martes, 29 de enero de 2019

Besos

Es curioso como aprende uno a disfrutar de las cosas más sencillas.
Cuando era un adolescente, no veia el momento de perder la virginidad y como una mona en celo me pasaba el día persiguiendo la ocasión y soñando con aquello de lo que los chicos más mayores hablaban a todas horas. 
¿Y el amor? Amor...solo utilizaba esa palabra cuando hablaba con chicas y buscaba un sinónimo más dulce que sustituyese al verbo follar.
Poco a poco fui comprendiendo en que consistia esto. El acto carnal llegó el día que menos me lo esperaba y doy fe de que aquella mujer que me estrenó en el mundo del placer adulto, no me amaba y no me hizo el amor. Me folló. Si me hubiese amado de verdad las cosas habrían sido muy distintas y mi corazón no tendría su muesca número tres. Antes ya me lo habían roto un par de veces.
Disfruté tanto físicamente como psicológicamente pues sin darme cuenta apenas, había alcanzado un sueño recurrente.
Depues de aquella primera vez vinieron otras muchas y sin afán de alardear ni de presumir de nada, descubrí un placer muy intenso y muy particular con un buen número de mujeres. Algunas maravillosas, otras menos, pero siempre como un acto deseado por ambas partes.
Hace ya más de cuatro añitos que cambié de década y pasé a la famosa y temida "cuarentena".
Puede que con los años y las experiencias vividas, divorcio incluido, por fin haya madurado (todo es posible) y para mi sorpresa he llegado a un punto en el que casi disfruto más de un beso que de un coito, siempre que el beso que reciba sea una expresión de amor y de ternura. No lo sé. Igual debería hablarlo con mi psicóloga. Pero es cierto que aunque no alcance el orgasmo con un beso, lo que si alcanzo es un estado emocional que realmente me supone un extasis particular.
Además lo mejor de todo es que muchos de los besos más deliciosos no tienen porqué ser la antesala de contactos más íntimos.
De los besos de cariño de una amiga o de los de amor de una madre e incluso de esos besos tan especiales con los que mi gato me lija el rostro, llegó al mismo lugar, al mismo estado de satisfacción. Si bien es cierto que cuando mi chica me besa y me acaricia y nos dejamos llevar por el cariño y el deseo, se cierra un círculo divino.
Siempre he sido tímido.Aunque muchos no lo crean. Me cuesta mucho demostrar mis sentimientos en público y me cohibe la presencia de gente cuando me besan. Y no digo nada para atreverme yo a ser el que de el primer paso buscando los labios, la frente,el cuello o las mejillas de una mujer. Hasta para dar un beso inocente de cariño de amigo verdadero, lo paso mal si hay público.
Tengo muchos besos que dar. No quiero que se me pudran dentro.Pero cada uno de ellos transmitira una emoción, un sentimiento. Ninguno estará vacío de contenido ni de significado.

sábado, 19 de enero de 2019

Dias de whisky y rosas rojas.

-Nunca pensé que fueras capaz de una traición como esta. Me has roto el corazón.
Antes de que las lágrimas comenzasen a manar incontrolables, Pablo optó por levantarse del sofá donde su ex pareja y él habían decidido poner las cartas boca arriba y fingiendo que necesitaba ir al baño, escapó con rapidez del abrazo peligroso y traidor que había comenzado a recibir.
-Pablo, sé que no  estás meando. Esto no es nada nuevo. Te conozco muy bien. Siempre que las cosas se te presentan distintas a como quieres que sean, sales corriendo y te escondes. Eres un cobarde. Vuelve ya, esto no va a terminar así. No puede terminar así.
Desde el baño se escuchó un sollozo malamente camuflado por el ruido de la cisterna. Pablo no quería salir del cuarto de baño. No podía enfrentarse a sus ojos, a su voz., a su expresión inocente. Encima. Encima de que lo había traicionado; de que se  había echado en otros brazos buscando aquello que al parecer él no podía darle. Encima tenía la poca vergüenza de llamarlo cobarde. A él. A él que se había enfrentado a todos y a todo por defender su amor.
-No quier salir. No quiero volver a verte. Será mejor que te vayas con Rita y con tus nuevos amigos.
-No seas niño pequeño, Pablo. ¿Tanto te jode que Rita y yo nos llevemos bien ahora?
-Rita fue mi novia antes que tu. De hecho la deje por ti, deberías tener algo más de clase y no ir ahora chupándole el culo solo porque sea íntima de tu nueva pareja.
-Perdona, Pablo, pero Rita y yo siempre nos llevamos bien. Recuerdo aquellas acampadas cuando aun éramos unos chavales con ilusión y ganas de cambiar el mundo. ¿Recuerdas que compartíamos tienda los tres y que nos pasábamos las noches de charla dentro de los sacos? Aquello si que fueron buenos tiempos .
-Mira, vete a la mierda- dijo Pablo apretando los puños por no descargar su ira contra la pared.
-¡Vaya, ya salió "Don Maduro"! Así poco vamos a solucionar. Y tú eras el que apostaba siempre por hablar las cosas, por argumentar, por el diálogo. Y ahora no eres capaz de entender como un adulto que lo nuestro se ha terminado. Que se nos rompió el amor de tanto usarlo. Que necesito avanzar y que no me gusta nada el cambio a peor que has pegado. Esto ya no tiene nada que ver con aquello que comenzamos con tanta pasión. Entoces era todo ardor, cariño y noches junto a la hoguera. Y ahora te has aburguesado y solo te apetece ver películas en el chalet y poner a parir a todo el mundo. No hace falta que te recuerde como has utilizado al bueno de Alberto y al resto de la pandilla. Por eso ya no nos hablan y me jode una barbaridad que solo por ser tu pareja me haya ganado su desprecio. Así que adiós, Pablo. Fue bonito mientras duró.
Pablo abrió la puerta del baño y volvió al salón dispuesto a liarse a puñetazos. Le importaba una mierda que aquello pudiese costarle una denuncia por violencia de género e incluso una orden de alejamiento. Pero al ver sus ojitos tiernos y la boquita de la que había escuchado las más dulces palabras en el pasado, se contuvo de emplear la fuerza.física.
-Los dos nos aprovechamos de toda la panda, no te equivoques. Tu siempre estuviste de acuerdo conmigo. Lo hicimos por nuestro futuro, por el futuro de nuestra  felicidad.
-Me dejé convencer por ti y por tus coleguitas de la facul. Yo no era como vosotros.
-Desde luego que si. Haz el favor de no poner esa carita de no haber roto nunca un plato. Eres la peor de las víboras. Eres una serpiente. Si Dios quiere probarás de tu misma medicina.
-¡Coño! Pero...¿tu no decías siempre que Dios no existe?
-Deja de darle la vuelta a las cosas de forma tan ladina.-gritó Pablo- Eres una mala puta. Vete de una vez con ese fósil decrépito con el que te estás acostando ahora. Y que te haga muy feliz, los dos o tres años de vida que le quedan.
-No te consiento que hables así de Manuela, dijo Íñigo antes de golpear a Pablo en la cabeza con la botella de whisky de la que se habían servido un par de generosas copas, como cuando estaban en la facultad. 
Sin comprobar siquiera si  Pablo estaba bien o no, abandonó la casa. Y su pasado junto a él. 
Todo termina mal. Si no no terminaría.

jueves, 17 de enero de 2019

Intoxicación alimentaria

La poeta y escritora zamorana a quien tengo el placer y la fortuna de llamar amiga, Estíbaliz De Frías Madero, utiliza en algunos de sus textos una frase que me ha sacudido el interior del pecho, revolviendo mis emociones, mis recuerdos y explicándome al tiempo demasiadas cosas.
Cito literalmente: "Todos comemos mentiras cuando nuestros corazones tienen hambre".
Una vez más me emociona la elegancia y el acierto de aquellas mujeres que utilizan la palabra para expresar sentimientos y vivencias. Que utilizan la palabra para definir con verdades aquello que a muchos hombres nos cuesta nombrar con exactitud.
El falso amor cocinado con mentiras y aderezado con traiciones, reproches, interés y demás peligrosas y tóxicas especias, es un plato de muy difícil digestión. Un plato que a veces sin darnos cuenta escogemos de la carta, nos sirven en vajilla de porcelana y maridan con licor de besos y caricias, consiguiendo que llevados por la gula que despierta la lujuria, repitamos sin darnos cuenta de que con cada bocado nos estamos envenenando.
Si aplico a mi historia personal la sabiduría popular, hay un refrán que dice que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y esta es una gran verdad. A este refrán le sumaría en mis autobiografía uno que dice, "a cojones vistos, macho seguro".
Hubo quien al verme elegir el plato de la intoxicación, me avisó de que seguramente no fuera una receta de calidad y que podría hacerme daño, pero no quise escuchar las advertencias. También hubo muchos que al contarles la terrible vomitona de lágrimas y la brutal diarrea de sueños que me provocó la ingesta de aquel plato, me aseguraron que ellos sabían desde que me lo sirvieron que aquello me iba a hacer daño. ¡Pues coño!, si tan claro lo teníais deberíais haberme retirado los cubiertos con cualquier excusa.
Es cierto que un corazón hambriento engulle mentira tras mentira y no se para a degustarlas. De hacerlo, descubriría el sabor a podrido en los labios de quien las pronuncia. Pero en su necesidad de ingerir amor, rebaña las migas de cada embuste en los labios de quien lo está engañando. Es increíble ver la de falsos chefs que hay por el mundo.
Gracias al cielo, a Supergato o a quien sea, he aprendido que por muy bonito que sea un restaurante, la carta puede estar llena de productos en mal estado. Aunque también he descubierto que si miras a los ojos al Metre mientras explica la especialidad de la casa, sabrás si realmente el manjar que te aguarda es tan sabroso como para no dejarlo escapar.
No soy precisamente un crítico de la Guia Michelín, pero me he vuelto un gourmet exigente y con criterio. Ya era hora. He sufrido demasiadas intoxicaciones alimentarias.


jueves, 10 de enero de 2019

Cuelga de un hilo.

Muchos no nos damos cuenta, o no queremos dárnosla. Pero nuestra felicidad pende de un hilo, al igual que nuestra vida.
El herrero del destino ha forjado miles de millones de espadas de Damocles y los hados se han ocupado de sujetarlas sotre nuestras cabezas.
Es por eso que tenemos la responsabilidad de tratar de  exprimir al máximo cada minuto de nuestra existencia. Y de ser felices y no dejar de intentarlo aunque se ponga dificil. Nadie dijo que fuera a ser fácil.
Digamos que a veces se conceden segundas oportunidades, pero eso no es lo habitual. Todos tenemos fecha de caducidad y un día, bien por hartazgo, bien poniendo fin a una agonia o bien sin esperarlo, el hilo que sostiene la espada que pende sobre nuestra cabeza se rompe y la espada cae.
Me he vuelto particularmente sensible a este tema y un defensor a ultranza de la vida. Más allá de creencias religiosas o políticas, no encuentro justificación moral a interrumpir una vida. Sé que muchos se llevarán las manos a la cabeza al leer esto, pero que nadie se confunda. Quiero que todo aquel ser humano que nazca en este jodido planeta, lo conozca o no, sea de mi entorno o no, viva su vida libre y todo lo feliz que sea posible. Luego están las circunstancias de cada uno y ahí no me meto, pero debemos valorar el regalo que es vivir.
Por eso cuando alguien de mi entorno lo está pasando mal y encuentra un vacio en su interior, mi prioridad es tratar de llenarlo, devolver sonrisas y ayudar a que supere ese mal momento.
Ya perdí a un ser muy querido que decidió rendirse al sufrimiento y no os podéis imaginar cuanto la echo de menos. Fue su decisión y la respeto, pero me hubiese encantado encontrar la manera de que no hubiese desistido.
Sé que gracias a Supergato nadie más de mi entorno se encuentra en esa situación.
No pretendo aleccionar a nadie ni dar consejitos ni sermones. Detesto los libros de autoayuda y los falsos gurús que pretenden enseñarte a ser feliz sn tener ni puta idea de tus carencias ni de tus necesidades. Solo quiero dejar por escrito que la vida es algo maravilloso y que hay que agarrarse a cualquier motivo para sonreir antes de que la espada caiga.
Y con eso lo digo todo.
A ti, que me estás leyendo y habrás identificado el sentido de este texto, por favor, si me necesitas dame un silbidito. No quiero que vivas en blanco y negro. No estés triste. Tu sonrisa es a todo color y de una calidad incrible. No quiero perder los colores que me descubres cuando iluminas mi alrededor con esa sonrisa tan especial que debería ser declarada patrimonio de la humanidad.

domingo, 6 de enero de 2019

Desde oriente con amor

Con los nervios tenía la tripa un poco suelta, pero eso no echaría por tierra el momento que se avecinaba. Después de pasar una vez más por el baño, se duchó, se afeitó, se recogió el pelo en una coleta para poder colocarse la peluca del disfraz y se maquilló con esmero. Al fin y al cabo los tres Reyes magos venían de oriente y ni su cabello rubio, sus ojos azules y su tez blanquecina quedaban demasiado bien con el atuendo para la ocasión.
Dentro de lo que cabe le habían adjudicado el papel de Gaspar en la cabalgata de su pueblo y este debía de haber sido un Rey nacido de la unión del linaje oriental con un linaje normando o celta, así que con una peluca castaña clara y una larga barba a juego, quedó estupendo después de haberse oscurecido un poco el rostro con el maquillaje color "fin de semana esquiando en Sierra Nevada".
La capa de armiño debía de ser una XS pues al colocársela sobre la túnica no le quedaba precisamente muy holgada. Los excesos navideños debían de haber comenzado a hacerse notar y al mirarse en el espejo se prometió mentalmente comenzar una dieta radical el día 7 y no excederse con las reverencias al alcalde del pueblo. Entre lo ajustado del modelito y la dichosa flojera estomacal, podría desatarse la tragedia.
Una vez estuvo listo, se quitó el reloj de la muñeca, los pendientes de ceja y nariz y tras llamar al ujier de la casa de cultura para que viniese a recogerlo, apagó el teléfono móvil y lo abandonó sobre la mesa del salón. No permitiría que un anacronismo arruinase la ilusión de los más pequeños de la comarca. Si aún mantenían la inocencia no sería él  quien arruinase la noche con evidencias innecesarias.
El ordenanza municipal llegó en unos minutos y tocó el claxon tres veces. La señal para que bajase.
Subió al coche lo más rápido que pudo y el empleado municipal lo transportó a toda velocidad hasta el punto de salida de la cabalgata. Al llegar, saludo a Melchor y a Baltasar y subió a la carroza enganchada a un espléndido John Deere rojo y nuevecito.
Cuando la comitiva de pajes y guardias reales, acompañados por malabaristas y dulzaineros comenzó su andadura por la calle principal de la villa, se dispuso a repartir saludos, sonrisas y caramelos entre la multitud congregada en ambas aceras. 
Que elegancia, que clase, que soltura. Nunca hubo un Gaspar como Facundo. Los niños gritaban su nombre (Gaspar, no Facundo, claro) y más de una zagala en edad de merecer le guiñó un ojo sonriendo pizpireta. El Facundo si que era un verdadero rey mago, no como el Tomás y el Julián, que se les veía a la legua el campo.
En poco más de media hora llegaron hasta la puerta del ayuntamiento, donde les recibió el munícipe, paritario, inclusivo y más que dispuesto a acoger a quien necesitase un lugar donde vivir y faenar en sus tierras (cobrando la mitad del jornal, claro, que era progre, pero no gilipollas).
Al ver las manitas levantadas en señal de demanda, de los hijos del alcalde, Facundo quiso ganarse el favor del señor alcalde y apuntando con esmero, les arrojó un buen puñado de los caramelos más grandes. Pero el destino es caprichoso.
Uno de los caramelos más gordos (de los de mandarina) impactó directamente en el globo ocular de la Jimena, la hija pequeña del alcalde. 
Presa del pánico ante la inconsolable llantina de la Jimena, Gaspar descendió de su carroza y corrió a disculparse con la pequeña.
Al inclinarse  repetidamente ante la corporación municipal haciendo continuas reverencias, se le soltó la tripa descompuesta por la tensión del momento y una enorme cantidad de mierda, que no acertaba a comprender como permanecía aún dentro de él, abandono el calor del hogar y se desparramó a lo largo de sus piernas, cubiertas tan solo por una túnica blanca moruna y una estrecha capa de armiño del mismo color.
Las risas de quienes estaban a su alrededor sucedieron a las expresiones de asco y los insultos contra el pobre molinero, que no sabía donde meterse.
Entonces sucedió el milagro. Jimena dejó de llorar y se abrazó a Facundo llorando y diciendo en voz alta: "en verdad eres un rey mago, pues acababa de pedir que te cubriese la mierda por el caramelazo en el ojo y no has dudado en regalármelo".
Todos los vecinos aplaudieron la curiosa casualidad y el Martín (el alcalde de "Ahora tierra de ajos") consiguió controlar las nauseas y palmoteó la espalda de Gaspar mientras gritaba sonriendo que aquella había sido la mejor y más mágica de las cabalgatas de la historia.
Semanas después nombró a Facundo concejal de festejos y le asigno un salario de 3000 euros al mes.
La magia existe.

martes, 1 de enero de 2019

Buenos propósitos

Pasó la noche dándole vueltas a lo que le gustaría conseguir en el nuevo año que comenzaba.
Nunca creyó en la verdadera intención de los buenos propósitos y las metas que solían marcarse la noche del 31 de diciembre, pero intuía que la de este año era especial y decidió entregarse a la idea de que se propusiera lo que se propusiera, lo conseguiría.
Optó por ir más allá de prometerse dejar de fumar y machacarse en el gimnasio hasta conseguir un escultural cuerpo de acero sin dependencia de la nicotina y otras sustancias perniciosas. Al fin y al cabo ambas cosas ya formaban parte de su lista de fracasos y de alguna manera iba a regalarse un propósito de primerísima calidad, no algo que simplemente mejorase su salud o alimentase su ego. Algo que realmente le hiciese ilusión conseguir y convirtiera su vida en una vida verdaderamente mejor.
Comenzó a descartar ideas vanales, pueriles e incluso excesivamente creativas. Entonces encontró lo que buscaba. 
Si. Este sería un verdadero propósito que mejoraría su vida, serviría para ayudarle a pasar página y para subir unos cuantos peldaños de la escalera que conduce a la felicidad. 
Se propuso firmemente aprender a perdonar. Y perdonarse.
Muchas veces le habían dicho que debía perdonar, pero se había negado a ello, convencido de que había padecido traiciones, escarnios y agresiones que no merecían perdón y se había deleitado imaginando las más horribles venganzas y deseando las muertes más dolorosas y los sufrimientos más atroces. Tanto rencor le había oscurecido en exceso el corazón y le había impedido crecer, respirar a pleno pulmón, sonreír de verdad y alejarse del dolor, pues de alguna manera lo retroalimentaba.
Una buena amiga le dijo en una ocasión que con su perdón, quien de verdad ganaría y mucho, era él mismo al librarse de un peso que lo hundía cada vez más y no le permitía salir a la superficie donde le esperaba un futuro limpio y plagado de oportunidades. Que el rencor lo estaba ahogando y apenas era consciente al justificarlo por lo doloroso de lo sufrido. Que al sentir tanto odio en su corazón y desear venganza, en realidad estaba concediendo a las personas que le habían hecho daño un poder que no merecían. Que ese odio le estaba engangrenando el interior del pecho y solo con el perdón, conseguiría  amputar la zona del alma afectada  y evitar que la gangrena se extendiese y le devorase el alma por completo.
Propósito de año nuevo: PERDONAR TODO LO SUFRIDO. PERDONARSE EL NO HABER SABIDO PERDONAR.
Sonriente e ilusionado con su meta, se levantó de la cama, encendió un cigarrillo y se preparó un café con leche.
Iba a conseguirlo. Se lo debía a si mismo. Se debía ser la persona que quería llegar a ser y la persona que quería ofrecerle a la mujer que amaba, que de alguna manera sufría su continua vuelta a los momentos más duros y ella no tenía porque sufrir las consecuencias. 
Este iba a ser un buen año,lo presentía.