Eso era lo que me había dado por escuchar últimamente, hasta el día de hoy, en el que he decidido tratar de frenar un poco tanto romanticismo y tanta ñoñería, y para ello he puesto en mi equipo el cd con la sesión que se marcó mi amigo Luis Manaya durante la presentación de mi libro hace un par de años.
Musiquita canalla y guerrillera de esa que hace que se te muevan los pies y el alma.
Pero no noto cambio alguno dentro de mi.
Creo que a raíz de despertar del coma tras el accidente he cambiado de forma más o menos radical mi visión sobre la vida.
Ahora en primer lugar, acostumbro a preguntarme por que motivo me he quedado yo, cuando se han ido personas infinitamente más justas, sabias y necesarias para la humanidad. Supongo que algo me espera en el futuro y trato de prepararme para ello, aunque no se muy bien si mi misión será salvar el planeta de una invasión alienígena o batir el record mundial de comer nachos con queso, vaya usted a saber, en cualquier caso me enfrentaré a lo que haya de venir con la mayor dignidad posible.
El caso es que esta tremenda ñoñería que me embarga tiene su lógica. He descubierto que siempre he sido un ferviente admirador de las mujeres, incluso de aquellas que me han dado caña y he tenido la inmensa fortuna de haber compartido todo tipo de experiencias con ellas. Obviamente soy un tipo muy enamoradizo y eso no lo iba a cambiar un accidente de moto, por grave que este fuera.
Ahora mi vida vuelve a cobrar sentido desde que he podido abrazar a la mujer a la que he querido más que a todo y desde que he vuelto a besar algunos de los labios más bonitos y ardientes que se me cruzaron a lo largo del pasado y han vuelto a cruzarse en el momento más oportuno.
He descubierto la ternura y el cariño en mujeres a las que ni tan siquiera me hubiera atrevido a mirar hace unos años y no se de donde he sacado el valor suficiente para hacérselo saber. aún con cierta timidez y todo ello me afianza en la idea de que el ser tan enamoradizo lejos de destrozarme la vida, me reporta innumerables beneficios, pues cuando se quiere como yo quiero, ya no solo el corazón, si no todo el cuerpo experimenta una increíble cura y recuperación que culmina en el renacer tipo Ave Fénix al darme cuenta de que es recíproco.
Imagino también que la creatividad se alimenta de la inspiración que se recibe con cada sonrisa, con cada palabra amable o con cada gesto de la persona que te atrapa con un guiño de ojos.
Antaño los escritores "malditos" eran aquellos que alimentaban a su inspiración a base de botellas de absenta o de cualquier tipo de licor, así que sinceramente, por mucho que me gusten algunos de los escritos de estos señores, considero que ese tipo de avituallamiento para la inspiración adultera lo creado y lo exonera de una autoría real o sincera.
Casi que me quedo con lo de ser un romanticote empedernido, al día siguiente no te duele la cabeza ni tienes que arrepentirte de haber meado fuera del tiesto constantemente.
Y ya no hablemos del cutis, nada que ver.
Creo que el amor rejuvenece al que lo padece, le tersa la piel y le ilumina ojos y sonrisa.
Menos cremitas y más cariño, que amen de ser más efectivo, te ahorras un pastizal tremendo.
Me parece a mi que el que nace lechón muere y renace cochino, como en el refrán castellano.
En cualquier caso aprovecho para comunicaros que voy a comenzar una nueva novela, ya que mi primer experimento con ese género terminó en abandono y frustración y ahora me encuentro con fuerzas y ánimo suficiente.
Creo que voy a pasar del argumento original que relataba la apasionante historia de amor entre un zombi antropófago bielorruso y una bailarina de claqué tailandesa y me voy a centrar un poco en algo más cotidiano o por lo menos en algo menos siniestro (si, ya se que el claqué da muy mal rollito)
Os iré contando, porque lo que no pienso abandonar es este blog, eso bajo ningún concepto.
Sirva mi novela de homenaje a todo lo que hubiera querido decirte en su momento y no pude.
Y a tu belleza.
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