Pues otro año más que se me ha escapado.
Recuerdo que siendo pequeñito (ahora no es que sea mucho más grande), una tarde volvía del cine con mi padre, de ver una peli de Indiana Jones.
Pregunte a mi padre cuantos años podría tener ese pedazo de héroe con látigo y sombrero y él me respondió que por el físico y demás, unos treinta y siete.
Tras meditar un poco, le dije a mi padre que a mi también me gustaría tener treinta y siete años, porque consideraba que entonces sería un hombre hecho y derecho, aún joven físicamente, pero con la vida formada y cierta sabiduría a mis espaldas.
Hoy cumplo treinta y siete, y solo me parezco a Indiana en que cada vez que piso la baldosa que no es, me disparan dardos empapados en curare y una bola enorme, de piedra o de mala suerte trata de aplastarme.
Soy un héroe de pacotilla, la verdad.
Me dan miedo las arañas y me tapo los ojos con un cojín cuando veo películas de terror.
La chica, casi siempre termina marchandose con el malo y yo me quedo sentadito en una playa, con un hilito de sangre escurriendome por la barbilla y tirándole piedras al mar.
El sombreo me queda enorme y parezco una setita.
De pequeñito, mi padre y el bueno de Indiana eran mis héroes y yo quería ser como ellos, ahora, con treinta y siete, me he dado cuenta de que Indiana es un fraude y de que mi padre, sin látigo y sin sombrero, es a quien de verdad quiero parecerme.
No tengo hijos y no creo que pueda tenerlos y me da rabia pensar si acaso, de haber tenido un chavea, dentro de unos años hubiera querido parecerse a mi.
En fin...
Hoy es mi cumpleaños y aprovecho para hacer un repaso de mi vida.
Una vez escribí que cuando quería hacerme daño, miraba hacia adentro y hacia un poco de introspección.
Ahora creo que he aprendido a dominar mis demonios y ya no me duele sumergirme en mi.
Espero poder cumplir otros treinta y siete y que vosotros estéis ahí, para felicitarme.
Besos y abrazos.