viernes, 9 de diciembre de 2016

Y no me digas nada

Porque sinceramente, no lo necesito.
Llevas casi treinta años marchándote de mi lado. Si tu te vas, por favor, hazlo en silencio y cierra la puerta al salir,que se escapa el gato. 
He aprendido a estar solo, he conseguido hablar conmigo mismo y mantener con mi ego, una conversación interesante. Yo soy el único que no me abandonará nunca, que no me pondrá excusas absurdas y que no se cansará de mi. Yo soy el único que accederá a caminar junto a mi, el resto de mis vidas y a dormir conmigo cada noche.
Te has ido muy lejos, te has ido a costas más cálidas, a montañas nevadas, a la jungla, al infierno y aquí al ladito, justo donde podré verte cada día sabiendo que nunca volverás a besarme.
Te has ido sola, con otro, con tu hijo, con tu hija, con el amor de tu vida, con un perfecto idiota, con la persona adecuada, con tu bagaje de anécdotas simpáticas, con todos los ceros de la cuenta corriente de mi corazón y con la cabeza bien alta  hasta que llegaste al portal y paseaste por las calles de la ciudad, la frente marchita. Esa es la frente de volver y sé que vas a volver convertida en otra gran esperanza blanca con la sonrisa preciosa, una divina caída de ojos y las palabras que tanto necesito escuchar, aun a sabiendas de que son mentiras. Déjalo, ahórrate decirme que me quieres. No me has querido nunca. Me pediste que no te hiciese elegir entre tu trabajo y yo, entre tus sueños y yo, entre tu hijo y yo, entre tu futuro y yo, entre otros muchos y yo. Y no te he pedido nunca que elijas. De hecho siempre te he permitido hacer lo que te ha venido en gana...y así me ha ido.
Lo peor de todo es que sé que no voy a ser capaz de renunciar a ti, que volveré a enamorarme como un gilipollas de tu próxima aparición, de tu próximo cuerpo, de tus próximas caricias.
Volveré a suspirar por amanecer cada día a tu lado y eso me irá consumiendo poco a poco, hasta convertirme en polvo.
He perdido la cuenta de las cartas de amor que te he escrito, de los poemas que te he dedicado y de las canciones que te he susurrado al oído.
He perdido la cuenta de los orgasmos que te he regalado, de los proyectos que nunca llevamos a cabo y de las lágrimas que derramé por ti.
Ya no sé ni sumar. Será porque soy de letras puras y me resulta más facil escribir el dolor que cuantificarlo.
Tengo un amplio muestrario de reproches, mentiras, insultos, falsas promesas de amor eterno y gemidos. Colecciono miradas cómplices, huidizas, crueles y condescendientes. Podría poner un mercadillo con tanto material reutilizable. Pero no quiero. Nunca se sabe cuando me va a hacer falta y no deja de ser tu legado. Lo guardo en el armario, junto a esos abrazos tan intensos y cálidos, esos besos que aún me ponen la carne de gallina y esos latidos frenéticos que un día me dedicaste. Ahora los monstruos que viven en mi armario no volverán a pasar frío  y podrán abrigarse con los excedentes de mis historias de amor.
Y me conozco, sé que esto no va a terminar aquí. Sé que el día menos pensado volverás a mi y me preguntarás con esa vocecita cándida si lo nuestro va en serio.
No comprendo este castigo. No lo merezco. No lo quiero. pero soy carne de cañón y está a puntito de salir mi número.
La vida sigue...y siega todas las ilusiones cuando ve que crecen sin control, dejándolas a ras, para que no me crezca en exceso..

 

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