Hace ya mucho tiempo escribí una entrada en este blog, que luego se llevó al libro de relatos que publiqué bajo el nombre "Historias para según qué días".
Aquella entrada se llamaba "Vínculos" y hablaba de lo sorprendente e intenso que es el vínculo entre una madre y sus hijos.
La vida es un continuo aprendizaje y aún hoy a mis cuarenta primaveras me sigue sorprendiendo e impresionando sobremanera ese caudal de amor que sienten y derrochan las madres.
Aunque todo se las ponga en contra, aunque pierdan a sus compañeros en la vida o se comiencen a encontrar mal de salud o de ánimo, una madre siempre va a hacer lo imposible para garantizar la felicidad de sus cachorros.
Ponen por detrás su propia felicidad y se concentran en conseguir la de aquellos que parieron entre molestas y dolorosas contracciones.
Pensar en aquel parto en el que llegué como jugador nuevo a esta partida, es de las pocas ocasiones en las que me alegro de no haber salido ni muy alto ni muy grande, era un niño normalito, muy inquieto pero normalito. De hecho me hizo gracia saber en su día que mi madre se puso de parto en el cine viendo una peli de risa, que premonitorio.
Supongo que como hijos solo tenemos la opción de tratar de hacérselo lo más sencillo posible y devolver parte de ese amor con el que se nos ha ido pavimentando el camino.
A la hora de batallar con la vida, de enfrentarse a los problemas y los miedos, el amor, en cualquiera de sus variantes se puede ajustar al torso como una de esas cotas de malla élficas que te protegen de todo menos de las llamas del dragón y los mordiscos del nazgul.
Es envidiable esa habilidad propia de las madres para conseguir encontrar fuerza y energía donde apenas queda.
Ya lo escribí antaño y vuelvo a hacerlo hoy convencido de que es una gran verdad: La madre es el único tesoro que tenemos los pobres. Además es de las pocas cosas por las que no tenemos que tributar ni hay que declarar como artículo de lujo.
Se que todas las madres que conozco darían la vida por sus hijos y yo, como la mayoría de los hijos que conozco, mataría por mi madre.
3 comentarios:
Hay madres de todo tipo. Igual has tenido suerte con la tuya, pero te digo por experiencia que no todas anteponen la felicidad de sus hijos a la suya propia.
Puede que haya tenido suerte, aunque por lo que conozco de mi entorno no soy el único.
Si no es tu caso lo siento de veras, aunque todos somos humanos y las relaciones entre las personas tienen esas cosas, a veces todo va bien y a veces hay enfrentamientos.
A ver si piensas que toda mi vida me han dado besitos y palmaditas en la espalda.
También he tenido mis más y mis menos con mis padres pero nunca les he visto como represores si no como educadores y te garantizo que me he ganado hasta el último reproche.
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