viernes, 20 de marzo de 2009

La casa de los membrillos

Para todos aquellos que se estén preguntando este puente, que coño hacer con los críos, aquí estoy yo para aportar soluciones.
La primera, es la "supermarcha atras" aunque con los críos que ya tenéis no va a funcionar, pero seguramente os evitara futuros problemas.
Os acordáis cuando salíais los sábados por la noche, hasta la hora que os daba la gana y sin preocupaciones, y luego podíais quedaros toda la mañana del domingo en la cama?
Yo aun sigo haciéndolo.
Sin embargo muchos de vosotros o bien no salís o bien el domingo por la mañana tenéis que levantaros prontico y arrastrar la resaca hasta casa de vuestros padres, de donde recogeréis agradecidos a esas pequeñas alimañas devora sueldos que de pequeños son muy ricos y un día de repente se agujerean el ombligo y se morrean en el portal con un marinero taiwanes.
Encima, después de meses currando como un cabrón ( o una cabrona, que yo no hago distingos de sexo) llega un puente, un puentecito de puta madre, de jueves a lunes sin tener que ir a la oficina y además de la frustración que supone no poderte ir a ningún sitio por la mierda de la crisis, te toca idear algo para entretener a la jauría que tienes en casa.
Pues bien.
Unos buenos amigos han montado un tinglado muy chulo bien cerquita de Valladolid.
Se llama la casa de los membrillos, y es una finquita con actividades para niños y adultos (incluso tienen cosas para mi, que no saben en que franja ubicarme) en Carraduero (carretera de Villavañez) a diez minutos de Valladolor.
Los críos se lo pasan teta, porque ademas de poder ver un monton de animales y pasear en Caballo, en pony en carrito etc...tienen lo que todo crio ansia realmente, un campito de futbol y un balón.
Los padres ( y las madres, que yo no hago distingos por sexo, aunque si hago sexo por dinero), se pueden tomar un vinito o una cervecita con algo de picoteo y pasar un día agradable, poniendo a parir al jefe, a la vecina, a la suegra o al ministro de economía.
Estaréis pensando "un momento, este cabronazo no tiene crios, esto es un correo comercial" pues bien amiguitos, no tengo hijos, pero si tengo unos cuantos sobrinos y unas hermanas histéricas y yo mismo he estado allí, montando en la pobre "blanquita"( despues pidió la baja, un bono para un SPA y un cambio completo de herraduras) y echando el bofe persiguiendo un balón rodeado de enanos por todas partes.
De precio va muy bien y el trato es muy familiar.
Tienen una página web muy preciosísima que les hizo Soldegato donde podéis ver horarios. tarifas, contacto y demás.
Se que para muchos de vosotros, será una solución guay para estos días de buen tiempo.
También celebran cumpleaños, comuniones y saraos, ya que tienen carpas cubiertas con mogollón de cosicas.
En fin, que aquí estoy par solucionaros la vida una vez más, y para dar placer a vuestras mujeres y a vuestros gatos.
PUBLIMAP....MAP........MAP........MAP



miércoles, 18 de marzo de 2009

El triciclo rojo.


En ocasiones me despierto empapado en sudor, jadeando y balbuceando palabras sin sentido, con los ojitos llenos de lágrimas.
Rápidamente palpo la sábana buscando desesperado el cerco de la vergüenza y rezo para que mi chica no se de cuenta, pero afortunadamente mantengo aun el control sobre mis esfínteres.
Me levanto y a tientas llego hasta el baño, donde tras lavarme la cara con agua helada, observo mi rostro en el espejo y evoco los trágicos sucesos que acontecieron aquel funesto día de 1980.
Era un veinticuatro de Julio, fecha de mi onomástica, y nos habíamos reunido toda la familia en San Rafael, en el chalé de mi tío Fernando, donde fui el protagonista absoluto de una jornada que comenzo francamente bien, abriendo regalos y comiendo pasteles.
De entre todos los presentes, hubo uno que destacó como una albina en un concierto de Los Chichos:
Aquel triciclo rojo intenso.
El mundo se detuvo y allí estábamos los dos, uno frente a otro.
Yo me sentía como un vaquero a punto de enfrentarse a un potro salvaje, con el pecho henchido de ansia.
Desoyendo los consejos maternos, desprecié el casco y las rodilleras con gesto torero.
El jardín enmudeció, mi hermana pequeña, consciente del peligro que se cernía sobre mi como un buitre leonado, se agarró fuertemente, puerilmente añadiría yo(lo cierto es que tenía dos años) al brazo de mi padre.
El sillín ergonómico era efectivamente, ergonómico.
Sujeté el manillar con firmeza, con cariño y dulzura, pero al mismo tiempo con mano de hierro.
Era un Charlton Heston rubicundo y mínimo el que allí comenzó a pedalear con frenesí.
Aun puedo oir el clamor de las masas, que aplaudían mi galope desenfrenado a lomos de aquel ígneo corcel.
Aun siento el calor de aquella mañana en mi piel, el olor de los pinos y el cloro de la piscina.
Aun puedo saborear el gusto de aquellos pastelitos de chocolate y bizcocho de soletilla.
El viento azotaba mi rostro alborotándome el cabello y dándole a aquella primera galopada la dimensión épica necesaria para el momento feliz en que un niño monta su primer triciclo.
Una sensación similar sentí once años después, en casa de Antoñita Fulanez,la mágica noche en que aprovechando la ausencia de sus padres, nos entregamos desnfrenadamente al "trasca-trasca", pero eso, es otra historia.
Volvamos a aquel verano, en el que bajo la emocionada mirada de absolutamente toda mi familia (abuelos, padres, hermanos, tíos, primos...) y la envidiosa mirada de algunos niños del pueblo y de los chales vecinos, que habían sido invitados a mi fiesta, yo cabalgaba cual John Waye mi potro de rabia y miel.
De repente, todo mi universo se desmoronó en cuestión de segundos.
Al acercarme a gran velocidad al punto donde se unían el caminito de piedras de la piscina y el trazado arenoso que conducía a la bodega, una piedra traicionera que no vi (a tal velocidad, hubiese dado igual) hizo que mi montura se encabritase realizando un involuntario caballito.
Yo salí despedido yendo a aterrizar justo sobre mis pequeñas posaderas primero, y despellejandome la espalda desnuda después, cosa que hizo que las lágrimas asomaran rápidamente a mi rostro devolviendo a John Wayne y a Charlton Heston de nuevo a los fotogramas de sus películas y presentándome ante mi estupefacto público como lo que en realidad era, un niño que cumplía ese día, seis añitos.
Pero lo realmente trágico y es más, yo diría que horrible estaba aun por suceder.
El triciclo, desbocado salio volando por encima del muro que separaba el chalé de Fernando de la avenida principal de aquel pueblo Segoviano, que por ser un sábado y en aquella hora, se encontraba transitada a más no poder.
La roja saeta fue a impactar contra la luna de un camión cisterna, que circulaba con el tanque repleto de queroseno.
De nada sirvieron los desesperados intentos de aquel buen hombre por controlar tan gigantesca máquina.
Quiso el destino o el hado del infortunio, llamenlo ustedes como quieran,que en aquel preciso instante desembcara en aquella avenida la procesión que encabezada por el párroco, las fuerzas vivas y la banda municipal de música, paseaban desde hacia dos horas la imagen de Santiago, patrón de España.
La explosión cuentan que se escuchó en Segovia capital.
Una inmensa columna de humo, se erigió negra y espesa hasta alcanzar los doscientos metros de altura.
La imagen del apostol aterrizo en la piscina de mi tío Fernando , quien rápidamente se despojo de su niki y se lanzo intrépido a rescatarla (no habia hecho la digestión de los pasteles el pobre, y casi nos cuesta un disgusto).
El espectáculo era aterrador, los cadáveres se contaban por docenas. Cuerpos mutilados, madres buscando a gritos a sus hijos, el párroco corriendo de un lado a otro mientras las tripas se le salían a través de la casulla ritual, el cabo de la Benemérita lloraba mientras contemplaba aquella tragedia con la mirada enloquecida.
De entre todo aquel clamor sobresalió un desgarrador aullido - A comeeeeeeeeeeeeeeeeer-
Era mi madre, anunciando que la paella ya estaba lista, así que disimuladamente nos retiramos de la puerta del chalé desde donde estábamos contemplando tan terrible espectáculo y no fuimos a acomodar en la gran mesa del jardín.
Durante toda la tarde estuvimos escuchando el estruendo de sirenas, ambulancias, bomberos...
El recuento final arrojó doscientas cuarenta víctmas mortales y trescientos ocho heridos de diversa consideración.
Lo peor fue que mi triciclo se volatilizó entre las llamas de la explosión (una suerte, segun mi padre y mi tío Fernando, abogados ambos y hombres de mundo) y es lo que más me duele, porque aquella mañana ese triciclo fue mi mejor regalo, y sabia muy dentro de mi, que jamas volvería a tener un triciclo como aquel.
Es precisamente, la imagen de aquel triciclo retorciendose entre las llamas, crepitando y con la pintura roja fundiéndose con aquel calor infernal , la que me desvela en ocasiones, atormentando mi alma y llevándome a estados de violenta desesperación.
Y es que no se lo deseo a nadie, es muy duro perder un triciclo.

lunes, 16 de marzo de 2009

Siento lo de vuestras manos


Siento mucho que aquella explosión os alcanzara a todos en la misma trinchera, y perdierais a la vez las extremidades superiores.
Puede ser, que algún juez despiadado, aplicando arcanas costumbres, os condenara a perder ambas manos por un delito absurdo.
Es posible que aquel maldito virus tropical hiciera mella en vuestra carne, pudriéndoos todos los deditos del cuerpo, o que la onicofagia feroz que os afecta, os haya llevado a este punto.
El caso es que no os preocupeis, aquí estaré yo para escribir por vosotros, aunque solo dejéis alguna reseña ocasional.
Os siento muy cerca.

Porqué no nos vemos?

Trasladamos la quedada al primer fin de semana de Abril, debido a motivos ajenos a la voluntad de este Blog (es decir, todo Dios se va de puente menos yo)!!

Si os apetece, podemos organizar un encuentro este viernes día 20 en el Café de la pasión, en la c/Ruíz Hernandez de Valladolid.
Una ocasión para juntarnos todos los lectores y tomarnos unos vinitos y escuchar musiquita y comer gusanitos y entrar en el baño de dos en dos.
Sobre las 21 horas (hora zulú) estaría bien., que algunos vamos cumpliendo años y se nos cierra el ojo prontito.
Abstenganse pro favor, asesinos múltiples y gente con deseos incontrolables de matar al autor de este blog.
Si a pesar de mi advertencia venís, oh, asesinos desobedientes, que sepáis que LACANTUDO es un tipo moreno de metro noventa, esmirriado y con las orejas como el capitán Spok.
Besos y besas, miembros y miembras de este vuestro Blog.
Os deseo espinillas para todos.

domingo, 15 de marzo de 2009

Pesadilla

He tenido un sueño horrible.
Estaba en el salón de una casa que no era la mía, con un chico muy moreno, con la boca grande y los ojos negros.
El me hablaba pero un continuo estruendo de explosiones me impedía escuchar bien su voz, solo de vez en cuando podía entender "despiértate".
Me acerqué a una ventana y miré por ella, y lo que vi me sobrecogió el corazón.
Estaba en una ciudad desconocida, fantasmagórica, llena de edificios vacíos y destartalados.
No se veía un alma por la calle, tampoco se podía percibir que o quien provocaba aquellas explosiones que solo se oían, ya que no pude ver ni una llama, ni un cráter, nada.
Solo aquella suerte de bajo continuo y las calles frías y vacías.
Entonces aquel muchacho me puso la mano en el hombro y al girarme resulto ser mi padre, que mirándome a los ojos dijo "despiertate", dio media vuelta y se marchó.
Yo me quede solo en aquella habitación extraña, y quería despertarme consciente de que aquello solo podía ser una pesadilla, pero era incapaz de salir de allí.
Volví a mirar por la ventana y todo había cambiado.
Las calles eran las mismas, los edificios eran los mismos, pero esta vez, un sin fin de cadáveres yacían caídos en las aceras, en medio de la calzada, sobre los capos de los coches, asomando por las ventanas.
Rojas llamas asomaban por los balcones de los edificios contiguos.
El cielo se oscureció de repente y entonces sonó mi móvil.
Una voz al otro lado me dijo " despiértate" y luego calló.
Hice un gran esfuerzo por despertarme, cerré los ojos y apreté tanto los puños que las uñas se me clavaron el las palmas de las manos, haciendo brotar pequeñas gotas de sangre espesa.
Al abrir los ojos, me encontré tumbado en el suelo, en medio de la calle, junto a otros cadáveres.
Uno de estos cadáveres, con un agujero tremendo en el pecho, por el que podía entrever su corazón, clavó sus ojos inertes en los míos y susurró "despiértate", esta no es tu guerra.
Me desperté.
El sol entraba con fuerza por mi ventana, sentí a mi lado el calor del cuerpo de mi pareja y antes de que pudiera darme cuenta, me eché a llorar, dándole gracias a Dios, por pertenecer al primer mundo, por llevar una vida anodina sin preocupaciones mayores que conseguir el dinero suficiente para obtener más comodidades, más caprichos, y poder pagar los que ya adquirí.
Di gracias a Dios por no tener que recoger del suelo el cadáver de mi madre, o de mi hermano.
Por tener la ropa limpia ordenada por colores en el armario de mi cuarto.
Por seguir respirando.
Por no odiar a nadie lo necesario como para tener que matar, por no ser odiado.
Por pertenecer a ese sector de la población mundial, que puede dar gracias a Dios.

martes, 10 de marzo de 2009

Habia una vez...

Un niño rubito que cada noche, le pedía a su madre que le leyera un cuento , porque le gustaba quedarse dormidito con el sonido de su voz.
Había una vez una vida llena de tigretones y clics de playmobil, de paseos por el campo y excursiones a Segovia, y a Toledo y viajes sin aire acondicionado y cintas de Serrat.
Había una vez un colegio donde si te portabas mal, los curas repartían ostias sin consagrar, pero que te transportaban al éxtasis más feroz de igual manera.
Un montón de cuentos donde los buenos eran buenos hasta el final y los malos en ocasiones se arrepentían , eso si, segundos antes de morir.
Cuentos amables a veces y temibles otras, pero siempre comprensibles, sin vericuetos ni reversos.
El niño iba aprendiendo a vivir a través de esos cuentos, descubriendo los valores más hermosos y las felonías más terribles, imaginando los lugares más recónditos y apetecibles, las playas más blancas, las montañas más altas, los bosques más verdes.
¿Qué fue de todo aquello?
Aquel niño rubito se hizo mayor y aunque siempre trato de ser de los buenos, y hasta acabó encontrando a su princesa, se percató de una forma bastante dolorosa de que los cuentos no son más que eso, cuentos.
En la vida real no sabes quien coño es el bueno, y en muchas ocasiones, comprendes los motivos que tuvo el malo para hacer lo que hizo, e incluso te apiadas de el, y en ocasiones, te cambiarías por el.
El bueno en algunos momentos, no es más que un pusilánime sin fuerza ni carisma.
La chica por norma se suele ir con el que tiene la moto más grande, el coche más caro o el culo más duro.
Los dragones no echan fuego por sus fauces, simplemente te suspenden con un 4,95, te mandan fregar los baños al final de un turno de once horas o firman cartas de despido sin pestañear lo más mínimo.
La bruja está siempre cotilleando a través de la mirilla y cierra de prisa la puerta del ascensor cuando te ve llegar al portal, con las llaves en la mano.
El mago, es generalmente tu padre, que cuando crees que ya no te quedan indirectas que puedas enviarle, desliza en tu bolsillo un billete o dos de cincuenta y consigues terminar el mes.
Los caballeros de la tabla redonda siguen llamándote los sábados para tomar cervezas y aliñar pitillos, aunque algunos ya tienen que contar con el permiso de sus damas o con el de las canguros , que se quedaran con las criaturitas hasta no mas de las dos de la mañana.
Los animales no hablan ni por supuesto te aconsejan en nada, y cuando se van (porque no viven felices para siempre) te dejan un vacío que es muy difícil de llenar.
La armadura es muy pesada y poco puede hace contra los mandobles del malvado "hipotecon" o el terrible "pagaplazuel".
Una vez un hada de piel muy blanca y ojos tan tristes como verdes, me ofreció una felación por veinte euros y un completo por cincuenta.
El ogro de la discoteca de moda no me deja entrar con zapatillas y los trasgos se pasan el día desviándome de un operador a otro, imposibilitando mi puta baja de telefónica.
El rey no es más que un gilipollas con corona y se deja torear por cualquier consejero o bufón o presidente.
El héroe no ha conseguido la paz para el reino.
Los bosques van desapareciendo poco a poco, y en los zorros mueren en las cunetas.
En definitiva, que los hermanos Green se pueden ir a tomar por el culo, cogiditos de la mano de Crhistian Andersen.
Que yo si algún día no freno a tiempo, le leeré a mis hijos las memorias del Dioni, el único cuento que se hizo realidad.




lunes, 9 de marzo de 2009

Doña Gatunela

Cuando por fin llegaron a aquel pueblecito castellano, Maria y Dani estaban agotados y muertos de sed.
Venían conduciendo desde Puertollano y el sol de Agosto se había cebado en su desvencijado R4, por supuesto, sin aire acondicionado.
El coche venia cargado hasta los topes, lleno de maletas y proyectos de una nueva vida.
Dani acababa de heredar un gran caserón en Villavalporquin, un pueblo de menos de doscientos habitantes enclavado en medio de la nada, o en la estepa castellana, que hoy por hoy viene siendo lo mismo.
Se lo había dejado una tiabuela suya llamada Encarnita Piznarro Molangui aunque, en el pueblo, y debido a su desmesurado amor por los mininos, todos la conocían como Doña Gatunela.
Doña Gatunela fue la hija solterona de un indiano que regreso a castilla con algo de fortuna, dos hijas y una recién estrenada viudedad.
Como buen Piznarro, tras casar a la mayor con un rico pretendiente y cerciorarse de que la pequeña estaría siempre a su lado para atenderlo y cuidarlo en los años de senectud, el viudo indiano paso el resto de sus días tomando claretes en el Círculo de recreo agrícola, corriendo a caballo los encierros y capeas de los pueblos vecinos y consolando a varias señoras, que como el, necesitaban algo de amor ocasional y sin complicaciones.
Al morir aquel señorito, dejo a su hija Encarna la gran casa, algunas tierras y unas pequeñas rentas, lo suficiente para que no tuviera que preocuparse el resto de sus días.
Doña Gatunela, solterona y sin hijos, había sentido siempre una especial devoción por los gatos y por su sobrino Dani, y a nadie le extrañó, que al fallecer aquella mujer buena y solitaria, dictara herencia a favor del muchacho.
Por otra parte fue una suerte para Dani recibir aquella herencia, que llegó justo cuando había fracasado su enésimo negocio "alternativo".
Al parecer, la humanidad podía pasar perfectamente sin libros comestibles, y el concepto de reutilización aun no estaba tan instalado en la Mancha como en el norte de Europa.
Aparcaron justo en la puerta y cuando bajaron del coche, María no pudo evitar el dejar escapar un gritito de admiración.
La casona se veía bien, quizás habría que darle una mano de cal a la fachada, limpiar a fondo las ventanas y retejar, pero aun conservaba toda la arrogancia de la construcción original.
Al abrir la puerta, un fuerte olor almizclado les sacudió las pituitarias, como si de una descarga eléctrica se tratara.
Aquel olor, que casi los tumbo de espaldas, no era ni más ni menos que olor a gato, exactamente a pis de gato.
Entraron en la vivienda, y tras buscar entre tinieblas durante unos minutos consiguieron conectar la electricidad.
Al subir los chivatos, se iluminaron súbitamente media docena de grandes lamparas de araña.
La luz dejo al descubierto lo que ambos se temían desde que abrieron las puertas de la casa, docenas de gatos dormían la siesta repantingados por todos los rincones de la casa, en los poyetes de las ventanas, sobre los respaldos de los sillones, en los sofás, acostados sobre la gran mesa de caoba del comedor, incluso dentro de los armarios, abiertos de par en par.
Y dominando toda la escena, desde su atalaya de la pared del hall, un gran retrato de Doña Gatunela contemplaba a sus queridos gatitos.
Dos orfidales fueron suficientes para que Maria recuperara los nervios, bueno, dos orfidales y la firme promesa de que antes de que hubiera terminado de colocar el equipaje en el dormitorio principal, no quedaría ni un solo gato en toda la casa.
Dani abrió una a una todas las ventanas de la casa.
A cada paso que daba, sentía como cientos de ojos lo observaban con curiosidad incluso en algun momento sintió algo de hostilidad, al apartar con el pie a una gata gorda 8supuso que preñada) que espatarrada en medio del pasillo, le impedía el paso a la biblioteca.
Tras haber dejado abiertas todas esas vías de escape, procedió a batir palmas y a cacarear con gran estruendo, dando fuertes pisotones sobre el piso de madera y montando tal algarabía, que efectivamente, María aun no había colocado la última tanguita rosa en la cómoda, cuando ya no quedo ni un solo animalito dentro del hogar.
Durante muchos días aun persistió aquel desagradable olor, pero la joven pareja poco a poco se fue haciendo a la casa, y al pueblo.
Dani trataba de cultivar el huerto con gran voluntad, pero muy poca maña y María pasaba las horas muertas pintando en la guardilla.
Todo era muy bucólico y habría rayado la perfección, de no haber sido por el retorno de los gatos.
Sucedió una mañana a los dos meses exactos de haberse instalado, coincidiendo casualmente con el primer aniversario de la muerte de Doña Gatunela.
Ninguno de los dos reconoció después haber dejado ninguna puerta ni ventana abierta, pero el caso es que , cuando ambos se dirigían hacia la cocina con los restos de la cena en la bandeja para depositarlos en el fregadero, se toparon de repente con aquello.
La bandeja cayó al suelo, y Maria se agarro al brazo de Dani, tiritando despavorida.
Bajo el cuadro de Doña Gatunela, se habían reunido tantos gatos que apenas se podía ver el suelo a través de ellos.
Estaban callados, inmóviles y contemplaban aquel retrato con explícita admiración.
No saben lo que realmente sucedió, María, aplicando sus conocimientos de pintura, afirma que fue un rayo de sol que al cambiar de dirección proyecto una sombra fugaz sobre el cuadro, pero Dani no duda en jurar que lo que vieron sus ojos, fue tan real como la crisis financiera que atravesamos ahora:
Doña Gatunela sonrió, bueno, en realidad fue su retrato, el que repentinamente, y ante aquella manada de gatos que se postraba ante ella, cambio el rictus severo del oleo original en una amable sonrisa.
Tres orfidales y la firme promesa de que ningún gato seria expulsado de aquella casa ni maltratado jamas dentro de aquellas paredes, fueron suficientes para que María volviera a recuperar los nervios.
Desde aquel mismo día, en Villavalporquin a Dani y María se los conoce como "Los Gatunelos", el huerto empezó a dar sus primeros frutos, y Dani recibió la gran inspiración para un nuevo negocio,que hasta ahora les ha permitido vivir dignamente: el repelente universal a base de pis de gatos, que evita picaduras de mosquitos, avispas y otros insectos indeseables.
María cambio el cuadro de sitio, y ahora se sienta a pintar, bajo la atenta y complacida mirada de Doña Gatunela.
Y vivieron felices y comieron Sardinas.

viernes, 6 de marzo de 2009

Galletas de fibra.

Al final tuvo que tomar aquel avión.
El gendarme francés, se quedo solo paseando por la pista del aeropuerto de Soria, pensando en que seguramente, en otro país, en otra época, habría sido el principio de una hermosa amistad.
Pero Jaime no se fue con la chica, la chica se ha quedado en una regata con Fifi y Fan fan, hablando de caballos y besos en los bailes, y libreas y capitanes de artilleria.
Jaime vuela hacia Miami, condenado al ostracismo del buen gusto, embutido en unos pantalones que no se pondría ni Galiano (que es todo espantajeria y mamarrachez) y ojeando un Telva comprado a toda prisa en el kioskillo del aeródromo.
Según la revista, esta primavera se volverán a llevar las pamelas en los brunch del hipódromo, los homosexuales controlan la industria hortofloricultora, y podrás saber si tu hija adolescente es anoréxica, estudiando sus hábitos alimenticios.
Manda cojones.
Aunque desde que le dio el último gran arrechucho, había abandonado el tabaco (entre otros grandes vicios) Jaime se enciende un pitillo arrugado extraído de uno de los mil bolsillos de su chaleco mil bolsillos.
La azafata no se atreve a decirle nada, porque tan solo lleva diez días con la compañía y las veteranas ya le han hablado de las licencias que se les conceden a los señoritos de primera clase.
Este señor le suena de algo, será un actor famoso, o un político, o alguien del corazón.
Que más da, el caso es que sin saber porque, le inspira compasión, incluso le remueve un poco el instinto maternal, parece tan desvalido...
Don Jaime de Marichalar, es efectivamente un hombre triste.
A más de cuatrocientos kilómetros por hora, se aleja de su mujer, de sus hijos, y de la movida madrileña.
Los va a echar mucho de menos, a todos.
En Miami lo esperan sus primos los Fizt-Jones; no los ha vuelto a ver desde que se fueron de Soria, con una mano delante y otra detrás y aquél pomposo apellido, comprado hace muchos años por algún antepasado pretencioso y original.
Los Fitz-Jones controlan la industria del porno en la costa este de los EEUU.
Sinceramente, espera curarse la nostalgia a golpe de badajo.
No es una mala terapia.
La vida cambia constantemente, y con la edad, aprendes a superar el vértigo de esta gran montaña rusa.
Miami no es un mal destino, está llena de exiliados como él, asi que en unos pocos días habrá hecho cuchipandi y podrá lucir sus trapitos en la cubierta de algún yate, o en el restaurante más "in", o al volante de un precioso descapotable rojo ( no es un coche, es un estilo de vida).
Apaga el pitillo y con un gesto de la mano, encarga otro "gintonic" servido casi en el acto por una azafata que le sonríe tiernamente.
-Esta bastante buena- piensa para si mientras devuelve caballerosamente la sonrisa.
Por megafonía el capitán suelta una retahíla de palabros en ingles, y luego repite el aviso en una especie de spaninglis de bailes de salón.
Termina la copa y se abrocha el cinturón.
La vida sigue, Don Jaime de Marichalar se rasca la entrepierna y suspira entristecido.
La princesa se ha separado de su marido, España ha ganado la copa de Europa y el mundo avanza veloz hacia su autodestrucción económica.
Yo sigo sentado escribiendo, mientras como unas galletas de fibra, que me sentaran en el retrete en cuestión de minutos.
Ese fue precisamente el regalo que nos hizo don Jaime, nos enseño a ver la vida en mil colores, con pañuelo y pajarita, disimulando la vulgaridad de nuestros actos cotidianos.
Suerte Don Jaime, me cae usted mucho mejor que su hermano, el sanote.

lunes, 2 de marzo de 2009

Todo va tomando sentido.

No hace mucho que ha escampado.
Una cigüeña me sobrevuela crotorando sin cesar.
Hace algo de frió, pero me gusta sentir el aire fresco en el rostro.
Las tierras de labranza que rodean Villavaquerin y se extienden por todo el valle del Jaramiel, se han vestido de tonos verdosos, indicando de este modo que ha llegado el momento de recoger la remolacha.
Las grandes cosechadoras espantan a las negras bandadas de estorninos que buscan su sustento en el terruño labrado.
Un cernícalo, haciendo honor a su nombre, se cierne vigilante en las alturas, oteando en busca de alguna presa despistada.
El cuenta kilómetros no pasa de sesenta, llevo mas de diez minutos conduciendo sin cruzarme con nadie.
Solo estamos Laura y yo, y el mundo.
Hacemos una pequeña parada para contemplar el paisaje y hacer alguna foto.
Practicamente a nuestros pies levanta el vuelo una pareja de patos salvajes, con gran alboroto, rompiendo el absoluto silencio que reinaba en el momento.
De alguna manera, ese cubo de Rubik que es la vida, va ajustando los colores, y cada cara va tomando su forma definitiva.
Quien me lo iba a decir hace unos años!!
Durante un instante noto una sensación muy especial dentro de mi, una especie de calor interno que súbitamente se extiende por todo mi ser.
Un sabor dulzón me inunda el paladar y cuando Laura me coge la mano, me pregunto si esto no sera la felicidad.
Quisiera detener el tiempo, pero este se opone inexorable, obcecándose en avanzar segundo a segundo, robándome a cada paso una porción de vida, haciéndome cada instante un poco más sabio, un poco más anciano, un poco más ingenuo.
Apartándome más y más de aquel muchacho que fui, y que ya no volveré a ser.
Yo tambien empezaré a agostarme, tras la primavera de mi vida y sin darme cuenta apenas, voy trazando el rumbo del viaje definitivo.
Entonces miro a Laura, y se que no voy a viajar solo, su aliento me acompañará el resto de los días que me queden, llenándome los pulmones de aire fresco, de caricias y acuarelas, de pasión, de fingido enojo, de animalitos huérfanos y peces tropicales.
Minuto a minuto, vamos llenando nuestro equipaje común de buenos momentos, de recuerdos tan cercanos, de olvidos pactados, de besos.
Un zorrillo nos observa curioso a unos cuantos pasos tan solo del lugar donde nos hemos detenido. No parece tener miedo, al contrario, en su rostro asoma algo parecido a una sonrisa, o quizás, nos enseña un colmillo amenazante, quien sabe, el caso es que dan ganas de acariciarlo desde la cabeza hasta la punta de la cola, enorme, elegante.
Donde están ahora las hipotecas y las facturas... donde guardamos en ese trance tan especial, los problemas, los miedos, lo negativo lo cotidiano, lo feo...
Es como si por un ratito, pudieras quitarte la mochila, apoyar en el suelo el peso que trata de arrastrarte al fondo, y sentirte liviano y despreocupado.
Respiro por la nariz, abriendo bien los pulmones y llenándome de otoño, me siento bien.
El motor de la vespita comienza a traquetear y sobre el asiento de piel envejecida, nos alejamos de aquel remanso de paz, en busca de otro lugar donde mirarnos a los ojos.
Es sábado, son las once de la mañana, no tengo sueño, no tengo resaca, no tengo prisa alguna.
Hoy solo quiero vivir, y estoy haciéndolo bien.
Siento como Laura se abraza a mi pecho y sin poder evitarlo, suelto un enorme suspiro.
Hoy solo quiero vivir.