Tras el incidente con Garfio y su tripulación, Peter pasó unos días muy relajado, vagueando y soñando con que un día Lia le diría que se había enamorado de él. Pero la vida es como es y las ensoñaciones no son más que eso y Peter volvió a hacerse cargo de su vida normal y de sus amiguitos quienes habían aprendido la lección y ahora extremaban las precauciones cada vez que se aventuraban por aquella tierra llena de magia y de lugares sorprendentes.
Una noche Peter se despertó con los gritos de alerta del centinela de la casa árbol y al levantarse corriendo a ver que sucedía encontró que los niños habían apresado a un rapáz de apenas diez años,muy asustado y con cara de haber llegado hasta allí por algún motivo duro de verdad.
Peter lo acompañó a la cocina y le calentó un tazón de leche con cacao animándolo a pasar el susto y tratando de averiguar las circunstancias por las que aquel pequeño había llegado a Nunca Jamás.
El niño dijo llamarse Fran y le contó su historia. Al parecer su padre les abandonó a su madre y a él y su madre enloqueció de dolor al perder al hombre de su vida. Peter tragó saliva al imaginar que un día Lia decidiera no volver nunca de uno de sus viajes y aún no siendo nada comparable aún, sintió que entendía bien el dolor de la madre de Fran
Aquella mujer de alguna manera culpaba al pobre niño de la marcha de su padre y de hacía un tiempo a esta parte había comenzado a abofetearlo con cualquier excusa.
Los malos tratos infantiles están a la orden del día en el mundo real, por eso muchos de los niños deciden escapar de la realidad y se transportan a Nunca Jamás, donde pasan a formar parte de la banda de los niños perdidos.
Fran mostraba en su piel las marcas de los golpes de su madre y aquello hizo que Peter sintiera mucha lástima por aquel pequeñó de mirada asustadiza.
Hizo la presentación oficial al grupo y el resto de pequeños acogió al recién llegado con mucho cariño y le explicaron que a partir de ese momento formaría parte de su banda y jugaría con ellos, vivirían aventuras juntos y aunque en ocasiones echaría de menos lo abandonado en el mundo real, allí tendría todo cuanto podría soñar aunque debería tener mucho cuidado de no caer en manos de los piratas de Garfio y de no volar en solitario pues podría perderse y llegar a otros lugares donde seguro no querría estar.
Por primera vez desde su llegada Fran sonrió y aquella sonrisa le indicó a Peter que este crío llegaría muy lejos allí y se integraría a la perfección, cosa que le hizo sentir muy bien.
Si acaso quiere volar,debería pensar en algo encantador o pedirle a las hadas que le rocíen con ese polvo mágico que hace que uno se eleve por encima de todos los problemas.
Una vez les hubo acompañado al curto de las literas, Peter regresó a su habitación y se quedó dormido pensando en los preciosos ojos de Lia y en su enorme sonrisa.
Poco a poco comenzaba a dejar de ser el niño que antaño abandonó el mundo real.
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