despeinadas pero ya han decidido acudir a la llamada.
Os dejo que me voy con ellas de viaje a la guerra de secesión americana donde se desarrolla la novela en la que me estoy vaciando desde hace unos meses.
Espero que al igual que "Temporada de setas", novela que ya tengo revisada, completa y en manos de la editorial, "Colgado de la cuerda oportuna" consiga ver la luz.
Todo se andará pero de momento voy a ensillar el caballo para el protagonista que debe formar junto a su regimiento para cabalgar hasta donde aguarda el general Lee. Que Dios le asista hoy, creo que van a caer muchos personajes y debo protegerle, su prometida le aguarda para contraer matrimonio.
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