Marta se
levantó como cada domingo y salió a recoger su ejemplar de El norte de Castilla
que como cada día el repartidor la dejaba en el buzón del chalet.
En lo que
salía el café, desplegó el diario sobre la mesa de la cocina y comenzó a leerlo
con esa cotidiana mezcla de interés, curiosidad y pavor, ya que las noticias
que leía de un tiempo a esta parte eran muy poco tranquilizadoras, entre
epidemias de lejano origen pero fácil transmisión, geo políticas guerras absurdas, preocupantes datos
estadísticos sobre diversos aspectos tanto de la economía como de la sociedad e
incluso las páginas de cultura, que siempre leía con absoluto detenimiento
venían cargadas de quejas y reivindicaciones.
El café
emitió ese olor característico al estar listo y Marta abandonó momentáneamente
la lectura para prepararse una buena taza y unas tostadas con tomate y aceite,
su desayuno favorito.
Al estirarse
a por una de las tazas que guardaba en lo alto del mueblecito de la cocina,
sintió una punzada de dolor intenso en la espalda y recordó que tras desayunar,
debía aplicarse la pomada para las quemaduras, ya que parte de su piel se
encontraba excesivamente afectada por lo vivido la noche anterior.
Pagina 8,
Valladolid sucesos: ”La policía busca al héroe anónimo que anoche puso en juego
su integridad física al rescatar valientemente pero sin contar con los medios
adecuados cientos de ejemplares en peligro de resultar carbonizados en el
incendio de una biblioteca pública de uno de los barrios de la capital.
Al parecer
este ciudadano, al percatarse de las llamas y del humo que se extendían por el
interior del edificio, rompió una de los ventanales con la tapa de una
alcantarilla y se arrojó al interior de la biblioteca, desde donde fue
arrojando cuidadósamente al exterior de
la misma centenares de títulos de los que allí se almacenaban para lectura de
los usuarios.
No hay
testigos presenciales del suceso y el sistema de vídeo cámaras de seguridad
resultó dañado por el fuego, por lo que no se conservan las cintas que podían
haber arrojado algo de luz sobre la identidad de este hombre”
Marta sonrió
con cierta indignación, ya que lejos de buscar reconocimiento público por su
acción, lo que la molestaba infinitamente es que desde la prensa se diera por
sentado que aquel acto debía de haberlo realizado un hombre.
Cierto es
que los hombres suelen ser más dados a meterse en este tipo de embolaos, pero
la pasión por la literatura carece de género, al igual que ciertos valores humanos
como el valor o valentía y la heroicidad o el heroísmo, solo depende de las
palabras escogidas para designarlo.
Marta volvía
del gimnasio de su sesión diaria de “pilates”, actividad esta que la mantenía
en muy buena forma y al ver las llamas y lo que estaba sucediendo no lo pensó
ni un segundo y decidió que haría cuanto estuviera en su mano para salvar el
legado de tanta persona que había decidido trascender en el tiempo de la mejor
de las maneras, con sus obras.
El hecho de
ir vestida con zapatillas de deporte y con ropa cómoda de ejercicio la vino
estupendamente ya que tuvo que hacer cierto esfuerzo físico para introducirse
en la biblioteca y una vez dentro tuvo que moverse de la forma más rápida
posible porque aquello comenzó a tomar un cariz más que preocupante. De hecho
tuvo que despojarse de la sudadera ya que comenzó a arder repentinamente y
podía haber sido fatal de no haberse percatado de ello, aunque es cierto que su
espalda sufrió las consecuencias de su pasión por la literatura.
Permaneció durante
más de diez minutos salvando ejemplares de los que se encontraban apilados en
las diversas estanterías y solo abandonó el local al escuchar a lo lejos las
sirenas de bomberos que se estaban acercando, dado que le entró miedo porque al
encontrarla allí dentro pudieran llegar a acusarla de la autoría de aquel
incendio.
Siguió
leyendo, “el jefe del cuerpo municipal de bomberos ha declarado su intención de
nombrar bombero honorario al valiente ciudadano que sin miedo a lo que pudiera
sucederle realizó semejante despliegue de generosidad y heroísmo”.
Marta apuró
el café tras dar buena cuenta de las tostadas y ligeramente enfadada ante
aquella demostración de falta de respeto por la igualdad, se dirigió al cuarto
de baño en busca del botiquín para tratar de mitigar el dolor de las quemaduras
de su espalda.
Es cierto
que los tiempos han cambiado, pensó, pero aún tendremos que pelear mucho para
que se le reconozca a la mujer la posibilidad de realizar una acción de este
tipo.
Imagino que
son muchas personas las que aún nos creen encerradas en la cocina o esgrimiendo
plumeros y escobas como únicas armas válidas.
Tras
aplicarse con delicadeza la pomada se puso una camiseta holgada con la imagen
serigrafiada en el pecho de la protagonista de la película de Tarantino Kill
Bill, con quien se sentía muy identificada y sonrió al mirarse al espejo. Marta
tenía una de las sonrisas más bonitas del mundo y ni siquiera el rictus de
dolor por las quemaduras podía cambiar aquello.
Tenía todo
el domingo para descansar antes de acudir el lunes a su puesto de funcionaria
de la administración regional.
Desde luego
en el trabajo no hacían distinción de sexo, daba igual si eras hombre o mujer,
en caso de que no cumplieras con tu cometido te ibas directamente al paro y no
está la cosa para semejante situación, ya que las hipotecas y las facturas
tampoco hacen distingos de ese tipo.
Recordó que
a media tarde debía acudir a casa de su exmarido a recoger al hijo de ambos y
se alegró mucho de estar educando al pequeño en la igualdad y de que este no
renegara de que en el recreo del cole jugaran las chicas al fútbol.
Poquito a
poco(pensó Marta en voz alta) y tras esta reflexión se decidió a comenzar un
escrito que debía presentar en el trabajo al día
siguiente.
Ella se ganó
sus derechos y su igualdad al alzarse con su plaza en oposición hacía varios
años, ya que en aquella oposición se presentaban personas de ambos sexos y eso
no era obstáculo para quienes habían estudiado tanto como estudió ella, ya que
va en cada persona y no en el sexo, la capacidad de trabajo y de sacrificio
para alcanzar un fin.
2 comentarios:
Juan, veo que es muy bueno el relato y con mensaje de igualdad entre sexos, te vale para un concurso. Buena suerte en tu periplo cómo escritor. Yo escribiendo sobre el mercado del oro me gano un dinerillo. Lo dicho, suerte.
http://oro-blog.blogspot.com.es/
Gracias hermano.
La verdad es que aunque me presente a algún certamen muy de vez en cuando, prefiero escribir sin otra finalidad que sentirme bien con lo que escribo.
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