sábado, 4 de junio de 2016

Desplegando las alas.

Siento comunicároslo pero en estos momentos no somos legión, somos más de dos legiones de ángeles los que estamos desplegando las alas en el cielo para preparar el vuelo en el que en formación de combate, caeremos sobre vosotros, miserables mortales.
En un principio Dios, que es todo bondad, no quería permitirnos daros un escarmiento pero a fuerza de la insistencia de Gabriel y Miguel, los ángeles impartiremos justicia.
Mi nombre es Daramiel y durante muchos milenios he sido un ángel de amor pero sois tan patéticos que habéis renunciado al consejo y la guia de los ángeles y habéis cambiado el amor verdadero por aberrantes prácticas sexuales, autocomplacencia, egoísmo y diversos errores propios de vuestra especie, que eclipsan el verdadero significado de la palabra amor y desvirtúan la tan especial magia de la unión carnal.
No hablemos de la justicia. Habéis defecado moralmente sobre la equidad, la honradez y los valores necesarios a la hora de impartir justicia y tenéis tan poca vergüenza que sois capaces de aplaudir y envidiar a los grandes delincuentes y castigar con saña a quienes un día cometieron un error insignificante.
He pasado los últimos cuarenta y un años viviendo entre vosotros como uno más. He nacido de mujer, he crecido (aunque no gran cosa por no llamar la atención) me he alimentado (no de la forma más correcta, para que decir lo contrario) opté por no reproducirme pero he practicado todo lo que he podido vuestras tendencias y avances sexuales y aunque he muerto, Dios padre me envió de nuevo  de vuelta a vuestro lado, en busca de cualquier eximente que os libre de nuestro castigo.
No ha habido nada que hacer. He vivido el amor pero tras embarcarme en muy diferentes relaciones con mujeres de todo tipo, no he encontrado nada que pueda libraros del fuego de mi espada. Quizás la última mujer a la que besé haya estado a punto de conseguir nuestra clemencia para los mortales pero aún sintiéndolo mucho, la historia, preciosa eso sí,  se terminó.El amor no lo pudo todo. 
He trabajado como todos los hijos de Adán y me he enfrentado a las miserias del sistema laboral.
Me he entregado a todos los placeres,a  todos. He buscado la esencia de la depravación y de la perversión y la he encontrado con excesiva facilidad y en tantas ocasiones como he querido.
He buscado en vosotros la fe, pero vuestra fe se mide en sistemas monetarios, se oscurece en religiones absurdas con preceptos absurdos y termina sirviendo de excusa para matar en su nombre.
Mi espada caerá sobre vosotros porque ya no soy un ángel de amor, soy un ángel de cólera.
Mi amigo Lucifer osó enfrentarse a Dios y alzar su espada contra él pero yo tan solo acataré y cumpliré as ordenes que el Señor me encomiende. 
Arrasaremos a los miembros de  vuestra clase política y beberán azufre para purgar sus gargantas y sus lenguas embusteras.
Combatiremos a los fanáticos y los erradicaremos de la faz de la tierra. Ahora sabrán lo que es matar en el nombre de Dios.
Rescataremos a aquellos que enviamos de incógnito y que han vivido entre vosotros con el nombre de deficientes, trisonómicos y todos esos nombres que habéis inventado al no saber pronunciar los nombres antiguos para sus antiguas y benditas almas.
Confesaos...o no, haced lo que queráis, os va a dar igual.
Nuestro cupo de justos ya está completo, hoy hace exactamente dos años que permitimos la salvación del último justo entre vosotros. Los demás sois excedente de mercado. 
Lanzaré mis huestes sobre vuestros ridículos y miserables líderes mundiales y no habrá ingenio nuclear, bactereológico o químico que pueda detenernos.
Lo siento por vosotros, sobre todo por aquellas que son madres porque son las que más cerca han estado de ese amor verdadero del que os hablaba antes, del amor que quiso transmitiros el  Padre de todos, pues tan solo una madre sabe lo que significa querer tanto a alguien como para sufrir con su sufrimiento sin necesidad de daño físico real.
Temblad, pues en efecto, a todo cerdo le llega su San Martín. 
Os exterminaremos a todos y aquellos que habéis vivido con fuerza y honor, aceptad el destino y no desenvainéis la espada.
Lo que hacemos en la vida, tiene su eco en la eternidad.
A mi señal: ira y fuego.


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