lunes, 8 de abril de 2013

LLuvia de abril

El cielo está completamente cubierto de metáforas de lo más ocurrentes, es normal, es primavera.
En esta estación se me ocurren mil ciento treinta y tres maneras distintas de hablar de tus ojos, tus labios, tus pechos, mi cuenta corriente, lo corriente de lo que acostumbran a contarme y la luna.
Lunera.
Va a comenzar a llover.
A ver si en esta ocasión tengo más suerte porque la última vez que la lluvia me atrapó en la calle, llovieron imperdibles oxidados y me puse la piel fina de picotazos y bacterias.
Me muero por que salga el sol de una vez por todas y por que se quede a pasar conmigo unos meses, unas semanas, unos días o unas horas.
Si el brilla, tu también.
Y yo.
Si el luce y no se esconde yo reverbero y tu sonríes y los lobos se retiran a lo profundo del bosque.
Que ya está bien.
Que voy persiguiendo inútilmente ese poquito de luz que se esfuerza por asomar entre tanto nubarrón.
La felicidad termina siendo como un rayito de sol, o mejor aún, como el pañuelo que asoma de la boca del ilusionista.
Tiras de un extremo y vas sacando metros y metros de pañuelos anudados entre si.
Pringosos, húmedos y de diferentes colores...vamos, como la felicidad.
La lluvia lo limpia todo, el sol lo pinta de amable con su barniz dorado y refulgente.
Las cañitas tienen más espuma, las mujeres menos arrugas y los hombres menos ganas de rascarse la entrepierna en público.
Estoy cansado de la lluvia de abril.
Pasará, y vendrá la lluvia de mayo.
Y otra vez a empezar.



3 comentarios:

Rufino U. Sánchez dijo...

Grande.

lacantudo dijo...

Que va...metro sesenta y poco.
;)
Gracias.

lacantudo dijo...

Que va...metro sesenta y poco.
;)
Gracias.