martes, 28 de junio de 2016

Melancólicos anónimos

El psicólogo de refutado prestigio internacional que ha organizado este grupo de terapia, quiso que los empleados de mantenimiento pintasen la sala de verde esperanza y ordenó que quitasen los enormes cortinones rojos que cubrían los amplios ventanales, para que la luz del sol inundase por completo la estancia. Decoró las paredes con posters de animados paisajes futuristas y con vinilos de gatitos, bebés y demás imágenes que potencian la sonrisa en las almas afligidas.Dispuso las sillas en un círculo donde se reservó uno de los puestos centrales y cuando hubo dado al play en el equipo de audio y comenzó a sonar un conocido tema de Roberto Carlos, ordena a su ayudante que haga entrar a los pacientes.
El grupo de personas que va ocupando las sillas, es de lo más variopinto. No hay límite de edad ni se ha descartado a nadie por su género, creencias o condición social ni sexual.
Cuando están todos sentados y expectantes, da comienzo  la sesión, poniéndose en pie para presentarse a si mismo y para explicar determinadas pautas y normas de conducta y participación.
Uno a uno, en riguroso orden, todos se van levantando para presentarse. Le llega el turno a un hombre que desde que entró por la puerta le llamó la atención por su mirada triste y huidiza.
-Buenos días, me llamo Juan y soy melancólico-
-Te queremos Juan-responde el grupo al unísono, como se ha ido haciendo a lo largo de todas las presentaciones pero para su sorpresa, el rubio caballero de ojos tan azules como tristes, permanece en pie y vuelve a tomar la palabra.- Con todos mis respetos, me vais a perdonar pero no creo que ninguno de vosotros me quiera. Sé que es una frase absolutamente protocolaría pero estoy hasta los cojones de que la gente te diga que te quiere, así por las buenas, como parte de un saludo o como imposición social, moral o de conducta. El "te quiero" está tan manido y tan desvirtuado que al escucharlo, me salen llagas en las palmas de las manos, como los estigmas de los místicos.-
El doctor Dudastici, decide que ese sujeto será sobre el que centrará todo lo que enseñará a este grupo de terapia y de forma sosegada, e  incluso condescendiente, opta por intervenir.- Buenos días Juan, aunque no te lo creas, yo te quiero. Te quiero porque he leído tu expediente y si es cierto todo lo que has escrito en él, has debido de pasar por todos los círculos del infierno, en vida. Ahora estás entre amigos Juan. No debes temer nada. Si quieres puedes contarnos que es lo que te aflige tanto, para que la melancolía se haya adueñado de tu voluntad, tus actos e incluso de tu palabra.- Juan está tentado de salir corriendo pero siendo una persona que basa su vida en la máxima "Fuerza y honor", que repetía hasta la saciedad Máximo, el personaje que encarnó Rusell Crowe en la película "Gladiator", decide quedarse y enfrentarse a su angustia.
-Soy escritor y no puedo evitar que todos mis escritos aborden la temática amatoria.Llevo toda la vida buscando el amor verdadero. Tras muchos fracasos sentimentales, entre los que puedo destacar un dolorosísimo pero necesario divorcio, creí haberlo encontrado en una preciosa mujer andaluza que me mostró una vertiente de la relación de pareja que aún no había descubierto: la de la comunicación sincera y absoluta. Me enamoré  hasta el delirio y me auto convencí de que aquello era el amor verdadero con el que llevaba soñando toda la vida.- 
-Y ¿qué sucedió?- pregunto el psicólogo verdaderamente intrigado.
-Que las circunstancias que rodean cada relación son volubles,caprichosas y variables y en ocasiones terminan con los sueños, demostrando que el amor, no lo puede todo. A ella siempre la querré,es sin duda una de las mejores personas con las que me ha cruzado la vida, pero maldigo el momento en el que me sentí vencedor sobre los dictados de mi corazón. He perdido otra vez y mis noches han vuelto a convertirse en el peor de los castigos.-
Antes de terminar de pronunciar sus últimas palabras, una lágrima comienza a resvalar por su mejilla y entonces el doctor Dudastici se acerca a abrazarlo e invita al resto de los presentes a participar de  un abrazo de grupo.
.-Agradezco la intención, pero no creo en la capacidad terapéutica del abrazo- exclama Juan con un hilito de voz.- Los abrazos y los besos solo deberían administrase con receta médica y no a lo loco. La auto medicación en este caso, en el que se aceptan besos y abrazos de cualquiera, puede llevarnos a sufrir un colapso multi orgánico.-
-No lo creas Juan. Siempre se ha perseguido la auto medicación por motivos económicos y no por los médicos y hay ocasiones en las que es incluso hasta recomendable. La metástasis de la  melancolía que te invade, se ha extendido pro todo tu cuerpo y ya es demasiado tarde para extirparte el tumor. Necesitas someterte a un tratamiento tremendamente agresivo e intenso que te llevará a perder algo de peso y puede que te sientas algo cansado en tus actividades cotidianas, pero te garantizo que rápidamente vas a notar una potente mejoría.Dejate besar y abrazar y no temas a las puñaladas por la espalda. Ninguna de ellas podrá matarte.Además hay muchas manos dispuestas a arrancarte los puñales.-
Juan le clava la mirada de perro asustadito, le agarra la mano y apretando fuerte consigue reunir las fuerzas suficientes para exclamar en voz muy alta "Gracias, doctor. de corazón" y dicho esto, sale corriendo y cierra la puerta tras de si.
El grupo dedica unos segundos a la desilusión pero el doctor Dudastici consigue que vuelvan a sentarse y los tranquiliza diciendo- No os preocupéis amigos. Esto ya lo he vivido en terapias de otro tipo de adicciones y sé que Juan volverá, porque es el más necesitado de ayuda y tratamiento, y lo sabe. La melancolía es algo terriblemente adictivo y muy,muy peligrosa. Sus efectos son tremendos y puede llevar incluso a la muerte, por lo que seguiremos trabajando hasta que la hayamos erradicado de vuestros corazones-
Durante el resto de la sesión, el psicólogo no deja de pensar en Juan, quien se encuentra sentado en el suelo del portal de la clínica, con el rostro entre las manos, tratando de reunir fuerzas para llegar hasta su casa, donde le espera su gato y con quien podrá llorar augusto, hasta la extenuación. Pero de alguna manera, nota que el tratamiento está comenzando a surtir efecto, porque sabe a ciencia cierta que volverá a a próxima sesión de su grupo de terapia de Melancólicos anónimos.

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