sábado, 16 de noviembre de 2024

¿Una escena de caza?



Malena García, arqueóloga y antropóloga doctorada en arqueología prehistórica por la Universidad Complutense de Madrid, lee con gesto de contrariedad el informe que sus compañeros, los doctores Analdi y Santamaría, han redactado para entregar por duplicado al Ministerio y a la Fundación que sostiene económicamente sus investigaciones.

Los dos eruditos y refutados arqueólogos afirman en el informe, que las pinturas rupestres descubiertas por la joven doctora García, pertenecen a un clan procedente de Anatolia asentado en Burgos durante el periodo antiguo del Neolítico en la Península Ibérica.

Analdi hace hincapié en la representación de una escena de caza, en la que indiscutiblemente las figuras antropomórficas que en círculo se ciernen sobre un enorme animal, protegen a una figura que representa a la mujer que aguarda junto a otra pieza cobrada la carne que los hombres llevarán a las cuevas. Sin duda alguna, los cazadores, los guerreros más valientes del clan, aplicaron las estrategias cinegéticas adquiridas al interactuar con el entorno y luchar por la subsistencia. También añade en su informe que el que las representaciones femeninas en las escenas de caza se coloquen en un lugar seguro tras el círculo de guerreros, evidencia la separación de tareas y no deja lugar a dudas de que desde las primeras comunidades la mujer tenía la importante misión de ocuparse de gestionar y preparar la carne de la caza y gestar, alimentar y criar a los niños que sostendrían y ampliarían los asentamientos.

Malena enciende un pitillo y se prepara un café solo sin azúcar al que añade un largo chorrito de orujo blanco. Hace frio en Burgos y en la tienda de campaña que le sirve de oficina durante las excavaciones, el calor del infiernillo sobre el que prepara una cafetera tras otra y, el orujo blanco regalo de uno de sus mejores amigos en la zona, le ayudan a soportar las condiciones climatológicas. Y las lecturas como la que acaba de dejar sobre la mesa.

Le hierve la sangre al ratificar que en su campo todas las publicaciones de peso y la inmensa mayoría de las teorías que luego se estudian en las facultades donde se preparan los futuros arqueólogos y las futuras arqueólogas, están redactadas por personas que han sido incapaces de evolucionar con los tiempos y, que de alguna manera aún viven en la prehistoria, pues rechazan de facto la idea de que ya en el pasado la mujer hubiera desarrollado iguales habilidades que el hombre.

Desfiladero de Pancorbo año 5476 A.C

Ha sido una cacería demasiado peligrosa y, eso ya lo había avisado al ver que las huellas del oso que salimos a buscar no eran idénticas a las que vi en la nieve unos cientos de metros más allá del rio. Si uno se fijaba bien, podía darse cuenta de que eran un poco más grandes que las del oso que le arrancó la vida a Nagal. Estaba claro que había dos enormes machos en el mismo territorio, pero la mayoría de los cazadores se rieron de mis advertencias durante la asamblea del fuego, y no quisieron escuchar mi consejo. Si lo hubieran hecho, Nagal habría vuelto a la cueva con sus hijos y seguramente Ninalu no estaría envuelto en pieles, sudando las fiebres que le produjeron las enormes heridas que le causaron las zarpas del más viejo de los dos machos, y no habría regresado a hombros de quienes lo pudimos sacar de allí tras arrancarle al borde de la muerte de las mandíbulas del gran oso.

No podemos permitirnos el lujo de perder dos cazadores en cada partida. Las cinco cazadoras que fueron entrenadas por la gran sacerdotisa del rayo y yo misma, cobramos tantas piezas como nos es posible y alimentamos al clan durante las nieves, pero hasta que los hombres no admitan que estamos más que preparadas, y no entiendan que da igual lo que tengamos entre las piernas para cerrar el círculo de lanzas ante los osos, los lobos, y los más fieros animales del bosque, corremos el peligro de debilitarnos como grupo, y si otros clanes nos atacan para robarnos el fuego o los víveres no podremos defendernos.

Vima, el marido de Nula, nuestra líder, ha comenzado a pintar en las paredes de la cueva la historia de cómo los guerreros murieron por no haberme escuchado y le dan la espalda a mis consejos. Esto servirá para que nuestros hijos y nuestras hijas no olviden que ante las garras de las fieras todos somos iguales, y para que escuchen siempre los consejos de quien esté más capacitado para dirigir la cacería, sea hombre o mujer.

viernes, 15 de noviembre de 2024

La última nota


 La guerra en Ucrania aún sigue destrozando vidas y sueños, pero ya no es noticia.

Este es mi particular homenaje a esos sueños que nunca se cumplirán y a esas vidas cercenadas por la guadaña de la sin razón.


La última nota

Anhelina tiene once años, aunque estos últimos años quisiera borrarlos de su existencia.

Sus padres no llegaron a verla al piano en el teatro Lsya Ukrainka. El misil que destrozó la casa terminó con sus vidas e ilusiones. 

 Se ha escapado del refugio y se ha colado en el Lesya por una grieta para dedicarles a sus padres un concierto a la luz de la luna en el aniversario de su muerte.

Interpreta un nocturno de Chopin cuando una bomba cae sobre el teatro, estallando en do menor. Ahnelina muere y es entonces, solo entonces, cuando escucha los aplausos de sus emocionados padres. 

 


domingo, 10 de noviembre de 2024

No me dé consejos, gracias, se equivocarme solo.

Este relato nació anoche como post en RRSS al haberme revuelto e inspirado la imagen del cartel de un concierto en un bar, en el que se apreciaba una gatita punki con chupa de cuero y tachuelas. Y de aquellos barros estos lodos.


Prejuicios.

"Esa gatita te romperá el corazón" fue la frase que se acostumbró a escuchar en bucle desde el primer día en que se los vio juntos por las calles de Valladolid.
—Y el alma, no te quepa duda—se atrevió a contestar con verdadero enojo cuando se hartó de recibir avisos de quienes no podrían siquiera soñar con disfrutar de un gramo de las toneladas de amor que ella le regaló con su primer beso.
Pero por desgracia dos y dos siempre serán cuatro, y en efecto, le rompió el corazón y le destrozó el alma, pero no como todos hablan esperado, sino al haberle enseñado lo que quería decir eso de "hacer el amor"; y al haberle mostrado hasta donde puede llegar un corazón al que se le ha inyectado tanto cariño y tanta pasión, que no pudo más que reventar en mil pedazos el día que las circunstancias la separaron de él y al saber que la perdería para siempre, tan solo deseó la muerte.
Mientras exhaló su postrer aliento la siguió amando y tuvo la inmensa fortuna de que su sonrisa fuera la última imagen que el cerebro le permitiera disfrutar antes de desparramarse por la pared junto a la sangre y a los trocitos de hueso que la bala con la que decidió suplir su ausencia incorporaron al cóctel del suicidio del atormentado y roto poeta.
—Era la crónica de una muerte anunciada—se atrevió a decir en una velada poética uno de quienes más envidiaron la suerte del difunto, y que rezó por un día llegar a verlo sufrir por Ella desde que lo encontró una tarde entrando en el teatro de la mano de aquella felina y deseada preciosidad .
Lo que no añadió fue que el mismo habría dado todas sus vidas por haber podido dormir junto a Ella tan solo una noche. Pero claro...los artistas queman en hogueras privadas las páginas en las que escriben sus miserias.

Cuan fácil es ver la paja en el ojo ajeno. Cuantas vigas necesitaban los amantes para construir puentes entre sus corazones. Que difícil se lo pusieron los hados.

 

sábado, 9 de noviembre de 2024

Escapar de la libertad


 Ayer asistí gratamente sorprendido a la interpretación de Mario Casas en la nueva cinta del director Rodrigo Cortés, quien me ganó para sus adeptos con El amor en su lugar. 

Que el nuevo trabajo de Cortés me gustase no me sorprendió en absoluto, con los precedentes que había sentado, y mucho menos al leer el reparto de nombres del cine y el teatro español que lo acompañaban en este proyecto. En Escape disfruté una vez más del grandísimo José Sacristán, de la inconmensurable Blanca Portillo, del incombustible Guillermo Toledo y del soberbio Juanjo Puigcorbé.

José Maria Pou y Ana Castillo volvieron a demostrar su capacidad para ocupar por completo las escenas en las que intervienen, aunque cómo devoto y fiel admirador del impresionante talento del que para mi ha sido y sigue siendo el mejor actor que ha parido este país, Don José Sacristán, no me hubiera atrevido siquiera a insinuar que un actor como Mario Casas pudiese tan solo llegar a esta a su sombra. Y tras haberlo visto en otras películas como Grupo siete,  en las que comenzó a demostrarme que era un buen actor, ayer el jodio estuvo más que a la altura. Me quito el sombrero ante su interpretación en esta cinta.

Y me quito el sombrero ante el trabajo de Rodrigo Cortés, que desde lo filosófico, los surrealista y lo metafórico ahondó en el que quizás es el trauma con el que aún peleo cada noche y que aún me lastra y me impide terminar de levantarme, el sentimiento de culpa.

El protagonista de esta película, no consigue librarse de la culpa que se nutre de su dolor ni del dolor que se nutre de su  culpa y eso le lleva a la obsesiva necesidad de evitar cualquier responsabilidad y a negarse a tomar decisiones por pequeñas que sean, llegando incluso a exigir que se le diga cuando debe respirar. Se juzga con dureza, pero entiendo la dureza de su juicio y comprendo que dicte contra si la más dura sentencia que es la de renunciar a la razón y al ego. Empatizo con el castigo y de alguna manera envidio su fortaleza para erigirse en el verdugo que ejecuta la sentencia.

La película me fascinó, pero me revolvió por dentro hasta el infinito y más allá, pues me devolvió la idea de que los errores que cometí en el pasado, me llevaron a perder en el asfalto al Juan que era y desencadenaron el último combate entre mi padre y la pálida señora, con el triste resultado que cada mañana al despertar se me presenta una pesadilla más.

Pero el  divino tribunal que juzgo mis actos impuso la condena que creyó conveniente y creo que o ya la he terminado de cumplir, o estoy a punto de ello, pues siento haber recuperado una condicional libertad de la que no quiero escapar.

La vida sigue, a pesar de todo, y aunque nunca dejará de dolerme, creo que he encontrado el camino del perdón, y el Juan que comienzo a ser no tiene nada que envidiar al que fui.

viernes, 1 de noviembre de 2024

Cuando hace falta


 Acabo de leer la última hora de la Generalitat valenciana sobre el número de fallecidos por la DANA y el recuento oficial lo eleva a la escalofriante cifra de 202, y esto aún no ha terminado porque sigue habiendo muchos desaparecidos y ya sabemos lo que eso quiere decir. Ojalá todos aquellos a los que aún no se ha encontrado aparezcan o den señales de vida. Yo, particularmente y debido a mis circunstancias personales soy un tipo de naturaleza optimista, aunque de un tiempo a esta parte la vida me está enseñando también a afrontar la realidad y a plantarle cara a lo que ha de venir, aunque me asuste o me rompa el alma, por lo que esperaré acontecimientos y rezaré por quienes aún no han dado señales.

Esta mañana he conseguido hablar con mi amiga Judit, una preciosidad vallisoletana con un corazón enorme, un coraje impresionante y un alma sensible y hermosa, que hace ya años estableció su hogar en Valencia junto a mi tocayo Juan, un tipo tan afortunado como encantador con el que me tranquiliza saber que mi amiga construye su futuro.

Dada la condición energética, deportiva y amante de la naturaleza de esta pareja de amigos, crearon una empresa de ocio y tiempo libre con actividades de diversa índole y al ver las primeras imágenes de esta catástrofe el corazón me dio un vuelco pues los imaginé como siempre al aire libre. A mi boda acudieron en una furgona acondicionada y mi miedo era el que una riada los hubiera alcanzado dentro del vehículo y los hubiera llevado de un lado a otro ahogándolos o estrellándolos contra un muro.

Esta mañana Judit me ha escrito y tras el subidón inicial de ver su mensaje, lo he leído con calma y he ratificado lo que siempre pensé de ella, que es una chica tan inteligente como bonita. Al tener aviso de las alertas y de las previsiones no lo dudaron, suspendieron los compromisos empresariales, avisaron a sus empleados y abandonaron la zona de mayor riesgo.

Supongo que los padres de Judit, su hermano y todos sus familiares y amigos no dudaron en ningún momento que ella sabría afrontar las circunstancias, pero cuando la naturaleza se revuelve para sacudirse del lomo a los molestos humanos, muchos de nuestros congéneres más válidos caen también. Por desgracia aquí nadie se libra por que sí.

Ahora toca mantener alta la esperanza recurrir a la fe y no abandonarse a la amargura y a la desesperación. Hay que reconstruir lo destruido y levantar lo caído. Hay que restablecer la vida en los lugares que parecen exentos de ella y hay que conjurarse como nación para ayudar a cuantos han perdido todo.

No es momento para que los políticos se arrojen mierda, tal y como acostumbran a hacer con cualquier excusa. Si necesitan enfangarse, que cojan una pala, se pongan unas botas y vayan allí a despejar los caminos de lodo, y a quitar el barro de los hogares de quienes confiaron en ellos al entregarles sus votos.

Además de la espantosa tragedia humana, material y económica, no podemos olvidarnos de los miles de animales que han sufrido el más atroz de los miedos y que no cuentan con mucha ayuda, pues la inmensa mayoría de las protectoras de animales y de los refugios han desaparecido bajo las aguas y muchos de los cuidadores no se encuentran en condiciones para seguir con su encomiable labor.

Por eso desde este blog pido a los lectores que aportéis cuanto podáis para colaborar con asociaciones, oenegés, voluntarios de todo tipo y cuantas maneras tengamos de ayudar a nuestros asustados y desafortunados compatriotas, de dos o de cuatro pata.

Contad conmigo, Aquí  me tenéis.

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domingo, 27 de octubre de 2024

De cartón piedra


 Es desolador. Cada día encuentro un nuevo motivo para soñar con abandonar el planeta y poder retirarme a B612 o otro asteroide de igual tamaño, similar geografía e idéntica población, en el que amar a una rosa y confiar en el zorro que me demostrará la importancia de una amistad acertada.

Los valores de los que alardean quienes dirigen el destino de mi país son de cartón piedra y asusta la facilidad con la que todos, hasta el presidente del gobierno, acostumbran a decir Diego donde se hartaron de decir digo.

Vivo en el país de la mentira, donde el embuste es el combustible que alimenta a esa maquinaria política e institucional que sirve al único dios venerado por toda la humanidad, el dinero.

Resido en un estado en el que hasta aquellos que abrieron el flamante concesionario para vender al electorado las motos que necesitaba, y se dejaron el alma en renegar de la casta, del patriarcado y de lo que asociaban con el mal que aflige al mundo, han resultado ser unos avariciosos, unos farsantes y unos maltratadores ávidos de poder, de riqueza y de todo aquello contra lo que clamaban al levantar las primeras  tiendas de campaña entre los esperanzados y confiados jóvenes que necesitaban creer en ellos. No tardaron en sustituir aquellos efímeros refugio de lona por chalets de lujo y las premisas feministas e igualitarias por abuso, acoso y maltrato, y todo ello amparado por  otros que con similares medios, ya habían conquistado los puestos de responsabilidad que tanto codiciaban y que consiguieron encarnando los personajes construidos para representar la tragicomedia de la identidad nacional.

Cada uno es muy libre de creer en quien quiera o necesite hacerlo, cada quien es muy dueño de prestar su apoyo a quien considere, y todos tenemos perfecto derecho para creer o a negar las palabras con las que se nos manipula constantemente, y para aceptar o rechazar la mierda con la que pretenden alimentarnos los chefs que diseñan los  menús en los programas de cada partido político.

Que se pare el mundo, que me bajo. Que me arreglen el avión, que abandonaré el desierto y volaré muy alto hasta llegar al pequeño asteroide que habita aquel en el que verdaderamente creo. 

Así no. Esta vez y con toda  la fuerza de nuestras gargantas deberíamos unirnos para escupir en la cara de quienes no dejan de mentirnos un enorme basta ya.

Supongo que ahora tendré que leer en respuesta a esta sincera declaración de intenciones fundamentada en una innegable realidad, los consabidos "y tu más" que se han convertido en el único argumentario de muchos. Y sinceramente paso, la verdad. Así que por favor, todos aquellos que os estéis afilando las uñas y los colmillos al leer esta entrada, ahorraros comentarios insultantes e intentos de predicar vuestra salvación, pues conmigo predicaréis en el desierto. Y recordad en que consiste eso de la libertad de expresión, pues mucho me temo que es uno de los derechos que lleváis por bandera y que utilizáis para abofetear el rostro de quien osa llevaros la contraria o afearos ciertos comentarios.


domingo, 20 de octubre de 2024

Dando saltos


 

Se acerca al micrófono y tras comprobar su correcto funcionamiento, comienza a leer el discurso que había tomado la precaución de traer por escrito:

«Entre todos salvamos el planeta. O quizás debería decir que conseguimos salvar el planeta entre todos y todas, y ya puestos, añadir también lo de todes, para no dejarme fuera a nadie y ser completa y absolutamente inclusivo, aunque a mi se me enseñara desde pequeño que, en castellano, el plural se construye en masculino.

He sido elegido por la Organización de las Naciones Unidas para ponerle voz al conjunto de la humanidad, que supo reaccionar ante lo esgrimido por quienes encontraron  la respuesta a la gran pregunta que se formulaban incansablemente los habitantes de los cinco continentes: ¿Hasta cuándo? Y es que el planeta Tierra no dejaba de dar señales de que su paciencia había llegado al límite y no tardaría demasiado en sacudirse del lomo a la especie humana, que como un feroz y peligroso parásito no dejó de esquilmar los recursos naturales y de enfermar y destruir los ecosistemas, agotando de paso las reservas de la biosfera al no tener un depredador que pudiera controlar su población y sus perniciosos hábitos.

El aumento de los terremotos, los tsunamis, las erupciones volcánicas el calentamiento global, el peligroso deshielo de los polos, el peligrosísimo cambio climático, la desaparición de algunas especies animales y vegetales, y la aparición de nuevos virus y bacterias, fueron tan solo algunos indicadores de que habíamos traspasado todos los límites y habíamos cruzado cuantas líneas rojas se trazaron al principio de los tiempos.

Durante muchos años la humanidad decidió hacer oídos sordos, mirar hacia otro lado y enterrar la cabeza en un mullido y confortable agujero en el suelo para no ver que el tan perseguido progreso había conseguido ser al mismo tiempo principio y fin de una nueva era.

Somos animales inteligentes, y hace ya mucho que nos atribuimos el arrogante título de “especie superior”, pero cómo pude leer en el libro Vosotros, ¿especie superior?, somos la única especie animal que destruye su propio ecosistema.  Y que además es capaz de matarse mucho y desde muy lejos por avaricia, envidia, odio y rencor, e incluso en el nombre de un ser superior al que se le atribuye la voluntad de predominar sobre cualquier otra fuerza, o simplemente para la diversión de algunos enfermos especímenes que consiguen infectar las voluntades de sus congéneres y embarcarlos en abominables exterminios.

La Tierra no lo soportó más y después de concedernos una oportunidad tras otra y de sufrir una continua y desoladora decepción, hizo de tripas corazón y muy a pesar suyo, recurrió a la única forma posible para librarse de nosotros, los seres humanos, su vital y más encarnizado enemigo, y para ello permitió que enviásemos al espacio la muestra de nuestra insensatez. Como especie ya habíamos demostrado nuestra impresionante resiliencia, nuestra capacidad de supervivencia y nuestra habilidad para afrontar cualquier desafío y para resistir todo tipo de pruebas y de castigos. Es más, durante años perseguimos y estigmatizamos a aquellos visionarios que comprendieron que la Tierra era tan solo una vivienda en multipropiedad, que no nos pertenecía, y que debíamos compartir con el resto de las especies animales y vegetales que disfrutaban del usufructo. Lejos de ser amables y considerados inquilinos, dimos un golpe de estado y nos erigimos en todopoderosos presidentes de la comunidad, instaurando milenios de un gobierno de terror para todos los vecinos del inmueble, y haciendo callar a las voces contrarias a los continuos desmanes, esas voces que trataron de avisarnos de que un día llegaría una derrama de tamaña proporción que no había bolsillo capaz de soportarla. Y sería la quiebra.

Algunos de los inquilinos con más recursos y mayor poder en la escalera, comenzaron a interesarse en futuras mudanzas y a investigar la oferta de edificaciones en nuestro sistema solar. Pero el universo es sabio y de momento ha conseguido mantener a salvo las urbanizaciones y los resorts en los que habitan seres con más conciencia.

De no haber sido por este muy necesario y universalmente beneficioso cambio de actitud en el raciocinio humano, el 25 de octubre del año 2024, el terrible asteroide Leviatán, de más de quinientos metros de diámetro y millones de toneladas de peso habría impactado contra el planeta Tierra, al haber confundido los científicos las mediciones y las casuales elipses de su órbita en el error fatal que en un principio estipuló en mas de dos unidades astronómicas de distancia de la Tierra.

Pero el universo, el hado supremo, Dios o Supergato, lo que ustedes consideren que decidió el fin de nuestra vida, reajustó las variables atendiendo a las interferencia de distintos e inesperados campos gravitacionales y la suerte estaba echada.

Tras meses de angustia, de desesperación, y como no, de nuevas guerras fratricidas y, como siempre absurdas y evitables, surgidas como respuesta a la certeza del inevitable fin de los tiempos, algunos seres humanos decidimos asumir la culpa y demostrar a quien sea que mueve los hilos nuestro verdadero propósito de enmienda. Nos encomendamos al origen de la razón, a la microscópica e infinitesimal molécula de bondad que forma parte de toda cadena de ADN de los seres vivos, y trabajando mutaciones en el gen de la esperanza, encontramos la manera. No fue fácil, en absoluto, y de hecho las primeras estimaciones sobre la capacidad social y grupal para afrontar la necesaria acción común capaz de detener el exterminio, indicaban variables casi imperceptibles entre lo imposible y lo excesivamente poco probable. Pero lo conseguimos.

Si bien los mejores y más capacitados científicos y biólogos españoles tuvimos que desarrollar una vacuna contra la estupidez y el egoísmo, y se ordenó la obligatoria vacunación universal de una única dosis a todos los seres humanos del planeta, sin importar su origen, raza, credo o condición social, el momento de la salvación llegó el 23 de noviembre, cuando según lo estipulado y acordado, absolutamente todos , todas y todes los seres humanos, saltaron al mismo tiempo y en el mismo ángulo , generando un minúsculo pero suficiente cambio orbitacional en el planeta y librándonos de la extinción. Del mismo modo y sujeto a las más exigentes garantías, todos los países del planeta firmaron su adhesión a un contrato de respeto y cuidado por el medio ambiente con inmediata aplicación de todas y cada uno de sus cientos de cláusulas que harán de este un mundo mejor para todos, todas y todes los seres vivos».

Apenas tiene tiempo para escuchar unos segundos de aplausos y ovaciones en el abarrotado salón de plenos de la sede de las Naciones Unidas, cuando Juan abre los ojos y comprende que todo ha sido un sueño.

Mientras prepara el café con el que afrontar la jornada, asocia lo producido en la fábrica del inconsciente con los visto en un documental antes de acostarse la noche anterior.

El ser humano en efecto está terminando con el planeta, pero también en efecto, es un animal gregario, y cuando se lo propone es capaz de lo más hermoso atendiendo a esa conciencia social, rozando la eusocialidad.

Juan apura el café de un trago y camino de la ducha decide que, desde aquella misma mañana, va a aportar cuanto esté en su mano para salvar al planeta, y para concienciar a todos en su entorno de hacer lo mismo. 

martes, 15 de octubre de 2024

Escuela de teatro y recursos culturales de Simancas

El pasado mes de marzo comencé a desarrollar junto a mi amiga, la actriz y directora teatral, Luisa Valares, un proyecto cultural en la villa de  Simancas.

De la mano de un  Ayuntamiento que realmente apuesta por la cultura, creamos Simanquince, un grupo teatral de lo más heterogéneo formado por vecinas y vecinos de distintas edades, desde los 20 a los 75 años, pero de idéntica curiosidad y de parecidas ganas de llenar sus días de vida y no sus vidas de días.

Yo me ocupé de la parte literaria y junto a los vecinos he compartido muchas sesiones de escritura creativa en las que hemos permitido aflorar multitud de emociones jugando con las palabras. 

Trabajando duro todos juntos, bolígrafo en mano,  escribimos una curiosa tragicomedia de intriga que lleva por acertado título Porciones de cada uno. Esta obra, construida con ideas  y textos de todos los participantes del proyecto, se estrenará en el Teatro de la Vaguada (buque insignia de la cultura de Simancas) el próximo miércoles 27 de noviembre, dentro de la programación teatral que durante todo el mes de noviembre llenará el pueblo de talento y de magia entre bambalinas.

Luisa Valares se ha hecho cargo del entrenamiento actoral de los integrantes del proyecto, completamente neófitos en las artes escénicas, y ha conseguido inyectarles una fuerte dosis de ese veneno que lleva a los actores a pisar las tablas y a hacer de un escenario el lugar donde todo cobra sentido. 

Poco a poco han ido soltándose, aprendiendo a manejar los gestos, la expresión, el movimiento, la voz... y gracias a la experiencia y a la indiscutible valía de mi compañera de proyecto, se han convertido en el elenco perfecto para representar su propia obra.

De un tiempo a esta parte cada ensayo se celebra más que el anterior, y la progresión del grupo es verdaderamente plausible.

Me siento muy orgulloso de todos los miembros de Simanquince, desde la más jovencita al más veterano, desde la más pizpireta y risueña, a la más tímida y prudente, desde el más atrevido y divertido showman rural, al más comedido y carismático caballero de campos de Castilla.

El día del estreno será algo muy especial, más allá de si conseguimos levantar al público entre grandes ovaciones o no. Cerraremos un círculo, pariremos una criatura engendrada con el cariño de todos y disfrutaremos de la experiencia de habernos marcado un destino y haber llegado hasta él.

Desde la corporación municipal, satisfechos con nuestro trabajo y sabedores de que un pueblo que accede a la cultura con facilidad es un pueblo que crece sano y feliz, nos han ayudado en la creación de una escuela de teatro y de recursos culturales, en la que se alojará un grupo de teatro estable y en el que niños, jóvenes y adultos, podrán apuntarse a distintos cursos con Luisa y conmigo, y trabajaremos desde la dramaturgia y la interpretación, a la escritura terapéutica, los monólogos y los títeres.

Aún tenemos abierta la convocatoria para que todos aquellos vecinos del pueblo, de las urbanizaciones que conforman su perímetro y que nutren el censo municipal,  y de las poblaciones cercanas, puedan llamar y solicitar información para  inscribirse y formar parte de esta escuela.

No os voy a engañar, me encanta mi trabajo, me chifla ver como los primeros sorprendidos con sus avances son los vecinos que apostaron por nosotros, y me da la vida el saber que más que con alumnos, cuento con un grupo de buenos amigos en uno de los pueblos más bonitos de Castilla y León.

Y porqué voy a tener que callarlo, me hace una particular ilusión que la vida me presentara a Luisa Valares, la convirtiera en mi amiga, en mi compañera de proyectos culturales y de trabajo, y en una estupenda actriz de la compañía teatral Pequeño asteroide, compañía que formamos junto la también maravillosa actriz, Katia Gallego.

A veces me duele un poco menos vivir, es más...a veces hasta lo celebro y todo.

Si os apetece uniros a este proyecto, subiros a este tren y disfrutar de la literatura y del teatro, no tenéis más que llamar al teléfono que aparece en el cartel que encabeza la entrada y que describe mi oferta de cursos. Luisa Valares ha diseñado y compartido uno propio en el que ofrece distintos cursos especializados en sus habilidades y conocimientos, y que os recomiendo encarecidamente si algún día queréis salir a escena y despertar los aplausos del público.

Podéis encontrar toda la información al respecto en nuestras distintas RRSS y en las del Ayuntamiento de Simancas.

 

 

sábado, 5 de octubre de 2024

Allí donde nacen las letras más intensas


Siempre he dicho que los poemas más hermosos son los que nacen del desamor, los que se escriben tratando de contener las lágrimas, tratando de no agonizar entre asfixiantes sollozos y de  mantener el tipo ante a una sociedad que no termina de entender que hay personas capaces de somatizar las emociones hasta el extremo de detener su corazón inconscientemente, y de morir poco a poco envenenadas de nostalgia, atragantadas por  dolorosos recuerdos y conmocionadas por imborrables momentos que jamás han de volver.
 Y curiosamente el dolor , la pena, la angustia y la rabia por tener que despedirse antes de tiempo es lo que  ayuda a según qué escritores y a según qué escritoras, a alcanzar su momento álgido en la literatura, pues sin poder contenerlo, visten las palabras con el espantoso luto de la más horrible de las muertes, que es la que les llega sin avisar a esas historias de amor que parecían capaces de desafiar al tiempo y de convertirse en inmortales.
Amar es algo tan bello como peligroso pues podría decir sin avergonzarme por ello, que al leer ciertos versos y al entregarme a algunos textos, he sido capaz de empatizar hasta el paroxismo con quienes los escribieron, y de comprender el grado de sufrimiento con el que se desahogaron y se liberaron en negro sobre blanco, quienes rubricaron esas obras que de inmediato pasaron a formar parte de las páginas que me acompañarán siempre entre los tomos que abarrotan las estanterías de la biblioteca de mi alma.
He sufrido con cada adiós definitivo que no quiso pronunciarse, he saboreado la hiel  y el amargor de los últimos besos, esos que son los que más duelen, esos que se dan por compasión o como limosna, y he querido morirme con cada palabra escrita por la pluma que rubrica la despedida con un tiro de gracia emocional, disparando un proyectil con la forma del te quiero conjugado en pasado perfecto (he querido), pues nunca habrá perfección en la ausencia de amor y esa ausencia es por definición estéril de futuro. Y ese adiós será la bala de plata que terminará con cualquier esperanza.  
Conozco y he leído demasiadas páginas sobre el dolor. Para mi desgracia he abarrotado un buen número de cuadernos con las palabras que nacieron de mi propio sufrimiento, aunque no me atrevo a pensar que mi sufrimiento es distinto al de otras muchas personas que lloran y sufren como yo he llorado, y he sufrido en el pasado. El dolor es algo universal, a todos se nos entregan al nacer  unas cuantas acciones en el banco del dolor, Y se nos permite especular con ellas, pero no venderlas. Curiosamente es la única propiedad  que no avaricia ni envidia nadie, y curiosamente es la única propiedad de la que todos nos desprenderíamos  sin dudarlo un segundo.
Una vez me maldijeron entre lágrimas y entonces comprendí cuanto puede doler una decisión equivocada. Y me juré que jamás volvería a cometer errores que llevasen a quien sufriera las consecuencias a maldecirme con todas sus lágrimas mientras le sangra el corazón.
Porque de todo se aprende, pero no todo te enseña. Y no me enseñaron a identificar el peligro que se oculta tras unos ojos bonitos que esquivan mis pupilas, la mentira  que se esconde tras el reclamo de un amor en usufructo, y la lenta pero implacable agonía que acecha tras el título de propiedad de un incierto futuro levantado con frágiles andamios.
Aún tengo demasiado que aprender, demasiado que sufrir y demasiado que olvidar. Pero todavía no me siento capaz de hacerlo. No estoy preparado. Sigo siendo excesivamente humano, demasiado intenso  y peligrosamente inmediato a la hora de querer. Y lo peor es que aún no he aprendido a dejar de hacerlo. 
Un día seré capaz de escribir desde un lugar mucho más amable que el tenebroso bosque que se encuentra entre el valle del arrepentimiento y la cordillera de los fracasos. Y ese día, Ella volverá a creer en mi. El sol saldrá de nuevo para sacar a bailar a la luna antes de que abandone la pista, y  todo se llenará de luz.
Puede que ese día consiga sentirme feliz.


 

lunes, 30 de septiembre de 2024

Deletreando lágrimas y sonrisas


 Hay canciones que son mucho más que música, ritmo y letra. Hay canciones que son la explicación que necesito, la respuesta a muchas de mis preguntas, la solución a algunos de mis problemas.

Quizás por eso dedico mucho de mi tiempo libre a  escuchar música, a pedir explicaciones, a buscar respuestas y a solucionar problemas. Y todo ello lo hago con un bolígrafo en la mano, sentado ante un teclado o garabateando en esa libreta mental que los hados alojaron en el interior de mi cabeza. A veces me evado de la realidad y a veces gusto cuando callo porque estoy como ausente, pero  en esos momentos estoy más presente que nunca porque estoy desgranado la vida, convirtiendo el todo en letras y jugando con ellas, mezclándolas en la coctelera de mi alma, agitándolas al ritmo frenético e intenso con el que bailan mis emociones para ofrecer después el coctel destilado de alegrías, y penas, de aventuras imposibles, de gemidos y silencios, de incesante llanto y de estridentes carcajadas. Del amor más verdadero y dulce y de la hiel más traicionera y amarga.

Una muy querida y gran mujer, sabia consejera y estupenda persona, no deja de repetirme que con mi talento y mis capacidades, debería ponerme un horario y encerrarme a escribir en silencio durante ocho o nueve horas diarias. Y yo siempre trato de explicarle que eso sería mi muerte literaria, porque necesito sufrir y gozar cuanto escribo. Necesito amanecer sin Ella para poder escribir letras de olvido.  Necesito beber de su humedad, acariciar sus sonrisas con la punta de mi lengua, zurcirme el corazón cuando lo atraviesan de parte a parte con una afilada y dolorosa mentira y tratar de recuperar el aliento cuando amo cuesta arriba durante kilómetros de ascenso hasta la incertidumbre del sentimiento desde el que me precipito al vacío y vuelo con las alas de cera acolchadas de palabras y emplumadas por letras.

Soy de esos escritores que además de soñar sus historias necesitan vivirlas.

Mancho las hojas con letras sin sentido, con letras de lastima y pena y letras de olvido, pero también con las que al juntarse describen la felicidad absoluta, los momentos gloriosos, los ansiados reencuentros y los besos sinceros.

Vivo, luego escribo.