miércoles, 6 de enero de 2016

Conquistar mi polo.




Desde pequeño me explicaron que los polos opuestos se atraen irremediablemente pero por muchas vueltas que le doy, no encuentro esa oposición más que en el que tú seas una  mujer y yo un hombre, por lo demás tenemos muchas cosas en común igual demasiadas, empezando por aquel pasado que ya compartimos y que siempre vivirá en mi cabeza y en mi corazón.

Para mí seas opuesto o no, eres el polo hacia el que me siento irremediablemente atraído.

Sé que ahora mi misión en la vida es comparable a la de los excepcionales e intrépidos Amundsen y Scott, quiero conquistar este polo aunque muera en el intento.

No tengo miedo a perderme en la ventisca, tan solo a congelarme con el frío desolador de tu rechazo.

Puede que no merezca alcanzar mi objetivo, puede que como explorador de los rincones más recónditos de tu alma y como conquistador de tu corazón sea también un fracaso.

Puede que los perros de mi trineo se desorienten al seguir tu rastro y lo confundan con el de otros polos más cercanos o más fáciles de alcanzar pero yo solo quiero llegar hasta ti.

Tengo la impresión de que la nieve aún no ha sepultado las señales que dejaste en el pasado para que te encontrase si me perdía, aún no pero  el blanco manto de la vida comienza a taparlas, volviéndolas irreconocibles

La nieve comienza a acumularse también sobre mí, pero tu recuerdo no tarda en derretirla permitiéndome avanzar en la que creo que es la dirección correcta.

Necesito distinguir la luz de ese impresionante faro que es tu sonrisa y dejaré descansar a los animales, me calzaré las raquetas y correré hacia tus brazos.

No temo sumergirme en el hielo de los acontecimientos, no voy a ahogarme entre los millones de motivos en contra de que conquiste mi polo ni a acobardarme por la distancia que nos separa.

Tardaré en llegar hasta ti pero me enfrentaré a la tempestad con paso firme y decidido.

Solo habrá algo que de inmediato podrá hacerme desistir de intentarlo, que el viento me traiga el eco de tu voz  pidiéndome que no vaya, o descubrir que ya puso su bandera en tu cima un aventurero  más afortunado.

Al preparar el equipo y calentar café cada mañana de este viaje, rezo para que mi nombre sea recordado junto a los de aquellos que consiguieron alcanzar sus aparentemente inalcanzables metas  arriesgándolo todo
Solo te pido que apuestes por mi, a caballo ganador. Tú de eso entiendes. .
 

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